Reunión del G-20

Las duras posturas de EEUU y China alejaron las posibilidades de acuerdo
sobre la "guerra de divisas"

Se trabaron las negociaciones en el G–20

Agencia ANSA, 12/11/10

Seúl.– El fuerte pesimismo que había rodeado el inicio de la cumbre del Grupo de los 20 (G–20) se intensificó ayer, a lo largo del día, cuando las complicadas negociaciones para poner fin a la "guerra de monedas" se estancaron en medio de profundas divisiones entre los líderes mundiales.

De no mediar alguna sorpresa de último momento, la cumbre se dirigía anoche a adoptar un mero compromiso formal respecto de no aplicar devaluaciones extremas. Esto constituirá un resonante fracaso y un golpe de proporciones para el futuro de la economía mundial, en momentos en que crece la incertidumbre en virtud del alto índice de desempleo de Estados Unidos y la posibilidad de que la crisis de deuda de Irlanda y Portugal puedan complicar el futuro de la UE (ver Pág. 4).

Según los analistas, un fracaso de la cumbre de Seúl tendría consecuencias graves. El riesgo es que los países procuren mantener sus divisas artificialmente bajas para darles a sus exportaciones una ventaja competitiva en los mercados mundiales. Eso llevaría a una destructiva guerra comercial y a un aumento del proteccionismo, tal como ocurrió en la Gran Depresión de los años 30.

Estados Unidos volvió ayer a quedar en el banquillo de los acusados: el resto de los países del G–20 mantuvieron los duros cuestionamientos de los últimos días sobre el paquete lanzado por la Reserva Federal (Fed) para inyectar 600.000 millones de dólares en el mercado para intentar reactivar la economía norteamericana.

También se mantuvieron los cortocircuitos entre el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y su par chino, Hu Jintao, sobre política cambiaria.

En una reunión realizada paralelamente a la cumbre, Obama le dijo a su par chino que la prioridad de Washington es favorecer un crecimiento responsable y estable de la economía norteamericana, y destacó que junto a China realizan "progresos" en las discusiones sobre temas clave, como la apertura de los mercados de Pekín y el valor de su moneda.

Hu, por su parte, manifestó a Obama su preocupación por la decisión de la Fed, y le pidió a Obama "tener en cuenta las exigencias" de los países emergentes, que temen que la decisión provoque un aumento de la inflación.

Ambos países son considerados los principales contendientes de la llamada "guerra de monedas". Mientras Washington afirma que reduce la cotización del dólar para proteger su economía de los efectos de un yuan chino artificialmente subvaluado, China dice que este argumento quedó definitivamente invalidado con el enorme desembolso monetario que anunció la Fed en los últimos días, y que devaluará aún más el billete verde.

A su vez, Obama debió soportar las críticas encendidas a su política económica de parte de la canciller alemana, Angela Merkel (ver Pág. 4), que teme que el paquete lanzado por la Fed permita a las exportaciones norteamericanas ganar mercado a expensas de las europeas.

Merkel, cuyo país es el segundo entre los mayores exportadores mundiales después de China, también cuestionó una propuesta del secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, para imponer un techo del 4% a los desajustes comerciales entre países.

De todos modos, sí parecía posible anoche que de la cumbre surgiera la aprobación de las nuevas reglas mundiales de regulación del sector financiero, en las que trabajaba el Consejo de Estabilidad Financiera que preside el titular del Banco de Italia, Mario Draghi.

Estas iniciativas tienen por objetivo evitar el contagio internacional de los mercados financieros, tal como ocurrió durante la crisis que provocó la quiebra del banco Lehman Brothers, dos años atrás, y que fue la más grave de la historia desde la crisis de los 30, y de la cual la economía global aún no se ha recuperado.

Según los voceros del encuentro de Seúl, el tema de los desequilibrios comerciales también parece destinado a una postergación: sólo se aprobarían "guías" para mantener un debate futuro sobre el asunto en las próximas reuniones del G–20.

Tras la crisis iniciada en 2008 en Estados Unidos, el mundo vive una recuperación despareja, con ajustes fiscales en algunos países y salvatajes del sistema financiero global.

Todos los países quieren vender sus productos, pero a su vez no quieren comprar, en un juego de "devaluaciones competitivas" para favorecer las exportaciones, bautizado como "guerra de monedas".

El presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, fue uno de los más enérgicos a la hora de criticar estas modalidades. "Si los países más ricos no están consumiendo y todos quieren expandir su economía con las exportaciones, el mundo va a la quiebra", afirmó. Sin embargo, desmintió que preparara medidas de retaliación por la falta de avances en la cumbre: "Estamos menos preocupados por las medidas que tenemos que tomar para desvalorizar el real, y más preocupados por las medidas que los norteamericanos tienen que tomar para valorizar el dólar".

Greenspan: reconoce que EE.UU. debilita el dólar

El ex presidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos Alan Greenspan escribió ayer, en una nota publicada por el diario Financial Times, que Estados Unidos estaba debilitando deliberadamente al dólar. "China se ha vuelto una de las principales fuerzas económicas [...] pero no ha elegido aún asumirtomar las obligaciones globales compartidas que requiere su estatus económico. Estados Unidos también sigue una política de debilitamiento de la moneda", escribió. La desmentida del secretario de Tesoro, Timothy Geithner fue inmediata: "Nunca buscaremos debilitar nuestra moneda [...] para obtener una ventaja competitiva".


Obama y Merkel, cada vez más enfrentados

El impacto de la crisis

Por Peer Meinert y André Stahl
DPA – Deutsche Presse Agentur (DPA), 12/11/10

Seúl.– Barack Obama parecía cansado e irritado. Angela Merkel estaba visiblemente tensa. La relación entre el presidente norteamericano y la canciller alemana no es especialmente estrecha en estos momentos, y en Seúl se vieron por primera vez las caras como rivales.

Hacía tiempo que Berlín y Washington no protagonizaban una disputa tan enconada. Merkel y Obama se movieron entre la frialdad inicial y un esfuerzo posterior por recuperar la sonrisa durante su reunión. En el encuentro, los dos líderes hablaron de cooperación y de los problemas de la economía mundial, ambos con expresión petrificada, evitando encuentros de miradas y dando evidentes muestras de nerviosismo. "Trabajamos estrechamente, y eso es, creo, absolutamente imprescindible en un momento en que los problemas sólo se pueden resolver conjuntamente´´, dijo la canciller con vaguedad.

Estados Unidos y Alemania viven actualmente situaciones opuestas: Obama, sumido en la crisis; Merkel, en medio de una creciente prosperidad. El presidente norteamericano, conocido por ser un brillante hombre mediático, parecía ayer cansado. Los focos alumbraron inclementes su cara. Tiene menos de 50 años y su cabeza muestra cada vez más canas. No lleva ni dos años en la Casa Blanca y ya está marcado por la difícil recesión económica, de la que el país no termina de salir, y por el revés demócrata en las elecciones legislativas de mitad de mandato. Obama parece un hombre que no está a gusto en su piel.

Merkel, por su parte, sabe que nunca habría podido competir con el carisma de Obama en sus buenos tiempos. Pero también sabe que Obama se encuentra en un momento político difícil tras el revés electoral. Desde hace meses busca desesperado una salida a la crisis. Tan sólo puede soñar con los datos de crecimiento de los que puede vanagloriarse Merkel. Precisamente Alemania, el país que a los ojos de Washington no concede suficientes inyecciones financieras y cuyos ciudadanos consumen demasiado poco, registra actualmente un mayor crecimiento que Estados Unidos.

Este escenario terminó por generar los roces más intensos en mucho tiempo. Las palabras más duras salieron de boca del ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang Schäuble, que criticó las inyecciones masivas de dinero por parte de la Reserva Federal estadounidense, que, según dijo, actúa como si estuviera "desorientada".

Pero tampoco Merkel dejó títere con cabeza. Ya antes de las conversaciones con Obama expresó con claridad su postura en una conferencia ante 100 altos ejecutivos de todo el mundo.

Aunque en ese momento no nombró a Estados Unidos, nadie dudó en la sala que se refería a los intentos de Obama de limitar los éxitos exportadores de China y Alemania. "Eso no se podría conciliar con el objetivo del libre comercio´´, lanzó. Una frase que Washington no olvidará tan fácilmente. Merkel puso la cereza a las críticas a Estados Unidos al llamar a los países industrializados a ir retirando los millonarios programas de estímulo económico y a reducir déficit y deuda pública.

Sin embargo, Obama no tuvo reparos en responder. "Países como Alemania se benefician de nuestro mercado abierto y de que compramos sus productos´´, señaló. Recalcó que Estados Unidos sigue siendo el mayor mercado del mundo. ¿Tal vez una advertencia camuflada de que Estados Unidos continúa siendo el principal actor internacional?

Estaba claro que las palabras bonitas no iban a formar parte del intercambio verbal. Incluso durante el saludo, el mandatario norteamericano puso en evidencia que no iba a dejar tiempo para gentilezas. Según la delegación de Merkel, Obama dijo que se podía prescindir de las fórmulas de cortesía para ir directo al grano.