Después del G-20
“Guerra de las divisas” de EEUU
contra China
Por Alfredo Jalife–Rahme (*)
La Jornada, 21/11/10
¿Empezó la verdadera tercera guerra
mundial de Estados Unidos, no contra Irán, sino contra
China? Todavía no.
Como Pekín desechó el regalo
envenenado de un G–2 propuesto por los estrategas
anglosajones para un condominio de control global, entonces
la administración Obama, acorralada en el frente doméstico
y en declive acelerado en el resto del mundo (con excepción
del masoquista “México neoliberal”, donde impone su
unilateralismo sádico de mal vecino), optó por apretar las
tuercas geopolíticas en la periferia inmediata del dragón
amarillo y, sobre todo, mediante el diluvio del nocivo
“efecto Bernanke”, susceptible de crear superburbujas de
especulativos capitales golondrinos en los países
emergentes, pero sobre todo, deliberadamente contra el BRIC
(Brasil, Rusia, India y China).
La cumbre en Washington entre Estados
Unidos y China en enero de 2011 será crucial para definir
los posicionamientos y las posturas finales para formular un
arreglo entre las dos superpotencias geoeconómicas del
siglo XXI, la primera en declive acelerado y la segunda en
vertiginoso ascenso.
En caso de ausencia de un arreglo armónico
sobre un G–2 de facto y de corte geofinanciero (menos
desfavorable y desequilibrado para China) –aunque nadie se
atreva a pronunciar profanamente su nombre–, entonces el
mundo incursionará en una guerra doblemente financiera y
comercial de pronóstico reservado, sumada al ineludible
neoproteccionismo y el retorno del control de cambios, que
puede derrumbar todo el jueguito financiero especulativo de
Wall Street y la City, que practican impúdicamente su
“carry trade” (parasitaria especulación con los
diferenciales de las tasas de interés de las divisas).
Yiping Huang, profesor de economía en
el China Macroeconomic Research Center of Peking University,
se pregunta si “la guerra de las divisas es inevitable”
(China Daily, 19/11/10).
Yiping Huang aduce que “la política
monetaria de Estados Unidos (léase: el “efecto Bernanke”)
fracasará en recortar sus enormes déficit de cuenta
corriente y creará burbujas en las economías
emergentes”. A su juicio, muy discutible, “los acuerdos
alcanzados por el G–20 redujeron el riesgo de una guerra
global de las divisas”. Pero agrega acrobáticamente que
una cosa es reducir los riesgos y otra es “evitarla
completamente”.
A nuestro entender, desde que los
humanos manejan los intercambios monetarios siempre han
existido de una u otra forma guerras de divisas, que han
llevado a su paroxismo perverso los esclavistas banqueros
Rothschild y su instrumento conspicuo George Soros.
¿El desacoplamiento unilateral del dólar
con el oro hecho por Nixon para financiar sus gastos bélicos
no fue, acaso, una guerra del dólar contra las otras
divisas?
¿No fue el tan cantado “Acuerdo
Plaza” del 22 de septiembre de 1985 una guerra del dólar
contra el marco alemán (que lo orilló a refugiarse en el
euro, hoy también en la mira) y contra el yen japonés, que
todavía no se repone de su monumental paliza?
Yiping Huang sostiene que “los líderes
de opinión en Occidente (sic) continúan contemplando
varias opciones para que Estados Unidos libre una guerra de
las divisas con China”, lo cual “incluye una nueva versión
mas amplia del Acuerdo Plaza”: tasas de cambio y políticas
fiscales entre los países deficitarios (Estados Unidos) y
los superavitarios (China y Alemania); tarifas punitivas a
las importaciones; restricciones de acceso a los países
superavitarios al mercado de los Bonos del Tesoro;
intervención compensatoria de Estados Unidos; diluvio de
liquidez de dólares impresos masivamente por la Reserva
Federal.
Considera que “ninguna (¡súper
sic!) de estas opciones sería efectiva, porque no ataca la
raíz de los desequilibrios globales”.
No lo dice pero, como ilustró Michael
Hudson, connotado economista con vasta cultura geopolítica
(ver Bajo la Lupa, 17/11/10), la mayor proporción del déficit
crónico de Estados Unidos proviene de su gasto bélico, de
lejos superior a su parasitismo comercial.
Yiping Huang afirma que “varias” de
las amenazas de Estados Unidos “son incluso imposibles
(sic) de implementar”, como la prohibición primaria a la
compra de Bonos del Tesoro que pueden ser adquiridos en los
mercados secundarios, lo cual, además, sería
contraproducente al “elevar significativamente el costo de
los capitales”, ya que China es su principal tenedor foráneo.
La “intervención compensatoria” de
Estados Unidos “es todavía más difícil”, puesto que
China aún mantiene controles de cuentas de capital”
respecto al renminbi/yuan.
Lo factible es una “guerra
comercial” mediante las tarifas a la importación
sugeridas por los halcones del Congreso (sobre todo, la
nueva camada bélica de extrema derecha mexicanófoba, islamófoba
y sinófoba), que antes deben pasar “el escrutinio de la
OMC”.
Dadas “las ventajas comparativas
entre China y Estados Unidos”, tampoco habría una fuga
laboral al mercado estadounidense, arrasado por su mayúsculo
desempleo.
Comenta que una nueva versión del
Acuerdo Plaza conduciría a “ajustes excesivos en las
apreciaciones de las divisas” (léase: una sobrevaluación
del renminbi/yuan concomitante a una devaluación exagerada
del dólar).
Desde luego que el previo Acuerdo Plaza
no resolvió las raíces de los desequilibrios globales (v.
gr. la impresión alegre de dólares chatarra), pero tampoco
son coyunturas geopolíticas similares ni situaciones
financieras, monetarias y fiscales análogas un cuarto de
siglo más tarde.
A su juicio, hoy el diluvio de dólares
chatarra –el “efecto Bernanke”– tiene como propósito
tres objetivos: disminuye el costo de los capitales; crea un
hiperinflación que reduce la deuda de Estados Unidos y
devalúa al dólar frente a las otras divisas.
Lo más ominoso radica en el daño
infligido al resto del mundo, en particular mediante la
creación de superburbujas especulativas en las economías
emergentes: “La víctima más probable de la segunda ronda
de facilitación cuantitativa no será Estados Unidos sino
los mercados emergentes” (nota: que incluyen al BRIC y al
“México neoliberal”).
Asevera que la depreciación unilateral
del dólar “no será suficiente para eliminar los
presentes déficit de la cuenta corriente de Estados
Unidos”.
Debido a la “liberalización asimétrica
del mercado” adoptada por China desde hace 30 años,
aconseja que su país “mueva su tasa de cambio más rápido
(sic), en forma continua (sic) y con mayor flexibilidad”
para reducir su superávit.
Teme que el diluvio de dólares
chatarra del “efecto Bernanke” inunde China y conduzca a
una superburbuja, por lo que deberá tomar medidas
precautorias de ajuste como el alza en las tasas de interés
para evitar el disparo estratosférico de las acciones bursátiles.
Lo más relevante: propone “medidas
temporales (sic) para controlar (¡súper sic!) las cuentas
de capitales” que detendrán la invasión de dólares
chatarra en la frontera china.
Muy pendenciero, el centro de
pensamiento texano–israelí Stratfor se jacta de que
Estados Unidos despedazará a China mediante la guerra de
las divisas, la cual volverá a ganar como en el pasado,
mientras que el adicto globalizador británico Martin Wolf,
ideólogo neoliberal “a la carta” de The Financial Times
(16/11/10), asesta su epílogo del choque de trenes: a la
impresión masiva de dólares por Bernanke, China responderá
imprimiendo mas renminbis para comprar más dólares y el
“triunfador” será aquel que padezca menor inflación.
¿Dónde queda el resto del mundo? ¿Entrarán
Estados Unidos y China a una “guerra inflacionaria”? El
mundo está en sus manos; lo mejor es que se pongan de
acuerdo en enero.
(*) Columnista del diario La
Jornada de México. Profesor de post–grado de la UNAM, en
Geopolítica y Negocios Internacionales. Ha publicado, entre
otros libros, “El fin de una era: turbulencias en la
globalización” (2008).
Bernanke
contraataca, acusando a China
de
mantener su divisa artificialmente baja
Wall
Street Journal, 19/11/10
Washington.– El presidente de la
Reserva Federal, Ben Bernanke, se defendió de las críticas
que está recibiendo en Estados Unidos y el exterior de que
sus políticas expansivas están diseñadas para abaratar el
dólar, y argumentó que China y otras economías emergentes
están causando problemas a sí mismas y al resto del mundo
al impedir que sus divisas se fortalezcan al ritmo que
crecen sus economías.
Bernanke indicó que, al mantener sus
divisas artificialmente bajas, China y otros países
emergentes están permitiendo que sus economías se
sobrecalienten, y están produciendo lo que calificó de
"recuperación de dos velocidades", algo que, para
él, no es sostenible.
Bernanke se ha visto muy criticado por
aprobar la compra de valores del Tesoro de Estados Unidos
por US$600.000 millones, un esfuerzo por hacer bajar los
tipos de interés a largo plazo. Dentro del país se le
critica porque esa medida podría crear inflación, mientras
que en el exterior se dice que la creación de los dólares
necesarios para esas compras podría provocar un flujo de
dinero hacia otros países, con el peligro de que se formen
burbujas de activos.
Hay quienes también le han acusado de
debilitar el dólar para favorecer las exportaciones del país.
Bernanke se defendió utilizando el argumento de que esas
políticas tienen como objetivo fortalecer la economía de
Estados Unidos, lo que tendría como consecuencia un alza
del dólar.
Bernanke dijo que desea que se mantenga
el estatus del dólar como divisa refugio en momentos de
nerviosismo en los mercados.
Dijo que el dólar se debe debilitar
frente a las divisas de los mercados emergentes, cuyas
economías están creciendo a un ritmo mucho mayor que las
de los países desarrollados.
Respecto a las críticas internas,
Bernanke señaló que mantiene su objetivo de que la inflación
esté alrededor del 2%. Actualmente la inflación subyacente
––que descuenta los precios de los alimentos y la energía––
está en el 1%.
Bernanke indicó que no hay una dicotomía
clara entre las economías desarrolladas y emergentes, dado
que algunas de las últimas están concentradas en las
exportaciones con valores cambiarios manejados mientras que
otras permiten que sus monedas floten e intentan impulsar la
demanda interna, dijo el viernes el presidente de la Reserva
Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke.
Si bien la globalización implica
mayores desafíos de cooperación, hay más en juego que países
con sólidos superávits externos y aquellos con déficits,
dijo Bernanke en un panel de una conferencia del Banco
Central Europeo.
"Las repercusiones de mercados
emergentes sobre otros mercados emergentes requieren más
atención", añadió Bernanke.
El titular de la Fed sostuvo que los
bancos centrales alrededor del mundo habían usado en gran
medida métodos similares, sobre todo el concepto de libre
préstamo del economista del siglo XIX Walter Bagehot.
No obstante, ese concepto de 130 años
tenía que aplicarse a nuevas circunstancias, con nuevas
instituciones bancarias y una mayor globalización, sostuvo
el presidente de la Fed.
"Bagehot tuvo que preocuparse de
los ingresos y egresos del oro (...), ciertamente no tuvo
que pensar en la coordinación de política con bancos
centrales extranjeros", añadió Bernanke.
Presionado por su contraparte del Banco
de México, Bernanke indicó que entiende que los países
con déficits de cuenta corriente tienen que "hacer lo
suyo" y no esperar solamente que aquellos que tienen
superávits ajusten sus políticas.
El aumento de la tasa de ahorro de
Estados Unidos de cinco a seis puntos porcentuales del
ingreso es "bastante significativo", señaló
Bernanke.
Pero el déficit de cuenta corriente de
Estados Unidos refleja factores externos, incluido el
comportamiento mercantil centrado en las exportaciones,
comentó Bernanke para luego añadir que algunas autoridades
extranjeras estaban exigiendo que Estados Unidos corrija sus
déficits al tiempo que actuaban como si sus propios superávits
no desempeñaran ningún papel.
"No creo que las tasas de cambio
[de divisas] por sí mismas puedan restablecer los
equilibrios", manifestó Bernanke.
Bernanke ataca China por su moneda
Associated
Press, 20/11/10
Washington.–
El presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben
Bernanke, acusó ayer a China y a otras naciones emergentes
de poner en riesgo a la economía mundial por devaluar sus
monedas artificialmente para estimular sus exportaciones.
"La subvaluación de la moneda de
los países con superávit está inhibiendo el ajuste
internacional necesario y crea efectos secundarios que no
existirían si las tasas de cambio reflejaran mejor los
fundamentos del mercado", dijo, sin mencionar a China
por su nombre, pero en clara alusión al gigante asiático.
Según funcionarios de Estados Unidos,
el yuan subvaluado le otorga a China una ventaja injusta a
sus exportaciones, vendidas a un precio más competitivo en
los mercados extranjeros. "Además, las diferencias en
el grado de flexibilidad cambiaria imponen cargas desiguales
de ajuste, castigando a los países con tipos de cambio
relativamente flexible'', agregó Bernanke.
Dado que los países se recuperan de la
grave recesión mundial a velocidades diferentes, se han
incrementado las tensiones entre las naciones, por lo que es
más difícil encontrar soluciones mundiales a los problemas
globales, dijo Bernanke.
Los denominados países emergentes
–como China, Brasil y la India– están creciendo a un
ritmo mucho más rápido que las economías
"avanzadas'', como Estados Unidos, Japón y Gran Bretaña.
En sintonía con Bernanke, el director
del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss–Kahn,
afirmó: "Reconocemos que países como China se van a
convertir en un jugador más grande, por eso debe asumir más
responsabilidad".
Las declaraciones de Bernanke fueron
hechas días después de que un informe del Congreso
norteamericano instara a Washington a redoblar los esfuerzos
para obligar a China a que revalúe su moneda.
El Ministerio de Relaciones Exteriores
chino respondió que eso representa una injerencia en los
asuntos internos de Pekín y acusó a la comisión
legislativa norteamericana que revisa las relaciones entre
Estados Unidos y China de tener una "mentalidad de la
Guerra Fría'' y de actuar con resentimiento.
Durante una cumbre de líderes
mundiales en Corea del Sur la semana pasada, China,
Alemania, Brasil y otros países se quejaron de que un plan
de la Fed –que consiste en comprar 600.000 millones de dólares
en deuda del gobierno estadounidense– les daría a los
exportadores estadounidenses una ventaja competitiva en los
precios, al inundar los mercados mundiales con dólares.
Bernanke volvió a defender ayer la política
monetaria de la Fed que, según dijo, devolverá a la
primera economía del mundo a la senda del crecimiento,
bajará el desempleo y reconducirá la inflación.
Política monetaria de Pekín
Por otra parte, el Banco Central chino
anunció ayer un aumento de las reservas obligatorias de los
bancos para reducir así la cantidad de dinero en circulación
y luchar contra una inflación que se acelera e inquieta
cada vez más al gobierno de Pekín.
Dentro de diez días, los bancos chinos
deberán colocar en el Banco Central el 18% de sus depósitos,
contra 17,5% hasta ahora.
Se trata de la quinta alza desde
principios de año de este porcentaje de reservas
obligatorias de los bancos en China. Las cuatro precedentes
se produjeron el pasado 10, en mayo, en febrero y en enero.
La inflación se aceleró en octubre y alcanzó el 4,4% y
llegó a su mayor nivel desde septiembre de 2008. Pero
algunos productos básicos aumentaron más de 60% en un año,
lo que ha provocado el descontento de la población.
Advertencia del
economista heterodoxo
Jan Kregel
La situación financiera es muy frágil
en EEUU
Por Javier Lewkowicz
crisis–economica.blogspot.com,
17/11/10
“Los precios de los activos
financieros están anormalmente altos, y no en base a una
recuperación económica y el aumento en las ventas, sino más
bien por la baja en el costo del endeudamiento. Hay una
situación de excesiva fragilidad financiera.”
El prestigioso economista heterodoxo
Jan Kregel sostuvo esa afirmación y aseguró que el
responsable de esta riesgosa situación es la Reserva
Federal de los Estados Unidos (FED).
Además, extendió su análisis sobre
la debilidad del sistema financiero en países emergentes
como China y Brasil. “Hay una fuerte subestimación del
riesgo”, advirtió. El especialista disertó ayer en el IV
Congreso Econ 2010 que organiza la Facultad de Ciencias Económicas
de la UBA (Universidad de Buenos Aires).
El estudio que presentó Kregel retoma
los conceptos de Hyman Minsky, un economista que recobró
prestigio en la academia luego del último crac global. Según
Minsky, las crisis financieras se gestan en la dinámica del
ciclo económico de forma endógena, es decir que “no
provienen de shocks ni de Dios castigando a los malos
banqueros”, ironizó Kregel.
Según esta visión, la parte alcista
del ciclo vuelve optimistas a banqueros y empresarios, y los
hace reducir las medidas de seguridad financiera, limitando
cada vez más el colchón destinado a cubrir la
inestabilidad. Cuando el ciclo de crecimiento se corta y se
entra en crisis, el sistema financiero estalla, amplificando
los efectos recesivos.
Para Kregel, el rol de los bancos
centrales en este esquema pasa por incrementar los colchones
de seguridad en el alza y ser prestamista de última
instancia cuando aparecen los problemas.
El economista planteó que en la actual
fase de la crisis internacional, el rol de garante de la
estabilidad financiera y el de estimular el crecimiento
mediante la política monetaria son contradictorios para la
FED:
“Actualmente la FED establece una
tasa de interés tan baja que induce a los bancos a tomar
prestado a costo cero, lo que incrementa la inestabilidad
financiera porque los empuja a endeudarse”, explicó
Kregel. “La idea es impulsar la actividad, pero en
realidad se está aumentando la fragilidad”, concluye.
No sólo los bancos estarían tomando
excesivo riesgo, ya que también empresas que no están en
el primer nivel de solvencia acceden a préstamos muy
baratos. “Esta situación se manifiesta en los precios de
los activos, que están anormalmente altos, y no en base al
aumento en las ventas por la recuperación económica, sino
por la baja en el costo del financiamiento. Hay una fuerte
subestimación del riesgo”, indicó Kregel.
Por otro lado, el economista advirtió
que hay riesgos financieros en países emergentes de alta
capacidad de tracción sobre el resto del mundo. Según
explicó, los bancos en Brasil ofrecen paquetes crediticios
para financiar exportaciones con un seguro de cambio ante la
apreciación del real. Si la moneda se valoriza las empresas
cobran, hasta un límite, el seguro, de modo de no perder
competitividad, pero si se devalúa la moneda, el límite a
la baja no existe. Por eso, Kregel recuerda las quiebras
cuando Brasil devaluó su moneda en 2008, algo similar a lo
sucedido en Corea y China. “No hay colchones de
estabilidad”, insistió.
Este esquema se asienta en las
expectativas de devaluación del dólar, por la política
monetaria expansiva de la FED. Sin embargo, y al contrario
que los usuales análisis, Kregel afirma que la liquidez
inyectada no se volcó en los mercados emergentes, sino que
en buena medida “la tienen los bancos, que guardan exceso
de reservas”.
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