Con
más de treinta jefes de Estado y de Gobierno, funcionarios
de 90 países y un conjunto de grandes empresarios, asesores
e influyentes periodistas e intelectuales del poder económico
mundial tomaron parte del cónclave del Foro Económico
Mundial, más conocido como el Foro de Davos, que desde
1971, regularmente, pasan revista a la situación mundial y
pretenden fijar línea sobre las políticas a seguir.
En
simultáneo al cónclave del poder, miles de manifestantes
poblaron de resistencia las calles de varios países del
norte de África y Medio Mriente, haciendo evidente el
sufrimiento de los pueblos por el ejercicio del orden
capitalista. La represión y muerte de decenas de
manifestantes es la respuesta de los gobiernos y el saldo
hasta ahora. Aún fuera del temario, la rebelión popular se
coló en las discusiones del poder económico mundial.
Unos
2.500 participantes se concentraron en Davos para discutir
"Los enfoques comunes para la nueva realidad". Esa
"nueva realidad" era pensada como superación de
la crisis, ante los datos del crecimiento de la economía
estadounidense (2,9% para el 2010, luego del –2,6 del
2009), pero en el mismo momento de la reunión estalló la
rebelión popular en Túnez, Yemen y especialmente Egipto,
país paradigmático para el mundo capitalista,
especialmente EE.UU. que lo asiste con fondos por 1.500
millones de dólares anuales. Por ello adquirió otra
relevancia en el cónclave de los poderosos, el análisis
del aumento de los precios de los productos básicos, y el
tema de la deuda soberana en alusión a la continuidad de la
crisis mundial.
El
tema del aumento de los alimentos es clave para pensar la
revuelta en Egipto, gran importador de alimentos,
especialmente de trigo. Egipto es un importante comprador de
trigo a la Argentina. La hambruna es la reversa del alza de
los precios y si estos estimulan nuevas burbujas de
especulación, en paralelo no deben sorprender los impactos
regresivos sobre buena parte de la población mundial. No es
sorpresa la movilización popular cuando el hambre se
instala en forma generalizada. Hambre y represión por un
lado, y del otro suba del oro, las comodities, alimentos y
los bonos para refugio de inversores interesados en la
ganancia y no en los 1.020 millones de hambrientos según la
FAO.
La
cuestión de la deuda externa preocupa, especialmente cuando
EE.UU. acaba de superar los 14 billones de dólares de su
deuda pública y privada, siendo la pública de 3,5 billones
de dólares, superando ampliamente el problema históricamente
concebido para los países del sur del mundo (en
desarrollo), que en conjunto acumulan una deuda pública de
1,4 billones de dólares.
Un
monto que representa el 10% de la deuda total de EE.UU. El
endeudamiento público estadounidense supera dos veces y
medio el de los países en desarrollo. La mitad de la deuda
total de EE.UU. fue asumida en los últimos seis años, tres
de los cuales han sido en situación de crisis evidente.
Hoy
la deuda es problema por los elevados niveles que se
registran en los países capitalistas desarrollados. Francia
solamente acusa una deuda pública de 1,2 billones de dólares,
casi similar a la totalidad del mundo en desarrollo.
Mientras en América Latina, la deuda total, pública y
privada representa el 22% del PBI, para Gran Bretaña es el
400%, Portugal el 263%, España el 169%, Grecia 168%,
Alemania 148%, EE.UU. 100% e Irlanda el 979%. Convengamos
que los principales acreedores de esos países son los
bancos transnacionales, quienes aceleradamente, como en los
80, en tiempos de la crisis de la deuda latinoamericana, están
generando condiciones para transferir el costo del quebranto
hacia los trabajadores y lo pueblos de esos países y del
mundo. Son los temas que preocuparon al poder económico en
DAVOS.
Deuda,
capitalismo y crisis son tres categorías para explicar la
política del poder mundial, del curso contemporáneo del
capitalismo actual. La consigna del no pago se resignifica
para los pueblos del mundo, contra el régimen del capital y
su chantaje del endeudamiento, ayer contra el sur del mundo
y hoy en el norte. Es parte de un programa a sostener junto
al impuesto al movimiento internacional de capitales y el
rechazo al conjunto de estrategias de liberalización
(tratados de libre comercio, tratados bilaterales de inversión,
los paraísos fiscales, y otras formas de defensa de las
inversiones extranjeras), tanto como el desarme de la
estructura financiera comandada por los organismos
internacionales, especialmente el FMI y el Banco Mundial.
Hace
falta una nueva arquitectura financiera y económica
sustentada desde el sur, lo que supone discutir el patrón
de cambio mundial y terminar con la hegemonía del dólar y
las pretendidas sustituciones del euro o de la moneda que
sea en función del capital y el régimen de explotación.
China
en la mira de Davos
Otro
de los temas en que se concentró la atención en Suiza fue
conocer de cerca la realidad de países llamados emergentes,
especialmente China e India, que pese a la crisis mantienen
elevados niveles de crecimiento y son destino principal de
las inversiones capitalistas a escala global.
La
situación China fue explicada por la más numerosa delegación
del cónclave, y remitió a la política de modernización y
oportunidades para las inversiones y el mercado inmobiliario
chino. China ya es el segundo PBI del mundo, que con sus 5,5
billones de dólares expresa un tercio respecto del registro
estadounidense y superando a Japón y Alemania en el podio
de las cuatro mayores economías del mundo.
Muchos
escucharon las argumentaciones chinas, al tiempo que
presionaron a los participantes chinos para flexibilizar las
políticas de ese país, especialmente referidas a las
presiones del G7 para una apreciación del Yuan, con vistas
a mejorar las balanzas comerciales de las principales
potencias capitalistas en crisis con China.
El
papel del gigante asiático no se vincula solo con la economía
mundial, sino que crecientemente pesa en la escena política.
Es un tema trascendente para el poder mundial, pero también
para quién piense en términos alternativos, incluso más
allá del debate sobre el "modelo chino", si
socialista ó en tránsito al capitalismo, o directamente
capitalismo de Estado.
No
resulta menor la persistencia de la apropiación de la renta
del suelo, la propiedad estatal sobre los medios de producción
y la planificación estatal, no solo de la economía. Se
trata de un tema estratégico en la disputa del poder
mundial.
China
es crecientemente importante para la Argentina, siendo ya el
segundo socio comercial después de Brasil, y con un peso en
ascenso en las inversiones externas directas que se
registran en los últimos años.
Hace
poco se conoció la compra del 50% del paquete accionario de
BRIDAS por parte de una transnacional china. Fue una inversión
por 3.100 millones de dólares. Se conocen inversiones
diversas en nuestro país: para explotar gas en Tierra del
Fuego; minería en las provincias cuyanas y del norte; la
compra de tierras para producción agrícola, especialmente
soja, producto del cual China es principal comprador.
Vale
la mención sobre China ante la recepción en estos días en
nuestro país de la Presidente del Brasil, la primera salida
al exterior de Dilma Rousseff desde la llegada al gobierno.
Han
sido crecientes las relaciones entre Brasil y Argentina en
el último tiempo y son importantes las expectativas de
acciones conjuntas, incluso entre ambos y la potencia asiática,
una cuestión estratégica de las relaciones internacionales
en un momento de crisis de la economía mundial y de disputa
del orden mundial. Pero existen interrogantes sobre estas
relaciones.
¿El
nuevo poder de países como China o Brasil, se jugará en la
disputa de poder al interior del G20, con hegemonía plena
de los países capitalistas desarrollados, especialmente de
EE.UU., pese a la crisis? ¿Puede pensarse en otro tipo de
integración, que privilegie la relación Sur–Sur? ¿Qué
puede hacer Argentina en este sentido con sus dos socios
económicos principales? ¿Qué lecturas realizar a 10 años
de la revuelta argentina y en momentos del levantamiento
egipcio? ¿Se salió de la crisis, o el crecimiento de las
principales economías augura nuevos problemas para los países
dependientes en el capitalismo mundial?
Nuestra
hipótesis apunta a señalar las contradicciones de la
situación mundial, con persistencia de la crisis y señales
concretas, especialmente de movilizaciones populares (en
Bolivia contra el aumento del combustible y en Egipto contra
el régimen de Mubarak y la asistencia estadounidense) para
pensar en términos de alternativas al capitalismo. El
socialismo vuelve a ser una posibilidad para construir otras
relaciones sociales.
Modestas
expectativas desde el poder económico
En
el Foro de Davos intentaron trazar el rumbo político del
capitalismo contemporáneo con ciertas prevenciones, pues el
mismo fundador y presidente del FEM, Klaus Schwab, afirma
que se abre "una era de modestia", anunciando una
pobre superación de la crisis, con bajos niveles de
crecimiento (un 2,9% informado por EE.UU. para el 2010).
Un
primer interrogante es si resulta correcto hablar de
"nueva era" cuando aún sobrevive la situación de
crisis de la economía mundial, donde el desempleo creciente
continúa siendo el efecto inmediato y evidente que sufren
los sectores más desprotegidos en el capitalismo mundial.
En EE.UU. el desempleo no baja del 10% y en España superó
el 20%. Sin considerar la agresión y ofensiva que se
mantiene sobre los recursos naturales, situación que agrava
los peligros ambientales y afectan a recursos estratégicos
como el agua y la tierra.
La
crisis del "modelo productivo y de desarrollo"
subsiste y es grave para pensar en términos de "nueva
era". La revuelta en los países árabes y el Medio
Oriente da cuenta de situaciones que no siempre consideran
los analistas del poder económico. Aludo al hartazgo de los
pueblos a sus condiciones de vida, aunque no queden claras
las alternativas económicas y políticas, generando por
cierto un desafío para el pensamiento y la práctica por la
emancipación.
El
principal ejecutivo del Foro de Davos, Klaus Schwab, agrega
que "En esta nueva realidad, somos nosotros, las víctimas
colectivas, las que deben hacer el futuro más seguro. Y
como ni los gobiernos ni las empresas solos podrán superar
la complejidad de los desafíos globales, la frontera entre
economía y política se va a hacer aún más pequeña".
Es
muy curioso cómo se incluye a los victimarios, a los
responsables de la crisis entre las víctimas. ¿Quiénes
son los responsables de las políticas que llevaron a la
crisis, sino el propio sistema financiero y económico
internacional presente en Davos desde 1971? ¿Quién empujó
y empuja la liberalización de la economía, sino los partícipes
habituales de Davos desde sus posiciones de poder?
Más
interesante aún resulta la reflexión que alude al vínculo
entre economía y política, especialmente para pensar en la
respuesta a Davos que provendrá la próxima semana desde Dakar, cuando se reúna del 6 al 11 de febrero de 2011, la
contra cara del FEM, el Foro Social Mundial (FSM), cuya
consigna por otro mundo posible se mantiene como realidad y
desafío. Es la señal que proviene de África y del oriente
medio, aunque no se conozca exactamente el rumbo futuro de
superación.
Aquel
"que se vayan todos" vuelve a reaparecer en el
escenario político y económico global. El desafío está
en la construcción de alternativas, que supone nuevos
cursos para el pensamiento y la acción emancipatoria.
Nuevos
modos y formas de producción y apropiación de la
naturaleza, donde el buen vivir de las comunidades andinas
nos ofrecen posibilidades para pensar en nuevos tiempos,
pero sobre todo, nuevas formas de pensar el agrupamiento
social con perfil y objetivo político para la emancipación
y transformación social. Los renovados intentos de
democratizar la economía y la sociedad venezolana con
mecanismos de poder popular, especialmente de los
trabajadores en la gestión empresaria son estímulos para
pensar el nuevo tiempo. El ejemplo persistente del proyecto
revolucionario en Cuba es también referencia, especialmente
en tiempos de renovación sustentada en un gran debate y
movilización de la población cubana.
La
alusión andina, por Bolivia o Ecuador, como la referencia a
Venezuela y Cuba son atinentes para discutir los límites de
unos procesos complejos, especialmente en el sur de América,
pero también en otros países de la región, que formulan
un discurso anti neoliberal sin sustanciar cambios profundos
en la estructura económico social capitalista. El problema
es el límite que se establece para la constitución de
sujetos por la emancipación. Es un debate cotidiano en la
política de nuestros países y también parte esencial de
la discusión en el movimiento de movimientos, el FSM.
¿Es
posible ir más allá de lo real existente? Se puede superar
el posibilismo de que la realidad "es lo que hay",
como único imaginario posible. América Latina es un gran
laboratorio para pensar al respecto, si se tiene la mira en
las demandas de los pueblos por renovar y revolucionar las
relaciones sociales, en la economía y en la política.
* Julio C. Gambina es Profesor
de Economía Política en la Facultad de Derecho de la
Universidad Nacional de Rosario. Profesor de posgrado en
diversas universidades públicas de Argentina y el exterior.
Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y
Políticas, FISYP. Integrante del Comité Directivo del
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO.