En los próximos años tendrá que
compartir su rol
de moneda de reserva con el euro y el yuan
El reinado del dólar llega a su fin...
Por
Barry Eichengreen
Wall
Street Journal, 02/03/11
Lo más asombroso sobre el mercado
internacional de divisas no es el elevado volumen de
transacciones, por increíble que haya sido el crecimiento,
ni la volatilidad de los tipos de cambio, por extrema que
sea en estos días.
Lo verdaderamente extraordinario es que
estamos hablando de un mercado que sigue siendo sumamente dólar–céntrico.
Cuando una distribuidora de vinos de
Corea del Sur quiere importar cabernet chileno, el
importador coreano compra dólares estadounidenses, no
pesos, para pagarle al exportador chileno. El dólar es, en
realidad, prácticamente el vehículo exclusivo de las
transacciones entre Chile y Corea del Sur, pese a que menos
del 20% del comercio de mercancías de los dos países
corresponde a Estados Unidos.
Chile y Corea distan de ser una anomalía.
El 85% de las transacciones de divisas en todo el mundo son
operaciones de otras monedas por dólares. Y lo que es válido
para las transacciones de divisas también lo es para otros
negocios internacionales. La Organización de Países
Exportadores de Petróleo fija el precio del crudo en dólares.
El billete verde es la moneda de denominación de la mitad
de los valores internacionales de deuda. Más del 60% de las
reservas de divisas de los bancos centrales y gobiernos están
en dólares.
El dólar, en otras palabras, no es sólo
la moneda de Estados Unidos, sino la del mundo. Su reinado,
sin embargo, está llegando a su fin. Creo que en los próximos
10 años, vamos a ver un cambio profundo hacia un mundo en
el que varias monedas competirán por el predominio. Este
cambio tiene importantes repercusiones para, entre otras
cosas, la estabilidad de los tipos de cambio y los mercados
financieros, la facilidad de EE.UU. para financiar sus déficits
fiscal y en cuenta corriente y la capacidad de la Reserva
Federal para seguir adelante con su política de negligencia
benigna respecto al dólar.
Los tres pilares
Para entender el futuro del dólar, es
importante entender por qué llegó a ser tan dominante en
primer lugar. Permítanme ofrecer tres razones.
En primer lugar, su atractivo refleja
la excepcional profundidad de los mercados de valores
denominados en dólares. La disponibilidad de instrumentos
derivados con los que cubrir el riesgo cambiario no tiene
parangón. Esto hace que el dólar sea la moneda más
conveniente para hacer negocios para las empresas, los
bancos centrales y los gobiernos.
En segundo lugar, está el hecho de que
el dólar es el refugio seguro del mundo. En épocas de
crisis, los inversionistas acuden al dólar por instinto,
como lo hicieron tras la quiebra de Lehman Brothers en 2008.
Esta tendencia refleja la liquidez excepcional de los
mercados en inversiones en dólares, y esa liquidez es el
producto más preciado en una crisis. Esto se deriva del
hecho de que los bonos del Tesoro estadounidense, el activo
más importante comprado y vendido por los inversionistas
internacionales, ha tenido desde hace tiempo una reputación
de estabilidad.
Por último, el dólar se beneficia de
la escasez de alternativas. Otros países que durante mucho
tiempo han disfrutado de una reputación de estabilidad,
como Suiza, o que hace poco adquirieron una, como Australia,
son demasiado pequeños para que sus monedas constituyan más
que una mínima fracción de las transacciones financieras
internacionales.
¿Qué está cambiando?
Pero los tres pilares que apuntalan el
dominio internacional del dólar se están deteriorando.
Los cambios tecnológicos están
socavando el monopolio del dólar. No hace tanto, podía
haber espacio sólo para una auténtica moneda
internacional. Dada la dificultad para comparar precios en
diferentes divisas, era lógico que los exportadores,
importadores y emisores de bonos indicaran sus precios y
facturaran sus transacciones en dólares, aunque sólo fuera
para no confundir a sus clientes. Ahora, en cambio, casi
todo el mundo lleva aparatos que se pueden utilizar para
comparar precios en diferentes monedas en tiempo real.
El dólar, asimismo, está a punto de
tener verdaderos rivales en el ámbito internacional por
primera vez en 50 años. Pronto habrá dos alternativas
viables: el euro y el yuan.
Los estadounidenses, en particular,
tienden a descontar la resistencia del euro, pero
contrariando algunas predicciones, los gobiernos europeos no
lo han abandonado. Ni lo harán. Procederán a la reducción
del déficit a largo plazo, algo en lo que han demostrado
una voluntad más firme que EE.UU., y emitirán "bonos
europeos", respaldados por la confianza plena y el crédito
de los gobiernos de la zona del euro como grupo. Esto sentará
las bases para el tipo de mercado integrado de bonos
europeos necesario para crear una alternativa a los bonos
del Tesoro estadounidense como una forma en la que mantener
las reservas de los bancos centrales.
China, mientras tanto, se está
moviendo rápidamente para internacionalizar el yuan, también
conocido como renminbi. En el último año se ha
cuadruplicado la cuota de los depósitos bancarios
denominados en yuanes en Hong Kong. Setenta mil empresas
chinas están haciendo sus liquidaciones internacionales en
yuanes.
Permitir a las empresas chinas hacer
liquidaciones transfronterizas en yuanes las liberará de
tener que emprender costosas operaciones de cambio de
divisas, y ya no tendrán que asumir el riesgo cambiario
creado por el hecho de que sus ingresos son en dólares,
pero muchos de sus costos en yuanes. Permitir que los bancos
chinos, por su parte, hagan transacciones internacionales en
yuanes les permitirá hacerse con una tajada mayor del
pastel financiero mundial.
Por último, existe el riesgo de que el
dólar pierda su estatus como refugio seguro. Los
inversionistas extranjeros, privados y oficiales, mantienen
dólares no sólo porque son líquidos, sino porque son
seguros. El gobierno de EE.UU. tiene un historial de
cumplimiento de sus obligaciones y siempre ha tenido la
capacidad fiscal para hacerlo. Ahora, sin embargo,
principalmente a consecuencia de la crisis financiera, la
deuda federal se acerca al 75% del Producto Interno Bruto de
EE.UU.
Un mundo más complicado
¿Cómo afectará todo esto a los
mercados, las empresas, las familias y los gobiernos?
Un cambio evidente se producirá en los
mercados de divisas. Ya no habrá un salto automático en el
valor del dólar y el correspondiente descenso en el valor
de otras monedas importantes, cuando aumente repentinamente
la volatilidad financiera.
Pero el impacto se extiende mucho más
allá de los mercados. Las compañías estadounidenses tendrán
que hacer frente a algunos de los mismos riesgos cambiarios
que sus rivales extranjeros.
En este nuevo mundo monetario, además,
el gobierno de EE.UU. no será capaz de financiar su déficit
presupuestario de manera tan barata, puesto que ya no será
tan grande el apetito por los bonos del Tesoro de EE.UU. por
parte de los bancos centrales de otros países.
EE.UU. tampoco será capaz de acarrear
déficits comerciales y de cuenta corriente tan grandes, ya
que financiarlos será mucho más caro. Para reducir el déficit
en cuenta corriente EE.UU. tendrá que exportar más. Eso, a
su vez, implica que el dólar tendrá que caer en los
mercados cambiarios, ayudando a los exportadores
estadounidenses y perjudicando a las empresas que exportan a
EE.UU.
Mis cálculos sugieren que el dólar
tiene que descender cerca de 20%. Debido a que los precios
de los bienes importados subirán en EE.UU., el estándar de
vida del país disminuirá en cerca de 1,5% del PIB, unos
US$225.00 millones en dólares actuales. Es el equivalente a
medio año de un crecimiento económico normal.
No es ninguna catástrofe, pero los
estadounidenses lo sentirán en sus billeteras. Por otro
lado, la próxima vez que EE.UU. tenga una burbuja de bienes
raíces, los chinos ya no nos ayudarán a inflarla.
*
Barry Eichengreen es profesor de Economía
y Ciencia Política en la Universidad de California en
Berkeley.
...pero hasta
este momento no ha
surgido ningún sustituto viable
Por Michael R. Crittenden
Wall Street Journal, 02/03/11
¿Puede el dólar ser destronado como
la moneda de reserva mundial de referencia?
La crisis financiera –junto con la
problemática situación fiscal a largo plazo del gobierno
de EE.UU.– han planteado esa posibilidad. Pero para muchos
economistas, al menos por ahora, las especulaciones son sólo
palabras.
"No hay, insisto, ningún
candidato plausible" para reemplazar al dólar,
argumentó el profesor Peter Kenen, de la Universidad de
Princeton, en un ensayo presentado en enero ante la Asociación
Económica Estadounidense.
Esa también es la visión que
prevalece en los mercados. "In¬tentamos pensar en las
alternativas, y no existe ninguna que tenga
trascendencia", afirma Tony Crescenzi, un estratega de
mercado y administrador de portafolio de Pacific Investment
Management Co., de Allianz SE. La participación del dólar
en las reservas en moneda extranjera era de 61,3% a fines
del tercer trimestre del año pasado, según el Fondo
Monetario Internacional.
Pero eso no ha contenido un creciente
alboroto entre las autoridades de todo el mundo de que la
posición dominante del dólar debería ser reevaluada. Se
prevé que el presidente francés Nicolas Sarkozy haga del
tema una prioridad durante la presidencia de Francia en las
reuniones del Grupo de los 20 este año. Incluso
funcionarios estadounidenses han admitido que es inevitable
reconsiderar el mundo dólar–céntrico .
"Habrá un intento, creo, en el próximo
año o el siguiente... de decir: 'Sí, esto es un problema,
y deberíamos contemplar una reforma en un sentido más
amplio en el sistema monetario internacional", sostuvo
el ex presidente de la Reserva Federal de EE.UU. Paul
Volcker durante una presentación en Washington en
diciembre.
Pero hay poco consenso sobre quién o
qué reemplazaría o compartiría el poder con EE.UU. y el dólar.
Los partidarios ven una variedad de posibilidades, desde un
mundo multipolar con un puñado de monedas dominantes y un
billete supranacional emitido por un cuerpo global, a un
papel de más peso para China y el yuan.
El mayor interrogante involucra a
China. ¿Soportaría Beijing la responsabilidad económica
global que vendría de la mano de una reserva con estatus de
favorita? Hasta ahora, China ha resistido la presión
internacional para evitar que se aprecie el yuan y su
sistema financiero, en términos comparativos, sigue siendo
subdesarrollado.
El economista de Harvard Kenneth Rogoff
cree que el yuan y el dólar podrían encaminarse a
convertirse en las dos mayores monedas del mundo, un estatus
que ambas podrían compartir hasta durante dos décadas,
pronostica. Pero durante semejante lapso, agrega, EE.UU.
probablemente experimentaría un debilitamiento gradual de
los amplios beneficios que recibe debido a que otros países
vinculan sus monedas al dólar. Entre estos beneficios se
destacan la confianza en sus mercados, las bajas tasas de
interés y una menor volatilidad en los precios de las
importaciones y exportaciones.
Lo más seguro es que cualquier
transferencia de estatus de reserva del dólar al yuan
llevaría la mayor parte de este siglo, señala. En tanto,
agrega, el dólar "se mantendrá como la moneda de
referencia durante un tiempo".
Muchos expertos en divisas rechazan la
idea de una moneda supranacional o global. Los Derechos
Especiales de Giro (DEG) del FMI y otras medidas discutidas
como potenciales sustitutos para el dólar históricamente
no han sido adoptadas con la suficiente amplitud, lo que
sugiere una falta de confianza en la idea por parte de los
mercados financieros. Establecer una política monetaria
internacional de forma rápida y unificada podría resultar
una meta muy difícil, señalan los economistas.
Los problemas actuales de la Unión
Europea ponen de manifiesto los riesgos que plantearía una
moneda supranacional. Los temas de deuda y las peleas de política
económica que ahora plagan a Europa probablemente se verían
magnificados en momentos de estrés en cualquier unión
monetaria. "Es imposible que haya una moneda que no esté
identificada con un gobierno", sostiene Rogoff.
Los partidarios del dominio del dólar
apuntan a su historia como un refugio seguro para los bancos
centrales durante la reciente crisis global. Su supremacía
durante un período tan perjudicial demuestra su capacidad
de recuperación.
"Si llegara a votarse sobre el
sistema del dólar, eso pondría fin a la discusión",
señala Michael Dooley, un economista de la Universidad de
California en Santa Cruz
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