Paul
Farell, analista de The Wall Street Journal, se hace
eco de una corriente
de opinión que pone en entredicho la recuperación en EEUU
"Si
los ricos no pagan impuestos se enfrentarán
a una revolución"
Por
Ramón Muñoz
El País, 04/04/11
Predice un
cataclismo económico y una revolución social en EE UU.
Pero no es el polémico y a veces abiertamente demagogo
director de cine Michael Moore. Ni el predicador televisivo
Glenn Beck, insignia mediática del movimiento conservador
estadounidense del Tea Party. Ni, más cercanamente, Niño
Becerra, el catedrático que vaticina el cataclismo de la
economía española cada año y cada año lo aplaza.
Se trata de
Paul B. Farrell, un prestigioso columnista de The Wall
Street Journal, el diario financiero por excelencia nada
sospechoso de sensacionalismo. Y esta semana ha lanzado un
aviso ciertamente preocupante aunque con argumentos y cifras
mucho más contundentes que la de los otros teóricos apocalípticos
citados.
"O los
ricos comienzan a pagar impuestos o se enfrentarán a una
revolución". Con ese provocativo arranque, Farell, que
trabajó para Morgan Stanley, advierte en su columna que la
brecha entre el 1% de los "súper ricos" y el 99%
restante de la población en EE UU no había sido tan grande
desde la Gran Depresión de 1929, y que solo el "engaño"
o el "espejismo" que lanza esta clase privilegiada
desde sus diversas tribunas, ya sean políticas o mediáticas,
impiden a la gente darse cuenta de que estamos a punto de
vivir otro colapso como el de hace casi un siglo. Y concluye
que o los ricos vuelven a pagar los impuestos que les
corresponden por su nivel de riqueza u Occidente se
enfrentará a una revuelta social como las que se están
viviendo en el norte de África.
Farrell señala
que, tras el estallido de la crisis financiera en 2008 y la
intervención del Estado para salvar el sistema, Estados
Unidos vive ahora de la falsa esperanza que le transmiten
los súper ricos, las "estadísticas del Gobierno que
tratan de exagerar la recuperación" o los mensajes
sobre un nuevo mercado alcista de Wall Street.
"Sigan soñando",
apunta Farrell, que avisa de que el 93% de lo que se oye
acerca de los mercados, las finanzas y la economía
"son conjeturas, ilusiones y mentiras con el único fin
de manipular en la toma de decisiones para sacar el dinero
de los bolsillos" de la gente. "Ellos se
enriquecen diciendo mentiras sobre los valores. Odian a las
normas de la SEC [regulador de la Bolsa de EE UU] que les
obligan a decir la verdad". Y pone un dato como
ejemplo: en los últimos 10 años, el 20% de los fondos de
pensiones de los trabajadores -10 billones de dólares- se
ha esfumado en Wall Street.
Apoyado en
otros testimonios, el columnista establece un paralelismo
entre las revoluciones como las que han ocurrido en Egipto,
y las que están por venir en los países desarrollados.
Ambas serán impulsadas por los jóvenes, las mayores víctimas
de la crisis, condenados a un desempleo crónico. "Los
jóvenes van a ser los más doloridos cuando los gobiernos
traten de reequilibrar sus presupuestos. Se elevarán los
impuestos de los trabajadores y caerá el gasto de educación
(...) mientras que los recortes fiscales para ricos siguen
intocables"."¿Cuánto tiempo resta para que el
resto de los países ricos estalle como Egipto?", se
pregunta.
El análisis
de Farrell no es aislado. En Estados Unidos se está
formando una creciente corriente de opinión que denuncia
que la crisis se ha cerrado en falso, que la recuperación
económica que vende la Administración Obama no es sino un
maquillaje estadístico y que cuando toque pagar la factura
del rescate del sistema financiero mediante más impuestos
para la clase media y recortes sociales, se desvelará la
verdadera gravedad de la situación.
Una de las
abanderadas de esta teoría es Arianna Huffington, la
editora que acaba de hacerse multimillonaria tras la venta
de su portal de noticias online a AOL. Pese a que su actitud
personal no sea muy ejemplarizante (se vanagloria públicamente
de no pagar a la mayoría de sus periodistas), su opinión
es muy crítica hacia el sistema:
"Se está
madurando la (norte)América del Tercer Mundo. Washington se
apresuró al rescate de Wall Street, pero se olvidó de Main
Street (la calle principal, metáfora para expresar a la
gente común en EE UU). Uno de cada cinco estadounidenses es
desempleado o subempleado. Una de cada nueve familias no
tiene un saldo mínimo en sus tarjetas de crédito. Una de
cada ocho hipotecas está en mora o ejecución hipotecaria.
Uno de cada ocho estadounidenses vive con cupones de
alimentos. La movilidad social hacia arriba siempre ha
estado en el centro del sueño americano. Y esa promesa se
ha roto. El sueño americano se está convirtiendo en una
pesadilla. Y pronto va a implosionar", asegura.
El magnífico
documental Inside Job, ganador del último Oscar, también
ha desperezado muchas conciencias, sobre todo las de
aquellos que confiaron en que con la llegada de Barack Obama
a la Casa Blanca se cambiarían las reglas del juego, se
restablecerían los controles y la regulación sobre el
sistema financiero y se pondría coto a la "avaricia de
Wall Street"como prometió el ahora presidente durante
la campaña electoral. Pero como denuncia la cinta, las tímidas
reformas que inició están varadas en las comisiones del
Congreso o han sido bloqueadas por el poderoso lobby
financiero que controla no solo la esfera política sino la
académica para hacer valer su falso mensaje.
Inside Job
deja en evidencia también que Obama no solo no ha
perseguido a los "avaros" que provocaron el
desastre con productos financieros tóxicos como las
subprimes o los CDO, sino que ha puesto al mando de su
equipo económico a algunos de sus más señeros
representantes, que participaron o, al menos no quisieron
ver el inmenso fraude que se estaba fraguando, y fueron
reclutados por el anterior presidente, George W. Bush, para
diseñar el rescate a costa del contribuyente y sin pedir
responsabilidad alguna a sus causantes. Ben Bernanke,
presidente de la Reserva Federal, Timothy Geithner,
secretario del Tesoro, o Lawrence Summers director del
Consejo Nacional Económico de la Casa Blanca, están entre
ellos.
El capitalismo
refundado de rostro social con el que se presentaba Obama en
las primeras reuniones del G-20 tras al estallido la crisis
sigue teniendo el mismo perfil injusto e inmisericorde en EE
UU: récord de desahucios en 2010 y récord de bonus para
los ejecutivos de las agencias de calificación como Moody's
o Standard & Poor's, que avalaron los productos
financieros basados en las hipotecas basuras precipitando el
desastre financiero. También fuera de las fronteras de la
primera potencial mundial hay una creciente corriente en la
misma dirección y que tiene en ¡Indignaos! (Destino), del
francés de origen alemán Stèphane Hessel, uno de sus
puntos de ignición. En España, el testigo lo ha cogido,
entre otros, el escritor y pensador José Luis Sampedro.
Desde la sección
de mercados del periódico de referencia de Wall Street, a
Farrell no le tiembla el pulso al hacer un llamamiento a que
la gente despierte ante "el espejismo de los súper
ricos que está destruyendo el sueño americano para el
resto de nosotros". "Los súper ricos no se
preocupan por usted" exhorta a sus lectores, porque
viven al margen de la crisis, a lo sumo se preocupan
"en abstracto" por el bienestar del país,
envueltos en una burbuja en la que "disfrutan de
vacaciones en los mejores resorts, de los mejores profesores
de pilates, el mejor masajista, los mejores cirujanos y las
mejores escuelas privadas para sus hijos". "Y nada
de lo que se escriba va afectarles". Y acaba: "No
digan que no fueron advertidos. Tienen tiempo para preparar
la revolución que se avecina, la depresión".
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