¿EE.UU.
con un problema crónico de crecimiento?
Por
Sara Murray y Jon Hilsenrath
The
Wall Street Journal, may 30, 2011
La mayor
economía del mundo podría estar padeciendo un problema de
crecimiento.
Tras un
decepcionante primer trimestre, los economistas predijeron
ampliamente que la recuperación de Estados Unidos volvería
a ganar fuerza tan pronto como se aliviaran dificultades de
corto plazo como el alza de los precios de la gasolina, el
mal tiempo y los problemas de suministro en Japón. Pero hay
pocas señales de que eso esté ocurriendo. La producción
se está enfriando, el mercado inmobiliario sigue de capa caída
y los consumidores aún no han perdido el miedo a gastar.
Esto quiere decir que es posible que el camino que debe
recorrer la economía estadounidense hasta su completa
recuperación sea mucho más largo y lento de lo esperado.
"Es muy
difícil generar una rápida recuperación cuando
tradicionalmente, las recuperaciones rápidas solían estar
impulsadas por los bienes raíces y los consumidores",
apunta Nigel Gault, economista de la consultora IHS Global
Insight. Según sus cálculos, el crecimiento se estancaría
en una tasa anualizada y en términos reales de menos de 3%
en los próximos trimestres; mejor que la tasa de 1,8% en
los primeros tres meses, pero todavía demasiado débil para
compensar el desempleo.
Un número
mayor de expertos está revisando a la baja sus predicciones
de crecimiento para el segundo trimestre. Economistas de J.P.
Morgan Chase & Co. redujeron su estimado de 3% a 2,5%,
mientras que los de Bank of America Merrill Lynch recortaron
el suyo de 2,8% a 2%. Deutsche Bank ha rebajado su pronóstico
de 3,7% a 3,2%.
Las compañías
también se muestran cautelosas. Applied Materials Inc., el
mayor fabricante de máquinas utilizadas en la producción
de chips para computadoras, dijo que después de registrar
uno de sus mejores trimestres, anticipa una desaceleración
del crecimiento en los mercados de semiconductores y solar.
Hewlett-Packard Co. recortó sus perspectivas para el año
fiscal debido a las débiles ventas de computadoras y los
efectos del desastre en Japón. Clorox Co. ofreció un pronóstico
más reservado para su negocio de bienes de consumo y
cuidado del hogar, a medida que los ejecutivos concluyeron
que los precios más altos probablemente harían mella en
sus ventas.
Este panorama
deprimido plantea una pregunta más profunda sobre la salud
de la economía estadounidense: ¿ha salido de la crisis de
2008 y 2009 con un problema crónico de crecimiento?
Algunos
economistas creen que ha sido así.
"Esperamos
que la economía se desempeñe de acuerdo con normas que son
muy difíciles de cumplir cuando se carga con una deuda
privada y pública tan grande", señala Carmen Reinhart,
economista del Instituto Peterson de Economía
Internacional. Reinhart cree que las previsiones de
crecimiento de la Reserva Federal de EE.UU. han sido
demasiado optimistas y que al país podría esperarle un período
prolongado de crecimiento insuficiente y alto desempleo.
En los pronósticos
de abril, los funcionarios de la Fed proyectaron que la
economía crecería a una tasa anualizada y en términos
reales de entre 3,1% y 3,3% en 2011, y entre 3,5% y 4,2% en
2012. Eso supera las expectativas de los economistas
independientes, que en promedio, predijeron una tasa de 2,9%
para 2011 y de 3,1% en 2012, según Blue Chip Economics, que
encuesta cada mes a economistas.
Incluso si las
dificultades temporales se calman, la economía podría
enfrentar problemas a medida que la Fed vaya minimizando sus
esfuerzos de estímulo, los gobiernos estatales y locales
reduzcan el gasto para equilibrar sus presupuestos y el
Congreso trata de ahorrar en gastos fiscales el año que
viene.
Con todo,
algunos rincones de la economía muestran fortaleza. El
crecimiento del empleo ha sido relativamente robusto en los
últimos meses y la expansión en mercados emergentes ayuda
a mantener a flote la demanda interna. Aun así, los
economistas creen que será necesaria una mejora fuerte y
sostenida en el panorama laboral para que los hogares
vuelvan a gastar libremente.
Judy Sheppers,
de 70 años, no duda que la economía esté mejorando: acaba
de encontrar empleo en una oficina de bienes raíces después
de haber sido despedida en 2008, y ahora puede darse gustos
como almuerzos o cenas en restaurantes. Pero aún se
restringe en gastos más sustanciales.
"Me
encantaría viajar", dijo Sheppers, pero las vacaciones
no caben en su presupuesto. En su lugar, ella y unos cuantos
amigos planean excursiones a playas cercanas. "Yo
manejo, ellos pagan la gasolina".
Entre tanto,
con la caída de los precios y la debilidad de las ventas en
el mercado inmobiliario, tanto constructores como
compradores están bajo presión.
Tras arrancar
el año con buen pie, el optimismo de Victor DePhillips se
está desinflando. El presidente ejecutivo de Signature
Building Systems, que fabrica casas prefabricadas y emplea a
unos 165 trabajadores, asegura que el número de pedidos se
ha diluido en las últimas semanas. Si bien el panorama no
es tan negro como cuando la crisis llegó a su punto álgido,
parece que los compradores potenciales siguen conteniéndose,
posiblemente por temor o porque creen que los precios podrían
bajar aún más, dice DePhillips.
"Da
miedo", reconoció el ejecutivo. "No sé cómo
explicarlo".
Desde que la
recesión terminó oficialmente a mediados de 2009, la tasa
anualizada de crecimiento ha promediado 2,8%. Eso no es
mejor que su rendimiento tras la recesión mucho más suave
de 2001, y mucho peor que la de 7,1% después de la recesión
de casi la misma gravedad de 1982.
"No
generar una recuperación considerable tiene altos
costos", advirtió Joseph Lupton, un economista de JP
Morgan Chase & Co. Una de las consecuencias más
destacable: un alto desempleo. Unos 5,8 millones de
estadounidenses llevan más de seis meses desempleados, y un
crecimiento económico lento y prolongado debilita las
probabilidades de que se reintegren a la fuerza laboral.
Estas
perspectivas cambiantes de cara al crecimiento podrían
convertirse en una prioridad para la Fed en las próximas
semanas. Los funcionarios del banco central emitirán nuevos
pronósticos tras su reunión del 22 de junio y es posible
que tengan que volver a rebajarlos. Si la expansión de la
economía decepciona, eso podría calmar los temores
inflacionarios, lo que a su vez reduciría la probabilidad
de que la Fed suba las tasas de interés en el corto plazo.
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