La Eurozona ya es una “unión de
transferencia”
entre deudores y acreedores
Por
George Irvin (*)
euobserver.com,
02/06/11
Rebelión, 05/06/11
Traducido por Germán Leyens
Hace cinco años escribí un libro de
apoyo al euro, pero diciendo entre otras cosas que la
gobernalidad de la Eurozona era fatalmente desastrosa y que
se necesitaba un Tesoro Europeo [1]. Aunque entonces no se
tomó muy en serio, ese punto de vista ha ganado muchos
adeptos. Nos guste o no, es necesario un Tesoro al estilo
estadounidense para garantizar el sistema financiero de los
Estados y para realizar transferencias fiscales dentro de la
Eurozona. Sí, la Eurozona es una “unión de
transferencia” y más vale que los países ricos enfrenten
esta realidad, cuanto antes mejor. La alternativa podría
ser el colapso del euro, seguido del caos financiero.
Deuda inter-europea: Montos que
los bancos centrales europeos se deben mutuamente
(Miles de
millones de libras esterlinas)
Fuente: M Wolf, ‘Intolerable
choices for the Eurozone’ Financial Times, 31 de mayo de
2011.
En una serie de excelentes artículos
en Financial Times, Martin Wolf ha presentado un caso
convincente para una reforma fundamental [2]. La Eurozona,
nos recuerda Wolf, comenzó su existencia como una
reencarnación del patrón oro. Se esperaba que los Estados
miembros de la Eurozona financiaran un déficit comercial
pidiendo prestado en el extranjero; es decir, emitiendo sus
propios bonos de los bancos centrales. Si los mercados no
estaban dispuestos a comprarlos, un Estado miembro no tendría
otra opción que encontrar el dinero en el interior mediante
una reducción de los costes de la mano de obra, o por lo
que se llama eufemísticamente ‘devaluación interna’.
Esto contiene dos problemas. Uno es que
la reducción de los salarios puede tener un alto coste político
inaceptable. Aunque es cierto que la suficiente reducción
de la demanda agregada logrará un equilibrio a un nivel
(mucho más) bajo del ingreso nacional, el paciente puede
dejar de respirar como resultado. (Por ejemplo, Irlanda ha
vivido ahora cuatro años de recesión y los jóvenes
emigran en masa)
El segundo problema es el sistema
bancario. Ya que el crédito privado se agotó después de
2008, el BCE (y el Bundesbank) han actuado de facto como
prestamistas de último recurso de la Eurozona, tanto al
comprar la deuda soberana de los Bancos Centrales de la
periferia como al ayudar a los grandes bancos privados
europeos para que lo hagan. Por cierto, el cuadro indicado
ilustra la inquietante simetría entre la posición de
Alemania como principal acreedor de bancos centrales y el
creciente endeudamiento de la periferia de la Eurozona –
inquietante, porque los alemanes están financiando
indirectamente a la periferia a través del sistema bancario
en lugar de hacerlo a través de transferencias fiscales
explícitas–. Aunque esto ha ayudado a los Estados periféricos
a capear el temporal, ¿qué pasará si los países periféricos
hacen default?
Muchos comentaristas (me incluyo) creen
que alguna forma de default es ahora inevitable [3] –pero
el default también podría tener graves consecuencias. La
insolvencia de los gobiernos periféricos ciertamente casi
amenazaría la solvencia de los bancos centrales del país
deudor, llevando a grandes pérdidas a los bancos centrales
del país acreedor (por ejemplo Alemania), que tendrían que
soportar los contribuyentes de ese país. Indudablemente es
un motivo importante para la implacable oposición al
default de Bini Smaghi. Y a falta de apoyo del BCE y otros
bancos centrales acreedores, la amenaza de default de Grecia
o Irlanda aceleraría el contagio y la parálisis. Los
bancos no desearían arriesgar la continuación de los préstamos
a algún posible candidato al default, el crédito se
atascaría y, finalmente, el mecanismo de transferencia
financiera existente colapsaría.
Las opciones para la Eurozona se
limitan. O el default llevará a que países más débiles
abandonen la Eurozona –una lista cada vez más larga a
medida que se propague el contagio y el colapso
financiero– o la Eurozona debe pasar por una reforma
radical. Eso significa hacer trizas el actual sistema según
el cual Grecia y su sistema bancario dependen de la venta de
bonos soberanos al mercado y establecer en su lugar un
Tesoro de la Eurozona que, como su contraparte
estadounidense, garantizaría la integridad del sistema
financiero de la Eurozona en su conjunto. Sobra decir que
serían necesarias otras reformas cruciales (verdaderos
e–bonos, menores desequilibrios comerciales) que no
discutiré en este trabajo.
Todo esto se resume en un solo punto básico:
Europa ya tiene una “unión de transferencia” de banco
central, pero se encuentra bajo creciente amenaza. O los
europeos hacen de tripas corazón y aceptan la necesidad de
una genuina unión fiscal y gobernabilidad económica, o se
pueden quedar a un lado y observar cómo se desintegra la
Eurozona. Como en el caso del cambio climático, es
demasiado tarde para pensar que basta con esperar lo mejor y
“salir del paso sin saber cómo”.
* George Irvin es profesor retirado
de Economía y durante muchos años estuvo en ISS en La
Haya. Ahora es Asociado (honorario) de Investigación
Profesorial en Estudios de Desarrollo en la Universidad de
Londres, SOAS. Este blog cubre temas económicos y políticos
contemporáneos relacionados con la UE.
Notas:
(1)
Vea George Irvin, Regaining Europe; an economic agenda for
the 21st century, London: Federal Trust, 2007.
(2) Vea http://www.ft.com/cms/s/0/1a61825a-8bb7-11e0-a725-00144feab49a.html#axzz1O2IdJ0I6;
también vea: http://on.ft.com/lCP0jT
(3) Vea
http://ftalphaville.ft.com/blog/2011/05/10/564346/roubinis-guide-to-a-greek-debt-restructuring/
|