Contra el Pacto del Euro: democracia
real en Europa ¡ya!
Sólo el gran capital se beneficia
Por Juan Torres López y
Alberto Garzón
Espinosa (*)
Altereconomia.org, 10/06/11
A finales de marzo los jefes de Estado
o de Gobierno de la zona euro más otros seis países
(Bulgaria, Dinamarca, Letonia, Lituania, Polonia y Rumanía)
suscribieron un acuerdo con el que decían que trataban de
hacer frente a la crisis y al problema de deuda que se había
generado en Europa. En su virtud, establecieron una serie de
obligaciones comunes y el compromiso de que los diferentes
gobiernos aplicarán las medidas económicas oportunas para
hacerlas efectivas. El acuerdo ha sido conocido como Pacto
del Euro e implica que todas las medidas que lleve consigo
habrán de sujetarse a las recomendaciones que establezca la
Comisión Europea, la cual, además, actuará como principal
supervisor y evaluador en su aplicación y desarrollo.
El objetivo general del
Pacto según sus firmantes
Los firmantes del Pacto afirman que su
objetivo general es hacer frente a la deuda incrementando la
competitividad de la zona euro, es decir, facilitando la
presencia comercial de las empresas de los países que
utilizan el euro en los mercados mundiales.
Para lograr ese objetivo el pacto ha
establecido cuatro pilares que deberían marcar las líneas
principales de actuación económica por parte de los
gobiernos nacionales.
El primer pilar del Pacto:
“impulsar la competitividad”... bajando los salarios
El primer pilar para alcanzar ese
objetivo general es el impulso de la competitividad, y los
firmantes del Pacto entienden que eso solo se puede lograr
bajando los precios y que estos, a su vez, solo se reducen
si bajan los salarios. Para ello, se establece la necesidad
de controlar los llamados costes laborales unitarios.
Puesto que estos últimos son el
resultado de dividir los salarios nominales por la
productividad, para bajarlos o se reducen los salarios
nominales (el numerador) o se aumenta la productividad (el
denominador).
El Pacto propone medidas en ambos
sentidos.
Para bajar los salarios nominales
recomienda reformas como las siguientes (Los entrecomillados
son citas textuales del Pacto que se puede leer en: http://www.consilium.europa.eu/uedocs/cms_data/docs/pressdata/es/ec/120310.pdf):
–“Revisión de los acuerdos de
fijación de salarios”, para restringir sus posibles
subidas.
– “Revisión del nivel de
centralización del proceso de negociación” para reducir
el poder negociador de los trabajadores y así evitar que
puedan presionar al alza los salarios al defender su
capacidad de compra. Como es bien sabido, cuanto más
centralizado esté un sistema de negociación colectiva más
trabajadores participen en la negociación y, por tanto, más
fuerza tienen. Por el contrario, cuanto más descentralizada
sea la negociación (como quieren los líderes neoliberales
europeos), más difícil resulta a los trabajadores defender
sus derechos o conseguir salarios más elevados: si se
negocia a nivel estatal, por ejemplo, los trabajadores
pueden tener gran fuerza de negociación pero si se negocia
a título personal, no tendrán ninguna. Los firmantes del
Pacto proponen esta revisión para que se pueda ir
descentralizando la negociación porque saben que así bajarán
los salarios, que es lo que buscan.
– “Garantía de que la fijación de
salarios en el sector público contribuye a los esfuerzos de
competitividad en el sector privado”. Es decir, que los
sueldos de los trabajadores públicos se reduzcan para que
no sirvan de referencia al alza a los trabajadores del
sector privado.
Es evidente que todas estas medidas del
Pacto solo están encaminadas a disminuir los salarios, bien
de forma inmediata (rebajándolos directamente) bien de
forma indirecta (reduciendo la capacidad de negociación de
los sindicatos y rebajando los salarios públicos que
funcionan como referencia para los salarios privados).
Por tanto, podemos afirmar que el Pacto
apuesta por un tipo de competitividad doblemente
empobrecedora. Por un lado,
porque no la basa en mejorar la calidad o el valor de
los productos que ofrecen las empresas europeas sino en
igualar a la baja los salarios europeos con el resto de
economías del mundo reduciendo, por tanto, los ingresos de
la inmensa mayoría de la población y empobreciendo a los
trabajadores europeos. El Pacto del Euro es un pacto contra
los trabajadores europeos.
Por otro, porque además, hundirá a la
economía europea puesto que al reducir los salarios
disminuirá también el gasto que se realiza en Europa lo
que se traducirá en menos ventas para miles de pequeñas y
medianas empresas que viven de las compras que realizan los
asalariados europeos.
Desde este punto de vista, los únicos
beneficiarios del Pacto son las grandes empresas globales
europeas, las que actúan en los mercados mundiales y no
solo en el europeo y cuyos beneficios, por tanto, no
dependen solo del gasto que se realice en Europa, como suele
ocurrir con la inmensa mayoría de las pequeñas y medianas
empresas. Por esa razón se puede afirmar que el Pacto del
Euro es un pacto también contra las pequeñas y medianas
empresas europeas.
Y como estas últimas son las que crean
la mayor parte del empleo (alrededor del 70% de media en
toda Europa) podemos decir que el Pacto del Euro es
igualmente un pacto contra el empleo.
Para aumentar la productividad el Pacto
recomienda “Mayor apertura de los sectores protegidos”,
“Mejorar los sistemas educativos y fomentar la I+D” y
“Mejorar el entorno empresarial”.
Significativamente, el Pacto no solo
menciona sino que incluso va en la dirección contraria de
algunos factores que desde los tiempos de los primeros
economistas se sabe que son muy beneficiosos para
incrementar la productividad: buenos salarios, buenas
condiciones de trabajo, seguridad en el empleo, participación
de los trabajadores en la vida de la empresa, protección
social adecuada y abundante… Lo que permite afirmar que el
Pacto del Euro no busca en realidad aumentar la
productividad sino solo reducir los salarios para hacer que
aumenten los beneficios de las grandes empresas europeas.
Además, es sabido que de esas tres
medidas que propone para aumentar la productividad la más
determinante con diferencia es la segunda y todo el mundo
sabe que para mejorar los sistema educativos y fomentar la
I+D es necesario mucho dinero público.
Sin embargo, el Pacto, como veremos más
adelante, propone también la reducción de gasto público,
de modo que se puede aventurar con toda seguridad que en
lugar de aumentar la productividad, lo que provocará el
Pacto del Euro será su disminución, al deteriorar las
condiciones de trabajo y la dotación de capital social que
es imprescindible para que aumente.
Y, por otra parte, el Pacto olvida algo
esencial: aunque se lograse que con esas medidas se
produjeran incrementos de productividad no es seguro que,
unidas a rebajas paralelas de salarios, dieran lugar automáticamente
a mayor competitividad ya que ésta, como los propios
firmantes del Pacto asumen, depende del precio de los
productos en venta. Y si resulta que los mercados, como
ocurre en Europa –y el Pacto no propone nada para
arreglarlo–, son muy imperfectos, es decir, que están muy
concentrados y en ellos dominan pocas empresas con gran
poder de mercado, lo más seguro que ocurra es que la
bajadas en los costes laborales unitarios se aprovechen por
estas empresas para aumentar su beneficio y no para rebajar
los precio de
sus productos. De hecho, eso es lo que hemos podido
comprobar que ocurre constantemente en los mercados europeos
(y muy especialmente en los españoles).
Por tanto, podemos decir que, en contra
de lo que dice, el Pacto del Euro es en realidad un pacto
contra la competitividad de la economía europea.
Finalmente hay que hacer una observación
general. Según las tres cuartas partes de las exportaciones
de los países europeos son de tipo “intraeuropeo”, es
decir, con otros países europeos como importadores. Eso
quiere decir que si se reduce la capacidad de consumo de las
economías europeas (como consecuencia de las rebajas
salariales y de la caída del gasto público) necesariamente
también caerán las importaciones… de modo que de nada
habrá servido que bajen los precios de los productos
exportados, si es que se consiguiera que bajen. Lo que
significa que lo que el Pacto del Euro va a producir es una
caída de la actividad económica en toda Europa.
El segundo pilar del Pacto: el
impulso del empleo... “flexibilizando las relaciones
laborales”
El impulso del empleo en Europa se
trata de conseguir partiendo de la idea de que el desempleo
está provocado por un mal funcionamiento en el mercado
laboral de manera que, para evitarlo, lo que hay que hacer
son reformas que modifiquen su regulación y estructura. En
concreto, el Pacto propone medidas como “Fomentar la ‘flexiseguridad’”,
la “reducción del trabajo no declarado”, el “aumento
de la tasa de actividad” y la “educación permanente”,
además, por supuesto, de la reducción del coste del
trabajo antes señalada.
Para lograr esto último el pacto también
recomienda la “reducción de la presión impositiva sobre
las rentas del trabajo”, es decir, de las cotizaciones
sociales. Una propuesta que es doblemente negativa y
perjudicial para la inmensa mayoría de la población. Por
un lado, porque debilita el sistema público de pensiones
cuya sostenibilidad tanto dicen los dirigentes neoliberales
que les preocupa. Por otro, porque lo que en realidad
significa es disminuir la masa salarial y, por tanto,
generar más desigualdad, más empobrecimiento y menos
gasto, con los problemas que esto lleva y que hemos apuntado
más arriba apuntados. Y, con independencia de ello, también
supone aumentar la regresividad del sistema fiscal puesto
que, como al mismo tiempo se propone mantener los ingresos
fiscales globales, se propone que esa tributación directa
(que se sostiene sobre la capacidad de cada persona) se
sustituya por impuestos indirectos, que se pagan con
independencia del ingreso de los individuos. Es precisamente
lo que acaba de proponer la Comisión Europea a España.
La idea de que lo que hay que hacer
para crear empleo es abaratar el trabajo y facilitar las
condiciones de contratación en los mercados laborales
“flexibilizando” las relaciones laborales, de la que
parte el Pacto, se demostró que es falsa hace más de
setenta años. Es la idea que supone que el empleo se crea
solo en función del precio del trabajo sin considerar que
el empleo depende, en realidad, de la demanda efectiva que
haya en el mercado de bienes y servicios porque, por muy
barato que sea el trabajo, si los empresarios no venden los
productos que fabrican no contratarán trabajadores.
Por eso el Pacto del Euro es una
falacia y un engaño como instrumento para crear empleo:
abarata el salario pero como al mismo tiempo debilita el
mercado de bienes y servicios porque éste depende del gasto
que en su mayor parte realizan los trabajadores, resulta que
hace imposible o dificulta, como hemos mencionado ya
anteriormente, la creación de empleo. De hecho, los
estudios empíricos demuestran que las condiciones que han
sido más favorables para la creación de empleo en Europa
en las últimas décadas no han sido las que tienen que ver
con la flexibilidad en los mercados laborales sino con las
condiciones macroeconómicas generales: nivel de salario,
tipos de interés, actividad económica, que son
precisamente las que deteriora el pacto del Euro (Engelbert
Stockhammer y Erik Klär, Capital accumulation, labour
market institutions and unemployment in the medium run . Cambridge
Journal of Economics, 2011, 35; pp. 437–457).
Lo que sí conseguirá el Pacto del
Euro será precarizar aún más el empleo en Europa, hacerlo
más inseguro y temporal, además de más barato. Y, por
tanto, menos productivo porque con la generalización de ese
tipo de mano de obra será cada vez más difícil que se
impulse en Europa la actividad económica de alto valor añadido
y más competitiva. Lo que conseguirá el Pacto del Euro será
especializar a Europa en la oferta de mano de obra barata
vinculada a la oferta de servicios personales de baja
calidad, como ya ha ido pasando con los países, como España,
en donde se han ido adelantando estas políticas.
En lugar de hacer que Europa sea más
competitiva, el Pacto del Euro convertirá a Europa en una
especia de gran parque de atracciones de bajo costo del que
solo se aprovecharán, como hemos dicho, las grandes
empresas europeas que tienen mercados cautivos dentro y
fuera de Europa y que son verdaderamente las que han
impulsado este pacto y obligado a los gobiernos a firmarlo.
El tercer pilar del Pacto: el
“incremento de la sostenibilidad de las finanzas públicas”...
reduciendo los gasto sociales
El Pacto recalca la necesidad de
garantizar la aplicación del Pacto de Estabilidad y
Crecimiento que obliga a reducir los déficits
presupuestarios por debajo del 3%, para lo cual se
recomienda reformar el sistema de pensiones, el sistema
sanitario y las prestaciones sociales, es decir, los gastos
que tienen un impacto más directo sobre el bienestar social
pero, eso sí, que significan provisión de bienes
(pensiones privadas, sanidad privada, cuidados privados,
etc.) muy rentables para las empresas privadas (Para
entender las falsas razones en que se basa el Pacto de
Estabilidad puede verse, ¿Por qué el 3% de déficit público
y no el 2 o el 7? Mentiras y verdades sobre los déficit y
la deuda de Juan Torres López).
En particular se recomienda “el
ajuste de la edad de jubilación efectiva a la esperanza de
vida”, “la limitación de los planes de jubilación
anticipada” y el “uso de incentivos específicos para
emplear a trabajadores de más edad”, todo lo cual no
sirve sino para debilitar el sistema público de pensiones y
así favorecer su progresiva privatización que es en
realidad lo que se busca como hemos analizado con más
detalle en otro trabajo (sobre la falsedad de esos
argumentos puede verse Están en peligro las pensiones públicas?
Las preguntas que todos nos hacemos, las respuestas que
siempre nos ocultan de Vicenç Navarro, Juan Torres y
Alberto Garzón).
Además, en algunas recomendaciones
adicionales la Comisión Europea propone también avanzar en
los procesos de privatización de las empresas y servicios públicos,
es decir, simplemente proporcionar más suculentos negocios
al capital privado porque no es cierto que las
privatizaciones constituyan ingresos netos para las arcas públicas:
se suelen vender a precios bajos, cuando no regalados, y no
se tienen en cuenta los ingresos que se dejan de percibir
desde el momento en que las empresas o servicios públicos
pasan al sector privado.
Para reafirmar estas medidas
antisociales, el Pacto insta a “traducir en legislación
nacional las normas presupuestarias de la UE establecidas en
el Pacto de Estabilidad y Crecimiento” con objetivo de
garantizar que posean un “carácter vinculante y duradero
suficientemente sólido”. De hecho, se propone que se
introduzcan en leyes marco o incluso en las propias
constituciones.
Esta recomendación del Pacto es
profundamente antidemocrática y se puede calificar como un
auténtico golpe de estado económico ya que significa, por
un lado, proponer el blindaje de un determinado tipo de política
económica, prohibiendo legalmente todas las alternativas
posibles; y, por otro, impedir que los países con más
atraso en la dotación de inversiones e infraestructuras
sociales puedan recurrir en el futuro al endeudamiento que
suele ser el único medios que permite conseguirlas. Es
decir, significa condenarlos al atraso y al empobrecimiento.
Esta medida es, además de todo ello,
profundamente inútil y a la postre solo va a provocar que
haya mucha más deuda de la que se quiere evitar.
El Pacto del Euro ni siquiera va a
conseguir reducir el déficit y la deuda con estas
imposiciones porque es falso que para aliviar la deuda sea
suficiente con limitar el gasto, tal y como han demostrado
numerosos estudios empíricos como, por ejemplo, el de Mark
Weisbrot y Juan Montecino Alternativas a la austeridad
fiscal en España. Lo más probable es que estas medidas
terminen produciendo una caída semejante o sustancial en
los ingresos porque reducen la actividad y, por tanto, la
generación de ingresos para las arcas del Estado, lo que al
final impide que desaparezcan los desequilibrios
presupuestarios. Con ellas solo se consigue aumentar el
malestar social, las carencias sociales y e incluso la falta
de los recursos públicos que precisa el capital privado
para crear actividad y empleo.
El cuatro pilar del Pacto: el
“refuerzo de la estabilidad financiera”
En este punto se propone un programa de
“coordinación de la política tributaria” pero sin que
se determine de antemano. De hecho los Estados simplemente
“se comprometen a entablar debates estructurados en torno
a la política tributaria”, lo que muestra que la voluntad
de avanzar hacia una necesaria hacienda europea con potentes
figuras impositivas que promuevan un tipo de economía más
productiva y sostenible con un reparto más justo de la
renta o hacia la coordinación de la lucha efectiva contra
el fraude y la evasión fiscal es nula.
En lo que se refiere a regulación
bancaria únicamente se afirma que “efectuarán periódicamente
pruebas rigurosas de resistencia bancaria”, una auténtica
tomadura de pelo a la ciudadanía europea si se tiene en
cuenta que las que se han realizado han sido un completo
engaño: baste recordar que afirmaron que los bancos
irlandeses se encontraban en perfectas condiciones y que
solo unas semanas más tarde hubo que inyectarles 80.000
millones de euros para tapar sus agujeros patrimoniales.
En el caso de España la Comisión
Europea también ha recomendado avanzar en el proceso de
privatización de las cajas de ahorro, pero permitiendo que,
antes de eso, se gaste dinero público en dejarlas saneadas.
Con total desvergüenza, las autoridades que suscriben el
Pacto y que en tantas ocasiones manifiestan su gran
preocupación por el mal uso del dinero público recomiendan
“reestructurar las entidades vulnerables, que incluirán
soluciones del sector privado” y la “prestación de
apoyo público en caso de necesidad”.
Finalmente la problemática de la deuda
pública queda al amparo del Mecanismo Europeo de
Estabilidad (MEDE), que tiene como objetivo “salvaguardar
la estabilidad financiera de la zona euro” y que tendrá
como función prestar asistencia financiera a los países
que lo demanden. Esa asistencia la efectuará la Comisión
Europea y el Fondo Monetario Internacional en colaboración
con el Banco Central Europeo y se afirma en el Pacto que
dicha asistencia se realizará “bajo unas condiciones
estrictas” y tendrá que estar dirigido a “conseguir y
conservar la mayor calificación de solvencia de las
principales agencias de calificación crediticia”.
La asistencia financiera se realizará
en forma de préstamos y de forma excepcional con la compra
de deuda en los mercados primarios, pero siempre “con
arreglo a un programa de ajuste macroeconómico sujeto a
condiciones estrictas”. Es decir, que el Pacto implica
sujetar a Europa a la condicionalidad que siempre han usado
esos organismos para imponer las políticas de ajuste
neoliberal y cuyos resultados han sido nefastos en todos los
países en donde se han aplicado.
Conclusiones
El Pacto del Euro es un torpedo hacia
la línea de flotación de la Europa social.
Es técnicamente deficiente porque se
basa en simples concepciones ideológicas que no tienen más
fuerza que el poder de quien resulta beneficiado con las
medidas que se proponen.
El punto de partida del que parte (que
para hacer frente a la deuda que atenaza a Europa es preciso
aumentar la competitividad de las economías nacionales y
que eso solo se puede conseguir reduciendo el coste del
trabajo) es doblemente falso.
Por un lado es falso porque
la deuda que está provocando problemas gravísimos a
muchos gobiernos europeos y a las empresas y familias no se
ha originado porque las economías europeas sean poco o muy
competitivas. La deuda pública generada en los dos últimos
años es consecuencia de que los gobiernos han debido
afrontar la crisis financiera que han causado la banca
internacional y los grandes fondos especulativos. Y la deuda
privada es el efecto de la pérdida de ingresos producida
por las políticas, como las que ahora se vuelven a
proponer, de reducción salarial que se han aplicado en los
últimos años. Así lo demuestra el que la crisis y la
deuda hayan afectado a países y economías con muy desigual
nivel de competitividad.
Y es falso también porque no es
verdad, como hemos comentado, que la causa de la deuda sean
los salarios excesivos o que se pueda alcanzar más
productividad disminuyéndolos.
Por lo tanto, el Pacto de Euro es una
colosal estafa concebida solo para favorecer los beneficios
de la banca y de las grandes empresas porque diciendo que
trata de luchar contra la deuda lo que provocará con el
tipo de medidas que propone será que haya menos empleo,
menos ingresos salariales y de pequeñas y medianas empresas
y, por tanto, que la deuda aumente en realidad aún más en
el futuro. ¡Que es justamente lo que le interesa y pretende
la banca! porque no hay que olvidar que el negocio que le
proporciona beneficio y poder es precisamente la generación
de deuda.
La lucha contra la deuda de los líderes
europeos es solo aparente. Es falsa. La verdadera causa del
incremento brutal de la deuda en Europa ha sido la pérdida
de peso de las rentas salariales de los últimos años y de
la recaudación impositiva que han producido las políticas
que vienen defendiendo. Lo que el Pacto del Euro dice que es
luchar contra la deuda es, en realidad, una lucha contra el
gasto público destinado a suministrar bienes y servicios
sociales a la población de ingresos más bajos para
justificar de esa forma su conversión en negocio privado
mediante las privatizaciones que propone. Buena prueba de
ello es que el Pacto de Euro no haga mención alguna del
gasto público dedicado a subvencionar a los grandes grupos
empresariales, a la banca o a la industria militar a la hora
de ahorrar dinero público. Si de verdad quisiera reducir el
gasto improductivo ¿cómo es que no propone reducir este último?
Y el Pacto del Euro no solo es una
estafa por lo que dice sino también por lo que calla, es
decir, porque no aborda los verdaderos problemas de la
economía y la sociedad europeas: nada se hace para
garantizar que el sistema bancario funcione y vuelva a
financiar a empresas y consumidores; nada se propone para
frenar a los especuladores que son los que realmente
provocaron la crisis y los que ahora se hacen de oro gracias
a las emisiones de deuda; guarda silencio sobre el
incremento espectacular de las desigualdades, o sobre el uso
criminal de los paraísos fiscales dentro del propio
territorio europeo…, por citar solo algunos.
El Pacto del Euro, en fin, es un engaño
para ocultar que el problema radica en la propia constitución
de la unión monetaria sobre bases técnicamente erróneas,
antisociales y
solo favorables para el gran capital empresarial y bancario.
Europa es cada vez más necesaria pero
su constitución monetaria y política se acerca más al
diseño de una dictadura que al de una democracia real y por
eso las mujeres y los hombres decentes que aspiran a vivir
en un mundo justo, respetuoso con la naturaleza y en paz con
los seres humanos, debemos oponernos con fuerza a este nuevo
intento del Pacto del Euro dedicado a someter a las personas
a la única razón del beneficio privado.
La Europa del euro neoliberal ha dado
ya de sí todo lo que podía dar y esto solo ha sido el
incremento de las desigualdades, crisis financieras, pérdida
de puestos de trabajo, degeneración del empleo y cierre de
millones de pequeñas y medianas empresas. Solo los
beneficios del gran capital se benefician netamente del euro
así que o se cambian las condiciones en que se encuentra
Europa esclavizada por esta unión monetaria o no habrá
otra alternativa que luchar por salir del euro para poder
aplicar otras políticas económicas que proporcionen
bienestar humano, sostenibilidad y equilibrio social y de
cuyo contenido nos ocuparemos en un artículo posterior.
(*) Juan Torres López es
catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de
Sevilla y miembro del Consejo Científico de ATTAC–España.
Alberto Garzón Espinosa es investigador en la Universidad
Pablo de Olavide y miembro del Consejo Científico de ATTAC–España.
Ambos son editores de www.altereconomia.org
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