Pateando la euro-lata
cuesta abajo
Por Paul Krugman (*)
New
York Times, 19/06/11
La reacción de los líderes e instituciones europeas a la
crisis griega es un espectáculo digno de verse. En esencia,
se reduce a que el default sería muy inconveniente, tanto
en los hechos como en materia de prestigio. Por lo tanto,
piensan que no se debe considerar la posibilidad de default,
pese a que hace tiempo es obvio que el no-default no es opción.
¿Así que otra vez van a seguir pateando la lata por la
calle cuesta abajo? No sé. Lo que sí sé, es que los
costos de esta estrategia de retraso se están evaluando muy
mal.
Sigo viendo gente que afirma que retrasar una resolución
total de la situación griega está costando cientos de
miles de millones de euros, porque siguen subiendo las
estimaciones del fondo de rescate financiero que se
necesitaría.
Sin embargo, esos cálculos están totalmente fuera de lugar.
El Fondo de Estabilización de la Unión Europea no es un
programa de transferencia: es una línea de crédito diseñada
para dar liquidez durante una contracción económica
temporal. Pero dado que éste no es el problema real de
Grecia, el tamaño del fondo es una medida de las delirantes
ilusiones europeas, no el costo del rescate.
Tampoco Grecia es como las cajas de ahorro de Texas en la década
del 80, cuando se usaron los depósitos asegurados y la
desregulación para hacer grandes jugadas especulativas, que
hicieron estallar los costos finales del rescate.
En relación a Grecia, ¿cuáles son los costos reales de
seguir pateando la lata cuesta abajo? Se puede evaluar esto
de dos maneras: los costos para Europa en su conjunto,
incluyendo Grecia, y los costos para Europa, sin incluir a
Grecia.
Para Europa incluyendo Grecia, los costos de la demora son
los costos reales para la economía griega: el aplazamiento
de una resolución realista del problema de la deuda
significa extender el período de alto desempleo y de
producción en baja. Si añadimos a eso la caída ya
acumulada del PBI griego, veremos que no hay una estimación
del verdadero costo de la demora de seguir pateando la
euro-lata.
Para Europa sin Grecia, los costos de esa demora son lo que
esa tardanza haga para reducir la suma que finalmente pagaría
a sus acreedores. Pienso que en este momento las exigencias
de austeridad son contraproducentes, incluso en términos de
intereses de los acreedores. Es que la economía griega está
sufriendo daños a largo plazo, el escenario político
griego se está radicalizando, y esto hace crecer las
posibilidades de que Grecia acabe por decir a sus acreedores
que se vayan a pasear, mientras vuelve al dracma y devalúa.
En cualquier caso, lo que hay que preguntarse ahora es qué
espera Europa. ¿Por qué seis meses más de líneas de crédito
y de sufrimientos van a hacer que la situación sea mejor?
(*) Paul Krugman es profesor de
economía en Princeton y premio Nóbel de 2008.
Kicking
the Eurocan
By
Paul Krugman
New
York Times, June 19, 2011
The
reaction of European leaders and institutions to the Greek
crisis is a sight to behold. Essentially, it boils down to
the fact that default would be very inconvenient, both as a
practical matter and in terms of prestige. Therefore default
must not be considered a possibility, even though it has
long been obvious that non-default is not an option.
So
will they kick the can down the road once again? I don’t
know. What I do know is that the costs of this strategy of
delay are themselves badly misunderstood.
I
keep seeing statements along the lines that delaying a full
resolution of the Greek situation is costing hundreds of
billions of euros, because estimates of the size of the
needed financial rescue fund keep going up.
But
such calculations totally miss the point. The European
Stabilization Fund isn’t a transfer program; it’s a
credit line designed to provide liquidity to get past a
temporary cash squeeze. Since that’s not the actual
problem, the size of the fund is a measure of European
delusion, not a bailout cost.
Nor
is Greece like a Texas thrift in the 1980s, using deposit
insurance plus deregulation to make ever bigger gambles, and
thereby blowing up the eventual cost of the bailout.
So
what are the real costs of kicking the can down the road? I’d
say that you want to think of it two ways: the costs to
Europe as a whole, including Greece, and the costs to Europe
ex-Greece.
For
Europe including Greece, the costs of delay are the real
costs to the Greek economy: delaying a realistic resolution
of the debt problem means extending the period of high
unemployment and depressed output. Add up the cumulating
Greek output gap, and there’s one estimate of the true
cost of delay.
For
Europe ex-Greece, the costs of delay are whatever that delay
does to reduce the amount that Greece will eventually pay
its creditor. I think there’s a good case to be made that
at this point demands for even more austerity are
counterproductive, even in terms of creditors’ interests:
the Greek economy is suffering long-term damage, the Greek
political scene is being radicalized, and the chances of
Greece just telling its creditors to take a hike while it
devalues the new drachma are rising.
In
any case, what you have to ask now is what Europe is waiting
for. Why will six months more of credit lines and suffering
make the situation any better?
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