Panorama
sombrío en Estados Unidos
El
excesivo endeudamiento complica la
recuperación global
Por
Tom Lauricella
Wall Street Journal, 28/06/11
Dentro de unos
días, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) pondrá
fin a uno de sus principales programas para reactivar la
economía. El esfuerzo, no obstante, ha hecho poco para
resolver el problema original: las personas y el gobierno
siguen gravemente endeudados.
La incapacidad
de los gobiernos y las familias en todo el mundo para
reducir su deuda sigue ensombreciendo el panorama de las
economías occidentales y la salud financiera de las
personas. Las deudas hipotecarias y de tarjetas de crédito
de los estadounidenses, por ejemplo, son más altas ahora
que hace cinco años, lo que coincide con un deterioro del déficit
fiscal del país. Al mismo tiempo, los gobiernos europeos se
han visto obligados a concederle miles de millones de euros
adicionales en ayuda a Grecia para mantenerla a flote.
Es probable
que los coletazos se sientan durante años, en la forma de
un crecimiento desigual, una mayor intervención de los
gobiernos en los mercados (como la decisión de la semana
pasada de los países consumidores de petróleo de liberar más
crudo) y frecuentes vaivenes en los mercados financieros.
Círculo
vicioso
El problema
fundamental es que para revertir la tendencia a acumular
deuda se necesita una combinación de recortes de gastos,
mayores ingresos o un repunte de la economía, e inflación.
Sin embargo, los salarios se han estancado y los precios de
las viviendas, el origen de buena parte del problema de
deuda en EE.UU. y otros países desarrollados, siguen
cayendo.
Mientras
tanto, en un círculo vicioso, las empresas no están
contratando ni invirtiendo porque saben que los consumidores
ya agotaron sus recursos. Los bancos, por su parte, están
acumulando efectivo y son conservadores con los nuevos préstamos.
A diferencia
de lo que suele ocurrir después de recesiones típicas,
limitarse a bajar las tasas de interés no ha sido
suficiente para volver a la senda del crecimiento, dicen los
economistas. Los esfuerzos de los bancos centrales
impulsaron los mercados financieros en el corto plazo
–haciendo subir los precios de las acciones y bajando
significativamente las tasas de interés– pero no han
logrado que los consumidores y los gobiernos reduzcan sus
deudas.
Más bien ha
ocurrido todo lo contrario. El menor costo de los préstamos
ha permitido que individuos y gobiernos demoren la adopción
de medidas para cambiar la forma de gastar y ahorrar.
Dadas las
dificultades para pagar las deudas, "hay que hacerse a
la idea de que a los mercados les va a llevar mucho tiempo
ajustarse y que la economía tardará en volver a tener una
base sólida", dice Tom Luster, director de investigación
sobre bonos con grado de inversión en Eaton Vance
Investment Managers.
Carmen
Reinhart, investigadora del Instituto Peterson de Economía
Internacional, ha dicho que la experiencia de crisis
financieras pasadas sugiere que la eliminación de las
deudas toma en promedio siete años, y que los niveles de
endeudamiento no se reducen significativamente hasta tres años
después de una crisis.
Reinhart
estudió 15 crisis financieras posteriores a la Segunda
Guerra Mundial y encontró que en siete de ellas hubo una
recaída en la recesión. Según la investigadora, la actual
debilidad económica evidencia una característica del
paisaje post–crisis financiera a la que inversionistas y
empresas deben acostumbrarse: "La capacidad de absorber
shocks que en condiciones normales se podían resistir. es
mucho más limitada", sostiene.
Desde el
segundo semestre de 2008, ha habido repetidos intentos de
bancos centrales y gobiernos de amortiguar el impacto del
proceso de reducción de deudas. En EE.UU., estas
iniciativas incluyeron la primera ronda de la llamada
relajación cuantitativa, programa en el que la Fed
esencialmente se dedicó a imprimir dinero a través de la
compra de más de US$1 billón (millón de millones) en
valores respaldados por hipotecas. Ha habido múltiples
rondas de estímulo por parte del gobierno federal. El Banco
Central Europeo y el Banco de Inglaterra también
recurrieron a programas de flexibilización cuantitativa.
Panorama
sombrío
Esta semana,
la Fed pone punto final a su segunda ronda de relajación
cuantitativa, conocida como QE2, que inyectó US$600.000
millones en los mercados financieros desde fines del año
pasado. Desde agosto de 2008, la Fed ha inundado los
mercados con casi US$2 billones.
Sin embargo,
los consumidores de EE.UU tienen una deuda 37% más alta por
tarjetas de crédito, compras de autos y otras
responsabilidades no hipotecarias que hace diez años, sin
ajustar a la inflación, de acuerdo con la Fed. Eso es 6%
menor que el máximo de US$2,6 billones que registró en
septiembre de 2008, pero la mayor parte de ese declive
ocurrió en los primeros doce meses. En el último año, el
crédito a los consumidores ha estado esencialmente
invariable en alrededor de US$2,4 billones.
Las cifras son
especialmente descorazonadoras cuando se analizan las deudas
hipotecarias. Casi 23% de las deudas hipotecarias superan el
valor de las viviendas que las originaron, de acuerdo con
datos de J.P Morgan Chase. Mientras tanto, hay todavía más
deudas hipotecarias pendientes que hace cinco años,
aproximadamente US$9,9 billones, según la Fed. El resultado
es que a los consumidores les resulta más difícil
conseguir líneas de crédito o vender sus casas.
Bombear dinero
al sistema financiero "no elimina la necesidad de que
el sector privado también se sanee", observa Dominic
Wilson, economista jefe para mercados globales del banco de
inversión Goldman Sachs Group Inc. "Seguimos
enfrentando los vientos en contra de una economía que pasa
apuros para levantarse sin estímulos".
En el frente
fiscal, las perspectivas están empeorando. La relación
deuda–Producto Interno Bruto en EE.UU. llegará a 100%
este año, superando el 62% de 2007, según el Fondo
Monetario Internacional (FMI).
El centro neurálgico
de Europa también está viendo cómo empeoran sus cuentas.
Se espera que la relación entre la deuda y el PIB en
Alemania llegue a 80% este año, por encima de 65% en 2008.
En Francia, ascenderá a 88%, por encima del 64% de 2008,
según el FMI.
Fuerte
contraste
La Oficina de
Presupuesto del Congreso de EE.UU. pronosticó la semana
pasada que el volumen de la deuda soberana llegará a su máximo
en relación al tamaño de la economía desde el fin de la
Segunda Guerra Mundial.
Este entorno
marca un fuerte contraste con la denominada "Gran
Moderación" de fines de la década de los 80 y los 90
cuando los ciclos de alzas y bajas eran menos pronunciados.
Esa capacidad de resistencia "tenía mucho que ver con
una mayor facilidad para acceder a los mercados de crédito",
señala Jason DeSena Trennert, estratega jefe de inversión
en Strategas Research Partners. "Sin los beneficios de
ese colchón, la volatilidad del crecimiento económico será
mayor", advierte.
El
desequilibrado desempeño económico se traduce en
frecuentes cambios de ánimo muy pronunciados en los
mercados. Wilson, de Goldman Sachs, dice que eso es más
evidente en los mercados de bonos a corto plazo.
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