El
mundo se encuentra en una depresión, tambaleándose al
borde de un colapso
Indicios
de nueva recesión mundial
Por
Immanuel Wallerstein (*)
Agence Global, agosto 2008
La Jornada, 04/08/11
Traducción de Ramón Vera Herrera
La línea
oficial en casi todas partes es que la economía-mundo
pronto se pondrá bien si tan sólo hacemos esto o aquello.
El hecho es que nadie –ni los gobiernos ni los megabancos,
ni siquiera los economistas obtusos– realmente lo cree.
El mundo se
encuentra en una depresión, tambaleándose al borde de un
colapso realmente importante. Nadie en ningún lado estará
exento de los efectos negativos de este colapso, aun si
algunos cuantos afortunados se las arreglan para hacer
dinero con éste. La primera preocupación de todo gobierno
no es cómo desempeñarse bien, sino cómo podemos desempeñarnos
menos mal que otros estados.
La atención
de la prensa mundial se ha enfocado en los meros debates públicos
en Estados Unidos, en la zona del euro, y sí, en China.
Pero esto no significa que otros estados –grandes o pequeños,
que parezcan crecer o sea obvio que están estancados– no
estén igualmente preocupados, aunque con frecuencia sean
menos capaces de maniobrar que los jugadores más grandes.
En julio, en
medio de grandes dramas, la zona del euro pareció promulgar
un compromiso político de las clases. ¿Permitirá esto que
la Unión Europea (UE) se desempeñe “menos mal” que sus
muchos competidores? Pienso que podría ser. Pero para ver
lo que realmente ocurrió debemos remontar las complicadas
decisiones económicas. Nadie parece concordar en lo que
realmente se acordó, y menos en si esto hará algún bien,
tomando en cuenta los dilemas económicos que enfrentan los
países de la zona del euro.
El arreglo fue
político, no económico, y las consecuencias importantes
serán políticas. Lo que los países de dicha región
consiguieron hacer fue salvar el euro como divisa única.
Algunos piensan que esto es maravilloso; otros que es un
desastre. Pero el punto es que lo salvaron. Y en términos
de las luchas geopolíticas que están en curso en el mundo,
esto permitirá que Europa siga siendo un jugador
importante.
Carsten
Volkery, escribiendo en Der Spiegel, resumió las decisiones
de este modo: “(El 21 de julio) los líderes europeos
impulsaron un segundo paquete de rescate para Grecia,
golpeada por la deuda, uno que incluye un nivel
sorprendentemente alto de participación privada. Además se
le han otorgado nuevos poderes al grupo de emergencia para
la zona del euro, lo que lo hace ver, sospechosamente, como
un fondo monetario internacional europeo”.
El debate económico
previo en torno a la deuda griega (y aquélla de otros países
de la zona del euro) tenía todos los ingredientes
convencionales. En un extremo estaban quienes predicaban fe
plena en el “mercado”, sin importar las consecuencias.
El más radical de éstos quería sacar a Grecia de la zona
del euro (aunque legalmente esto parece casi imposible). En
el otro polo estaban quienes predican una solidaridad económica
basada en el énfasis neo-keynesiano de (re)crear una
demanda efectiva –un “mini Plan Marshall”.
El problema
político subyacente fue la política interna de los
diferentes países. Una solución keynesiana fue
profundamente impopular en Alemania, y la señora Merkel
temió, con razón, un desastre electoral si seguía
adelante con eso. Una solución neoliberal presentaba el
riesgo de disturbios severos en Grecia, España y,
eventualmente, en muchas otras naciones. El gran promotor de
un arreglo resultó ser ni más ni menos que Nicolas Sarkozy,
de Francia, quien luchó por que se otorgaran nuevos poderes
al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y celebró
públicamente lo que él llamó los inicios de un fondo
monetario europeo. Aun la señora Merkel estuvo de acuerdo
en que la comparación era plausible.
La señora
Merkel ganó la concesión que buscaba el involucramiento de
los inversionistas privados. Y el Banco Central Europeo
(BCE) finalmente accedió también a dar su bendición. El
FEEF emitirá sus propios bonos y quienes tengan bonos
griegos podrán cambiarlos por estos nuevos, cuyas tasas de
interés supuestamente serán menores. El FMI, por medio de
su nueva directora, Christine Lagarde, estuvo de acuerdo en
que el efecto de todo esto sería positivo para todo mundo.
Por supuesto, este nuevo arreglo le permite al FMI estar
menos involucrado, en un momento en que tiene que estirar
sus propios recursos. Aun Gran Bretaña, no siendo miembro
de la zona del euro, aplaudió el mencionado compromiso.
¿Es esto algún
tipo de magia que “salvará” Europa? Para nada. Primero,
hay todavía jugadores que intentan deshacer el arreglo.
Falta por ver qué consecuencias electorales traerá.
¿Por qué
Sarkozy, el heredero pos-gaulista de De Gaulle, se volvió
el arquitecto de un compromiso que acercó a Europa a una
estructura de gobernanza común? Hay dos razones, en
realidad. Por un lado, después de una serie de reveses políticos,
parece bien, en términos de las próximas elecciones
francesas, que Sarkozy haya logrado algo en política
exterior. Las encuestas en Francia indican que su
popularidad, de hecho, creció.
Sin embargo,
la segunda razón es bastante gaulista. De Gaulle se oponía
a más federalismo en Europa debido a que servía a los
intereses estadunidenses a expensas de los de Francia. Pero
hoy, mayor “federalismo” en Europa sirve a los intereses
de Europa (y de Francia) a expensas de los estadunidenses.
Un colapso de la zona del euro habría eliminado a Europa
occidental como jugador importante en el sistema inter-estados
–y fortalecería al dólar en un momento en que necesita
toda la ayuda que pueda conseguir.
Las voces
desde la izquierda de la izquierda constantemente se quejan
de que la zona del euro es básicamente una institución
neoliberal, que protege a los bancos y lastima a los más
pequeños. Esto es cierto en gran medida. Lo que nunca he
entendido es por qué alguien piensa que la izquierda estaría
mejor con una serie de estados totalmente separados. Me
parece que las fuerzas neoliberales serían mucho más
poderosas si la Unión Europea desapareciera.
A fin de
cuentas, la Unión Europea y su zona del euro se desempeñarán
“menos mal” en el colapso importante que se avecina. Eso
no es mucho logro, pero en la carrera por los botes
salvavidas, Europa puede por lo menos garantizar el
lanzamiento de uno de éstos.
(*)
Immanuel Wallerstein, sociólogo e historiador
estadounidense, continuador de la corriente historiográfica
iniciada por Fernand Braudel, es ampliamente conocido por
sus estudios acerca de la génesis y transformaciones históricas
del capitalismo. Su monumental trabajo “El moderno sistema
mundial”, cuyo primer tomo publicó en 1976, analiza el
desarrollo del capitalismo como “economía–mundo”. En
el 2003 publicó “The Decline of American Power: The U.S.
in a Chaotic World” (New Press).
Hacia
la
segunda recesión en W
Por
Floyd Norris
The
New York Times, 04/08/11
La Nación,
06/08/11
Nueva York.-
Pasaron tres décadas desde que Estados Unidos sufrió una
recesión que llegó pisándole los talones a una recesión
anterior. Pero podría estar sucediendo nuevamente. El
imparable aluvión de malas noticias económicas de las últimas
dos semanas pintan el cuadro de una economía que ha caído
más bajo y se ha recuperado mucho menos de lo que todos
pensábamos.
Cuando el país
fue golpeado por la Gran Recesión -como será conocida
seguramente en el futuro-, existía un amplio consenso político
sobre la necesidad de que el gobierno estimulara la economía.
El gobierno lo hizo, y la recesión se detuvo.
Pero la
Segunda Gran Recesión, en la que posiblemente estamos
entrando, generó una respuesta distinta. Ahora, los políticos
se debaten por ver cuánto pueden recortar el gasto. Después
de meses de peleas, aprobaron una ley destinada a forzar
nuevas reducciones del gasto público.
Si éste es el
comienzo de una recesión doble, tendrá dos importantes
puntos en común con la de 1980 y 1981-2. En ambos casos, la
primera recesión fue causada en gran parte por una súbita
retracción del crédito en la economía. La recuperación
llegó cuando se recuperaron las condiciones del crédito.
Y en ambos
casos la segunda recesión comenzó en un momento en que las
políticas de gobierno usuales para combatir la debilidad
económica no parecían viables. En aquel entonces, la
necesidad de combatir la inflación llevó a descartar una
política monetaria más flexible. Ahora, la percepción de
que hay que reducir el gasto público lleva a descartar una
política fiscal más tolerante.
Hacia fines de
2007, la economía de Estados Unidos cayó en lo que a
primera vista parecía ser una leve recesión. Pero el
declive se convirtió en un derrumbe global cuando después
de la quiebra de Lehman Brothers, en septiembre de 2008, el
crédito se desvaneció para casi todo el mundo.
Casi todas las
economías del mundo entraron en recesión. Pero al final
resultó que las empresas reaccionaron excesivamente: si
bien las ventas cayeron, no cayeron tanto como la producción.
Ese hecho dejó
preparado el escenario de un rebote económico que comenzó
a mediados de 2009, cuando la Oficina Nacional de
Investigaciones Económicas determinó que la recesión había
terminado en junio de ese año. Los fabricantes de todas
partes del mundo informaron que las órdenes de pedido
comenzaban a crecer rápidamente.
Revisión
La semana
pasada, el gobierno anunció la revisión anual de los números
de los últimos años. Los nuevos sondeos del gobierno
revelaron que, durante 2009 y 2010, los norteamericanos
gastaron menos de lo que se había estimado previamente en
un amplio rango de rubros, como alimentos, vestimenta y
computadoras.
La recesión
habría sido más profunda y la recuperación, menos
impresionante: la economía de Estados Unidos sigue siendo más
chica que en 2007.
Volviendo a
1980, la recesión se desató cuando el gobierno
-desalentado por sus intentos fallidos por contener la
inflación- implementó controles destinados a limitar la
expansión del crédito y a encarecer los créditos
bancarios. La economía se congeló de inmediato. En julio
terminaron los controles al crédito, y la recesión terminó
ese mismo mes.
Para el primer
trimestre de 1981, la economía había superado su pico
anterior. Pero poco se había hecho con la inflación, y la
Reserva Federal estaba decidida a terminar con ese flagelo.
Con tasas de interés más altas, hacia fines de 1981 el
consumo interno se hundió a su nivel más bajo desde que el
gobierno empezó a realizar esa medición, en 1963. Ahora,
están todavía más abajo.
No hay
certezas de que hayamos ingresado en una nueva recesión.
Pero se va extendiendo la percepción de que los problemas
de fondo que llevaron a la recesión de 2007-09 no fueron
solucionados. El valor de la vivienda no se ha recuperado, y
son millones los norteamericanos que deben más por la
hipoteca de sus casas que lo que sus casas valen. Las tasas
de interés extremadamente bajas ayudaron a incrementar las
ganancias corporativas, pero las empresas contrataron muy
pocos empleados.
En cualquier
otro momento, estos indicadores económicos habrían
empujado a los políticos a competir en sus propuestas para
revivir la economía. Pero hoy la mira está puesta en
recortar el gasto.
A pesar de la
oposición del Congreso, la Reserva Federal dio algunas señales
de querer reanudar la compra de bonos del gobierno, algo que
dejó de hacer en junio pasado.
Pero la nueva
revisión de los datos económicos puede llegar a indicar
que el programa de adquisiciones previo surtió menos efecto
del esperado. Históricamente, los programas de estímulo al
principio parecen dar poco resultado, hasta que el efecto
acumulativo ayuda a impulsar una recuperación. Lo mejor que
se puede esperar es que el estímulo que ya se había
invertido demuestre haber sido suficiente.
Time
to Say It: Double Dip Recession May Be Happening
By
Floyd Norris
New
York Times, August 4, 2011
Double
dip may be back.
It
has been three decades since the United States suffered a
recession that followed on the heels of the previous one.
But it could be happening again. The unrelenting negative
economic news of the past two weeks has painted a picture of
a United States economy that fell further and recovered less
than we had thought.
When
what may eventually be known as Great Recession I hit the
country, there was general political agreement that it was
incumbent on the government to fight back by stimulating the
economy. It did, and the recession ended.
But
Great Recession II, if that is what we are entering, has
provoked a completely different response. Now the
politicians are squabbling over how much to cut spending.
After months of wrangling, they passed a bill aimed at
forcing more reductions in spending over the next decade.
If
this is the beginning of a new double dip, it will have two
significant things in common with the dual recessions of
1980 and 1981-82.
In
each case the first recession was caused in large part by a
sudden withdrawal of credit from the economy. The recovery
came when credit conditions recovered.
And
in each case the second recession began at a time when the
usual government policies to fight economic weakness were
deemed unavailable. Then, the need to fight inflation ruled
out an easier monetary policy. Now, the perceived need to
reduce government spending rules out a more accommodating
fiscal policy.
The
American economy fell into what was at first a fairly mild
recession at the end of 2007. But the downturn turned into a
worldwide plunge after the failure of Lehman Brothers in
September 2008 led to the vanishing of credit for nearly all
borrowers not deemed super-safe. Banks in the United States
and other countries needed bailouts to survive.
The
unavailability of credit caused a decline in world trade
volumes of a magnitude not seen since the Great Depression,
and nearly every economy went into recession.
But
it turned out that businesses overreacted. While sales to
customers fell, they did not decline as much as production
did.
That
fact set the stage for an economic rebound that began in mid-2009,
with the National Bureau of Economic Research, the arbiter
of such things, determining that the recession ended in June
of that year. Manufacturers around the world reported
rapidly rising orders.
Until
recently, most observers believed the American economy was
in a slow recovery, albeit one with very disappointing job
growth. The official figures on gross domestic product
showed the United States economy grew to a record size in
the final three months of 2010, having erased the loss of
4.1 percent in G.D.P. from top to bottom.
Then
last week the government announced its annual revision to
the numbers for the last several years. New government
surveys indicated Americans had spent less than previously
estimated in 2009 and 2010 on a wide range of things,
including food, clothing and computers. Tax returns showed
Americans even cut back on gambling. The recession now
appears to have been deeper — a top-to-bottom fall of 5.1
percent — and the recovery even less impressive. The
economy is still smaller than it was in 2007.
In
June, more American manufacturers said new orders fell than
rose, according to a survey by the Institute for Supply
Management. The margin was small, but the survey had shown
rising orders for 24 consecutive months. Manufacturers in
most European countries, including Germany and Britain, also
reported weaker new orders.
Back
in 1980, a recession was started when the government —
despairing of its failure to bring down surging inflation
rates — invoked controls aimed at limiting the expansion
of credit and making it more costly for banks to make loans.
Those controls proved to be far more effective than anyone
expected, and the economy promptly tanked. In July the
credit controls were ended, and the economic research bureau
later determined that the recession ended that month.
By
the first quarter of 1981 the economy was larger than it had
been at the previous peak.
But
little had been done about inflation, and the Federal
Reserve was determined to slay that dragon. With interest
rates high, home sales plunged in late 1981 to the lowest
level since the government began collecting the data in
1963. Now they are even lower.
There
is, of course, no assurance that a new recession has begun
or will do so soon, and a positive jobs report on Friday
morning could revive some optimism. But concerns have grown
that the essential problems that led to the 2007-09
recession were not solved, just as inflation remained high
throughout the 1980 downturn. Housing prices have not
recovered, and millions of Americans owe more in mortgage
debt than their homes are worth. Extremely low interest
rates helped to push up corporate profits, but companies
have hired relatively few people.
In
any other cycle, the recent spate of poor economic news
would have resulted in politicians vying with one another to
propose programs to revive growth. President Obama has
called for more spending on infrastructure, but there
appears to be little chance Congress will take any action.
The focus in Washington is now on deciding where to reduce
spending, not increase it.
There
have been some hints that the Federal Reserve might be
willing to resume purchasing government bonds, which it
stopped doing in June, despite opposition from conservative
members of Congress. But the revised economic data may
indicate that the previous program — known as QE2, for
quantitative easing — had even less impact than had been
thought. With short-term interest rates near zero, the Fed’s
monetary policy options are limited.
Government
stimulus programs historically have often appeared to be
accomplishing little until the cumulative effect suddenly
helps to power a self-sustaining recovery. This time, the
best hope may be that the stimulus we have already had will
prove to have been enough.
La OCDE augura
una desaceleración mundial
Por
Paul Hannon
Wall
Street Journal, 08/08/11
Londres.- La
mayoría de las principales economías del mundo se
encaminan hacia un período de menor crecimiento y cada vez
es más probable que Estados Unidos comparta ese destino,
según los indicadores adelantados compuestos de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
El organismo
con sede en París dijo el lunes que su indicador adelantado
de actividad económica en sus 34 miembros bajó en junio al
nivel de 102,2 frente a 102,5 en mayo, lo que sugiere que el
crecimiento económico probablemente se desacelerará.
"Los
indicadores adelantados compuestos... siguen apuntando a una
desaceleración de la actividad en la mayoría de países de
la OCDE y en grandes economías que no pertenecen a este
grupo", dijo la OCDE.
Entre las
economías desarrolladas, la OCDE señaló que sus
indicadores apuntan a desaceleraciones en Canadá, Francia,
Alemania, Italia y Reino Unido, mientras que entre las
economías en desarrollo, los indicadores apuntan a
desaceleraciones en Brasil, China e India.
La OCDE dijo
también que los indicadores apuntan cada vez más a
desaceleraciones en Estados Unidos, Japón y Rusia.
El indicador
adelantado para Estados Unidos bajó en junio a 103,1 desde
103,3, tras permanecer estable en mayo. En cuanto a Japón,
el indicador adelantado cayó en junio a 103,6 desde 103,8.
Los
indicadores de la OCDE están diseñados para dar señales
tempranas de cambios de tendencia entre la aceleración y la
desaceleración de la actividad económica y se basan en una
amplia variedad de series de datos con historial de dar
pistas sobre la actividad económica.
En cada economía,
un nivel de 100,00 marca la tasa de crecimiento de la
tendencia a largo plazo. Los indicadores de Brasil, India y
China se situaron por debajo de dicho nivel en junio.
Los pronósticos
para Estados Unidos y Europa
Una recaída
sería más grave que la debacle de 2008
Por Luisa
Corradini
Corresponsal en Francia
La Nación,
09/08/11
Paris - Como
los médicos cuando se encuentran frente a un enfermo en
situación crítica, los gobiernos e incluso los economistas
no se atreven a anunciar todavía que la economía mundial
está al borde del temido double dip , es decir de una nueva
recesión.
Como todas las
recaídas, esta nueva crisis puede ser mucho más grave que
la enfermedad inicial. Eso significa que será, sin duda, más
aguda, más prolongada y geográficamente más amplia que la
recesión de 2008.
En buena
medida, ese escenario amenaza con repetir -casi como un
calco- el drama que conoció Franklin Delano Roosevelt después
de la Gran Depresión de 1929. Por falta de suficiente estímulo,
la Bolsa volvió a hundirse en 1937, la economía se paralizó
y el desempleo llegó a 19% de la población activa en 1938.
La corrección
que sufren actualmente las plazas financieras es, en gran
parte, la crónica de una catástrofe anunciada.
En junio
pasado, el francés Olivier Blanchard, economista jefe del
Fondo Monetario Internacional (FMI), se había atrevido a
insinuar -por primera vez- el riesgo de una nueva crisis
planetaria: "La crisis de la deuda en Europa o en otros
países" o un "acontecimiento de mercado"
podría "hacer descarrilar la reactivación en Europa
y, tal vez, en todo el mundo".
El gurú de la
economía mundial, Nouriel Roubini, también había previsto
una inminente "corrección bursátil", que sería
el preámbulo de una "crisis financiera global".
"Los
datos [económicos] de Estados Unidos, Europa, Japón y
China anuncian una fuerte desaceleración del
crecimiento", dijo en una conferencia que pronunció en
Budapest, en mayo pasado.
En esa situación
probablemente nos encontramos en este momento. Una institución
tan prudente como la OCDE (Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económico) reconoció ayer en París que
existen "señales [cada vez] más fuertes sobre una
inversión de los ciclos de crecimiento".
En todo el
planeta
Esos síntomas
de desaceleración se advierten tanto en Estados Unidos como
en Canadá, Francia, Alemania, Italia, Gran Bretaña,
Brasil, China y la India. En otras palabras, la metástasis
se irradió a los polos más activos de la economía
mundial.
Como los teólogos
de Bizancio, que discutían sobre el sexo de los ángeles
mientras los otomanos estaban a las puertas de
Constantinopla en 1453, los economistas debaten -en plena
tormenta financiera- si esta crisis es más o menos grave
que la de 2008.
La diferencia
con la situación que prevalecía hace tres años es que en
ese momento la descompensación se produjo como resultado de
una burbuja inmobiliaria y financiera que había escapado al
control de los bancos, los reguladores y el gobierno.
Era una crisis
circunscripta a Estados Unidos, con algunas ramificaciones
-exportadas- en Europa y en Asia. Tres años después, ese
tumor localizado se convirtió en una auténtica septicemia
que invadió todo el organismo planetario.
A la burbuja
financiera se le fue sumando progresivamente una espiral de
"facilidades cuantitativas", creadas
artificialmente por los gobiernos para inyectar la liquidez
que necesitaba el sistema económico para no morir de
asfixia.
Como todas las
terapias mal administradas, ese remedio agravó el cuadro clínico:
generó los déficit abismales que agudizaron el
endeudamiento de las grandes economías mundiales, llevó a
los bancos a niveles de exposición de inusitado riesgo y
arrastró a los países más solventes hasta el borde del
default.
"La
diferencia [con 2008] es que [?] ahora hay una crisis
monetaria, bancaria y soberana", comentó Sylvain
Broyer, analista de finanzas europeas del banco francés
Natixis.
Otra
diferencia con 2008 es que los grandes líderes mundiales
tendrán las manos atadas en los dos próximos años para
adoptar decisiones difíciles. Estados Unidos, Francia,
Alemania, Rusia, Italia y España enfrentan cruciales
vencimientos electorales desde ahora hasta noviembre de
2012.
Duración
prolongada
Pero el error
más grave que cometieron los economistas y los gobiernos en
estos tres años fue haber interpretado la crisis de 2008
con los criterios de las recesiones normales que conoció el
mundo desde 1929.
"No se
trata de una gran recesión, sino de una gran contracción",
corrigió Kenneth Rogoff, autor de Esta vez es diferente ,
libro de referencia sobre los defaults, las crisis bancarias
y las bancarrotas.
"Una
recesión designa una desaceleración pasajera de la economía
[?]. Una contracción no se puede resolver con austeridad o
un plan de estímulo porque obedece a un factor endémico
profundo, en este caso el enorme endeudamiento de los
Estados."
La diagnóstico
de Rogoff es adecuado y el remedio parece correcto. El
problema radica en que la terapia produce miedo:
"Mientras que una economía puede salir de la recesión
en un año, hacen falta cuatro años para superar una
contracción".
Según la
OCDE, se refuerza la tendencia
de desaceleración en EEUU y
Europa
Futuro sombrío
para las economías mundiales
Por Julio Algañaraz
Corresponsal
en Roma
i-Eco,
09/08/11
Se desacelera
la recuperación de las economías mundiales iniciada después
de la fuerte recesión de 2008-2009 y el mundo parece
encaminarse a una nueva fase recesiva de la crisis global
iniciada en 2007, que estalló con resultados devastadores
al año siguiente. Lo constata el superíndice de tendencia
que utiliza la OCDE, la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo, que integran 34 países. Es general el clima
de degradación de las economías mundiales.
Desde junio
“aparecieron señales fuertes” de que los ciclos de
crecimiento, que estaban recuperando el nivel de actividad
de las economías mundiales, se debilitaban en Estados
Unidos, Japón y Rusia , señaló la organización.
La OCDE posee
organismos técnicos muy desarrollados que analizan
complejas estadísticas que incluyen los índices de
confianza, que permiten elaborar el superíndice que
pronostica cómo serán las tendencias de la actividad económica
en los próximos meses.
Los
indicadores apuntan que Canadá, Francia, Alemania, Italia,
Gran Bretaña, Brasil, China y la India sufren una clara
desaceleración de sus niveles productivos .
Estos pronósticos
confirman los análisis de la mayoría de los economistas
que ven con pesimismo la marcha de la economía mundial. En
Europa y los Estados Unidos se insiste en privilegiar las
medidas de ajuste para equilibrar las cuentas públicas, con
el resultado de empujar a la deflación y la pérdida de los
consumos a los países.
Nouriel Rubini,
el economista que hace años previó la llegada de la crisis
global que lleva cuatro años, escribió ayer en el diario
especializado londinense Financial Times que es una “misión
imposible” tratar de evitar una nueva recesión.
Según Rubini,
hay que prepararse y tomar medidas para eludir la peor
consecuencia que puede deparar el futuro: la Depresión económica
de alcances mundiales.
En el superíndice
de la OCDE se destaca en negativo Italia, que ya en junio
sufrió una pérdida tendencial de 0,7 puntos, cuando el
promedio general fue de 0,3 puntos.
Todos los países
estudiados registran tendencias a la caída de su actividad
económica . Entre los países emergentes, Brasil registró
un fuerte menos 1,1 puntos y menos 4,7 puntos en un año.
China, motor
de la economía mundial, en junio registró una caída
mensual de 0,3 puntos y una flexión anual de 1,4 puntos. La
India está peor: su baja ha sido de 5,6 puntos en un año.
Las tendencias
no solo se mantienen sino que se refuerzan en una
perspectiva de al menos seis meses .
Los
indicadores destacan que la desaceleración de las economías
es más fuerte en los 17 países de la zona euro –que
tienen al euro como moneda única–, que en Estados Unidos.
La
comisión europea espera que los datos finales del segundo
trimestre indiquen un promedio del 1,5% de crecimiento de
las economías de los 27 países miembros de la Unión,
contra el 2,5% del primer trimestre. Según el superíndice
tendencial de la OCDE, la actividad seguirá reduciéndose
en Europa en el segundo semestre de este año. El 2012 puede
ser el año del retorno a la recesión.
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