Crisis mundial,
la recaída

El mundo se encuentra en una depresión, tambaleándose al borde de un colapso

Indicios de nueva recesión mundial

Por Immanuel Wallerstein (*)
Agence Global, agosto 2008
La Jornada, 04/08/11
Traducción de Ramón Vera Herrera

La línea oficial en casi todas partes es que la economía-mundo pronto se pondrá bien si tan sólo hacemos esto o aquello. El hecho es que nadie –ni los gobiernos ni los megabancos, ni siquiera los economistas obtusos– realmente lo cree.

El mundo se encuentra en una depresión, tambaleándose al borde de un colapso realmente importante. Nadie en ningún lado estará exento de los efectos negativos de este colapso, aun si algunos cuantos afortunados se las arreglan para hacer dinero con éste. La primera preocupación de todo gobierno no es cómo desempeñarse bien, sino cómo podemos desempeñarnos menos mal que otros estados.

La atención de la prensa mundial se ha enfocado en los meros debates públicos en Estados Unidos, en la zona del euro, y sí, en China. Pero esto no significa que otros estados –grandes o pequeños, que parezcan crecer o sea obvio que están estancados– no estén igualmente preocupados, aunque con frecuencia sean menos capaces de maniobrar que los jugadores más grandes.

En julio, en medio de grandes dramas, la zona del euro pareció promulgar un compromiso político de las clases. ¿Permitirá esto que la Unión Europea (UE) se desempeñe “menos mal” que sus muchos competidores? Pienso que podría ser. Pero para ver lo que realmente ocurrió debemos remontar las complicadas decisiones económicas. Nadie parece concordar en lo que realmente se acordó, y menos en si esto hará algún bien, tomando en cuenta los dilemas económicos que enfrentan los países de la zona del euro.

El arreglo fue político, no económico, y las consecuencias importantes serán políticas. Lo que los países de dicha región consiguieron hacer fue salvar el euro como divisa única. Algunos piensan que esto es maravilloso; otros que es un desastre. Pero el punto es que lo salvaron. Y en términos de las luchas geopolíticas que están en curso en el mundo, esto permitirá que Europa siga siendo un jugador importante.

Carsten Volkery, escribiendo en Der Spiegel, resumió las decisiones de este modo: “(El 21 de julio) los líderes europeos impulsaron un segundo paquete de rescate para Grecia, golpeada por la deuda, uno que incluye un nivel sorprendentemente alto de participación privada. Además se le han otorgado nuevos poderes al grupo de emergencia para la zona del euro, lo que lo hace ver, sospechosamente, como un fondo monetario internacional europeo”.

El debate económico previo en torno a la deuda griega (y aquélla de otros países de la zona del euro) tenía todos los ingredientes convencionales. En un extremo estaban quienes predicaban fe plena en el “mercado”, sin importar las consecuencias. El más radical de éstos quería sacar a Grecia de la zona del euro (aunque legalmente esto parece casi imposible). En el otro polo estaban quienes predican una solidaridad económica basada en el énfasis neo-keynesiano de (re)crear una demanda efectiva –un “mini Plan Marshall”.

El problema político subyacente fue la política interna de los diferentes países. Una solución keynesiana fue profundamente impopular en Alemania, y la señora Merkel temió, con razón, un desastre electoral si seguía adelante con eso. Una solución neoliberal presentaba el riesgo de disturbios severos en Grecia, España y, eventualmente, en muchas otras naciones. El gran promotor de un arreglo resultó ser ni más ni menos que Nicolas Sarkozy, de Francia, quien luchó por que se otorgaran nuevos poderes al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y celebró públicamente lo que él llamó los inicios de un fondo monetario europeo. Aun la señora Merkel estuvo de acuerdo en que la comparación era plausible.

La señora Merkel ganó la concesión que buscaba el involucramiento de los inversionistas privados. Y el Banco Central Europeo (BCE) finalmente accedió también a dar su bendición. El FEEF emitirá sus propios bonos y quienes tengan bonos griegos podrán cambiarlos por estos nuevos, cuyas tasas de interés supuestamente serán menores. El FMI, por medio de su nueva directora, Christine Lagarde, estuvo de acuerdo en que el efecto de todo esto sería positivo para todo mundo. Por supuesto, este nuevo arreglo le permite al FMI estar menos involucrado, en un momento en que tiene que estirar sus propios recursos. Aun Gran Bretaña, no siendo miembro de la zona del euro, aplaudió el mencionado compromiso.

¿Es esto algún tipo de magia que “salvará” Europa? Para nada. Primero, hay todavía jugadores que intentan deshacer el arreglo. Falta por ver qué consecuencias electorales traerá.

¿Por qué Sarkozy, el heredero pos-gaulista de De Gaulle, se volvió el arquitecto de un compromiso que acercó a Europa a una estructura de gobernanza común? Hay dos razones, en realidad. Por un lado, después de una serie de reveses políticos, parece bien, en términos de las próximas elecciones francesas, que Sarkozy haya logrado algo en política exterior. Las encuestas en Francia indican que su popularidad, de hecho, creció.

Sin embargo, la segunda razón es bastante gaulista. De Gaulle se oponía a más federalismo en Europa debido a que servía a los intereses estadunidenses a expensas de los de Francia. Pero hoy, mayor “federalismo” en Europa sirve a los intereses de Europa (y de Francia) a expensas de los estadunidenses. Un colapso de la zona del euro habría eliminado a Europa occidental como jugador importante en el sistema inter-estados –y fortalecería al dólar en un momento en que necesita toda la ayuda que pueda conseguir.

Las voces desde la izquierda de la izquierda constantemente se quejan de que la zona del euro es básicamente una institución neoliberal, que protege a los bancos y lastima a los más pequeños. Esto es cierto en gran medida. Lo que nunca he entendido es por qué alguien piensa que la izquierda estaría mejor con una serie de estados totalmente separados. Me parece que las fuerzas neoliberales serían mucho más poderosas si la Unión Europea desapareciera.

A fin de cuentas, la Unión Europea y su zona del euro se desempeñarán “menos mal” en el colapso importante que se avecina. Eso no es mucho logro, pero en la carrera por los botes salvavidas, Europa puede por lo menos garantizar el lanzamiento de uno de éstos.

(*) Immanuel Wallerstein, sociólogo e historiador estadounidense, continuador de la corriente historiográfica iniciada por Fernand Braudel, es ampliamente conocido por sus estudios acerca de la génesis y transformaciones históricas del capitalismo. Su monumental trabajo “El moderno sistema mundial”, cuyo primer tomo publicó en 1976, analiza el desarrollo del capitalismo como “economía–mundo”. En el 2003 publicó “The Decline of American Power: The U.S. in a Chaotic World” (New Press).


Hacia la segunda recesión en W

Por Floyd Norris
The New York Times, 04/08/11

La Nación, 06/08/11

Nueva York.- Pasaron tres décadas desde que Estados Unidos sufrió una recesión que llegó pisándole los talones a una recesión anterior. Pero podría estar sucediendo nuevamente. El imparable aluvión de malas noticias económicas de las últimas dos semanas pintan el cuadro de una economía que ha caído más bajo y se ha recuperado mucho menos de lo que todos pensábamos.

Cuando el país fue golpeado por la Gran Recesión -como será conocida seguramente en el futuro-, existía un amplio consenso político sobre la necesidad de que el gobierno estimulara la economía. El gobierno lo hizo, y la recesión se detuvo.

Pero la Segunda Gran Recesión, en la que posiblemente estamos entrando, generó una respuesta distinta. Ahora, los políticos se debaten por ver cuánto pueden recortar el gasto. Después de meses de peleas, aprobaron una ley destinada a forzar nuevas reducciones del gasto público.

Si éste es el comienzo de una recesión doble, tendrá dos importantes puntos en común con la de 1980 y 1981-2. En ambos casos, la primera recesión fue causada en gran parte por una súbita retracción del crédito en la economía. La recuperación llegó cuando se recuperaron las condiciones del crédito.

Y en ambos casos la segunda recesión comenzó en un momento en que las políticas de gobierno usuales para combatir la debilidad económica no parecían viables. En aquel entonces, la necesidad de combatir la inflación llevó a descartar una política monetaria más flexible. Ahora, la percepción de que hay que reducir el gasto público lleva a descartar una política fiscal más tolerante.

Hacia fines de 2007, la economía de Estados Unidos cayó en lo que a primera vista parecía ser una leve recesión. Pero el declive se convirtió en un derrumbe global cuando después de la quiebra de Lehman Brothers, en septiembre de 2008, el crédito se desvaneció para casi todo el mundo.

Casi todas las economías del mundo entraron en recesión. Pero al final resultó que las empresas reaccionaron excesivamente: si bien las ventas cayeron, no cayeron tanto como la producción.

Ese hecho dejó preparado el escenario de un rebote económico que comenzó a mediados de 2009, cuando la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas determinó que la recesión había terminado en junio de ese año. Los fabricantes de todas partes del mundo informaron que las órdenes de pedido comenzaban a crecer rápidamente.

Revisión

La semana pasada, el gobierno anunció la revisión anual de los números de los últimos años. Los nuevos sondeos del gobierno revelaron que, durante 2009 y 2010, los norteamericanos gastaron menos de lo que se había estimado previamente en un amplio rango de rubros, como alimentos, vestimenta y computadoras.

La recesión habría sido más profunda y la recuperación, menos impresionante: la economía de Estados Unidos sigue siendo más chica que en 2007.

Volviendo a 1980, la recesión se desató cuando el gobierno -desalentado por sus intentos fallidos por contener la inflación- implementó controles destinados a limitar la expansión del crédito y a encarecer los créditos bancarios. La economía se congeló de inmediato. En julio terminaron los controles al crédito, y la recesión terminó ese mismo mes.

Para el primer trimestre de 1981, la economía había superado su pico anterior. Pero poco se había hecho con la inflación, y la Reserva Federal estaba decidida a terminar con ese flagelo. Con tasas de interés más altas, hacia fines de 1981 el consumo interno se hundió a su nivel más bajo desde que el gobierno empezó a realizar esa medición, en 1963. Ahora, están todavía más abajo.

No hay certezas de que hayamos ingresado en una nueva recesión. Pero se va extendiendo la percepción de que los problemas de fondo que llevaron a la recesión de 2007-09 no fueron solucionados. El valor de la vivienda no se ha recuperado, y son millones los norteamericanos que deben más por la hipoteca de sus casas que lo que sus casas valen. Las tasas de interés extremadamente bajas ayudaron a incrementar las ganancias corporativas, pero las empresas contrataron muy pocos empleados.

En cualquier otro momento, estos indicadores económicos habrían empujado a los políticos a competir en sus propuestas para revivir la economía. Pero hoy la mira está puesta en recortar el gasto.

A pesar de la oposición del Congreso, la Reserva Federal dio algunas señales de querer reanudar la compra de bonos del gobierno, algo que dejó de hacer en junio pasado.

Pero la nueva revisión de los datos económicos puede llegar a indicar que el programa de adquisiciones previo surtió menos efecto del esperado. Históricamente, los programas de estímulo al principio parecen dar poco resultado, hasta que el efecto acumulativo ayuda a impulsar una recuperación. Lo mejor que se puede esperar es que el estímulo que ya se había invertido demuestre haber sido suficiente.


Time to Say It: Double Dip Recession May Be Happening

By Floyd Norris
New York Times, August 4, 2011

Double dip may be back.

It has been three decades since the United States suffered a recession that followed on the heels of the previous one. But it could be happening again. The unrelenting negative economic news of the past two weeks has painted a picture of a United States economy that fell further and recovered less than we had thought.

When what may eventually be known as Great Recession I hit the country, there was general political agreement that it was incumbent on the government to fight back by stimulating the economy. It did, and the recession ended.

But Great Recession II, if that is what we are entering, has provoked a completely different response. Now the politicians are squabbling over how much to cut spending. After months of wrangling, they passed a bill aimed at forcing more reductions in spending over the next decade.

If this is the beginning of a new double dip, it will have two significant things in common with the dual recessions of 1980 and 1981-82.

In each case the first recession was caused in large part by a sudden withdrawal of credit from the economy. The recovery came when credit conditions recovered.

And in each case the second recession began at a time when the usual government policies to fight economic weakness were deemed unavailable. Then, the need to fight inflation ruled out an easier monetary policy. Now, the perceived need to reduce government spending rules out a more accommodating fiscal policy.

The American economy fell into what was at first a fairly mild recession at the end of 2007. But the downturn turned into a worldwide plunge after the failure of Lehman Brothers in September 2008 led to the vanishing of credit for nearly all borrowers not deemed super-safe. Banks in the United States and other countries needed bailouts to survive.

The unavailability of credit caused a decline in world trade volumes of a magnitude not seen since the Great Depression, and nearly every economy went into recession.

But it turned out that businesses overreacted. While sales to customers fell, they did not decline as much as production did.

That fact set the stage for an economic rebound that began in mid-2009, with the National Bureau of Economic Research, the arbiter of such things, determining that the recession ended in June of that year. Manufacturers around the world reported rapidly rising orders.

Until recently, most observers believed the American economy was in a slow recovery, albeit one with very disappointing job growth. The official figures on gross domestic product showed the United States economy grew to a record size in the final three months of 2010, having erased the loss of 4.1 percent in G.D.P. from top to bottom.

Then last week the government announced its annual revision to the numbers for the last several years. New government surveys indicated Americans had spent less than previously estimated in 2009 and 2010 on a wide range of things, including food, clothing and computers. Tax returns showed Americans even cut back on gambling. The recession now appears to have been deeper — a top-to-bottom fall of 5.1 percent — and the recovery even less impressive. The economy is still smaller than it was in 2007.

In June, more American manufacturers said new orders fell than rose, according to a survey by the Institute for Supply Management. The margin was small, but the survey had shown rising orders for 24 consecutive months. Manufacturers in most European countries, including Germany and Britain, also reported weaker new orders.

Back in 1980, a recession was started when the government — despairing of its failure to bring down surging inflation rates — invoked controls aimed at limiting the expansion of credit and making it more costly for banks to make loans. Those controls proved to be far more effective than anyone expected, and the economy promptly tanked. In July the credit controls were ended, and the economic research bureau later determined that the recession ended that month.

By the first quarter of 1981 the economy was larger than it had been at the previous peak.

But little had been done about inflation, and the Federal Reserve was determined to slay that dragon. With interest rates high, home sales plunged in late 1981 to the lowest level since the government began collecting the data in 1963. Now they are even lower.

There is, of course, no assurance that a new recession has begun or will do so soon, and a positive jobs report on Friday morning could revive some optimism. But concerns have grown that the essential problems that led to the 2007-09 recession were not solved, just as inflation remained high throughout the 1980 downturn. Housing prices have not recovered, and millions of Americans owe more in mortgage debt than their homes are worth. Extremely low interest rates helped to push up corporate profits, but companies have hired relatively few people.

In any other cycle, the recent spate of poor economic news would have resulted in politicians vying with one another to propose programs to revive growth. President Obama has called for more spending on infrastructure, but there appears to be little chance Congress will take any action. The focus in Washington is now on deciding where to reduce spending, not increase it.

There have been some hints that the Federal Reserve might be willing to resume purchasing government bonds, which it stopped doing in June, despite opposition from conservative members of Congress. But the revised economic data may indicate that the previous program — known as QE2, for quantitative easing — had even less impact than had been thought. With short-term interest rates near zero, the Fed’s monetary policy options are limited.

Government stimulus programs historically have often appeared to be accomplishing little until the cumulative effect suddenly helps to power a self-sustaining recovery. This time, the best hope may be that the stimulus we have already had will prove to have been enough.


La OCDE augura una desaceleración mundial

Por Paul Hannon
Wall Street Journal, 08/08/11

Londres.- La mayoría de las principales economías del mundo se encaminan hacia un período de menor crecimiento y cada vez es más probable que Estados Unidos comparta ese destino, según los indicadores adelantados compuestos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

El organismo con sede en París dijo el lunes que su indicador adelantado de actividad económica en sus 34 miembros bajó en junio al nivel de 102,2 frente a 102,5 en mayo, lo que sugiere que el crecimiento económico probablemente se desacelerará.

"Los indicadores adelantados compuestos... siguen apuntando a una desaceleración de la actividad en la mayoría de países de la OCDE y en grandes economías que no pertenecen a este grupo", dijo la OCDE.

Entre las economías desarrolladas, la OCDE señaló que sus indicadores apuntan a desaceleraciones en Canadá, Francia, Alemania, Italia y Reino Unido, mientras que entre las economías en desarrollo, los indicadores apuntan a desaceleraciones en Brasil, China e India.

La OCDE dijo también que los indicadores apuntan cada vez más a desaceleraciones en Estados Unidos, Japón y Rusia.

El indicador adelantado para Estados Unidos bajó en junio a 103,1 desde 103,3, tras permanecer estable en mayo. En cuanto a Japón, el indicador adelantado cayó en junio a 103,6 desde 103,8.

Los indicadores de la OCDE están diseñados para dar señales tempranas de cambios de tendencia entre la aceleración y la desaceleración de la actividad económica y se basan en una amplia variedad de series de datos con historial de dar pistas sobre la actividad económica.

En cada economía, un nivel de 100,00 marca la tasa de crecimiento de la tendencia a largo plazo. Los indicadores de Brasil, India y China se situaron por debajo de dicho nivel en junio.


Los pronósticos para Estados Unidos y Europa

Una recaída sería más grave que la debacle de 2008

Por Luisa Corradini
Corresponsal en Francia
La Nación, 09/08/11

Paris - Como los médicos cuando se encuentran frente a un enfermo en situación crítica, los gobiernos e incluso los economistas no se atreven a anunciar todavía que la economía mundial está al borde del temido double dip , es decir de una nueva recesión.

Como todas las recaídas, esta nueva crisis puede ser mucho más grave que la enfermedad inicial. Eso significa que será, sin duda, más aguda, más prolongada y geográficamente más amplia que la recesión de 2008.

En buena medida, ese escenario amenaza con repetir -casi como un calco- el drama que conoció Franklin Delano Roosevelt después de la Gran Depresión de 1929. Por falta de suficiente estímulo, la Bolsa volvió a hundirse en 1937, la economía se paralizó y el desempleo llegó a 19% de la población activa en 1938.

La corrección que sufren actualmente las plazas financieras es, en gran parte, la crónica de una catástrofe anunciada.

En junio pasado, el francés Olivier Blanchard, economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), se había atrevido a insinuar -por primera vez- el riesgo de una nueva crisis planetaria: "La crisis de la deuda en Europa o en otros países" o un "acontecimiento de mercado" podría "hacer descarrilar la reactivación en Europa y, tal vez, en todo el mundo".

El gurú de la economía mundial, Nouriel Roubini, también había previsto una inminente "corrección bursátil", que sería el preámbulo de una "crisis financiera global".

"Los datos [económicos] de Estados Unidos, Europa, Japón y China anuncian una fuerte desaceleración del crecimiento", dijo en una conferencia que pronunció en Budapest, en mayo pasado.

En esa situación probablemente nos encontramos en este momento. Una institución tan prudente como la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) reconoció ayer en París que existen "señales [cada vez] más fuertes sobre una inversión de los ciclos de crecimiento".

En todo el planeta

Esos síntomas de desaceleración se advierten tanto en Estados Unidos como en Canadá, Francia, Alemania, Italia, Gran Bretaña, Brasil, China y la India. En otras palabras, la metástasis se irradió a los polos más activos de la economía mundial.

Como los teólogos de Bizancio, que discutían sobre el sexo de los ángeles mientras los otomanos estaban a las puertas de Constantinopla en 1453, los economistas debaten -en plena tormenta financiera- si esta crisis es más o menos grave que la de 2008.

La diferencia con la situación que prevalecía hace tres años es que en ese momento la descompensación se produjo como resultado de una burbuja inmobiliaria y financiera que había escapado al control de los bancos, los reguladores y el gobierno.

Era una crisis circunscripta a Estados Unidos, con algunas ramificaciones -exportadas- en Europa y en Asia. Tres años después, ese tumor localizado se convirtió en una auténtica septicemia que invadió todo el organismo planetario.

A la burbuja financiera se le fue sumando progresivamente una espiral de "facilidades cuantitativas", creadas artificialmente por los gobiernos para inyectar la liquidez que necesitaba el sistema económico para no morir de asfixia.

Como todas las terapias mal administradas, ese remedio agravó el cuadro clínico: generó los déficit abismales que agudizaron el endeudamiento de las grandes economías mundiales, llevó a los bancos a niveles de exposición de inusitado riesgo y arrastró a los países más solventes hasta el borde del default.

"La diferencia [con 2008] es que [?] ahora hay una crisis monetaria, bancaria y soberana", comentó Sylvain Broyer, analista de finanzas europeas del banco francés Natixis.

Otra diferencia con 2008 es que los grandes líderes mundiales tendrán las manos atadas en los dos próximos años para adoptar decisiones difíciles. Estados Unidos, Francia, Alemania, Rusia, Italia y España enfrentan cruciales vencimientos electorales desde ahora hasta noviembre de 2012.

Duración prolongada

Pero el error más grave que cometieron los economistas y los gobiernos en estos tres años fue haber interpretado la crisis de 2008 con los criterios de las recesiones normales que conoció el mundo desde 1929.

"No se trata de una gran recesión, sino de una gran contracción", corrigió Kenneth Rogoff, autor de Esta vez es diferente , libro de referencia sobre los defaults, las crisis bancarias y las bancarrotas.

"Una recesión designa una desaceleración pasajera de la economía [?]. Una contracción no se puede resolver con austeridad o un plan de estímulo porque obedece a un factor endémico profundo, en este caso el enorme endeudamiento de los Estados."

La diagnóstico de Rogoff es adecuado y el remedio parece correcto. El problema radica en que la terapia produce miedo: "Mientras que una economía puede salir de la recesión en un año, hacen falta cuatro años para superar una contracción".


Según la OCDE, se refuerza la tendencia
de desaceleración en EEUU y Europa

Futuro sombrío para las economías mundiales

Por Julio Algañaraz
Corresponsal en Roma
i-Eco, 09/08/11

Se desacelera la recuperación de las economías mundiales iniciada después de la fuerte recesión de 2008-2009 y el mundo parece encaminarse a una nueva fase recesiva de la crisis global iniciada en 2007, que estalló con resultados devastadores al año siguiente. Lo constata el superíndice de tendencia que utiliza la OCDE, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo, que integran 34 países. Es general el clima de degradación de las economías mundiales.

Desde junio “aparecieron señales fuertes” de que los ciclos de crecimiento, que estaban recuperando el nivel de actividad de las economías mundiales, se debilitaban en Estados Unidos, Japón y Rusia , señaló la organización.

La OCDE posee organismos técnicos muy desarrollados que analizan complejas estadísticas que incluyen los índices de confianza, que permiten elaborar el superíndice que pronostica cómo serán las tendencias de la actividad económica en los próximos meses.

Los indicadores apuntan que Canadá, Francia, Alemania, Italia, Gran Bretaña, Brasil, China y la India sufren una clara desaceleración de sus niveles productivos .

Estos pronósticos confirman los análisis de la mayoría de los economistas que ven con pesimismo la marcha de la economía mundial. En Europa y los Estados Unidos se insiste en privilegiar las medidas de ajuste para equilibrar las cuentas públicas, con el resultado de empujar a la deflación y la pérdida de los consumos a los países.

Nouriel Rubini, el economista que hace años previó la llegada de la crisis global que lleva cuatro años, escribió ayer en el diario especializado londinense Financial Times que es una “misión imposible” tratar de evitar una nueva recesión.

Según Rubini, hay que prepararse y tomar medidas para eludir la peor consecuencia que puede deparar el futuro: la Depresión económica de alcances mundiales.

En el superíndice de la OCDE se destaca en negativo Italia, que ya en junio sufrió una pérdida tendencial de 0,7 puntos, cuando el promedio general fue de 0,3 puntos.

Todos los países estudiados registran tendencias a la caída de su actividad económica . Entre los países emergentes, Brasil registró un fuerte menos 1,1 puntos y menos 4,7 puntos en un año.

China, motor de la economía mundial, en junio registró una caída mensual de 0,3 puntos y una flexión anual de 1,4 puntos. La India está peor: su baja ha sido de 5,6 puntos en un año.

Las tendencias no solo se mantienen sino que se refuerzan en una perspectiva de al menos seis meses .

Los indicadores destacan que la desaceleración de las economías es más fuerte en los 17 países de la zona euro –que tienen al euro como moneda única–, que en Estados Unidos.

La comisión europea espera que los datos finales del segundo trimestre indiquen un promedio del 1,5% de crecimiento de las economías de los 27 países miembros de la Unión, contra el 2,5% del primer trimestre. Según el superíndice tendencial de la OCDE, la actividad seguirá reduciéndose en Europa en el segundo semestre de este año. El 2012 puede ser el año del retorno a la recesión.