La crisis
de Italia
Standard
& Poor's rebaja la nota de
solvencia por su débil crecimiento
Por
Lucia Magi
Desde Italia
El País, 20/09/11
Berlusconi
afirma que la decisión no refleja la realidad. -La agencia
pone en duda la capacidad del Gobierno para afrontar la
crisis.
Roma.- Las
comisiones parlamentarias debaten sobre cómo liberalizar
los gremios. Discusiones infinitas y malhumores en la
coalición de Gobierno frenan la propuesta lanzada por la
misma mayoría. La reforma de los gremios, graníticos e
inatacables por el mercado, se queda varada allí donde
estaba, como si fuese la gran ballena blanca del sistema
económico autóctono. Es el ejemplo que Standard &
Poor's pone en el argumentario con el que justifica la
rebaja de la calificación de la solvencia de Italia, que
pasa de A+ a A. Es el ejemplo de cómo el estancamiento político
bloquea el país. Porque el tijeretazo de la agencia de
calificación no habla solo de economía o de finanzas.
Habla sobre todo de política.
S&P hace
cuentas, claro. Escribe que la deuda pública de Roma -del
117% del PIB este año- es más alta de la de los otros países
con el mismo rating. Considera que las previsiones de
crecimiento adoptadas como dogmas hasta ahora son demasiado
optimistas y las recorta a la mitad: Italia no crecerá más
del 0,7% hasta 2014, no el 1,3% que esperaba. Argumenta que
los dos planes de ajuste aprobados en julio y agosto solo
prevén recortes e impuestos, nada para arrancar el motor
económico. Sin embargo, la sociedad estadounidense (una de
las tres que observan el mercado y miden los riesgos de
impago de los países) justifica su decisión con algo más
impalpable de la matemática. Algo que influye sobre los
mercados: la estabilidad política. O mejor dicho, la falta
de ella en el otro lado de las Alpes.
El Gobierno de
Silvio Berlusconi camina en equilibrio precario entre las
pretensiones de los miembros de su partido (pueblo de la
Libertad) y del único aliado que le queda, la Liga Norte.
Cuando el comandante se hace débil, arranca el baile de los
soldados que quieren pasar a la primera línea. La agonía
del primer ministro es tan patente que los suyos y los compañeros
de coalición se mueven entre los bastidores para orquestar
la fase siguiente. Por eso, el Gabinete es débil y con cero
margen de maniobra: bajo el chantaje de sus opuestas fuerzas
internas no puede mover un paso sin desquiciar a alguien. La
Liga Norte por ejemplo bloquea la reforma del sistema de
jubilación, que se come una parte enorme del presupuesto
del Estado.
En su
interior, se agravan las distancias entre quien presiona
para desenchufar el respirador al Gabinete (aunque no
abiertamente) porque ya no sabe gestionar a un electorado
justicialista y enfurecido por arrastrar a la economía de
las regiones meridionales al estancamiento y quien, como el
líder Umberto Bossi, íntimo amigo de Berlusconi, no quiere
ni pensar en renunciar a su escaño de ministro (o diputado)
mientras sigue prometiendo la secesión del rico Norte.
Berlusconi no puede permitirse imponer tasas en los
patrimonios y en los bienes muebles e inmóviles (coches de
lujo, yates o fincas faraónicas como las que tiene él
mismo), lo que llevaría un poco de oxígeno a las arcas públicas.
Giulio Tremonti, su ministro de Economía, se doblega de
mala gana a los instintos populistas del jefe y tuvo que
renunciar a muchas intervenciones previstas en los Ajustes.
Mario Draghi,
que en un mes deja el Banco de Italia para sentarse en la
dirección del BCE, le ha relevado en el corazón del Primer
ministro.
Standard &
Poor's ve todo esto: recorta de un punto el voto al país,
pero añade que las "perspectivas son negativas".
De hecho, deja la puerta abierta a nuevos recortes. Incluso
Moody's -otra de las sociedades que monitorean las economías
mundiales- pensaba en una doble rebaja hace tres meses. El
veredicto se espera para octubre. De momento, la decisión
de S&P demuestra que las agencias de rating no se dejan
engatusar por los últimos ajustes aprobados: 54.000
millones hasta 2013 que deben aplanar el déficit
presupuestario en este plazo. Pasaron facturas los días de
indecisión del Gobierno, cuando para aplacar todas las
almas de la coalición, las medidas se anunciaban y
retiraban como sondas espaciales que estudian la atmósfera.
Los ministros presentaron el paquete a bombo y platillo el
12 de agosto y hasta el día de la aprobación definitiva
(la semana pasada) no se sabía ni explicar su contenido
definitivo.
Aquel paquete
concentrado por dos tercios en subidas de impuestos
(directos e indirectos, como el IVA que pasa del 20% al
21%), no abre ningún camino al crecimiento. Lo subraya
S&P en su informe publicado desde EEUU, pero lo siguen
gritando los agentes sociales en Italia. Consumidores,
sindicatos y patronal se han compactado en un insólito
frente común y critican a la unanimidad la intervención
del Gobierno.
En el plano
político, la oposición ha vuelto hoy -como cada día- a
pedir las dimisiones del Presidente del Consejo. "Son
incapaces de gobernar, nos están arrastrando en el abismo
de la credibilidad internacional", exclama Francesco
Boccia, del centro izquierdista Partido Democrático.
"Todos los índices nos cuentan lo mismo: el Plan para
la estabilidad económica está mal hecho. El Gobierno deje
de hacer vista gorda y de un paso atrás", declara
desde derechas Italo Bocchino, miembro de Futuro y Libertad
(ex miembro del gubernamental Pueblo de la Libertad).
Pero
Berlusconi resiste. Hasta Umberto Bossi, hablando a su base
en Venecia el pasado fin de semana, admitió desconfiar en
que el Ejecutivo vaya tirando dos años más, hasta el fin
natural de la legislatura en la primavera de 2013. Sin
embargo, Berlusconi sigue haciendo su trabajo y critica el
tijeretazo de S&P. Recorre a uno de los argumentos que más
le define y le representa: "toda culpa de la
prensa". La crisis económica y política sería -en
sus palabras difundidas en una nota por Palazzo Chigi- un
montaje de los diarios y de algunas tertulias televisivas.
S&P víctima de la trampa urdida por los medios.
"La decisión de S&P parece más dictada por las
historias que cuentan los periódicos que por la realidad y
que ha estado influenciada negativamente por consideraciones
políticas", ha asegurado, recordando que el objetivo
de llegar al déficit cero en 2013 sigue en pie.
Pero eso ya no
es suficiente para los observadores internacionales e
imparciales, como las agencias. "Si Italia no crece y
sigue solo subiendo la presión sobre empresas y ciudadanos,
es imposible recaudar los más de 50 mil millones necesarios
a cumplir con el equilibrio del presupuesto", escribe
S&P. Otra voz se añade al coro de desconfianza hacia el
Gobierno de Berlusconi.
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