Entrevista
a Gérard Duménil
El
mundo ya ingresó en la segunda fase de la crisis
Jornal
da Unicamp / Sin Permiso, 08/01/12
La
transferencia del peso de la deuda pública a las clases
populares, no puede sino producir la recaída en una nueva
contracción de la actividad económica. Se trata de la
segunda fase de la crisis. Esta segunda fase no será la última.
La nueva inmersión en la recesión necesitará de nuevas
políticas, sostiene el economista francés Gérard Duménil
en una entrevista con Jornal da Unicamp (Universidad
de Campinas, Brasil).
El economista
francés Gérard Duménil, investigador del CNRS de Francia,
es autor de varios libros y ensayos sobre el capitalismo
contemporáneo. Este año publicó, en colaboración con
Dominique Lévy, el libro “La crisis del
neoliberalismo” (Harvard University Press, 2011). Duménil
participó en una Conferencia sobre la actual crisis,
realizada por el Centro de Estudios Marxistas (Cemarx), en
el ámbito del programa de graduados en Ciencias Políticas
del Instituto de Filosofía y Ciencias Humanidades (IFCH) de la Unicamp.
Jornal da
Unicamp – Usted
viene investigando el capitalismo neoliberal hace mucho
tiempo. Según su análisis ¿cómo se debe caracterizar
este paso actual del capitalismo?
Gérard Duménil
- El neoliberalismo es la nueva etapa en la que ingresó el
capitalismo durante la transición de los años 70 y 80. Yo
y Dominique Lévy hablamos
de un nuevo "orden social". Con esa expresión
nosotros designamos la configuración de los poderes
relativos de las clases sociales, dominaciones y
compromisos. El neoliberalismo se caracteriza, de esta
manera, por el reforzamiento del poder de las clases
capitalistas en alianza con la clase de los gerentes (los
cuadros), sobretodo en las cumbres de las jerarquías y de
los sectores financieros.
En el
transcurso de las décadas posteriores a la Segunda Guerra
Mundial, las clases capitalistas observaron que su poder y
sus ingresos se reducían significativamente en la mayoría
de los países. Resumiendo, podríamos hablar de un orden
"socialdemócrata". Las circunstancias
creadas por la crisis de 1929, la Segunda Guerra Mundial y
la fuerza internacional del movimiento obrero habían
conducido al establecimiento de este orden social
relativamente favorable al desarrollo económico y
a mejorar las condiciones de vida de las clases
populares, obreros y empleados subalternos. El término
"socialdemócrata" para caracterizar este orden
social se aplicaba, evidentemente, mejor a Europa que a los
Estados Unidos.
Con el
establecimiento del nuevo orden social neoliberal, el
funcionamiento del capitalismo se transformó radicalmente:
una nueva disciplina se impuso a los trabajadores, en cuanto
a las condiciones de trabajo, poder adquisitivo, protección
social etc., además de la desregulación (en particular
financiera), abriendo las fronteras comerciales y a la libre
movilidad de los capitales en el plano internacional,
libertad para invertir en el extranjero. Estos dos últimos
aspectos colocaron a todos los trabajadores del mundo en una
situación de competencia, cualquiera sea el nivel de
salario comparativo en los diferentes países.
En las
relaciones internacionales, las primeras décadas de la
posguerra, aún en el viejo orden "socialdemócrata",
estuvieron marcadas por prácticas imperialistas de los países
centrales: en el plano económico, presión sobre los
precios de las materias primas y la exportación de
capitales; en el plano político: corrupción, subversión,
y guerra. Con la llegada del neoliberalismo las formas
imperialistas fueron renovadas. Es difícil juzgar en términos
de intensidad, haciendo comparación. En términos económicos,
la explosión de las inversiones directas en el extranjero
durante la década de 1990 sin duda multiplicó el flujo de
los beneficios extraídos de
los países periféricos por las clases capitalistas
del centro. El hecho de que los países de la periferia
desearan recibir esas inversiones no cambia nada la
naturaleza imperialista de estas prácticas; se sabe que
todos los trabajadores "quieren" ser explotados
antes que desempleados.
Cuando a
mediados de los años 90, hemos introducido esta
interpretación del neoliberalismo en términos de clase,
ella despertó poco interés. Pero la explosión de las
desigualdades sociales dio esta interpretación la fuerza de
la evidencia. La particularidad del análisis marxista es la
referencia a las clases más que los grupos sociales. Ese
carácter de clase está inscripta en todas las prácticas
neoliberales, e incluso los keynesianos de izquierda se
expresan, ahora, en esos términos. La negativa a esta
interpretación, sin embargo, todavía se mantiene; muchos
no aceptan el papel importante que atribuimos a los gerentes
(cuadros, administradores o ejecutivos N.dT.) en el orden
social neoliberal.
Entre los
marxistas, se sigue negando que el control de los medios de
producción en el capitalismo moderno esté asegurado
conjuntamente por las clases capitalistas y por la clase de
los administradores (cuadros), lo que hace a esta última
categoría un segundo componente de las clases superiores.
Esta negativa es incluso más desconcertante cuando se tiene
en mente que en el neoliberalismo las rentas de las categorías
superiores de los gerentes se expandieron más que las
rentas de los capitalistas.
JU - Para
algunos autores, el neoliberalismo fue un ajuste inevitable
provocado por la crisis fiscal del Estado; para otros fue el
resultado, también inevitable, de la globalización.
Gérard Duménil
- La explicación
del neoliberalismo por "crisis fiscal" y a menudo
también por la inflación es la explicación de la derecha;
es una defensa de los intereses capitalistas.
Ella especula con la inconsecuencia de los bloques
políticos que dirigieron el orden social de la posguerra.
Ellos fueron incapaces de gestionar la crisis de los años
70 y prepararon la cama para el neoliberalismo. Lo mismo
ocurre con la explicación que presenta al neoliberalismo
como consecuencia de la globalización. Este argumento
invierte las causalidades. Lo que el neoliberalismo hizo
es orientar la globalización, una vieja tendencia,
hacia nuevos objetivos
y acelerar su curso, abriendo el camino a la
"globalización neoliberal". El movimiento
altermundista luchó por otra globalización, solidaridad y
no basada en la explotación en beneficio de una minoría.
JU- Usted
acaba de publicar, junto a su colega Dominique Lévy, un
libro sobre la actual crisis económica. En su evaluación,
¿cuál es la naturaleza de esta crisis?
Gérard Duménil
– La crisis actual es una de las cuatro grandes crisis -
crisis estructurales - que el capitalismo atravesó desde
finales del siglo XIX: la crisis de 1890, la crisis de 1929,
la crisis de la década de 1970 y la crisis actual que
comenzó en 2007/2008. Estas crisis son episodios de
perturbación de una duración de aproximadamente una decena
de años (para las tres primeras). Que ocurren con una
frecuencia de unos 40 años y separan los órdenes sociales
que recordé en respuesta a la primera pregunta. La primera
y la tercera de estas crisis, la de las décadas de 1890 y
de 1970, continuaron en fases de caída de la tasa de
ganancias y pueden ser calificadas como crisis de
rentabilidad. Las otras dos crisis, la de 1929 y la actual,
nosotros las llamamos como “crisis de hegemonía
financiera". Son grandes explosiones que ocurren como
consecuencia de prácticas de las clases superiores con el
objetivo de aumentar sus ingresos y su poder. Todos los
procedimientos del neoliberalismo están aquí en acción:
desregulación financiera y globalización. El primer
aspecto es evidente, pero la globalización fue también,
como se indicará, un factor clave de la actual crisis.
La caída en
la tasa de ganancia y explosión descontrolada de las prácticas
de las clases capitalistas son dos grandes tipos de
explicación de las grandes crisis en la obra de Marx. El
primer tipo es bien conocido. En el libro III de El Capital,
Marx defiende la tesis de la existencia de una
"tendencia decreciente de la tasa de ganancia"
inherente al carácter del cambio tecnológico en el
capitalismo (la dificultad de aumentar la productividad en
el trabajo, sin realizar inversiones muy costosas, lo que
Marx describe como la "elevación de la composición
orgánica del capital").
Nótese que
Marx refuta explícitamente la imputación de la caída en
la tasa de ganancia al aumento de la competencia. (El
segundo mayor tipo de explicación de las crisis ya aparece
en esbozo en los escritos de Marx de la década de 1840). En
el Manifiesto del Partido Comunista, Marx describe las
clases capitalistas como aprendices de brujos, desarrollando
mecanismos capitalistas bajo formas y en grados peligrosas y
perdiendo, finalmente,
el control sobre las consecuencias de su acción. Los
aspectos financieros de la actual crisis remiten
directamente a los análisis del "capital
ficticio", a los que Marx dedicó largos desarrollos en
el libro II de El Capital, desarrollos que hacen eco de las
ideas expuesta
en El Manifiesto. De una manera bien extraña, algunos
marxistas sólo aceptan la explicación de las grandes
crisis por caída en la rentabilidad, excluyendo cualquier
otra explicación, y pasan a multiplicar
cálculos mal fundamentados.
Pero la crisis
actual no es una simple crisis financiera. Es la crisis de
un orden social insostenible, el neoliberalismo. Esta
crisis, en el centro del sistema, debería ocurrir en
cualquier caso, un día u otro, pero llegó en forma
particular en 2007/2008, apareciendo en los Estados Unidos.
Dos tipos de mecanismos convergieron. Encontramos, por un
lado, la fragilidad inducida en todos los países
neoliberales por
las prácticas de financierización y de la globalización
(en particular financiera), prácticas impulsadas por la búsqueda
desenfrenada de ganancias crecientes por parte de las clases
dominantes, reforzada por el rechazo de la regulación. El
Banco central de Estados Unidos, en particular, perdió el
control de las tasas de interés y la capacidad de conducir
las políticas macroeconómicas como resultado de la
globalización financiera. Por otra parte, la crisis fue el
efecto de la trayectoria económica estadounidense, una
trayectoria de desequilibrios acumulados, que los Estados
Unidos pudieron mantener debido a su hegemonía
internacional – contrariamente a Europa que considerada en
su conjunto, no conocía tales desequilibrios.
Desde 1980, el
ritmo de acumulación de capital en los Estados Unidos se
desaceleró en el territorio del propio país, al tiempo que
aumentaron las inversiones directas en el extranjero. A esto es necesario añadir: un déficit creciente del comercio exterior, un gran aumento en el
consumo (de parte de las capas más favorecida) y un
endeudamiento igualmente creciente de las familias. El déficit
de comercio exterior (el exceso de importaciones frente a
las exportaciones) alimentaba un flujo de dólares para el
resto del mundo que tuvo como único uso la compra de títulos
estadounidenses, llevando a la financiación de la economía
de los EE.UU. por los extranjeros-
una "deuda" vis à vis de los extranjeros,
simplificando un poco.
Por razones
económicas, que no voy a explicar aquí, el crecimiento de
la deuda externa debía ser compensado por el de la deuda
interna, la de las familias y la del Estado, a fin de
mantener la actividad en el territorio del país. Esto fue
hecho alentando el endeudamiento de las familias por la política
de crédito y de desregulación- la deuda del Gobierno podría
haber reemplazado el endeudamiento de las familias pero eso
iba contra las prácticas neoliberales anteriores a la
crisis. Los acreedores de las familias (bancos y otros) no
conservaron os créditos originales, porque los revendían
bajo la forma de títulos (obligaciones), cuya mitad, más o
menos, fue comprada por el reto del mundo.
De tanto
prestar a las familias más allá de su capacidad para
saldar las deudas, los incumplimientos al pago de los
vencimientos se multiplicaron desde el comienzo del año
2006. La devaluación de esos créditos impagos desestabilizó el frágil
edificio financiero, de los Estados Unidos y del mundo, sin
que el Banco central de los Estados Unidos estuviese en
condiciones restablecer los equilibrios en el contexto de la
desregulación y de la globalización que él mismo había
favorecido. Este fue el factor desencadenante, pero no el
fundamental de la crisis - combinación de factores (la
locura neoliberal en este dominio) y reales (la globalización,
el sobre consumo estadounidense y el déficit de comercio
exterior de ese país).
JU - Usted
dijo en sus conferencias en Brasil que la crisis económica
habría entrado en una segunda fase. ¿Como se ha venido
desarrollando la crisis?
Gérard Duménil
– El mundo ya ingresó en la segunda fase de la crisis. Es
fácil comprender las razones. La primera etapa llegó en el
otoño de 2008, cuando cayeron las grandes instituciones
financieras estadounidenses, donde comenzó la recesión y
la crisis se extendió al resto del mundo. Las lecciones de
la crisis de 1929 fueron bien aprendidas. Los bancos
centrales intervinieron masivamente para apuntalar las
instituciones financieras (por temor a una repetición de la
crisis bancaria de 1932) y los déficits presupuestarios de
los Estados alcanzaron niveles excepcionales. Pero estas
medidas keynesianas, estimulando la demanda, sólo podrían
tener el efecto de un apoyo temporal de la actividad.
Los gobiernos
de los países del centro aun no habían tomado conciencia
del carácter estructural de la crisis. Ellos actúan como
si la crisis hubiera sido puramente financiera, ya
desactualizada; sin embargo, las medidas recetas
keynesianas sólo crean una suspensión.
Ninguna media anti neoliberal importante fue tomada
en los países centrales. Son sólo políticas encaminadas a
fortalecer la exploración de las clases populares.
En los Estados
Unidos, la administración de Barak Obama elaboró una ley,
la ley Dodd-Frank, para regular las prácticas financieras,
pero los republicanos bloquearon completamente su aplicación.
En otras esferas, tales como la administración de empresas,
exportación, déficit del comercio exterior, nada se hizo.
En Europa, la crisis no fue identificada como la
crisis del neoliberalismo. Alemania se presenta como
habiendo demostrado la sustentabilidad del camino
neoliberal. La crisis es imputada a la incapacidad de gestión
de determinados Estados, particularmente de Grecia y
Portugal.
En todas
partes la derecha retomó la ofensiva. Ella se limita a la
cuestión del déficit fiscal y al aumento de la deuda pública.
Ella simula no ver que la austeridad presupuestaria, además
de la transferencia del peso de la deuda a las clases
populares que le agrada, no puede sino producir la recaída
en una nueva contracción de la actividad. Se trata de la
segunda fase de la crisis. Esta segunda fase no será la última.
La nueva inmersión en la recesión necesitará de nuevas
políticas. Contrariamente
a Europa, los Estados Unidos se lanzaron masivamente al
financiamiento directo de la deuda pública por el Banco
central (la quantitative easing). Mucho más será
necesario, a pesar de la derecha. Tenemos dificultad en ver
cómo Europa puede escapar
de eso.
JU- Se sabe
que la crisis económica ha golpeado más fuerte, al menos
hasta ahora, en Estados Unidos y Europa. En la década de
1990, por el contrario, las crisis económicas fueron más
fuertes en la periferia. ¿Por qué esta diferencia? ¿Cómo
la actual crisis se manifiesta en diferentes regiones del
mundo?
Gérard
Duménil – Hasta la segunda mitad del decenio de 1990, el
neoliberalismo produjo estragos en el mundo, en particular
en América Latina y Asia. Incluso hoy en día, las tasas de
crecimiento en América Latina siguen siendo inferiores a la
de las primeras décadas posteriores a la Segunda Guerra
Mundial y esto a pesar de la reducción masiva de los
salarios reales, que fueron rebajados a la mitad durante la
crisis de 1970 en algunos países de la región. En la década
de 1990 - y en 2001 en la
Argentina - los avances del neoliberalismo provocaron
grandes crisis, de la que la crisis Argentina es un caso
emblemático.
El mundo entró
ahora en una nueva fase. La transición hacia el
neoliberalismo provoca un tipo de "divorcio", en
los países del centro, entre los intereses de las clases
altas y el territorio económico del país. El caso de los
Estados Unidos es espectacular. Como he dicho, las grandes
empresas del país invierten cada vez menos en el territorio
del país y cada vez más en el resto del mundo. La
globalización ha dado lugar a un desplazamiento de la
ubicación de la producción industrial hacia la periferia:
en Asia, América Latina e incluso en algunos países del África
subsahariana.
JU- Las políticas
propuestas para superar la crisis por los dos grandes de
la Unión Europea han reiterado las fórmulas
neoliberales. Los mercados intimidan a los gobiernos;
Sarkozy y Merkel exigen más y más recortes
presupuestarios. ¿Por qué insistir en una política
que, para muchos observadores, está en el origen de la
crisis? ¿Qué resultado se logrará con la aplicación de
tales políticas?
Gérard Duménil-
Yo no creo en absoluto que el rigor presupuestario haya sido
una de las causas de la crisis. Esta es la expresión de una
creencia keynesiana ingenua,
tan ingenua como
la creencia en la capacidad de esas políticas para llevar a
una salida de la crisis, prescindiendo de las necesarias
transformaciones anti-neoliberales. Sin embargo, en este
contexto, las políticas que tienden a erradicar el déficit
provocarán una nueva caída de la producción.
JU- Muchos
analistas han puesto de relieve que los partidos, ya sean de
derecha o izquierda, no difieren mucho en las propuestas
para enfrentar la crisis. Además, en varios países
europeos como Inglaterra, España y Portugal, la derecha fue
favorecida electoralmente por la crisis económica. ¿Los
movimientos sociales podrían construir una alternativa de
poder? ¿Cuál podría ser un programa popular para
enfrentar la crisis actual?
Gérard Duménil
– Nosotros no hablamos de los aspectos políticos del
neoliberalismo. La alianza en la cumbre de las jerarquías
sociales entre las clases capitalistas y la clase de los
gerentes (cuadros) logró por diversos mecanismos
apartar a las clases populares
de la política "politiquera". Quiero
decir: las apartó de los juegos de los partidos políticos
y de los grupos de presión. Para las clases populares sólo
quedó la lucha en la calle.
Es necesario
hacer entrar en escena a los grupos sociales que se
encuentran en la “periferia” de los gerentes (cuadros):
los intelectuales y los políticos profesionales. En el
compromiso social de la
Posguerra, fracciones relativamente importantes de
esos grupos eran partidarias de la alianza con las clases
populares (a las que ellos no pertenecían), a las que ellas
apoyaban en sus propios campos de actuación.
En el contexto
del colapso del movimiento obrero mundial, las clases
capitalistas lograron, con el neoliberalismo, sellar una
alianza con las clases de los gerentes – usando el recurso
de la remuneración, claramente - llevando poco a poco esos
grupos periféricos (la Universidad proporciona muchas
ilustraciones sobre este fenómeno) en el emprendimiento de
la conquista social del neoliberalismo. La proporción de
los grupos sociales motivados hacia una alianza con las
clases populares se redujo considerablemente, quedando
limitada a algunos grupos "iluminados"
a los que yo mismo pertenezco.
El sufrimiento
de las clases populares no llega al grupo de los gerentes y,
en el plano político, no hay ningún gran partido de
izquierda. En Francia se sabe en lo que convirtió el
Partido Socialista, ganado completamente por la
"globalización", un término para ocultar el
neoliberalismo. Algo similar podría decirse de los demócratas
en Estados Unidos y dejo a ustedes mismos
juzgar la situación de Brasil a ese respecto.
La
vida política
– politiquera – se reduce a la alternancia entre dos
partidos no equivalentes; pero el partido que se dice la
izquierda es incapaz de proponer una alternativa, para no
hablar de su implementación. El voto se reduce a aquello
que nosotros llamamos en Francia el
"voto castigo". La derecha sucede a la
izquierda en España, por ejemplo, porque la izquierda
estaba en el poder durante la crisis; la derecha no tiene,
por supuesto, ninguna capacidad superior
para gestionar la crisis.
JU- Muchos
observadores han hablado de la posibilidad de extinción del
euro. ¿Cree usted que esto puede ocurrir? En su evaluación,
¿cuáles serían los resultados más probables de la crisis
actual?
Gérard Duménil
- Es posible que algunos países salgan
de la zona euro. Esto no resolvería el problema de
la deuda de ellos, que se tornaría todavía impagable después
de la devaluación de la nueva moneda que sustituya al euro.
El problema es la cancelación de la deuda o su adopción
por el Banco central. La crisis de la deuda ha llegado ahora
a los países de Europa Central y será necesario que estos
países tomen conciencia de la amplitud y de la verdadera
naturaleza del problema.
Esto remite a
las características de lo que llamamos "la tercera
fase de la crisis". ¿Cuáles políticas serán tomadas
frente a una nueva recesión? ¿Cómo será gestionada la
crisis en Italia y luego en Francia? ¿Cómo Alemania
responderá a la presión de los "mercados" (las
instituciones financieras internacionales)? Una cosa es
cierta: estas deudas no pueden ser pagadas, lo que exige la
transferencia de ellas fuera de los bancos o una fuerte
intervención en su gestión.
Ahora, el
punto fundamental es la voluntad de los gobiernos de los países
más poderosos de Europa, especialmente de Alemania, para
fortalecer la integración Europea (en lugar de reventar la
zona euro), que se opone a la voluntad de
“desglobalizacion"
de algunos.
Ese debate esconde la cuestión central: ¿Cuál Europa? Una
Europa de las clases altas o la de un nuevo compromiso de
izquierda.
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