Irán,
la Tercera Guerra Mundial y
el Emperador Desnudo
Por
Ernesto E. Kaizer
El
País, Madrid, 04/12/07
He
aquí una gran historia. Es lo que acaba de ocurrirle a
George W. Bush. No tiene precedentes. Hace pocas semanas,
exactamente el 17 de octubre, el presidente de Estados
Unidos volvió a referirse a uno de sus temas favoritos de
los últimos cuatro años: Irán. "Lo único que digo
es que si queremos evitar la III Guerra Mundial debemos
interesarnos en prevenir que [Irán] tenga los conocimientos
necesarios para fabricar un arma nuclear". Más tarde,
volvió Bush a defender este planteamiento.
Mira
por dónde, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y los
otros 15 servicios de inteligencia de Estados Unidos han
hecho público ayer un nuevo y más preciso informe sobre Irán.
Podría titularse así: donde dije digo, digo Diego.
El
régimen de Teherán, dice el amplio y profundo informe de
inteligencia, dejó de interesarse en acceder a la tecnología
para fabricar armas nucleares en 2003.
¿No
lo sabía Bush cuando el 17 de octubre y días siguientes
habló de frenar la III Guerra Mundial?
Pues
sí lo sabía. Todos los informes relevantes de la comunidad
de inteligencia –y éste nuevo lo es, porque es el punto
de vista no de la CIA sino de las 16 agencias de
inteligencia– son elevados con anterioridad a su
desclasificación al presidente de los Estados Unidos.
El
asesor de Seguridad Nacional, Stephen Hadley, ha reconocido
al hacerse público el informe, ayer lunes 4 de diciembre,
que las conclusiones del documento se le anticiparon al
presidente Bush "en agosto o septiembre" pasados.
Es decir, que Bush habló de la III Guerra Mundial sabiendo
que Irán, según el nuevo informe, había frenado su
programa nuclear en 2003.
Aunque
los supuestos del nuevo informe deberían ser sometidos a
debate, lo cierto es que coinciden con los argumentos que
durante estos años ha sostenido el director general del
Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), según
los cuales Irán no representaba ninguna amenaza inmediata y
que estaba por determinar si realmente el enriquecimiento de
uranio que venía impulsando estaba destinado a la fabricación
de armas atómicas o fines pacíficos, como defiende el régimen
de Teherán.
Pero
aparte de desnudar la política agresiva y belicista sin
fundamentos de Bush, el nuevo informe conocido el pasado
lunes arroja luz sobre otros dos procesos.
El
primero es interno, es decir, afecta a Estados Unidos. La
CIA, bajo el director George Tenet, y los demás servicios
de inteligencia sirvieron en bandeja a Bush lo que éste
requería, entre septiembre de 2002 y marzo de 2003, para
justificar la guerra de Irak. Una guerra fijada de antemano
y justificada más tarde con datos falsos. Ello condujo a
varios informes del Senado norteamericano en los cuales la
CIA y los servicios aparecieron como los malos de la película
que condujeron a un presidente inexperto de hocico hacia la
invasión de Irak.
Ahora
estos mismos servicios parecen querer curarse en salud. Es
decir: que si Bush, el vicepresidente Richard Cheney y otros
halcones, deciden antes de abandonar la presidencia, a
primeros de 2009, lanzar un ataque contra Irán, no puedan
usar los informes como excusa o pretexto. "No en mi
nombre", vienen a decir los 16 servicios de
inteligencia.
El
segundo proceso a tener en cuenta es que la afirmación de
los servicios de EE UU de que Irán estaba a un paso de
producir la bomba atómica ha sido el puente para
reconstruir las maltrechas relaciones entre la Unión
Europea y EE UU tras los enfrentamientos en el Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas en el umbral de la guerra de
Irak, en febrero y marzo de 2003.
Toda
la política europea ha tendido a seguir a Bush y a
mostrarle que le acompañarían en la presión sobre Irán,
sanciones incluídas.
La
expresión más grotesca la ha protagonizado Bernard
Kouchner, el ex socialista ministro de Asuntos Exteriores de
Francia, quien el 16 de septiembre pasado llegó al extremo
de declarar respecto a la situación de Irán que
"Francia tiene que estar preparada para lo peor, que es
la guerra".
Cuatro
años de política belicista contra Irán basada en un
presupuesto que, como en el caso de Irak, se ha revelado
falso. Y ahora reconocido por los mismos que han sostenido
que Irán estaba a punto de conseguir el arma nuclear.
El
emperador Bush, pues, ha quedado al desnudo y la ausencia de
una política europea independiente, pues también.
La
política de Bush contra Irán se ve socavada por la
estimación de sus servicios de espionaje
Falta
de inteligencia
Editorial
de El País, Madrid, 05/12/07
La
llamada inteligencia estadounidense se ha desdicho de sus
valoraciones de dos años atrás para afirmar ahora que Irán
abandonó su programa de armas nucleares en el otoño de
2003, debido a la presión internacional. Hay algo extraño
en este viraje, pero hay que recordar que Irán, a pesar del
enfrentamiento, colabora con EE UU para pacificar Irak. Y
bienvenido sea que Washington se quede sin argumentos para
lanzarse en una nueva y peligrosa guerra.
El
cambio en la Estimación Nacional de Inteligencia (NIE),
elaborado por los 16 principales centros de espionaje de
Estados Unidos, el mismo foro que avaló la afirmación de
que Irak poseía armas de destrucción masiva, requiere una
explicación a fondo por parte de la Casa Blanca. Al menos
abre la puerta a la rectificación de la retórica y de la
política hacia Irán que algunos demócratas reclaman,
junto a una mayor acción diplomática, a la Administración
republicana. Una rectificación que Bush no quiso ayer hacer
al afirmar que el informe le da la razón y que Irán sigue
siendo una amenaza, aunque le será más difícil ahora
sacar adelante nuevas sanciones internacionales.
Lo
importante es que los servicios norteamericanos han pasado
de juzgar las intenciones de Teherán a valorar sus
capacidades. Las conclusiones de la NIE, junto a las del
Organismo Internacional de la Energía Atómica, indican que
Irán engañó al tener un programa secreto durante varios años
pero que hoy, pese a sus centrifugadoras, nada prueba que
ande embarcado en obtener la bomba, lo que no significa que
haya renunciado a adquirir los conocimientos para un día
poder fabricarla. Naturalmente, Irán ha acogido bien esta
noticia, que supone un respiro para el presidente
Ahmadineyad. Pero no algunos dirigentes de Israel, país
nuclearizado, que siguen viendo en Irán el mayor peligro.
Quien
ha quedado desarmado es el gran y último halcón, el
vicepresidente de EE UU, Richard Cheney, pues hace ya algún
tiempo que Bush, el Pentágono y el Departamento de Estado
han girado hacia un nuevo realismo, abandonando el
pensamiento neocon. Si la NIE está en lo correcto, es un
triunfo de la diplomacia, que han ejercido esencialmente los
europeos, aunque luego saquen bien poco fruto de sus
resultados.
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