¿Qué
va a cambiar?
La
elección presidencial estadounidense
Por
James D. Cockcroft
La
Jornada, 24/05/08
El
gobierno de George W. Bush, cada vez más impopular, se
encuentra en una situación bastante desesperada. La próxima
elección no cambiará esa situación y tiene posibilidades
de hacerlo aún peor. John Habrá otras Guerras
McCain es más guerrero que Bush, mientras las promesas de
Barack Bombardearé Pakistán Obama y Hillary Aniquilaré
Irán Clinton de retirar las tropas de Irak son engañosas.
Obama y Clinton están de acuerdo con la posición de su
partido en el Congreso que deja abierta la opción de
mantener docenas de miles de tropas en Irak por muchos años.
Obama
y Clinton aceptan las doctrinas de la guerra contra el
terrorismo. Ambos han votado en el Congreso en favor de la
agenda Bush/Cheney en términos de los presupuestos por
“la defensa” y las guerras. También han votado la línea
Bush/Cheney en cuanto a la tortura, el espionaje interno y
otras violaciones de derechos civiles. Sus consejeros tienen
fuertes vínculos con los oficiales militares más guerreros
e incluyen halcones como Zbigniew Brzezinski y Anthony Lake
por Obama y Madeleine Albright, Sandy Berger y Richard
Holbrooke por Clinton.
Por
su parte, McCain tiene de consejeros a criminales de guerra
como Henry Kissinger y el general Colin Powell, autor del
informe de 2004 de la Comisión para Asistir una Cuba Libre
que propone un “cambio de régimen”, una verdadera
declaración de guerra contra el pueblo cubano.
Aunque
Obama a diferencia de McCain y Clinton está dispuesto a
encontrarse con líderes cubanos, la política de los tres
acerca de América Latina es casi igual. Dicen que los
gobiernos de Cuba y Venezuela no son democracias sino
dictaduras, y habrá que cambiarlos.
Los
tres candidatos están de acuerdo que los TLC son
fundamentalmente buenos, aunque habrá que poner atención a
las cuestiones del ambiente y derechos laborales, la misma línea
del presidente Bill Clinton cuando empujó y defendió el
TLC con México y Canadá.
Es
evidente que los políticos en Estados Unidos no tienen gran
interés en América Latina, excepto la urgente necesidad de
recursos petroleros, energéticos, y naturales, incluso el
recurso de la mano de obra y los cerebros de los
inmigrantes. Para Estados Unidos, los únicos big players
al sur del “muro de la vergüenza” son México,
Venezuela y Brasil, debido principalmente a sus grandes
fuentes de energía.
En
el sistema político estadounidense hay poca democracia y
mucha corrupción. Ya existe una tradición de compra de
votos; de computadoras que se manipulan fácilmente; de la
injusta tabulación de votos en estados sin ganadores claros
como Ohio y Florida; de no permitir que voten miles de
personas “de color”, y de un sistema judicial que
favorece la agenda conservadora y hasta decide quién es
elegido presidente, como ocurrió en 2000.
Potencialmente
los latinos constituyen una décima parte de los votantes,
pero es difícil para muchos de ellos llegar a los lugares
de votación. Se dice que más de un medio millón de las
aplicaciones para la ciudadanía de inmigrantes no estarán
procesados a tiempo para la elección.
Más
de 20 estados ya requieren papeles de identificación que
millones de personas no tienen. Todo esto favorece a
votantes más ricos, blancos y conservadores. Por eso
–entre otras razones como el pequeño número de votantes
el día de la elección y entre ellos el gran número de
gente vieja y de personas creyentes en un cristianismo
fundamentalista– hay muy buena chance que McCain sea el próximo
presidente a pesar de su programa más bushiano que el de
Bush.
La
única esperanza para cambios reales en las políticas de
los gobiernos de Estados Unidos está en los relativamente débiles
movimientos antiguerra, antirracista y antisexista, incluso
en el de inmigrantes. Muy significativo es el creciente
movimiento antiguerra de soldados y veteranos de Irak y sus
familias, que no recibe ninguna publicidad en los medios.
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