Y el vencedor es... ¡el Lobby de
Israel!
Por Pepe Escobar (*)
Asia
Times, Hong Kong, 03/06/08
Rebelión, 04/06/08
Traducido por Germán Leyens
Están todos presentes – y listos
para celebrar. Los tres candidatos presidenciales de EEUU
– John McCain, Hillary Clinton y Barack Obama. La señora
presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi. La mayoría de los
senadores de EEUU, y virtualmente la mitad del Congreso de
EEUU. La esposa del vicepresidente Dick Cheney. Lynne. La
Secretario de Estado Condoleezza Rice. El asediado primer
ministro israelí Ehud Olmert. Y una multitud de pesos
pesados políticos y académicos judíos y no–judíos,
entre los 7.000 participantes.
Un tal poder electrizante, una
semejante versión de los Oscar en Washington, es una
cualidad exclusiva del AIPAC –el Comité Estadounidense
Israel de Asuntos Públicos, el actor crucial en lo que
generalmente es conocido como el lobby de Israel, que
realiza esta semana en Washington su Conferencia Política
anual, en la que presentarán conferencias la mayoría de
las personas de influencia–.
Pocos libros en los últimos años han
sido tan explosivos o controvertidos como “The Israel
Lobby and US Foreign Policy” [El lobby de Israel y la política
exterior de EEUU], escrito por Stephen Walt de la
Universidad Harvard y John Mearsheimer de la Universidad de
Chicago, publicado en 2007. En esa obra, los profesores Walt
y Mearsheimer argumentaron el caso del lobby israelí no
como “una cábala conspirativa que ‘controla’ la política
exterior de EEUU”, sino como un grupo de intereses
extremadamente poderoso, compuesto de judíos y no judíos,
una “coalición amplia de individuos y organizaciones que
trabajan incansablemente por mover la política exterior de
EEUU en la dirección de Israel.”
Walt y Mearsheimer también expusieron
el argumento crucial de que “cualquiera que critique las
acciones de Israel o diga que los grupos pro–Israel tienen
una influencia significativa sobre la política de EEUU en
Oriente Próximo enfrenta una buena probabilidad de ser
calificado como antisemita.” Cualquiera, en realidad, que
“diga que existe un lobby israelí” también corre el
riesgo de ser acusado de antisemitismo.
Todos los candidatos en la Cámara
dicen sí
El candidato presidencial republicano
McCain abrirá la francachela del AIPAC de este año;
Clinton y Obama la cerrarán el miércoles. El veredicto de
Walt y Mearsheimer sobre las amistades peligrosas entre
candidatos presidenciales y el AIPAC sigue siendo
incuestionable. “No es probable que alguno de los
candidatos critique a Israel de alguna manera significativa
o sugiera que EEUU debería seguir una política más
equitativa en la región. Y es probable que los que lo hagan
queden al borde de la ruta.”
Veamos lo que dijo en febrero Clinton
en una reunión del AIPAC en Nueva York: “Israel es un
fanal para lo que es justo en un vecindario ensombrecido por
los males del radicalismo, el extremismo, el despotismo y el
terrorismo.” Un año antes, Clinton estaba a favor de
sentarse y hablar con la dirigencia de Irán.
Y veamos lo que Obama dijo en marzo en
una reunión del AIPAC en Chicago; no hay una sola
referencia a los “sufrimientos” de los palestinos, como
lo había hecho durante la campaña en marzo de 2007. Obama
también dejó en claro que no haría nada por alterar la
relación EEUU–Israel.
No es sorprendente que el AIPAC sea
considerado por la mayoría de los miembros del Congreso de
EEUU como más poderoso que la Asociación Nacional del
Rifle o la Federación Estadounidense del Trabajo (AFL) y el
Congreso de Organizaciones Industriales (CIO).
El AIPAC tiene raíces sionistas explícitas.
Su fundador, "Si" Kenen, fue jefe del Consejo
Sionista Estadounidense en 1951. Fue reorganizado como lobby
estadounidense – el Comité Sionista Estadounidense para
Asuntos Públicos – en 1953–1954, y luego rebautizado
AIPAC en 1959. Bajo Tom Dine, en los años setenta, fue
convertido en una organización de masas, con más de 150
empleados y un presupuesto actual de hasta 60 millones de dólares.
Dine fue removido posteriormente por no ser considerado
suficientemente agresivo.
La dirigencia máxima – en su mayoría
antiguos presidentes del AIPAC – es siempre más belicista
respecto a Oriente Próxima que la mayoría de los
estadounidenses judíos. El AIPAC sólo abandonó su oposición
a un Estado palestino – sin apoyarlo – cuando Ehud Barak
llegó a ser primer ministro de Israel en 1999.
El AIPAC mantiene una relación muy
estrecha con una serie de ‘think–tanks’ influyentes
como el Instituto de la Empresa Estadounidense, el Centro
para la Política de Seguridad, el Instituto Hudson, el
Instituto Judío para Asuntos de Seguridad Nacional, el Foro
de Oriente Próximo, el Proyecto para un Nuevo Siglo
Estadounidense (PNAC) y el Instituto Washington para Política
de Oriente Próximo. Los neoconservadores esparcidos en
estos ‘think–tanks’ pueden ser considerados como un
microcosmo del lobby favorable a Israel – Judíos y no judíos.
(Es importante recordar que Richard Perle, Douglas Feith,
David Wurmser y cinco otros neoconservadores redactaron el
infame documento “Un cambio limpio” [A Clean Break: A
New Strategy for Securing the Realm] dirigido a Benjamin
Netanyahu en 1996 – el supremo mapa de ruta para un cambio
de régimen incondicional en todo Oriente Próximo.
La casa construida por AIPAC
AIPAC en el Congreso de EEUU es
ciertamente una fiera salvaje. El ex presidente Bill Clinton
lo definió como “sorprendentemente efectivo.” El ex
presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich,
lo calificó de “el grupo de interés general más
efectivo en todo el planeta.” El New York Times lo llama
“la organización más importante respecto a la relación
de EEUU con Israel.” El asediado primer ministro israelí
Ehud Olmert, antes de su implicación en un escándalo de
corrupción, dijo: “Gracias a Dios tenemos al AIPAC, el
mayor partidario y amigo que tenemos en todo el mundo.”
AIPAC mantiene un virtual dominio total
sobre el Congreso de EEUU. Otros críticos del lobby de
Israel, fuera de Walt y Mearsheimer, también sostienen que
el AIPAC impide esencialmente toda posibilidad de un debate
abierto sobre la política de EEUU hacia Israel. Hay que
compararlo con un informe de 2004 del Consejo de Ciencia de
la Defensa del Pentágono según el cual “los musulmanes
no odian nuestra libertad, más bien odian nuestras políticas.”
Más vale no enojar al AIPAC.
Recompensa a los que apoyan su agenda, y castiga a los que
no lo hacen. A fin de cuentas, todo tiene que ver con dinero
– específicamente con contribuciones a las campañas
electorales. De 2000 a 2004, según el Washington Post, los
mandamases de AIPAC contribuyeron un promedio de 72.000 dólares
cada uno a campañas electorales y comités políticos. Para
los políticos favorables al AIPAC, el dinero llueve en todo
EEUU.
Cada miembro del Congreso de EEUU
recibe el periódico informativo bisemanario del AIPAC, el
“Near East Report”. Walt y Mearsheimer subrayan que los
miembros del Congreso y su personal “normalmente se
vuelven hacia AIPAC cuando necesitan información: Piden a
AIPAC que redacte discursos, que trabaje para preparar
legislación, que aconseje respecto a tácticas, que
investigue, que reúna co–patrocinadores y reúna
votos.”
Hillary Clinton aprendió hace tiempo
que no debe molestar a AIPAC. Clinton solía apoyar un
Estado palestino en 1998. Incluso abrazó a Suha Arafat, la
esposa de Yasir, en 1999. Después de numerosas reprimendas,
se convirtió repentinamente en una vigorosa defensora de
Israel y, años más tarde, apoyó de todo corazón la
guerra de Israel contra Hezbolá en el Líbano en 2006. Es
posible que Clinton haya recibido la parte principal de las
donaciones judías estadounidenses para su campaña
presidencial de 2008.
Rice también aprendió los hechos en
el terreno. Trató de reiniciar el eternamente moribundo
“proceso de paz” cuando visitó Oriente Próximo en
marzo de 2007. Antes del viaje, recibió una carta de AIPAC
firmada por no menos de 70 senadores, diciéndole que no
hablara con el nuevo gobierno palestino de unidad hasta que
“reconozca a Israel, renuncie al terror y acepte respetar
los acuerdos palestino–israelíes.”
AIPAC e Iraq
Se ha puesto relativamente de moda que
algunos miembros del lobby israelí nieguen toda participación
en la preparación para la guerra contra Iraq. Pero poca
gente recuerda lo que el director ejecutivo de AIPAC, Howard
Kohr, dijo al New York Sun en enero de 2003: “El cabildeo
silencioso del Congreso para que aprobara el uso de la
fuerza en Iraq fue uno de los éxitos del AIPAC durante el
pasado año.”
Y en un perfil en el New Yorker de
Steven Rosen, director de política del AIPAC, durante en el
período previo a la guerra contra Iraq, se señaló que
“AIPAC cabildeó al Congreso a favor de la guerra en
Iraq.”
Hay que compararlo con un estudio de
Gallup en 2007, basado en 13 sondeos diferentes, según el
cual un 77% de los judíos estadounidenses se opusieron a la
guerra de Iraq, en comparación con un 52% de los
estadounidenses en general.
Walt y Mearsheimer afirman que “la
guerra se debió en gran parte a la influencia del lobby, y
especialmente de su ala neoconservadora. El lobby no es
siempre representativo de la comunidad en general por la que
frecuentemente afirma que habla.”
AIPAC e Irán
Ahora es la hora de Irán. Walt y
Mearsheimer afirman que “el lobby lucha para impedir que
EEUU dé marcha atrás y busque un acercamiento con Teherán.
En su lugar, sigue promoviendo una política cada vez más
antagónica y contraproducente.” No difiere en mucho del
asediado Olmert, quien dijo a la revista alemana Focus en
abril de 2007 que “bastarían 10 días... y 1.000 misiles
crucero Tomahawk” para detener el programa nuclear de Irán.
Una medida del poder de Walt y
Mearsheimer para afectar reputaciones es que los círculos
dominantes sionistas tuvieron que sacar a relucir toda su
artillería pesada para refutar una y otra vez sus
argumentos.
Walt y Mearsheimer no son ideólogos.
Son profesionales de la política de la realidad – que se
sienten en su terreno en los altos círculos dominantes de
la política exterior de EEUU. Tal vez el aspecto más
fascinador de su libro sea que presentaron cuatro puntos que
los círculos gobernantes nunca mencionan en público.
Esencialmente son:
EEUU ha ya ganado sus principales
guerras en Oriente Próximo, contra el nacionalismo laico árabe
y contra el comunismo, y ya no necesita tanto a Israel.
Israel es ahora tanto más poderoso que
todas las naciones árabes combinadas que puede cuidarse a sí
mismo.
El apoyo incondicional para Israel,
independientemente de sus vergonzosos actos, daña los
intereses de EEUU, desestabiliza a regímenes pro–EE.UU
como el de Hosi Mubarak en Egipto y del rey Abdullah en
Jordania, y hace el juego de los radicales salafíes–yihadistas.
Librar las guerras de Israel por su
cuenta es el método más seguro para conducir al colapso
del poder de EEUU en Oriente Próximo.
Parece que Walt y Mearsheimer tampoco
aceptan que el petróleo, y la rivalidad con Rusia y China,
también hayan jugado un papel crucial en el motivo por el
que EEUU se lanzó a la guerra en Iraq y podría atacar a Irán
en el futuro cercano. En todo caso, sólo gente informada
como ellos – con credenciales inatacables en los círculos
dominantes – podrían haber comenzado, a los niveles más
altos del debate público, una discusión seria del
pro–sionismo extremo en la vida pública y política de
EEUU.
Mientras tanto, el poder del lobby
parece inexpugnable.
En marzo de 2007, el Congreso de EEUU
trató de agregar una provisión a una ley de gastos del
Pentágono que habría exigido que el presidente George W
Bush obtuviera aprobación del Congreso antes de atacar a Irán.
AIPAC se le oponía enérgicamente – porque consideraba
que la legislación “sacaría de la mesa” la opción
militar. La provisión fue liquidada. El congresista Dennis
Kucinich dijo que se debió al AIPAC.
AIPAC armó un lío en 2002, cuando el
tema de la reunión anual fue “EEUU e Israel firmes contra
el terror.” Todos atacaron al mismo tiempo a Arafat, Osama
bin Laden, Sadam Husein, al talibán, Hamas, Hezbolá, Irán
y Siria – igual como en la carta del PNAC a Bush en abril
de 2002 en la que se afirmaba que Israel también combatía
a un “eje del mal” junto con EEUU.
Durante la francachela del AIPAC en
2004, Bush recibió 23 ovaciones de pie al defender su política
hacia Iraq. El año pasado, la estrella fue Cheney, al
justificar la “oleada” de las tropas en Iraq. Pelosi
estuvo presente, como se debe. Pero fue el pastor John
Hagee, cuyo apoyo fue rechazado recientemente por McCain,
quien hizo su agosto – a pesar de que Hagee sostiene que
el “antisemitismo es el resultado de la rebelión de los
judíos contra Dios.”
Sobre Irán, fue Hagee quien
definitivamente marcó las pautas: “Es 1938; Irán es
Alemania y [el presidente Mahmud] Ahmadineyad es el nuevo
[Adolf] Hitler. Debemos detener la amenaza nuclear de Irán
y estar osadamente junto a Israel.” Recibió múltiples
ovaciones de pie. McCain puede estar seguro de que recibirá
el mismo trato este año – y ciertamente no le será difícil
mantener el mismo mensaje.
(*) Pepe
Escobar es autor de “Globalistan: How the Globalized World
is Dissolving into Liquid War” (Nimble Books, 2007) y de
“Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the
surge.”
Obama
en la reunión de la AIPAC
Los
palestinos quedaron indignados
Democracy
Now!, 04/06/08
En
su primer día como el presunto candidato demócrata, el
senador Barack Obama viajó a Washington para hablar en la
reunión del Comité de Asuntos Públicos
Estadounidense–Israelí (AIPAC), el principal organismo
del lobby sionista en EEUU.
El
senador Obama dijo: “Seré claro. La seguridad de Israel
es sacrosanta. No es negociable. Los palestinos necesitan un
Estado contiguo y unido, y eso les permitirá prosperar,
pero cualquier acuerdo con el pueblo palestino debe
conservar la identidad de Israel como un Estado judío con
fronteras seguras, reconocidas y defendibles. Jerusalén
seguirá siendo la capital de Israel, y debe permanecer
unida”.
Al
Jazeera informa que los comentarios de Obama indignaron a
muchos palestinos que ven al territorio ocupado de Jerusalén
Oriental como parte de un futuro Estado palestino. El
principal negociador palestino, Saeb Erekat, dijo: “Esto
es lo peor que nos ha sucedido desde 1967… Le ha dado
argumentos a los extremistas de toda la región”.
En
Estados Unidos, el candidato presidencial independiente
Ralph Nader criticó a Obama por no mencionar el desastre
humanitario de Gaza provocado por el bloqueo israelí. El
portavoz de Hamas Sami Abu Zuhri también criticó el
discurso de Obama.
Sami
Abu Zuhri dijo: “Estas declaraciones demuestran que hay un
acuerdo absoluto entre los dos partidos estadounidenses, el
Demócrata y el Republicano, para apoyar la ocupación
israelí a costa de los derechos de los árabes y los
intereses palestinos. Y estas declaraciones acaban con toda
esperanza de que haya algún cambio en la política exterior
estadounidense en lo que refiere al conflicto árabe–israelí”.
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