Reflexiones
en torno a las falsas esperanzas de que Obama representará
una
"nueva política" de los EEUU hacia el resto
del mundo
Obama
y América Latina: ¿el imperialismo amigable?
Por
José Antonio Gutiérrez
Kaos
en la Red, 06/06/08
Con
la nominación oficial de Obama como el candidato demócrata
en las próximas elecciones presidenciales de los EEUU, hay
muchos que ya están saltando en una pata, esperanzados en
el fin de la política exterior agresiva e imperialista
norteamericana[1]. Un sabio refrán popular dice que no
importa el color del gato, siempre y cuando cace los
ratones. Dando la espalda a la sabiduría popular, no pocos
en la izquierda latinoamericana son los que están
ilusionados con Obama, quien es casi seguro que sucederá a
Bush en su poltrona en la Casa Blanca.
Adivina
buen adivinador ¿cuál es la diferencia entre un demócrata
negro y un republicano blanco?
“Es
que es un candidato negro”, nos dicen. Como si la
presencia de un –¡1!– negro en medio de un entramado
político institucionalmente racista fuera a hacer alguna
diferencia para los inmigrantes y las comunidades en los
ghettos norteamericanos. Ya Obama, por lo demás, ha sido
forzado a distanciarse de su pastor, Jeremiah Wright, que
denunciaba el racismo institucional norteamericano y a
abrazar de lleno la alicaída tesis de “la tierra de las
oportunidades”. Al ser Obama un negro con raíces
recientes en el continente africano, y por tanto, al ser un
ente alienígeno en las esferas tradicionales del poder en
los EEUU, recae sobre él una presión que no recae sobre
ninguno de sus adversarios políticos por demostrar que
efectivamente se merece la confianza de la plutocracia
yanqui. Y le toca, entonces, adherir a los valores y al
proyecto del American Way con un fervor mayor que cualquiera
de sus predecesores. Con el fanatismo propio de quien
recientemente se ha convertido a una religión, entrega a su
entorno pruebas de su credo que no precisa de otorgar quien
ha nacido en la fe.
También
hay quienes creen que el color de la piel, por algún
curioso efecto intelectual y emotivo producido por la
melanina, sensibilizaría al potencial jefe de Estado yanqui
sobre el sufrimiento en el Tercer Mundo y en las
“neo–colonias” del país del dólar. ¿Ha significado
acaso la presencia de Condolezza Rice algún cambio en la
política de EEUU hacia Medio Oriente o América Latina? Si
algún cambio ha habido, podríamos decir, sin vacilar, que
ha sido para peor. ¿Evitó la presencia de Colin Powell en
el gobierno de Bush la implementación del Plan Colombia o
la invasión de Afganistán e Irak?
“Es
que es un demócrata”, nos dicen. ¿Se olvidan que fue el
demócrata Kennedy quien impulsó la invasión de Bahía
Cochinos y que fue él quien, aplicando la teoría de la
zanahoria y del garrote, impulsaba el bluff desarrollista de
la Alianza para el Progreso a la vez que ajustaba la
implementación de la doctrina de “Seguridad Nacional”?
¿Se olvidan de que fue Clinton quien bombardeó Irak (1998)
y Somalia (1994)? Esto para no mencionar todos los
criminales desaciertos en los Balcanes… ¿Se olvidan del
embargo criminal que Clinton impuso sobre Irak, el cual, según
cifras de UNICEF, costó la vida al menos a 500.000 niños?
¿Se olvidan de que fue Clinton quien comenzó con la retórica
de las armas de destrucción masiva en Irak?
Obama y el (Old) New World Order
Obama
es un crítico de la invasión de Irak, es cierto, pero
tampoco plantea la desocupación, sino que sencillamente la
reducción del número de efectivos militares para asegurar
la lealtad del régimen a Washington, para “entrenar” al
ejército iraquí y “para combatir la amenaza de
Al–Qaeda”[2]. Su principal crítica sobre la actual
ocupación de Irak es de forma, no de fondo; no dice relación
ni con el costo humano que ha tenido sobre el pueblo iraquí,
ni mucho menos cuestiona la lógica voraz de los intereses
petroleros tras ella, sino el elevado costo económico que
representa para el presupuesto de los EEUU. Tal parece que,
cuando se trata de Irak la diferencia entre demócratas y
republicanos es más bien cuantitativa que cualitativa. Al
parecer, la presencia de una guardia pretoriana yanqui en
Irak está garantizada perpetuamente…
Respecto
a la cuestión palestina, también Obama ha sido bien claro:
en un mensaje en Marzo, criticaba la visión que “ve al
conflicto en el Medio Oriente como un conflicto causado
primordialmente por las acciones de incondicionales aliados
como Israel, en lugar de originarse en la ideología
perversa y llena de odio del islamismo radical”[3]. ¿Cuál
es la diferencia entre su visión de la problemática del
Medio Oriente y la visión de los halcones del Pentágono?
Al igual que Bush, no “ve” la relación entre el
conflicto palestino y esos “pequeños” detalles como son
la ocupación de Palestina, el terrorismo del Estado de
Israel (estado fundado por lo demás en el desplazamiento
forzado y en la violenta expropiación de los palestinos de
sus tierras), el racismo institucionalizado en un sistema
semejante al apartheid sudafricano y peor que éste en
muchos aspectos, o el estrangulamiento de Gaza. O si los ve,
se hace el bobo.
Pero,
¿y qué hay de sus posiciones hacia América Latina? Es él
mismo quien se ha encargado de dejar en claro cuál será su
programa hacia Latinoamérica, el cual comienza como una crítica
hacia la política de Bush. “Hemos desviado nuestra atención
de América Latina. Toda nuestra contribución a América
Latina es de U$2.700 millones, aproximadamente, la cantidad
de dinero que gastamos en Irak en tan sólo una semana. No
debemos, entonces, sorprendernos de que gente como Hugo Chávez
o de que países como China ocupen ese vacío, cuando hemos
sido negligentes”.[4]
¿Una
nueva Alianza para el Progreso? ¿Lo necesitamos? ¿Lo
queremos?
¿Qué
nos ofrece a los latinoamericanos Obama? Algo quizás peor
que Bush: más intervención, más dominación, más
ingerencia, más muerte. La política del mal menor se
vuelve una cruel paradoja en los aires imperiales que se da
Obama para hablar de su “patrio trasero”. Ahora que los
EEUU están siendo desplazados de los mercados
latinoamericanos por China y por la Unión Europea[5], que
entran pujantemente en la región con sus propios Acuerdos
de Libre Comercio, amen del poder regional emergente de
Brasil (sin olvidarnos del pánico que causan en Washington
los proyectos de unificación regional capitaneados por
Venezuela, los cuales también disputan su hegemonía),
Obama nos echa en cara de que convertirá a nuestro
territorio en un campo de batalla para recuperar hegemonía
y terreno. La competencia por nuestros mercados ya está
echada y sabemos quiénes serán los grandes perdedores sea
cual sea la potencia que gane: nuestros pueblos.
Y
para que no queden dudas sobre sus pretensiones imperiales
sobre Nuestra América, remató una reunión el 23 de Mayo
con la FNCA (Fundación Cubanoamericana) entregando su
programa completo hacia Latinoamérica[6]:
1.
Diplomacia directa con Cuba, aunque manteniendo el embargo;
2.
Plantea su intención de aislar a Venezuela y sus aliados
del resto de la región, en base al argumento de que apoyan
a las FARC–EP;
3.
A las FARC–EP les otorga el estatus de Al–Qaeda en Medio
Oriente: de ser la excusa perfecta para justificar cualquier
clase de intervención en la región. De hecho, plantea que
no permitirá que miembros de esta organización se refugien
más allá de las fronteras colombianas o que regímenes de
la región les apoyen, en una clara continuación del
hostigamiento mediático hacia Ecuador y Venezuela;
4.
Respaldo absoluto al Plan Colombia y al régimen fascista de
Uribe –aunque, de momento, sigue oponiéndose al TLC con
ese país, más que nada, para no defraudar a su propia base
de apoyo en los EEUU que se oponen frontalmente a cualquier
mayor liberalización del comercio con ese país. Habrá que
ver cual sea su posición después de las elecciones;
5.
Incrementar los fondos para el Plan Mérida el cual,
mediante la retórica de la “lucha contra las drogas”
(variante local de la Guerra contra el Terrorismo) no es
sino un nuevo mecanismo de control social sobre América
Latina. Además, prometió ampliar hacia el sur su actual
base de operaciones en México y América Central (¿quizás
hacia el eje andino que corre desde Venezuela hasta
Bolivia?)
O
sea, nada nuevo bajo el sol. Salvo por la profundización y
continuidad de una política agresiva e intervencionista,
tradicional de los EEUU hacia nuestra región, de un
paternalismo trasnochado, el cual en su opinión no es aún
lo suficientemente contundente.
Su
visión hacia Latinoamérica no es diferente a la de Bush
hacia Medio Oriente, solamente que los personajes se adaptan
a las condiciones locales: las FARC–EP reemplazan a
Al–Qaeda, la lucha contra el narcotráfico reemplaza la
lucha contra el terrorismo, Chávez reemplaza a Saddam
Hussein y Venezuela reemplaza a Irán. Los proyectos
regionales independientes de Venezuela, Bolivia y Ecuador,
que se apartan del consenso de Washington, constituyen el
nuevo “eje del mal”.
A
Venezuela la describe como un régimen autoritario, con
diplomacia de chequera y con retórica anti–americana que
repite las “falsas promesas” de “ideologías fallidas
del pasado”[7]. ¿Y qué es lo que Obama nos puede ofrecer
a cambio? Apoyo incondicional a un régimen autoritario como
el de Uribe[8], diplomacia de los dólares –más
intervención económica, ofertas de microcréditos y otras
inmundas limosnas para incrementar la dependencia– y
promesas vacías de ideologías fallidas como el Consenso de
Washington. Su retórica, de hecho, está impregnada de la añeja
Doctrina de Seguridad Nacional, y en su intento por
recalentar programas intervencionistas fracasados llama,
textualmente, a una Nueva Alianza para las Américas[9], que
se parece sospechosamente al desacreditado fiasco de la
“Alianza para el Progreso” impulsada por Kennedy en los
’60.
Obama go home!
Es
natural que Obama recrudezca la política imperialista hacia
América Latina: mal que mal, él sabe que se está haciendo
cargo de un barco que se hunde, de un imperialismo
empantanado en problemas políticos, económicos y
militares. La profundidad de la crisis norteamericana no es,
esta vez, fruto de los deseos alucinados de algunos cuantos
izquierdistas utópicos –magnates como Soros y economistas
como Stiglitz se han convertido en los principales profetas
de la crisis. Y todo imperio en crisis recrudece su
violencia, de la misma manera en que una persona que se
ahoga da manotazos ciegamente tratando de mantenerse a
flote. De igual manera, Obama ya ha comenzado sus amenazas
en contra de Venezuela y de Irán.
Todo
proyecto agotado precisa remozar su imagen, darse ciertos
aires de renovación para ocultar su extenuación. Es este
agotamiento del American Way el cual ha permitido que ocurra
lo impensable ¡un candidato negro! El capitán perfecto
para la crisis, un cambio cosmético para que la sustancia
del sistema de dominación se mantenga igual: el
imperialismo no es un asunto de melanina.
Las
políticas imperialistas de los EEUU no es algo que cada
presidente norteamericano decide: es un elemento muy bien
engranado en la estructura estatal yanqui, en las fuerzas
sociales que moldean la vida de esa nación, y la única
fuerza que puede alterar esto es la movilización popular
desde la base. Recordemos algo que frecuentemente olvidamos:
en los EEUU también hay pueblo. De ese pueblo dependen los
cambios. Un presidente norteamericano, a lo más, puede
decidir qué versión del imperialismo es la que aplicará,
si un imperialismo neandertaloide, o un imperialismo de
“consensos” forzados.
No
nos hagamos falsas ilusiones. El imperialismo ni puede ser
reformado, ni puede ser derrotado en las urnas. Será
derrotado en las calles, en los lugares de trabajo, en los
lugares de estudio, en las luchas que libramos por controlar
nuestros recursos y nuestros destinos, que libramos en los
campos y las ciudades, que libramos en todos los espacios.
Es una lucha difícil, pero es la única opción realista.
En
EEUU, ya lo hemos dicho, también hay pueblo. Pero al igual
que la dictadura Salazarista en Portugal cayó por el estímulo
de las luchas anti–coloniales en África (Angola,
Mozambique, Guinea–Bissau), que estimularon el
florecimiento de la “revolución de los claveles”, el
imperialismo norteamericano y su dictadura global caerán
por las luchas anti–coloniales que hoy libramos en Medio
Oriente y en América Latina. Y esa lucha la darán
solamente los pueblos y no tendrán más aliados
incondicionales que su propia solidaridad: si Ayití (Haití),
si Colombia, si América toda, si Palestina, si el Oriente
Medio, esperan que las respuestas a sus hondos problemas
vengan de la Casa Blanca, podrán seguir esperando por los
siglos de los siglos…
Notas:
[1]
Una muestra de optimismo rayana en el delirio es
representada por la siguiente nota periodística
http://espanol.news.yahoo.com/s/ap/080604/latinoamerica/aml_pol_eeuu_elec_latinoamerica
[2]
http://www.barackobama.com/issues/iraq/
http://www.ontheissues.org/Celeb/Barack_Obama_
ar_+_Peace.htm
[3]
http://electronicintifada.net/v2/article9427.shtml
[4]
http://www.ontheissues.org/Celeb/Barack_Obama_War_+_Peace.htm
[5]
http://www.anarkismo.net/newswire.php?story_id=8809
[6]
http://espanol.news.yahoo.com/s/23052008/54/latinoamerica-obama-permitir-viajes-familiares-cuba-
mantendr-embargo-econ-mico.html
http://espanol.news.yahoo.com/s/23052008/54/internacional-obama-considera-necesaria-nueva
-alianza-latinoam-rica.html
http://espanol.news.yahoo.com/s/ap/080523/eeuu/amn_pol_obama_latinoamerica
[7]
http://espanol.news.yahoo.com/s/23052008/54/internacional-obama-considera-necesaria-
ueva-alianza-latinoam-rica.html
[8]
Ver http://www.anarkismo.net/newswire.php?story_id=8977 y
http://www.anarkismo.net/newswire.php?story_id=9006
[9]
http://espanol.news.yahoo.com/s/ap/080523/eeuu/amn_pol_obama_latinoamerica
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