Obama o las suaves maneras del
contraataque
Por Eliades Acosta Matos
Entorno, año 6 N° 52, 23/06/08
Lo
que en rigor enfrenta a los dos candidatos que se disputan
la Presidencia de los Estados Unidos en el 2008, puede ser
resumido así: quieren más o menos lo mismo, pero por
diferentes vías y métodos. Lo demás es cuestión de
matices y lenguaje político.
Ninguno de los dos se cuestiona el
poder hegemónico imperialista sobre el mundo. Su
enfrentamiento llega a la hora de optar por la forma en que
debe ser ejercido: McCain prefiere los métodos
tradicionales y fuertes, el despliegue de fuerzas militares,
las invasiones, los crecientes presupuestos de defensa y
seguridad y el aplastamiento violento de enemigos y
adversarios.
Obama dice entender mejor que su
rival las condiciones cambiantes del mundo moderno, la
complejidad de los desafíos por delante, los nuevos
escenarios mundiales donde su país tendrá que ejercer su
liderazgo y promover sus intereses, por lo que apela a las
reformas, a las que llama "cambio", aunque sabe
bien que no pasarán de afectar la superestructura, sin
llegar jamás a las razones profundas de las desigualdades y
las injusticias, mucho menos a vertebrar un nuevo orden
internacional. Es por ello que sus llamados al diálogo
directo con los gobiernos que considera enemigos, o los métodos
suaves que propugna son fórmulas que buscan maximizar la
eficiencia del sistema, al menor costo posible. Nada más.
Pero de ese enfrentamiento
electoral, a pesar de que, como bien se sabe, tiene en ese
país mucho de show mediático y poca enjundia conceptual,
esta vez si se derivará el diseño del futuro rostro público
del Imperio, el que se deberá escoger entre dos máscaras
posibles: una sonriente, blanda y bonachona, la otra de ceño
duro, adusta y amenazante. La primera disfrutaría de la
novedad del cambio posible, de la potenciación de las
esperanzas, y podría traer un respiro al agobiado sistema
de dominación global, en los albores del Siglo XXI, preparándolo
mucho mejor para la labor de avance hacia las últimas
fronteras de la periferia mundial, sin tener que desgastarse
peligrosamente en guerras eternas, siempre impopulares. La
segunda es más de lo mismo, la cansona continuación de políticas
fracasadas, y cada vez menos eficaces y caras, que han
transparentado en Irak, Guantánamo, Abu Grahib, los vuelos
secretos de la CIA, el Acta Patriótica, etc, los mecanismos
de dominación de un sistema criminal e hipócrita. A su
favor juega la psicología del fortín asediado por nubes de
apaches, que prioriza la defensa a toda costa, y que pospone
cualquier otro razonamiento a la derrota que antes se deberá
propinar a los bárbaros.
"Si yo llego a ser el rostro
visible de la política exterior y el poder en los Estados
Unidos –ha declarado Obama a James Traub, periodista de
The New York Times– tomaré las decisiones estratégicas
con prudencia, y manejaré las crisis, emergencias y
oportunidades en el mundo, de manera sobria e inteligente.
Pienso que si alguien le dice a la gente que tenemos un
Presidente en la Casa Blanca que tiene una abuela viviendo
en una cabaña a orillas del Lago Victoria, y una hermana
medio indonesia casada con un chino–canadiense, ellos
pensarán que ese Presidente debe tener un mayor dominio de
lo que ocurre en nuestras vidas y en nuestro país. Y tienen
razón". (1)
En ese ensayo de James Traub,
publicado por The New York Times el 4 de noviembre del 2007,
se pueden leer algunas de las razones que explican el apoyo
de muchos norteamericanos y gente de otras latitudes a este
candidato demócrata. "Es posible que los partidarios
de Obama crean que su biografía y este ángulo de su visión
puedan ayudar a curar las heridas que nosotros mismo nos
hemos causado por nuestra indiferencia hacia los puntos de
vista de los demás, y por el aislamiento de un Presidente
que se muestra indiferente ante el resto del mundo–
escribió James Traub, concluyendo–En ello radica la
fuerza decisiva de la candidatura de Obama". (2)
Para apoyar su punto de vista,
Traub entrevistó en su ensayo a Joseph S. Nye, el profesor
de Harvard, bien conocido por su teoría del soft y el smart
power (poder suave y poder inteligente). "Obama como
Presidente –declaró Nye– podrá hacer más por el soft
power de los Estados Unidos en el mundo, que lo que hayamos
podido hacer antes." (3)
Alrededor de Obama se han agrupado
figuras relativamente jóvenes y más liberales, que en su
momento apoyaron a Clinton. "Sentimos–han
declarado– que él es quien puede ayudarnos a transformar
la manera en que los Estados Unidos tratan con el
mundo."(4) Ellos reconocen que su manera de analizar
los problemas internacionales no se basa en la simplificación
de sus complejidades, sino en el respeto a ellas, lo cual lo
enfrenta radicalmente a la manera en que ha visto el mundo
el equipo neoconservador que llevó a la Presidencia a Bush.
Pero Obama no despierta sólo admiración y apoyo, sino
también preocupación.
En una entrevista realizada por el
periodista holandés Daan de Wit al escritor norteamericano
Webster Tarpley, autor del libro Obama, the Postmodern Coup,
The Making of the Manchurian Candidate, para la revista Deep
Journal, este realizó un interesante análisis acerca del
entorno del candidato demócrata y su probable supeditación
a figuras que podrían estar tras su candidatura, como son
Joseph S. Nye, Zbigniew Brzezinski y Goerge Soros, todos
vinculados a círculos preocupados por los retrocesos en el
liderazgo global norteamericano, y defensores de un
replanteamiento radical en los métodos de política
interior y exterior de la nación, precisamente, para poder
ejercer tal liderazgo en las nuevas condiciones de nuestra
época. Las sospechas de Webster Tarpley se basan en los
siguientes elementos, según sus declaraciones: (5)
• Obama es la hechura política
de Brzezinki y lleva más de 25 años bajo su
adoctrinamiento directo. "Mi criterio es que Obama fue
reclutado por Brzezinski entre los años 1981, 1982 o 1983,
donde ambos coincidieron como Profesores en la entonces
Columbia University… En sus memorias, Obama elude hablar
de este período, habla del consumo de drogas, pero no dice
nada acerca de la maravillosa Ivy League, de la prestigiosa
elite de la Columbia University, de la que formó parte.
• Entre los que se mueven detrás
de Obama se encuentra Joseph S. Nye, quien representa al
Grupo Bilderberg y es Director para América del Norte de la
Comisión Trilateral, y Brzezisnki, que forma parte de la
misma. El primero ha escrito libros sobre el soft power, que
es de lo que habla Obama. Ellos afirman que no se necesitan
invasiones militares, sino subversión ideológica, guerras
culturales y diplomacia; que lo que se necesita es dividir
al enemigo para conquistarlo. Otros que lo apoyan, desde
estas mismas posiciones son la Ford Foundation, el Council
of Foreign Relations, y la llamada Escuela Económica de
Chicago.
• Brzezinski y su mano derecha,
Samuel Huntigton, han mirado a los neocons y les han dicho:
"Les dimos la teoría del choque de civilizaciones, y
lo que debían haber hecho es haber provocado que unos se
enfrentaran a los otros en los diferentes continentes. La
esencia del imperialismo no es atacar a Irak, sino lanzar a
Irán contra Irak, a Etiopía contra Somalia, a Colombia
contra Venezuela, y a China contra Rusia…”
Independientemente de que Webster
Tapley pueda demostrar o no sus sospechas acerca de la
conexión existente entre Obama y el grupo de políticos y
estrategas que se agrupan alrededor de Brzezisnki, Nye y
Soros, lo cierto es que sus declaraciones públicas, sus
preferencias políticas y sus proyecciones programáticas
apuntan, sin duda alguna, hacia esa dirección. Puede ser
coincidencia, pero a este nivel de la política
norteamericana, las coincidencias inocentes no existen.
Cuando Obama declaró a James
Traub que las figuras de la política exterior
norteamericana que más admiraba eran George C. Marshall,
Dean Acheson y George F. Kennan, especialmente por… “la
manera en que habían resuelto los problemas, escogiendo
siempre otras herramientas diferentes a las militares, que
son muy costosas…" (6), estaba afiliándose a la
llamada escuela realista y pragmática de la política
exterior de su país, precisamente por la que trabajan
personajes como los citados. Obama lo subrayó al reconocer
que respetaba también el grupo que delineó la política
exterior del país durante el primer mandato de Bush Sr,
especialmente a Colin Powell y Brent Scowcroft, este último
uno de los consejeros del CSIS (Center for Strategic &
International Studies), el tanque pensantes de Washington,
del cual son también consejeros Brzerzinski, Carla Hill,
Henry Kisssinger, James R. Schlessinger, Sam Nunn y Richard
Fairbanks, mientras que Richard Armitage, quien fuera el
segundo de Colin Powell, y Joseph S. Nye forman parte de su
Junta de Gobernadores. Precisamente, el CSIS se caracteriza
por abogar por el regreso a una política exterior realista,
o lo que es lo mismo, a una política imperialista que
guarde ciertas formalidades y no abuse de su fuerza militar,
pues la guerra no sólo es costosa, sino también mala para
las relaciones públicas y la prensa.
El 8 de febrero del 2008, bajo los
auspicios del CSIS, fue impartida una conferencia por Bill
Richardson, Gobernador del estado de Nuevo México, titulada
The New Realism and the Rebirth of American Leadership, en
la cual fue moderador el Dr John Hamre, su Presidente. Lo más
interesante de esta conferencia es que en ella fueron
expuestos los puntos programáticos de lo que Richardson
llamó, con toda razón, el enfoque del "Nuevo
Realismo" para lograr que el liderazgo norteamericano
renazca sobre la base de reconocer y afrontar las verdaderas
realidades del mundo en el Siglo XXI. Para ello, una y otra
vez, el conferencista llamó a superar las políticas de
gobierno excesivamente permeadas por la ideología de un
clan dominante, en clara alusión a los desastres que deja
detrás el grupo neoconservador que llevó al poder a Bush.
Es interesante apreciar que
Francis Fukuyama, un desertor de la Nave de los Locos,
antiguo neoconservador militante y teórico del fin de la
historia y la inevitable victoria del capitalismo liberal en
el mundo, apoya también la candidatura de Obama, y ha
expresado, durante su reciente visita a Australia, las
razones que lo hicieron renegar de su antiguo credo:
"Yo me percaté de que muchos
de mis amigos (neocons) dependían demasiado en sus ideas
del hard power, como medio para provocar cambios políticos
en el mundo. Pero los actuales conflictos son muy
complicados y sólo el poder militar convencional no podrá
poner de su lado a otros pueblos… Yo creo que los Estados
Unidos deben reconectarse con el mundo. Para ello el nuevo
Presidente deberá tener unos gestos simbólicos iniciales,
como por ejemplo, cerrar Guantánamo…Debe haber una
completa transformación en la guerra contra el terrorismo.
El sólo hecho de haberla llamado "guerra" le
otorgó un excesivo carácter militar al proceso; debemos
usar más el soft power para promover los intereses de los
Estados Unidos… De los tres candidatos presidenciales,
Obama es el que más promete, en el sentido de cambiar la
política… Necesitamos una política exterior diferente…
Creo que estamos en la recta final del ciclo (político)
generacional que se inició con Ronald Reagan en el 1980,
por lo que ciertas ideas y hábitos deben ser enterradas…
Independientemente de quien resulte electo, la política de
este país va cambiar…”(7)
Mientras los estrategas del CSIS
promueven la candidatura de Obama, claman por un cambio en
la orientación de la política exterior del país,
organizan y lanzan programas para repensar el rol de los
Estados Unidos en el siglo recién iniciado, como Next América,
cuya conferencia cumbre tendrá lugar en enero del 2009,
inmediatamente después de las elecciones presidenciales,
dedican tiempo y dinero a proyectar cómo deben ser las
embajadas norteamericanas del futuro y proponen programas
para el aumento de los intercambios educacionales y
culturales con el mundo, se acerca el momento crucial, el de
las votaciones. Allí no sólo se decidirá quién regirá
el país durante los próximos cuatro años, sino también
si la nación y el mundo, podrán dar piadosa sepultura a
casi tres décadas de desastrosas políticas imperialistas
que, desde la Presidencia de Ronald Reagan y los Programas
de Santa Fé, hasta George W Bush y el Proyecto para un
Nuevo Siglo Americano, del clan neoconservador, han
intentado, sin lograrlo, extender hasta el último rincón
del planeta el dominio imperialista. Este afán, que hoy en
Irak se muestra con toda su criminalidad e impotencia, ha
ensangrentado a todos los continentes, aumentando las
injusticias y desigualdades, la miseria y las humillaciones
que son el caldo de cultivo perfecto, junto a la ignorancia
y la deshumanización, para el auge del terrorismo, y que,
como ya se sabe, no podrá ser vencido mediante respuestas
militares unilaterales.
Lo que está en juego es más que
una victoria de uno de los dos candidatos a la Presidencia:
uno que promueve cambios en los métodos imperiales, y el
otro que promueve la continuación de los tradicionales, por
lo que algunos lo han llamado "el último neocon".
Lo que está en juego no es si las guerras del futuro serán
más culturales y menos mortíferas, sino la propia
supervivencia del sistema imperial, y de la Humanidad en su
conjunto.
Una responsabilidad demasiado
grande para dejarla sólo en las manos del elector
norteamericano.
Notas:
1) James
Traub: “ Is (His) Biography (Our) Destiny?”. The New
York Times Magazine, 4 de noviembre del 2007.
2) Idem.
3) Idem.
4) Idem.
5) Daan de
Witt: “The Men Behind Obama: interview with Webster
Tarpley . 16 de mayo del 2008. En: http: //deepjournal.com
6) James
Traub. Oport Cit.
7) Eleanor
Hall: “The World Today: Fukuyama backs Obama for US
Presidency”, 27 de mayo del 2008. En: http: //www.abc.net.au
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