Empresarios
007
Por
Juan Gelman
Rodelu.net, 29/06/08
Pertenecen
a 26.188 empresas estadounidenses (al 23 de junio), forman
parte de InfraGard, una entidad civil aliada del FBI, con el
que mantienen contactos casi diarios, y su función
declarada es proteger del terrorismo a infraestructuras
electrónicas, bancarias, servicios de emergencia,
hospitales, transporte, sistemas hidráulicos, cadenas
alimentarias, en fin, todo el costado crítico indispensable
para la marcha normal de una nación. Agrupa a 84 organismos
o sucursales en todo el país en contacto permanente que
adoctrinan agentes del FBI designados en cada caso. “La
esencia de esta asociación es compartir información e
inteligencia”, se reitera en su web (www.infragard.net).
Es una organización casi tan capilar como la Iglesia y su
tarea no se diferencia de la que lleva a cabo su socio, el
FBI: espiar a la sociedad civil norteamericana.
InfraGard
se jacta de reunir en sus filas a empresas que operan el 85
por ciento de la infraestructura crítica del país y se
enorgullece de contar, a nivel nacional, con representantes
de 350 de las 500 empresas con mayor capital que la revista
Fortune elenca.
Para ser
aceptado como miembro, cada candidato a ingresar especifica
a qué rama crítica pertenece y el FBI da, o no da, su
visto bueno. Robert Mueller, director del FBI, explicó en
una convención de InfraGard que tuvo lugar en el 2005:
“Ustedes, los del sector privado, están en la primera línea
de defensa”. Contra el terrorismo, desde luego. Instó a
los presentes a comunicarse con el FBI si notaban “alguna
actividad sospechosa o un hecho inusual”, definición que
incluía –dijo– “a los empleados descontentos que
emplearán la competencia adquirida en el trabajo contra sus
empleadores” (//gov.tech.com, 16–8–05). Sic.
Las
declaraciones de Mr. Mueller recuerdan hechos que padecieron
bajo la dictadura militar argentina (1976–1983) los
operarios de grandes empresas como Mercedes Benz. Se ha
probado que sus ejecutivos se sacaban de encima a las
comisiones internas, dirigentes sindicales de base y a los
obreros que protestaban por los bajos salarios y las duras
condiciones de trabajo mediante una práctica fatídica:
pasaban a los militares la lista de esos “empleados
descontentos” y éstos “desaparecían”. Centenares de
miles de trabajadores se desempeñan en las empresas de
InfraGard.
La Unión
Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas
en inglés) ha manifestado su preocupación por semejante
clase de espionaje: “Hay evidencias –dice en su informe
titulado ‘The Surveillance–Industrial Complex’– de
que InfraGard podría formar parte de los servicios de
información y prevención del terrorismo, convirtiendo a
las corporaciones del sector privado –algunas de las
cuales están en condiciones de observar las actividades de
millones de clientes– en ojos y oídos vicarios del FBI”
(www.aclu.org, agosto del 2004). Es notorio en qué consiste
realmente la cruzada “antiterrorista” de W. Bush (léase
Guantánamo o Abu Ghraib). Una directiva presidencial de
mayo del 2007, en la que se subraya la necesidad de que el
sector privado actúe en los casos de emergencia, confirió
estatus legal a InfraGard. Agentes del FBI y del
Departamento de Seguridad Interior adiestran a los
ejecutivos, en grupos de hasta cien, en cómo actuar en esas
situaciones. Tienen permiso para tirar a matar.
Los espías
expertos dicen a los ejecutivos que “cuando (no si) se
declare la ley marcial, nuestra responsabilidad es proteger
nuestra parte de la infraestructura y si usamos para ello
una fuerza letal no podrán procesarnos”, confesó un
miembro de InfraGard al periodista Matthew Rotschild
(www.progressive.org, 7–2–08). InfraGard, por supuesto,
desmintió la información. Pero cuando el periodista
preguntó si era o no cierta a Curt Haugen, director
ejecutivo del S’Curo Group, ex agente de la CIA y miembro
de InfraGard desde hace años, éste contestó: “No puedo
hacer comentarios sobre el tema. Pero como ciudadano
privado, uno tiene derecho a usar la fuerza si se siente
amenazado”. La respuesta no es precisamente oscura.
“Hay que
proteger los intereses de InfraGard cuando se habla con
quienes no son miembros”, se precisa en el web de la
organización. “En entrevistas con miembros de la prensa
–añade–, puede ser difícil presentar la imagen de
InfraGard. Una preparación adecuada para esas entrevistas
puede minimizar el riesgo de la confusión... La conducción
de InfraGard y el representante local del FBI deben revisar
el cuestionario propuesto, acordar el tenor de las
respuestas y designar al más apropiado para responderlas...
Hay que eludir las preguntas sobre cuestiones delicadas.”
Por ejemplo, la del derecho de los empresarios a matar a
quien juzguen necesario si hay estado de sitio. A más de
uno le encantaría ser James Bond.
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