¿El
menos malo?
Por
Juan Gelman
Cubadebate.cu,
11/07/08
Las
bases demócratas más progresistas han empezado a quejarse
de Obama y visitan la desilusión por lo que llaman su
inesperado “giro al centro”. El candidato republicano
John McCain promete ocuparse de la amenaza iraní mediante
“duras sanciones multilaterales fuera del marco de la
ONU” y el demócrata declara que hará “todo lo que esté
a su alcance para impedir que Irán obtenga un arma nuclear.
Todo”. Pareciera que los dos pertenecen al mismo partido o
que el mismo profesional les redacta los discursos. En este
punto, el que gane las elecciones de noviembre presidiría
algo así como el tercer período de Bush.
En
el 2007, Obama votó contra la ley de protección de EE.UU.
que amplía el alcance del espionaje ilegal al que se somete
al propio pueblo norteamericano, siempre en razón de la
sedicente “lucha contra el terrorismo”. A fines del mes
pasado, defendió una reforma de esa ley que sigue otorgando
impunidad en la materia a las empresas de telecomunicaciones
contratadas por la Casa Blanca. A continuación, manifestó
su desacuerdo con el fallo de la Corte Suprema que impide la
aplicación de la pena de muerte a los violadores de niños
y mujeres. En cambio, estuvo de acuerdo con la decisión de
la Corte de derogar la ley que prohibía portar armas en
Washington DC y que contribuyó notoriamente a disminuir los
crímenes en la capital estadounidense. Esto no le ganó el
apoyo de la poderosa Asociación Nacional del Rifle, que
destinará 15 millones de dólares para hacer campaña
contra Obama, pero causó desaliento en ciertas filas demócratas,
por cierto las menos influyentes.
Está
claro que el muy probable candidato demócrata a la
presidencia abandona a un sector de poco peso de su
electorado natural para pulir una imagen centrista que le
atraiga votantes indecisos. No parecería necesario en un país
que padece un gobierno desprestigiado –cuenta con la
disconformidad del 65 por ciento– y el presidente menos
querido de su historia: se ganó la desaprobación del 72
por ciento de los interrogados en una reciente encuesta de
AP–Ipsos. El 76 por ciento estima que EE.UU. se encamina
en la dirección equivocada y ese índice aumenta mes a mes
(www.comcast.net, 19–6–08). “Si pudiera recomenzar mi
vida –decía Groucho Marx–, cometería los mismos
errores, pero antes.”
La
intención de voto favorece hasta ahora a los demócratas
por un 41 por ciento contra el 32 por ciento de los
republicanos y Obama y McCain se han pronunciado por el
intervencionismo en política exterior. Con algunas
diferencias: el primero adoptaría una posición más
realista y pragmática que el segundo, partidario de que las
tropas norteamericanas “permanezcan cien años en Irak si
es necesario”. En este tema la diferencia de posturas es
fundamental: Obama ha reiterado que las retirará en un
lapso de 16 meses. “Siempre escucharé el consejo de los
comandantes en el terreno –declaró–, pero finalmente
soy la persona encargada de tomar las decisiones estratégicas”
(www.político.com, 3–7–08). Ni más ni menos.
Hay
fuertes contrastes en los programas de ambos candidatos en
materia de política interior. McCain es partidario de
privatizar la seguridad social, a lo que Obama se opone
rotundamente. El primero nada quiere saber con el aborto,
excepto en caso de violación o incesto. El segundo
considera que es una cuestión que se debe resolver entre médico
y paciente. El republicano se propone dejar intacto el
actual sistema de salud pública, caro, injusto y
discriminatorio. El demócrata aboga por un sistema de salud
abarcador que sería obligatorio para los niños y
voluntario para los adultos. En la cuestión crucial de la
elección de jueces de la Corte Suprema, McCain la desea más
a la derecha todavía y Obama se inclinará por magistrados
de mente más abierta. Y un asunto central: los impuestos.
El
candidato republicano se manifestó contra la reducción de
los impuestos en el 2003, pero hoy la apoya con fervor,
acepta el déficit que entraña y preconiza un aumento
considerable de los gastos de guerra; todo esto asegurará
un presupuesto deficitario a lo largo de años y años. El
demócrata elevaría los impuestos a las grandes fortunas e
impodría una distribución equitativa de esas cargas.
McCain prefiere la posición de Bush y Obama adopta la
posición demócrata tradicional de favorecer –en cierta
medida– a las clases medias y a los grupos de menores
ingresos. Lo cual explica la contradicción que sufren sus
partidarios progresistas.
El
conocido periodista Jason Rosenbaum, por ejemplo:
“Trabajaré para elegir a Obama porque es el candidato que
probablemente producirá el cambio que quiero. Pero apenas
sea elegido, me convertiré en su crítico para tratar de
que se oriente hacia la izquierda”. “Ni por un segundo
creo que Obama o el Partido Demócrata traerán
necesariamente todo el cambio que necesitamos”, agrega con
escepticismo algo esperanzado (The Huffington Post,
28–6–08). Como tantos otros, Rosembaum votará por el
que considera el menos malo. Nada nuevo bajo el sol.
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