A
pesar de la retórica de “un cambio”, todo indica que
habrá más de lo mismo
Las
posturas de Obama dan un giro hacia la derecha;
protestan sus bases
Por
David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 08/07/08
Nueva
York.– ¿Quién es el candidato que votó en favor del
muro fronterizo, apoya el derecho a las armas de fuego,
desea ampliar el apoyo federal a las iniciativas sociales
religiosas, favorece la pena de muerte, advierte que la
mayor amenaza al mundo es un Irán con armas nucleares, votó
por financiar la guerra en Irak, aprueba el espionaje del
gobierno a los ciudadanos y ha recibido enormes donaciones
de Wall Street?
Si usted
respondió John McCain, es correcto. Pero si dijo Barack
Obama, la respuesta también sería la correcta.
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Aprueba
el Senado de EEUU ley sobre espionaje telefónico
Obama
votó a favor
Afp,
09/07/08
El
Senado estadounidense aprobó este miércoles una ley
sobre escuchas antiterroristas por parte de las
agencias de información, poniendo fin a un
enfrentamiento entre la Casa Blanca y el Congreso
sobre la estrategia antiterrorista.
La
ley, apoyada por el virtual candidato demócrata
Barack Obama, desató un debate entre los defensores
de las libertades civiles que argumentan que afectará
los controles sobre el poder del gobierno y sobre los
oficiales de inteligencia, quienes temieron que la
disputa comprometiera su poder para desbaratar ataques
terroristas.
La
medida fue aprobada por 69 votos contra 28, e hicieron
fracasar varios intentos de aplicar una inmunidad
retroactiva para las empresas que participaron en las
escuchas telefónicas del gobierno luego de los
ataques del 11 de septiembre de 2001.
Enre
las facultades previstas en la ley están el poder de
agencias federales para interceptar llamadas
telefónicas,incluso sin contar con la aprobación de
una Corte, y la inmunidad legal a compañías de
telecomunIcaciones que ayudan al gobierno en su labor
de vigilancia doméstica. |
El
“pragmatismo” político en este país, según los
asesores electorales, obliga a los candidatos presidenciales
a proceder hacia el llamado “centro” para poder ganar y
así, después de asumir posiciones supuestamente
“liberales” durante las elecciones internas, la campaña
de Obama ha dado una vuelta hacia la derecha. Esto ha
provocado protestas entre algunas de sus bases más fieles,
aprobación por los “expertos” en el juego electoral, y
cierto escepticismo entre otros por comprobar que a pesar de
toda la retórica de “un cambio”, todo indica que es más
de lo mismo.
Obama ha
sido un jugador político cauteloso, y su pragmatismo no es
nuevo. Por ejemplo, a pesar de su apoyo a una reforma
migratoria integral, votó en el Senado a favor –junto con
Hillary Clinton y John McCain– por la llamada Acta de
Barda Segura, o sea el muro fronterizo, el 29 de septiembre
de 2006. Un año y medio después, en las elecciones
primarias repudió el muro (como la mayoría de la opinión
pública demócrata en Texas).
Igual con
la guerra en Irak. Aunque uno de los factores claves en el
triunfo de Obama en las elecciones internas del Partido Demócrata
fue su oposición a la guerra contra Irak desde un inicio
(Hillary Clinton votó en favor de la autorización para la
guerra; Obama aún no era senador en esas fechas), él sí
ha votado para aprobar el financiamiento de esa guerra en
los últimos años.
Los
giros se multiplican
Pero en los
últimos días, los giros en sus posiciones se han
multiplicado a tal grado que marean.
La semana
pasada Obama primero declaró que “un retiro (de las
fuerzas estadounidenses en Irak) sería dictado por la
seguridad de nuestras tropas y la necesidad de mantener
estabilidad” y que después de hablar con los comandantes
de las fuerzas estadounidenses, buscaría “perfeccionar
mis políticas”. Fue tan dramático el giro –implicaba
abrir la posibilidad de abandonar su promesa inicial de
retirar tropas– que fue obligado a convocar una segunda
conferencia de prensa para reafirmar: “tengo la intención
de dar fin a esta guerra”, y mantener su plazo de 16 meses
para el retiro de las tropas de combate (dejando algunas
“residuales” para “operaciones antiterroristas”).
En otros
rubros, el cambio de posición ha sido más definido. Obama
expresó su acuerdo con el reciente fallo de la Suprema
Corte de Justicia contra leyes locales de control de armas
de fuego, y celebró el derecho constitucional de los
ciudadanos de tener armas (mientras que alcaldes y jefes de
policía, incluyendo los de su propia ciudad de Chicago,
denunciaban la decisión judicial).
Después de
oponerse desde hace meses, recién anunció su apoyo a la
legislación promovida por el gobierno de George W. Bush
para ampliar el poder del gobierno en espiar a ciudadanos
(de hecho, esto provocó que miles de sus simpatizantes
protestaran su nueva posición en el mismo el sitio de
Internet de la campaña de Obama).
En búsqueda
del voto religioso, Obama ha propuesto ampliar el programa
lanzado por Bush que otorga fondos federales a iniciativas
sociales de organizaciones religiosas, a pesar de que esta
iniciativa ha sido criticada por sus implicaciones sobre la
separación de la Iglesia y el estado y que Bush lo usa para
promover la agenda conservadora favorecida por los
cristianos de derecha.
Por otro
lado, Obama recién reiteró su apoyo para la condena de
muerte.
En el ámbito
de política económica, Obama ahora elogia el “mercado
libre” e intenta minimizar sus críticas a los acuerdos de
libre comercio explicando que sus declaraciones contra el
TLC durante las primarias tal vez fueron
“sobrecalentadas” y “amplificadas” por la batalla
electoral. Por cierto, recién contrató a Austan Goolsbee,
de la Universidad de Chicago, y a Jason Furman del Brookings
Institution como asesores económicos pagados, ambos
conocidos como “neoliberales” y campeones de la
“globalización” en el molde de Robert Rubin, el ex
secretario del Tesoro de Bill Clinton.
En cuanto a
política exterior, recién convocó a su nuevo grupo de
trabajo sobre seguridad nacional, cuyos integrantes de mayor
perfil incluyen a Madeleine Albright, ex secretaria de
Estado, Anthony Lake, ex asesor de Seguridad Nacional; el ex
secretario de Defensa William Perry y el ex representante
Lee Hamilton.
En sus
nuevas posiciones y en las caras de sus asesores de alto
perfil, no se ve ni se siente el tema de “cambio” que
llevó a Obama hasta este punto en la elección. Pero según
algunos “expertos”, es obligatorio buscar el “centro
vital” (palabras de Bill Clinton) para ganar la elección
general.
Obama
insiste en que no hay ningún giro, sino que todo esto es
parte de algo “nuevo” en la política. Hace poco declaró
que “la opción en esta elección no es entre izquierda o
derecha, no es entre liberal o conservador, es entre el
pasado y el futuro”.
“El gran
deseo de un candidato presidencial es que sea percibido como
pragmático, y espera que sus maniobras y giros serán
vistos como algo para servir un propósito más elevado. No
implican que son completamente insinceros”, comentó el
historiador presidencial Robert Dallek al New York Times.
Para el
estratega centrista Matt Bennett, todo esto demuestra que
Obama es “un buen político, está haciendo todo lo que
puede para que la gente entienda que gobernará como un
moderado pos–partidista”, dijo al Los Angeles Times.
Para la
comentarista liberal Arianna Huffington, esto es un error.
“Buscar el centro en un intento para atraer a votantes aún
indecisos no funcionó para Al Gore en 2000, no funcionó
para John Kerry en 2004” y no funcionó cuando el
estratega de Hillary Clinton, Mark Penn, lo intentó en este
mismo año, advirtió en el Huffington Post.... Se verá si
“sí se puede”.
Wall
Street le ha dado a Obama, casi el doble de apoyo
financiero que a McCain
“No
doy giros hacia el centro; soy,
sin duda, progresista”
Por
David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 09/07/08
Nueva
York.– Barack Obama se presenta como “el cambio”, pero
mientras emplea la ya conocida estrategia “pragmática”
de colocarse en el “centro vital” del espectro político,
se generan dudas sobre si no es más de lo mismo pero con
una mejor retórica.
De que no
representa una amenaza para el “sistema” queda
comprobado con el amplio apoyo que ha encontrado entre la cúpula
de su partido pero tal vez más aún por el hecho de que
Wall Street le ha dado casi el doble del apoyo financiero a
su campaña que a la de su contrincante, el republicano John
McCain, hasta la fecha 9.5 millones comparado con 5.3
millones para McCain, según cifras del Center for
Responsive Politics.
“Sin
importar quién gane en noviembre, Wall Street tendrá un
amigo en la Casa Blanca”, declaró Massie Ritsch del
Center for Responsive Politics en entrevista con el New York
Daily News.
Sin
embargo, Obama sí representa un cambio por definición: no
es George W. Bush ni el Partido Republicano que, por lo
menos hasta 2006 (cuando los demócratas reconquistaron la
mayoría en el Congreso), controlaba las tres ramas del
gobierno federal. Con más de 80 por ciento de los
estadounidenses considerando que el país procede en una
dirección equivocada, un presidente con menos de 30 por
ciento de aprobación (uno de los más bajos en la
historia), Obama representa un cambio.
Sus
propuestas sobre cómo enfrentar los grandes problemas del
momento –crisis económica, guerra en Irak, migración,
salud, política exterior y el medio ambiente, entre
otras– son recibidas como “un cambio” por opositores
del régimen actual, sindicatos, organizaciones antiguerra,
por aquellos que desean cambiar la política represiva
contra los migrantes, defensores de los derechos de la mujer
y los gay, los que sufren cada día más de un sistema de
salud poco accesible, ambientalistas y científicos.
En torno a
la economía Obama promueve un paquete para estimular la
economía y generar empleos por medio de inversiones estratégicas
en infraestructura como un cambio en el sistema tributario
que ahora beneficia sobre todo a los más ricos. Promete un
programa de salud “universal”, para todos los residentes
del país, más incentivos para los pequeños empresarios, y
más apoyo a la educación, incluyendo elevar los salarios
de los maestros.
Sobre la
guerra en Irak –tal vez el tema que más define “un
cambio” frente al gobierno actual y a su contrincante
republicano John McCain–, Obama subraya que una de sus
prioridades inmediatas es llevar a su fin ese conflicto.
Propone una retirada de las fuerzas estadounidenses en fases
para lograr en aproximadamente 16 meses un retiro completo
de las tropas de combate, aunque reconoce que se mantendrá
una fuerza “residual” dedicada a tareas de capacitación
de las fuerzas de seguridad locales y a operaciones
“antiterroristas”.
Sobre
migración, Obama promete promover una reforma integral
durante su primer año en la Casa Blanca.
En política
exterior su ofrecimiento de establecer negociaciones
directas, sin condiciones, con los “enemigos” de Estados
Unidos –en la lista están Irán, Corea del Norte,
Venezuela, entre otros– más la intención de reparar la
“imagen” diplomática de este país tanto a nivel
regional como mundial marca un cambio obvio con el régimen
actual en Washington.
Por estas y
otras posiciones, todo un mosaico de organizaciones del
sector obrero, ambiental, de derechos humanos, de derechos
civiles, antiguerra y más están esperanzados con la campaña
de Obama y destinarán enormes recursos financieros y
humanos para su campaña.
A la vez,
el carácter histórico de esta elección –el primer
candidato presidencial afroestadounidense– y su relativa
juventud, con una nueva retórica de reconocido talento, ha
generado, por ahora, un nivel de participación sin
precedente de jóvenes, afroestadounidenses, latinos y otros
sectores que podrían representar un nuevo factor en la dinámica
política de este país.
Pero
algunos advierten que sería un error por parte de Obama y
sus estrategas suponer que el apoyo que gozan entre estas
bases liberales del Partido Demócrata está garantizado y
permite que se dediquen más a ocupar el llamado
“centro”, o sea un giro hacia la derecha, para buscar
votos.
Obama está
arriesgando destruir justo lo que provocó tanta atención y
apoyo para su candidatura, de que era un nuevo tipo de líder
político, “más honesto, menos cínico y menos
incesantemente calculador que la mayoría”, argumenta Bob
Herbert, columnista del New York Times. Herbert dice que el
tipo de giro hacia la derecha podría generar una desilusión
preocupante entre sus bases. “Parece creer que estos giros
y contorsiones e intentos hábiles de complacer (a ciertos
intereses), en contraste con liderazgo audaz y de principios
sobre asuntos de importancia, atraerá a números grandes de
votantes independientes y conservadores. Tal vez. Pero ese
es un juego muy peligroso para un hombre que primero
entusiasmó a los votantes al presentarse como alguien que
era diferente, que no participaría en el vacío terminal de
la política de siempre”.
Hoy el
propio Obama intentó responder a la creciente crítica de
sus recientes giros de posición. “Soy, sin duda, alguien
progresista”, afirmó, al señalar que está en favor de
un sistema tributario más justo, el acceso universal a la
salud, a la educación y más. Pero, añadió, “no soy
alguien que está hablando del gobierno como la solución a
todo. También creo en la responsabilidad personal. También
creo en la fe”. Enfatizó que todo esto no es nuevo, no
son “giros” hacia el centro, ya que ha promovido estas
posiciones desde hace años. “Entonces la noción de que
esto se trata de hacerme percibir como centrista no es
cierto”, concluyó.
Tal vez por
ello está buscando imágenes que recuerden a héroes
liberales del partido. En su gira programada por Europa a
finales de este mes, Obama aparentemente ha logrado obtener
la autorización de pronunciar un discurso frente a la
Puerta de Brandenburgo en Berlín, evocando el acto histórico
de John F. Kennedy en ese mismo lugar.
Pero vale
recordar que el presidente Ronald Reagan también realizó
un acto ahí mismo. La pregunta es ¿cuál desea ser Obama?
McCain
nutre su imagen de “disidente” para no verse afectado
por la desaprobación a Bush
Hasta
ahora va bien librado al permanecer casi
empatado en los sondeos
Por
David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 10/07/08
Nueva
York.– John McCain es un héroe y un disidente. O por lo
menos esa es la imagen que ha nutrido cuidadosa y
deliberadamente durante toda su carrera política y con la
cual quiere conquistar, a pesar de ser considerado el menos
favorecido, la Casa Blanca.
Escenas de
jóvenes manifestantes, hippies –uno con chaleco y sin
camisa, besando a una joven que carga aparentemente en el
festival de Woodstock– se intercalan con una imagen de un
piloto de guerra, un bombardeo aéreo, una vietnamita con un
rifle sobre los escombros de un caza derribado, un joven en
una cama de hospital y después dando un saludo militar al
retornar a Estados Unidos, y luego imágenes del mismo joven
saludando a Nancy Reagan, y pasando a la actualidad,
saludando a votantes y hablando frente a una bandera
estadounidense, entre otras. La secuencia de imágenes
cierra con el militar joven y el político ya maduro ahora,
y se ve la firma de John McCain.
La voz de
un narrador dice: “fueron tiempos de incertidumbre,
esperanza y cambio, el verano del amor. A medio mundo de ahí,
otro tipo de amor, de país: John McCain derribado,
bayoneteado, torturado... De regreso a casa se sumó al
servicio público. Su filosofía: antes de partido,
encuestas y sí mismo, América. Un disidente, McCain abordó
reformas electorales, militares, de gasto federal. Se
enfrentó a presidentes, partidarios y la opinión pública.
Cree que nuestro mundo es peligroso, nuestra economía un
desastre. Las palabras bellas no harán mejor nuestras
vidas. Pero un hombre que siempre puso primero a su país y
su pueblo antes de sí mismo, antes de la política, sí
puede. No esperes una vida mejor, vota por una. McCain”.
Énfasis
en su “heroísmo” militar
Este es el
nuevo espot de la campaña de McCain, y los mensajes y símbolos
son obvios. Con el contraste de imágenes, entre quienes se
dedicaban al gozo y los que cumplían con su deber con la
nación (aunque Obama sólo tenía 6 años durante el
llamado “verano del amor”), el mensaje central es que
McCain es un “héroe” militar, y un atrevido, tal vez
hasta disidente, en el ámbito político.
McCain nació,
se crió y fue educado en el mundo militar. Nace en Panamá,
hijo del almirante encargado de la Zona del Canal de Panamá
cuando era territorio estadounidense, y egresa de la
Academia Naval en Anápolis. Como piloto de la marina en
Vietnam, su avión fue derribado –él bromea que logró
interceptar un misil superficie–aire– y es capturado por
las fuerzas “enemigas”. Durante cinco años es
prisionero de guerra, sufre torturas y vive en una muy
reducida jaula. Hasta hoy, McCain no puede elevar plenamente
los brazos por ese trato.
Como político
nutrió su imagen de “disidente” dentro del Partido
Republicano. Luego de ser manchado por un escándalo de
corrupción en la legislatura, respondió con iniciativas
para reformar las reglas del cabildeo político y las formas
en que se financian las campañas electorales, algo que
provocó un poco de descontento entre muchos de sus colegas.
También
rompió con una mayoría de su partido en otros temas,
notablemente sobre el debate del uso de la tortura y, por
otro lado, su liderazgo al promover una reforma migratoria
integral. Aunque recientemente ha dado un giro en ambos
temas, ha bajado considerablemente su voz en torno a su
repudio al uso de la tortura en la “guerra contra el
terror” y ahora insiste en que una condición previa a una
reforma migratoria es establecer el “control” de la
frontera (como lo planteó recientemente en México), estos
antecedentes nutren su imagen de “disidente”.
Esta imagen
ayuda a explicar cómo es posible que en una coyuntura donde
el presidente y líder del Partido Republicano goza de una
de las tasas más bajas de aprobación en la historia, donde
el propio partido, según una encuesta reciente del Wall
Street Journal cuenta con una percepción positiva sólo
entre 27 por ciento de los votantes (el nivel más bajo en
dos décadas), y donde mas de 80 por ciento del electorado
opina que el país avanza por una vía equivocada, el
abanderado de ese mismo partido no esté hundido desde el
inicio.
El hecho es
que McCain, durante los últimos dos meses, ha mantenido un
margen de diferencia muy cerrado con Obama, a veces,
incluso, casi llegan a estar empatados. La explicación según
el Journal es que “la imagen de McCain está superando
factores negativos como la guerra y la economía”. Según
una encuesta de Pew Research Center, una mayoría de
votantes lo identifica como “un centrista con posiciones
bastante parecidas a las suyas”.
Pero en los
hechos, la imagen de McCain como político “atrevido”,
apoyado por sectores no alineados con ninguno de los dos
partidos nacionales, los llamados “independientes”, un líder
que vota sus convicciones y no la línea política, carece
de sustancia real. En el actual periodo del Senado, McCain
no mostró ninguna independencia, votando con la mayoría de
su partido en 90 por ciento de las veces, y sus votos
durante 2005 y 2006 lo colocarían en segundo lugar entre
los senadores más conservadores de ese Congreso. Entre 2007
y 2008 McCain ha apoyado a Bush en más de 95 por ciento de
sus votos, reportó The Nation.
Es
reconocido su talento de seducción de los medios, tal vez
uno de los políticos más accesibles a los periodistas, y
el resultado es que ha gozado de una cobertura general –y
extraordinariamente– positiva. Con ello, su imagen es
proyectada según sus deseos.
El hecho de
que su heroísmo como tal se reduce a un incidente de guerra
con resultados desafortunados para él personalmente –como
dice Gore Vidal, no fue un acto heroico ser derribado y
capturado, no salvó a nadie ni logró un escape
milagroso– y que su vida profesional fue promovida primero
por el hecho de que su padre fue un almirante, y después su
carrera política fue exitosa en parte gracias a las amplias
finanzas de su esposa, Cindy, heredera de una fortuna
proveniente de una de las grandes distribuidoras de cerveza
en este país, no parecen interferir con la imagen tan
cultivada a lo largo de estos años.
Su gran
desafío ahora es diferenciarse de uno de los políticos más
reprobados de la historia contemporánea –Bush– y a la
vez denigrar a su contrincante demócrata como un joven político
con gran retórica pero poca experiencia en “un mundo
peligroso”. Por ahora lo está logrando. Ya que casi todo
analista considera que las condiciones para esta elección
favorecen como nunca a los demócratas –por la crisis económica,
el desastre de la guerra, Katrina, los engaños, la tortura,
y tanto más que ocurrió durante la estancia de los
republicanos en el poder– lo que asombra a estas alturas
es que en el promedio de las principales encuestas
nacionales, McCain está a menos de seis puntos atrás de
Obama en las preferencias del voto.
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