Obama
no tiene garantizado el voto de
las bases liberales demócratas
Por
David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 21/07/08
Barack
Obama se presenta como «el cambio», pero mientras emplea
la ya conocida estrategia «pragmática» de colocarse en el
«centro vital» del espectro político, se generan dudas
sobre si no es más de lo mismo pero con una mejor retórica.
El
corresponsal del diario mexicano «La Jornada» en Estados
Unidos analiza las promesas realizadas por el candidato demócrata
a la Casa Blanca, Barack Obama, durante su reciente campaña
y sus guiños al centro, que podrían pasarle factura entre
las bases liberales del partido.
Barack
Obama no representa una amenaza para el «sistema». Es
evidente debido al amplio apoyo que ha encontrado en la cúpula
de su partido, pero tal vez más aún por el hecho de que
Wall Street ha dado casi el doble de apoyo financiero a su
campaña que a la de su contrincante, el republicano John
McCain. Hasta ahora 9,5 millones de dólares frente a los
5,3 millones de McCain, según cifras del Center for
Responsive Politics.
«Sin
importar quién gane en noviembre, Wall Street tendrá un
amigo en la Casa Blanca», declaró Massie Ritsch, del
Center for Responsive Politics, en una entrevista concedida
al diario «New York Daily News».
Sin
embargo, Obama sí representa un cambio por definición: no
es George W. Bush ni es del Partido Republicano que, por lo
menos hasta 2006 (cuando los demócratas reconquistaron la
mayoría en el Congreso), controlaba los tres pilares del
Gobierno federal. Con más de un 80% de los estadounidense
que piensa que el país camina en una dirección equivocada
y con un presidente con menos del 30% de aprobación (uno de
los más bajos en la historia), Obama representa un cambio.
Sus
propuestas sobre cómo enfrentar los grandes problemas del
momento –crisis económica, guerra en Irak, migración,
salud, política exterior y medio ambiente, entre otros–
son recibidas como «un cambio» por los opositores al régimen
actual, sindicatos, organizaciones contrarias a la guerra,
por quienes desean cambiar la política represiva contra los
migrantes, por los defensores de los derechos de la mujer y
los gay, los que sufren cada día más de un sistema de
salud poco accesible, ambientalistas y científicos.
En torno a
la economía, Obama promueve un paquete de medidas para
estimularla y generar empleo por medio de inversiones estratégicas
en infraestructuras, así como un cambio en el sistema
tributario que ahora beneficia, sobre todo, a los más
ricos. Promete un programa de salud «universal», para
todos los residentes del país, más incentivos para los
pequeños empresarios, y más apoyo a la educación,
incluyendo el incremento salarial de los maestros.
Por lo que
respecta a la guerra en Irak –tal vez el tema que más
define «un cambio» frente a la Administración Bush y a su
contrincante republicano en la carrera electoral a la Casa
Blanca, John McCain–, Obama subraya que una de sus
prioridades inmediatas es poner fin a ese conflicto. Propone
una retirada en fases de las fuerzas estadounidense para
lograr en aproximadamente 16 meses un repliegue completo de
las tropas de combate, aunque reconoce que se mantendrá una
fuerza «residual» dedicada a tareas de capacitación de
las fuerzas de seguridad locales y a operaciones «antiterroristas».
El materia
de migración, Obama promete promover una reforma integral
durante su primer año en la Casa Blanca.
Su
ofrecimiento, en política exterior, de establecer
negociaciones directas, sin condiciones, con los «enemigos»
de Estados Unidos –en la lista están Irán, Corea del
Norte, Venezuela, entre otros–, además de su intención
de reparar la «imagen» diplomática de este país tanto en
el ámbito regional como mundial marca un cambio obvio
respecto al actual Gobierno de Washington.
Por éstas
y otras posiciones, todo un mosaico de organizaciones del
sector obrero, ambiental, de los derechos humanos, de los
derechos civiles, contrarios a la guerra y demás está
esperanzado con la campaña de Obama y destinarán enormes
recursos financieros y humanos para auparle a la Casa
Blanca.
Al mismo
tiempo, el carácter histórico de estas elecciones –se
trata del primer candidato presidencial
afroestadounidense– y su relativa juventud, aderezada con
una nueva retórica de reconocido talento, ha generado, por
el momento, un nivel de participación sin precedente de jóvenes,
afroestadounidenses, latinos y otros sectores que podrían
representar un nuevo factor en la dinámica política del país.
Pero
algunos advierten que sería un error por parte de Barack
Obama y de sus estrategas suponer que el apoyo del que gozan
entre estas bases liberales del Partido Demócrata está
garantizado y permitir que se dediquen más a ocuparse del
llamado «centro», o sea un giro hacia la derecha, en busca
de votos.
Obama está
corriendo el riesgo de destruir justo lo que proporcionó
tanta atención y tanto apoyo a su candidatura, el ser un
nuevo tipo de líder político, «más honesto, menos cínico
y menos incesantemente calculador que la mayoría», según
argumenta Bob Herbert, columnista del diario «New York
Times». Herbert afirma que ese giro hacia la derecha podría
generar una desilusión preocupante entre sus bases. «Parece
creer que esos giros y contorsiones y los intentos hábiles
de complacer (ciertos intereses), en contraposición con un
liderazgo audaz y de principios sobre asuntos de
importancia, atraerá a números grandes de votantes
independientes y conservadores. Tal vez. Pero ése es un
juego muy peligroso para un hombre que primero entusiasmó a
los votantes al presentarse como alguien diferente, que no
participaría en el vacío terminal de la política de
siempre», sostiene.
Hace unos días
el propio Obama intentó responder a las crecientes críticas
sobre sus recientes cambios de posición. «Soy, sin duda,
alguien progresista», afirmó, al señalar que está en
favor de un sistema tributario más justo, el acceso
universal a la salud, a la educación y demás. Pero, añadió,
«no soy alguien que está hablando del Gobierno como la
solución a todo. También creo en la responsabilidad
personal. También creo en la fe». Enfatizó que todo esto
no es nuevo, no son «giros» hacia el centro, ya que ha
promovido estas posiciones desde hace años. «Entonces la
noción de que esto se trata de hacerme percibir como
centrista no es cierto», concluyó.
Tal vez por
ello está buscando imágenes que recuerden a héroes
liberales del partido. De cara a su gira por Europa
programada para finales de este mes, Barack Obama
aparentemente ha logrado obtener la autorización para
pronunciar un discurso frente a la Puerta de Brandenburgo,
en Berlín, evocando el acto histórico de John F. Kennedy
en ese mismo lugar.
Pero no está
de más recordar que el presidente Ronald Reagan también
realizó un acto en ese mismo lugar. La pregunta es: ¿cuál
desea ser Obama?
|