EEUU,
el imperio de la desigualdad
La
peor de las pobrezas
Por
Manuel E. Yepe
Bolpress, 28/08/08
Ser pobre
en medio de las riquezas, es la peor de las pobrezas, es el
pensamiento de Séneca que parece ser guía de las ideas que
resume un enjundioso artículo titulado "Unequal
America" ("América desigual") aparecido en
el número de julio del 2008 de la revista Harvard Magazine,
de su editora asociada, Elizabeth Gudrais.
La autora
cita un estudio del profesor Majid Ezzati, de la Escuela de
Salud Pública de Harvard (HSPH, por sus siglas en inglés)
y con él reflexiona que "cuando uno piensa en la causa
de un descenso de la expectativa de vida, piensa en una
epidemia como la del VIH, o piensa en el colapso de un
sistema social como en la antigua Unión Soviética. Pero
tal declinar está ocurriendo hoy en algunas partes de los
Estados Unidos.
Entre 1983
y 1999 la expectativa de vida de los hombres decreció en más
de 50 condados de los EE.UU. Para las mujeres, las noticias
fueron aún peores, decreció en 900 condados. Esto
significa que más del 4% de los hombres y el 19% de las
mujeres estadounidenses deben esperar una vida igual o más
corta que la de sus circunvecinos de hace dos décadas.
De hecho,
ya Estados Unidos, la nación más rica del mundo, no es la
más saludable, ni siquiera aparece en la lista de las
cuarenta naciones con mayor esperanza de vida.
Por
supuesto, los indicadores decrecientes en materia de salud
en Estados Unidos no se manifiestan de manera equitativa en
toda la ciudadanía, se concentran entre los más
desfavorecidos, advierte el estudio del profesor Ezzati y
sus colegas citado por Guadais.
Las
disparidades en materia de salud tienden a ser
proporcionales a los ingresos en todas partes. Los pobres
enferman más y mueren más pronto en todas partes, pero en
Estados Unidos la brecha entre ricos y pobres es, por mucho,
mayor que en cualquiera otra nación industrializada.
La autora
considera que el ciudadano norteamericano medio es más
tolerante ante las de-sigualdades de ingresos. Busca
igualdad de oportunidades cuando sus similares europeos
procuran retribuciones más justas. En EE.UU., cualquier
debate sobre desigualdades conduce a otro, sobre si los
pobres merecen ayuda y solidaridad, o deben ser dejados a
que se levanten o revienten por sí mismos.
La puesta
en práctica de políticas impositivas como procedimiento
para la redistribución de los ingresos de los ricos en
beneficio de los pobres, que sirve de argumento electoral en
Europa, no es vista como tal en Norteamérica.
Según el
estudio, las desigualdades en EE.UU., han crecido de forma
acelerada desde finales de 1970 y ahora están a un nivel
nunca visto desde la irónicamente llamada edad dorada
(entre 1870 y 1900), un periodo de la historia de la Unión
caracterizado por el contraste entre los excesos de los
opulentos con la inmundicia de los pobres.
A inicios
del siglo XX, el 1% de la población poseía el 18% de la
riqueza y llegó al récord absoluto del 21,1% en 1928. Al término
de la II Guerra Mundial, periodo de intenso desarrollo económico
y cultural que trajo gran prosperidad a la clase media
norteamericana, el 1% más rico redujo su participación en
la riqueza a menos del 10% de los ingresos entre 1960 y
1970. Pero, de este último año hasta 1996, la participación
del 1% más rico creció al 15% y llegó en el 2006, último
dato disponible, a un 20,3% del total de la riqueza.
En 1965 el
salario promedio de un alto funcionario de una gran compañía
en EE.UU., era 25 veces el salario promedio de un obrero.
Hoy, la distancia es diez veces mayor, lo multiplica 250
veces.
En términos
de esperanza de vida, Estados Unidos ocupa el lugar 21 entre
las 30 naciones altamente industrializadas que integran la
Organización para la Cooperación Económica y el
Desarrollo (OECD, por sus siglas en inglés) y el lugar 25
en cuanto a la mortalidad infantil. Puede presumirse, por
los datos anteriores, cuan diferentes han de ser la cifras
de estos dos indicadores para los ricos y para los pobres.
El trabajo
refiere algunos recientes datos acerca de la
"milagrosa" alta movilidad social en Estados
Unidos al indicar que el 42% de los hijos de padres ubicados
en el segmento más pobre, siguen en el segmento más
rezagado una vez adultos. Y el 39% de los hijos de padres en
el segmento superior, continúan de adultos en ese
privilegiado segmento.
Según
investigaciones que cita la revista de la Universidad de
Harvard, las grandes desigualdades sociales se relacionan
siempre con escenarios de mayor criminalidad, menos
felicidad y peor salud mental y física, si es que no son
sus causantes. Hay evidencias de que vivir en una sociedad
con grandes disparidades -en salud, riqueza y educación- es
peor para todos los miembros de la sociedad, sin exceptuar a
los mejor ubicados, dice el artículo.
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