Veinticinco
verdades sobre las elecciones en el país
que tanto predica la "democracia"
Por
Jean–Guy Allard
La República, Madrid, 05/09/08
Estados
Unidos, el país que tanto pretende imponer su versión de
la democracia en cada rincón del mundo, posee uno de los
sistemas electorales más complejos, incomprensibles e
incongruentes del planeta. Aquí se exponen 25 de las muchísimas
verdades que pudieran enumerarse acerca de las elecciones
presidenciales de esa nación.
1.– Al
contrario de la mayoría de los países donde el ciudadano
es inscrito en listas electorales a través de un proceso
asumido por el Estado o se encuentra empadronado automáticamente
por ser ciudadano, para tener derecho a votar el ciudadano
norteamericano debe empadronarse por sus propios medios,
realizando trámites que varían según su lugar de
residencia, a veces por intermedio de activistas de algún
partido.
2.– Lo
que en otros países sería considerado como una flagrante
violación de la confidencialidad del voto, se sugiere al
ciudadano declarar su preferencia electoral entre el Partido
Republicano y el Partido Demócrata. Esa información, si es
expresada, quedará luego accesible públicamente y se usará
incluso para la definición de las circunscripciones.
3.– Más
de cuatro millones de norteamericanos no pueden votar por
estar presos, bajo libertad vigilada o, simplemente, por
tener un antecedente penal de un delito mayor. Algunos
estados prohíben votar de por vida a los ex penitenciarios.
4.– En
cada elección, miles de votantes, aunque formalmente
inscritos, son luego excluidos de las listas electorales,
mediante una serie de trucos como el "caging" que
permite eliminar a un elector si no contesta a una solicitud
hecha por correo a su dirección. Entre las víctimas se
encuentran los soldados estacionados en el extranjero.
5.– En
las elecciones del 2000, en la Florida, Jeb Bush contrató a
una empresa llamada Database, para que "depurara"
las listas electorales: decenas de miles de electores
empadronados en ese Estado fueron eliminados de los
padrones. Respetables ciudadanos no pudieron sufragar porque
sus apellidos eran fonética o gráficamente parecidos a los
de personas con antecedentes de delitos mayores.
6.– La
gran mayoría de las víctimas de tales procesos de exclusión
son negros, latinos o miembros de minorías raciales, un
sector de la población más propenso a votar por los demócratas.
Un ejemplo: en la Florida, más del 30% de los hombres
negros no pueden votar por tener antecedentes penales. Sin
embargo, el Washington Post calculó en más de seis
millones, en todo el país, la cantidad de personas
contabilizadas más de una vez.
7.– De
acuerdo a las quejas expresadas al terminarse el escrutinio
del 2004, las irregularidades el día de votación son
innumerables: además de la supresión deliberada del voto
en zonas cuyos electores apoyan a los demócratas, de las
urnas electrónicas que cambian el voto, de la anulación
arbitraria de sufragios, el cómputo del voto es
deliberadamente manipulado en numerosos distritos. El voto
por correo es constantemente objeto de fraude. En el condado
miamense de Broward, en el 2002, se determinó que 104 000
votos fueron omitidos por las máquinas y hasta 55 000
boletas perdidas en el correo.
8.– Caso
único en el mundo, cada estado o municipio determina el método
de votación: papel con lápiz, cartón con bolígrafo,
tarjeta perforada, aunque cada vez más se favorece el voto
computarizado, manejado por empresas dominadas por intereses
republicanos. Los sistemas de votación dependen de cada
estado y, dentro de éste, de cada condado.
9.– El
controvertido uso de puestos de votación electrónicos que
no emite recibos al votante, resultados de voto obviamente
sin relación con la clientela electoral, fallos técnicos y
demás desviaciones de resultados son constantemente (e inútilmente)
objetos de denuncias, en cada escrutinio, en el territorio
entero. En el 2002, en la Florida, un sistema electrónico
de votación registró una tasa de participación de 900% en
un sector de voto.
10.–
Cerca del 50% de los ciudadanos habilitados para votar no
votan, y de una elección a la otra, la tendencia a la
abstención es galopante. Según un sondeo de la Universidad
de Harvard y del diario The Wahington Post, uno de cada
cuatro ciudadanos con derecho a voto dice estar disgustado
con la política electoral.
11.– El
ciudadano norteamericano no vota por su candidato preferido
sino a favor de un partido que designará Grandes Electores
cuyo Colegio Electoral luego elegirá al presidente, sin
obligación alguna de respetar el deseo del elector o a dar
la presidencia al candidato con más votos. En el 2000, Al
Gore tuvo la mayoría de los votos y George Bush recibió la
Casa Blanca por el número de votos en el Colegio Electoral.
En el 2004, la victoria republicana en Ohio fue también
atribuida al fraude en la recopilación de los votos.
12.– Cada
estado tiene un número de votos electorales según su
población más los senadores con que cuenta, más el número
de representantes a la Cámara Baja. ¿Entendió? ¿No?
Normal, la mayoría de los norteamericanos tampoco. En
virtud de esta regla, California tiene 55 Grandes Electores,
siete Estados solo tienen tres. El régimen constitucional
concede igual número de senadores a cada Estado, por
despoblado que sea, con el resultado de que los estados
pequeños tienen una representación desproporcionada en el
Colegio Electoral.
13.– Casi
nadie conoce a los Grandes Electores, personajes designados
por los propios candidatos —parece que a nadie tampoco le
importa su identidad.
14.– La fórmula
"winner take all" (el ganador se lleva todo) es
aplicada a los resultados del escrutinio en 48 Estados: el
partido que más votos recoge en un Estado adquiere todos
los Grandes Electores de este Estado. Esta regla garantiza a
uno de los dos grandes partidos la victoria absoluta en cada
estado y hace virtualmente imposible el acceso a un tercer
partido al poder. Resulta que este sistema anula el voto de
la mayoría de los votantes. Un candidato sólo tiene que
recibir más votos que cualquier otro para llevarse todo el
estado; los demás efectivamente no cuentan. Sólo dos
estados (Maine y Nebraska) usan el sistema proporcional.
15.– El
diseño y el rediseño de las circunscripciones se hace periódicamente
en función de los intereses de los elegidos, según la
ubicación de su clientela electoral, de tal forma que la
gran mayoría de los representantes a la Cámara Baja son
reelegidos sistemáticamente.
16.– Las
contribuciones electorales son la base de la sobrevivencia
política de los congresistas y de los partidos. Proceden en
su gran mayoría de las grandes corporaciones que garantizan
así la disponibilidad absoluta de los políticos hacia sus
intereses. Las contribuciones de empresas a través de
llamados Comités de Acción Política o manejados por miles
de lobbyistas, alcanzan sumas multimillonarias. Aunque
algunas leyes pretenden limitar el valor de las donaciones
individuales, es conocido que grandes contribuciones se
realizan de todas formas a través del uso de distintas
identidades de supuestos donantes.
17.– En
quince estados las elecciones son regidas por un Secretario
de Estado, nombrado por el Gobernador. En el 2004, en la
Florida y en Ohio, los secretarios de Estado fueron a la vez
copresidentes de las campañas de Bush en su área.
18.– En
las elecciones del 2004, miles de votantes demócratas
fueron recusados por el Partido Republicano objetando, sin
motivo real, su derecho a votar. Esta técnica es utilizada
por todos los partidos. Fiscales federales fueron despedidos
por negarse a contribuir a este esquema fraudulento.
19.– Las
presidenciales tienen lugar siempre un martes cuando la
mayoría de los electores están en el trabajo. A pesar de
las leyes, no se les permite a numerosos trabajadores
ausentarse de su centro de trabajo ese día. Los horarios de
apertura de los puntos de votación no dejan tiempo a mucha
gente para llegar a su circunscripción a ejercer el voto.
20.– A
menudo se provocan, a propósito, largas colas en
determinados puestos de votación, con la consecuente
espera, lo que impide a muchos ciudadanos expresar su voto.
En el 2004, el promedio de espera fue de 12 minutos en los
barrios blancos y de 58 en los barrios negros.
21.– Para
ser reconocido nacionalmente para las presidenciales, un
tercer partido tendría que reunir 73 000 firmas en
Oklahoma; 165 000 en California; más de 100 000 en Carolina
del Norte y en Florida, según las exigencias diferentes de
cada Estado. El total para el país entero sería de más de
un millón.
22.–
Reglamentaciones locales impiden o restringen, en varios
lugares, a candidatos de terceros partidos manifestarse en
lugares públicos. La policía se encarga de aplicar
rigurosamente las voluntades de los funcionarios y de los
politiqueros locales. El Partido Demócrata gasta millones
en abogados para impedir, mediante demandas de
hostigamiento, que terceros candidatos logren estar en la
balota de cada estado. Los dos partidos y los medios de
comunicación no permiten que terceros candidatos participen
en ningún debate, excluyendo hasta candidatos de sus
propios partidos que se hayan desviado de la línea de su
monopolio político.
23.– Los
medios de comunicación, que viven de la publicidad
comercial de los grandes consorcios y que se benefician de
las campañas millonarias de los grandes partidos, ignoran
sistemáticamente a los candidatos de los terceros partidos.
24.– Los
candidatos a la presidencia de los grandes partidos
concentran su campaña en una docena de Estados ("swing
states"), los únicos cuya votación no es totalmente
predecible y cuyo peso en términos de Grandes Electorales
puede afectar el resultado final.
25.– Según
sondeos, una gran mayoría de los electores desean elegir al
presidente en sufragio universal. De manera evidente, a
pocos políticos les conviene cambiar un sistema que les
asegura, en muchos casos, reelecciones casi automáticas.
¿Hay
esperanza de que los norteamericanos, algún día, tengan un
sistema electoral que respete las normas universalmente
reconocidas de voto?
Tan
antidemocrático resulta el actual proceso regido por el
obsoleto sistema de los Grandes Electores que la Corte
Suprema de Florida no se molestó al subrayar que "el
ciudadano individual no tiene derecho federal constitucional
a votar por electores del Presidente de los Estados
Unidos", al ser su voto un "privilegio"
otorgado por el Estado y no reconocido por la constitución.
La lentitud
del débil proceso de reforma del sistema electoral, cuyas
reglas fundamentales fueron establecidas en 1787, la
corrupción generalizada a través de las contribuciones
millonarias a los fondos de campaña y la enajenación político–cultural
hacen descartar toda esperanza de una elección presidencial
realmente democrática en un futuro previsible.
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