Reflexiones
sobre la izquierda estadounidense y las elecciones
El
mal del mal menor
Por
Pham Binh (*)
prisonerofstarvation.blogspot.com, 02/09/08
insurrectasypunto.org,
09/09/08
Con una
regularidad que ni siquiera el geyser Old Faithful consigue
alcanzar, la izquierda americana se esfuerza en apoyar a los
demócratas en cada contienda electoral – no importa de
que cargo se trate, no importa que mensaje tenga el
candidato y no importa cual es su pasado. En el 2008 esto no
es diferente.
Para este
ritual, progresistas, liberales, sindicatos, organizaciones
de derechos civiles y hasta aquellos que se consideran
revolucionarios se mueven a fin de sugerir razones por las
cuales deberíamos votar por el partido que lanzó a los
EEUU en la mayor parte de sus guerras imperialistas, lanzó
dos bombas nucleares sobre Japón, se opuso e intentó
cooptar el movimiento de derechos civiles, revocó el estado
de providencia (welfare o estado de bienestar), nos dio
NAFTA y OMC , implementó la desregulación del sector
financiero (abriendo el camino para nuestro actual
derrocamiento económico), se negó a proporcionar cuidados
universales de salud durante mas de medio siglo, entregó
nuestras libertades civiles y continúa al día de hoy
financiando las guerras en Afganistán y en Irak.
Progresistas
que quieren cambios reales y sustanciales se descubren
disculpando y presentando justificaciones para la carrera de
Obama rumbo a la derecha después de asegurar el
nombramiento por su partido. Algunos, incluyendo al
historiador Howard Zinn, firmaron una carta abierta implorándole
que asumiera posiciones más progresistas.
Aparentemente
ellos encararon su movimiento hacia la derecha como un
simple error y no algo calculado destinado a reasegurar a
las corporaciones que financian su campaña.
Progresistas
que lo apoyan afirman que Obama está solamente estimulando
a los "electores indecisos", que él habló a
favor de una Jerusalén israelita no dividida porque él
"tenía que hacerlo", que su voto para dar a las
compañías Telecom inmunidad retroactiva no tiene nada que
ver con el hecho de las mismas hayan dado toneladas de cash
para su campaña y así, más argumentos hasta el infinito.
A pesar del
sentimiento de culpa, de los lamentos y la rabia de los
progresistas hacia Obama, en el día de la elección todos
ellos harán fuerza para el hijo favorito de la América
Corporativa. Una vez más, los progresistas votarán por un
candidato que es estructuralmente incapaz de avanzar un único
punto de su agenda y a pesar del hecho de que él jamás se
los agradecerá. Su rechazo a agradar a sus "amigos de
la izquierda" habla mucho acerca de la irrelevancia de
aquellos "amigos de la izquierda" y subraya su
fracaso en mover el Partido Demócrata en una dirección
progresista.
La mayor
parte de los de izquierda, o por lo menos de aquellos que no
están deliberadamente cegados por Obama, acordarán en que
Obama no es perfecto. Pero, aún así votan por él porque
creen, fundamentalmente, los demócratas son "el menos
de los dos males". Tweedledee (D) es y siempre será el
mal menor en relación a Tweedledum (R) porque él/ella
tiene la letra D a continuación de su nombre.1[1]
Solo una
profunda ignorancia de la historia y de sus lecciones acerca
de la mecánica del cambio puede sustentar el argumento do
mal menor.
El
último incendio
El último
momento político en que los EEUU se movieron para la
izquierda fue durante los días emocionantes de los
movimientos de los derechos civiles, del Black Power, contra
la guerra, derechos de los gay y de liberación de las
mujeres. ¿Será que estos movimientos avanzaron porque los
demócratas estaban en el gobierno? Habrá sido mas fácil
organizar un movimiento porque un demócrata estaba en la
Casa Blanca? ¿Habrá sido un demócrata quien trajo las
tropas de vuelta de Vietnam, terminó con la conscripción,
redujo la edad de votar a 18 años, instaló la Agencia de
Protección Ambiental, estableció el primer programa
federal de acción afirmativa, y estableció la Organización
de Salud y Seguridad Ocupacional? NO. Fue Richard Nixon. No
es de admirar que el comediante Stephen Colbert haya llamado
a Nixon "el último presidente liberal".
Solo para
que nadie se confunda: Nixon no hizo estas cosas porque
fuese secretamente anti-guerra, anti-racista y amante del
ambiente bajo una fachada de extrema derecha,
anti-comunista, racista y promotora de la guerra. La verdad
es que los movimientos de protesta se volvieron demasiado
poderosos para ser ignorados, rechazados o reprimidos,
aunque él ciertamente intentase hacerlo. Él no tuvo más
opción que hacer concesiones. Negarse a efectuar reformas
habría conducido a una mayor militancia interna y abierto
la posibilidad de una situación revolucionaria en los EUA.
(Dada la negativa de los soldados rasos a combatir
campesinos en las selvas de Vietnam a comienzos de la década
de 1970, no había garantía de que disparasen sobre su
propio pueblo en las calles de América). Adoptar una posición
dura contra los males de la reforma y convocar a las tropas
para reprimir manifestantes no funcionaría tan bien como
con el Zar Nicolás II. Nixon era astuto, paranoico y
manipulador, pero no era un loco.
En 1973, el
Tribunal Supremo votó por la legalización del aborto en la
histórica decisión Roe v. Wade, un reflejo de la fortaleza
del movimiento de liberación de las mujeres. En aquel
tiempo, la composición del tribunal incluía seis jueces
nombrados por los republicanos. Ellos no eran meteorólogos,
pero sabían de que lado soplaba el viento. Esto bastó como
argumento para el Supremo Tribunal, privilegiando lo del Mal
Menor.
Los
burros pueden hacer lo que los elefantes no pueden
Debido al
barniz liberal del partido, hay algunas cosas que los demócratas
pueden hacer que los republicanos no pueden. Acabar con el
Estado de providencia es un buen ejemplo.
Reagan
disparó el tiro de apertura en el asalto de la derecha al
Estado de providencia al mencionar una ficticia "reina
de la providencia" de Chicago que utilizaba 80 seudónimos,
30 direcciones, una docena de tarjetas de la Seguridad
Social y cuatro maridos muertos ficticios para robar al
gobierno federal una cantidad sustancial de US$150.000. La
mujer a la que se refería Reagan realmente defraudó al
gobierno por US$8.000 y utilizó apenas cuatro seudónimos,
pero cuando fue que los hechos alguna vez pesaron en la
agenda ideológica de la derecha?
Fue Bill
Clinton, un demócrata, que disparó el último tiro en este
combate, finalizando lo que Reagan comenzara. En 1966
Clinton abolió el Estado de providencia y lo sustituyó con
un programa de "asistencia temporaria" que
establecía un límite de duración de cinco años en los
beneficios y otras serias restricciones para aquellos que
recibían asistencia pública, inclusive niños y niñas.
Previsiblemente, un número record de niños y niñas negras
cayó en la pobreza extrema durante la primera recesión
después de que la ley fue aprobada y el número de
americanos en "pobreza profunda" aún está
creciendo.
Solo un demócrata
podría haber obtenido esta gran victoria estratégica en la
guerra a los pobres porque, como afirmó un responsable de
Clinton, "Si Ronald Reagan fuese a hacer esto, ellos se
estarían arrastrando para la Casa Blanca en silla de ruedas
para protestar". Pero porque había una D al final del
nombre de Clinton, no hubo niños pobres en silla de ruedas
frente a la Casa Blanca, no hubo protestas. Al contrario.
Hubo un lobby en los bastidores contra a ley, lo cual fracasó
miserablemente y unos pocos liberales que renunciaron en la
administración.
La
liquidación del Estado de providencia fue un trabajo
interno
Solo al fin
del segundo mandato de Clinton la oposición a su
Administración imperialista y pro-corporativa comenzó a
desarrollarse, aunque de forma vacilante.
Activistas
que se oponían a las sanciones a Irak fustigaron a la
Secretaria de Estado Madeline "Mad Bomber"
Albright, el secretario de Defensa William Cohen y a su
consejero de Seguridad Nacional Sandy Berger, en vivo en la
televisión nacional en una reunión en Ohio State
University difundida pela CNN. El acontecimiento fue
organizado por la administración Clinton para crear apoyo
al bombardeo a Irak en 1998 supuestamente porque el vil
dictador asesino Saddam Hussein – también conocido como
"el nuevo Hitler" – se negó a permitir que
inspectores de armas buscasen armas de destrucción masiva
inexistentes. (Hussein descubrió que agentes de la CIA se
habían infiltrado en los equipos de inspecciones de armas
de la ONU para recoger información que ayudaría a los EUA
a asesinarlo. Previsiblemente, los sacó del país).
Al revés
de la pregonada exhibición del "a- nosotros- nos-
gusta-el- bombardeo" que ellos esperaban, el equipo de
Clinton se deparó con activistas articulados que les
presentaban cuestionamientos penetrantes: Por que los EUA no
tienen problema en apoyar los genocidios turcos e israelitas
pero explota contra Hussein por ser genocida? Por que estaba
bien vender armas al dictador asesino de Indonesia, Suharto,
pero impone sanciones genocidas a Irak que mataron a 1,5
millón de personas? Una vez denunciados como hipócritas
asesinos a sangre fría, el equipo de política externa de
Clinton se volvió defensivo y perdió la simpatía del
auditorio. Todo fue enormemente embarazoso. (No es de
admirar que Obama no quiera reuniones públicas con McCain).
El desastre
de las relaciones públicas no impidió que Clinton firmase
la Ley de Liberación de Irak de 1998, haciendo un
"cambio de régimen" en Bagdad la política
oficial dos EEUU, de esa forma abrió el camino para que su
sucesor hiciera de aquella política una realidad bajo el
mismo falso pretexto de las armas de destrucción masiva.
Hay que
considerar que Clinton mató 1,5 millones de iraquíes,
mientras que Bush mató una cantidad estimada de 1,2
millones. Por la lógica sesgada del recuento de cadáveres,
Bush es el mal menor aquí. Un pensamiento que asusta.
En 1999
hubo una protesta en Seattle contra la reunión de la OMC,
la cual marcó el nacimiento del movimiento por la justicia
global. Hubo grandes protestas contra la bandera confederada
del Sur. Un gobernador favorable a la pena de muerte fue
forzado a suspender ejecuciones por una campaña de
activistas. Este descontento a fuego lento se expresó en la
arena electoral con el candidato del Partido Verde, Ralph
Nader, quien obtuvo mayor porcentaje de electorado que
cualquier candidato de izquierda desde el socialista
revolucionario Eugene Debs en 1920.
¿El
mal menor, una vez más?
Lo perfecto
en cuanto al argumento del mal menor es que, así como el
argumento acerca de la existencia o no existencia de Dios,
no hay ningún medio de concebir un experimento para
demostrarlo.
Nadie tiene
una máquina del tiempo que pueda retrocedernos al año
2000, darle la presidencia a Al Gore, y verificar si el
también habría invadido Irak después de Afganistán.
Sospecho fuertemente que él habría hecho eso, toda vez que
el "cambio de régimen" era la política oficial
de los EUU, toda vez que la administración Clinton intentó
asesinar a Hussein en 1998 como parte de aquella política,
toda vez que Irak era el país mas débil en la lista
americana de blancos a atacar, y más todavía con la enorme
ganancia de poder geopolítico que los EUA disfrutarían al
instalar bases permanentes sobre el segundo mayor proveedor
de petróleo del mundo. Pero lo que haría Gore es
discutible.
Análogamente,
nadie tiene una máquina que nos transporte al futuro para
ver que harán tanto John McCain como Barack Obama, lo cual
seria el único medio definitivo para responder la cuestión
de quien realmente es el mal menor. Debería decirse que,
como demócrata negro, Obama tendrá un poco más de
credibilidad y apoyo público si el decide bombardear Irán,
iniciar el servicio militar obligatorio o acabar con la acción
afirmativa del mismo modo como Clinton acabó con el Estado
de providencia.
Como sea
que haga Obama, los liberales lloriquearán y llorarán
cuando descubran que el lobo vestido de cordero que ellos
ayudaron pretende devorar todo aquello que les es más
querido. Dirán entonces que se sienten burlados,
angustiados, frustrados y shockeados por el foso entre la
retórica de Obama en la campaña y su desempeño en la Casa
Blanca.
Después de
haber sonado sus narices y enjugado sus lágrimas, ellos
mirarán el calendario, verán que es 2012 e dirán:
"Imagine si John McCain fuese presidente – cuanto
peor sería", y comenzaría todo el ciclo otra vez.
Esto puede entrar en el libro Guiness de los Records
Mundiales bajo "la más larga relación abusiva en
marcha".
El punto
aquí no es que Obama es el mal mayor, o que Obama y McCain
harán exactamente las mismas cosas, o que no habrá
absolutamente ninguna diferencia entre ellos. El punto es
que el mal-menorismo como una estrategia progresista ha
tenido éxito – éxito en hacer la política americana
progresivamente cada vez mas de extrema derecha, cada vez
mas "vil", digamos. Ella ha tenido éxito en
rebajar las expectativas del pueblo. Y ella ayudó a colocar
a Nixon a la izquierda de Clinton en la política interna.
El mal
menor, aplicado a Abu Ghraib o Guantanamo, sería si un
interrogador informa a un prisionero que él tiene una opción
entre ser semi ahogado (water-boarded) o recibir descargas
de alta tensión en los genitales. Después de la primera
sesión de interrogatorio, la tensión sería aumentada y el
tiempo en el water-boarding seria ampliado. El ciclo seria
repetido una vez más, con tensión más alta y más tiempo.
Opte otra vez, dirían al prisionero. Finalmente, el espíritu
del prisionero seria quebrado y estaría en delirio y
bastante desesperado para creer que un método era
"menos malo" que otro. La única cosa real aquí
es organizar la destrucción del presidio.
Si habrá o
no cambio después de las elecciones de 2008 depende no de
lo que Obama haga después de asumir, sino de lo que el
pueblo haga o no haga en la línea de frente. El cambio a
partir de abajo es el único cambio en el que podemos creer.
Elegir el llamado mal menor solamente vuelve peores las
cosas.
(*)
Miembro del consejo editorial de Traveling Soldier . Su blog es prisonerofstarvation.blogspot.com . Email: anita_job@yahoo.com
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