La
policía de los partidos
Por
Amy Goodman (*)
Democracy Now!,
10/09/08
Las
convenciones nacionales demócrata y republicana ya han
acabado, pero su financiación y ejecución siguen
resultando polémicas. Arrestos en masa de manifestantes pacíficos,
excesiva violencia policial, desprecio generalizado por la
Declaración de Derechos y el acoso y arresto de periodistas
han ensombrecido lo que debería haber sido una celebración
de la democracia. Los “comités anfitriones”, entidades
legales que organizan y pagan las convenciones, funcionan
como arcas repletas de fondos irregulares a disposición de
los partidos, fuera de las restricciones impuestas a la
financiación de las campañas electorales. Gran cantidad de
importantes empresas (y un par de sindicatos) que tienen
prohibido donar fondos ilimitados a los partidos políticos,
podían aportar lo que deseaban a los comités anfitriones
de las convenciones en Denver y St. Paul, Minnesota.
Según un
artículo reciente de la revista National Underwriter,
“Tanto el Comité Nacional Republicano como el Comité
Nacional Demócrata se negaron a hacer comentarios sobre sus
decisiones respecto al contrato de seguros, e incluso
eludieron hacer público qué empresa aseguraba sus
respectivas convenciones.” Bruce Nestor, presidente de la
sede en Minnesota del Asociación Nacional de Abogados
(National Lawyers Guild), que desplegó a una gran cantidad
de observadores legales por las Ciudades Gemelas de St. Paul
y Minneapolis para proteger los derechos legales de los
ciudadanos, me dijo: “De hecho, St. Paul negoció con el
comité anfitrión republicano la inclusión de una cláusula
especial en el contrato de seguro que estipula que los
primeros 10 millones de dólares de responsabilidad civil
por demandas surgidas a consecuencia de la convención serán
aportados por el comité anfitrión. La ciudad está muy
orgullosa de haber logrado este acuerdo. Es la primera vez
que algo así se negocia entre una ciudad y el comité
anfitrión. Pero básicamente significa que nosotros [la
ciudad] podemos incumplir la ley y no tendremos que pagar
por ello”. Según el Minnesota Independent, más de 40
periodistas fueron arrestados o detenidos durante la
Convención Nacional Republicana.
Algo así
le ocurrió a la productora de “Democracy Now!” Nicole
Salazar cuando estaba haciendo la cobertura de las
manifestaciones en el centro de St. Paul. Nicole fue lanzada
violentamente al suelo, con la nariz sangrando y un hombre
la sujetó contra el asfalto usando la rodilla o la bota,
mientras otra persona le tiraba de la pierna. Su colega, el
productor Sharif Abdel Kouddous, fue lanzado contra una
pared y pateado en el pecho y la espalda. La policía
normalmente interviene y arresta a los que cometen alguna
fechoría. Sólo que en este caso era la policía la que
estaba atacando a la gente. Y los arrestados eran sus víctimas.
Al llegar al lugar de los hechos intenté que pusieran en
libertad a mis compañeros, pues todos estábamos
acreditados como periodistas: la policía también me arrestó.
Y no fuimos los únicos.
Mientras
los alcaldes y la policía de St. Paul y Minneapolis se
daban mutuamente palmaditas en la espalda por un trabajo
bien hecho, la organización sin fines de lucro FreePress,
el director de la sede local de la Asociación de Periódicos
y otros defensores de los medios y reporteros enviaron más
de 50.000 firmas a la oficina del alcalde exigiendo que se
retiraran los cargos contra los periodistas. Cuando nos vino
a ver la vicealcaldesa de St. Paul, Ann Mulholland, el
presidente de Free Speech TV, Denis Moynihan, le preguntó
acerca de la indemnización que el comité anfitrión
republicano garantizaba a la ciudad: “¿No es simplemente
como darle a la policía un pagaré de 10 millones de dólares
para que viole los derechos civiles?” Mulholland respondió:
“Estamos muy orgullosos de esto... los 10 millones de dólares
eran algo vital para nuestra ciudad. No hubiéramos podido
albergar a la convención de otro modo”.
Las
convenciones de los dos
partidos principales se han convertido en prolongados
y caros espectáculos publicitarios para los candidatos
presidenciales. Tiene sentido que demócratas y republicanos
quieran controlar el mensaje. Pero la democracia no es un
anuncio publicitario y tampoco está bajo el control
exclusivo de los dos partidos. En Denver y St. Paul la gente
participó en una amplísima variedad de diálogos cívicos,
reuniones públicas, marchas, manifestaciones, conciertos,
exhibiciones de arte; de hecho, había más democracia fuera
de la propia convención que en su interior. Los nombres de
las sedes en las que se celebraron las convenciones hablan
por sí solos: el Pepsi Center en Denver y el Xcel Energy
Center en St. Paul. Xcel que quiere impulsar la energía
nuclear, aportó 1 millón de dólares a cada convención.
Ambos candidatos apoyan la energía nuclear como una opción
viable.
En Denver,
pero especialmente en St. Paul, las expresiones de
disconformidad fueron reprimidas con un tremendo despliegue
de policía con tintes paramilitares, operando al mando del
Servicio Secreto estadounidense y gozando de jurisdicción
sobre los “eventos nacionales de seguridad especial”,
como se han dado en llamar las convenciones. Las empresas
pagan millones a los comités anfitriones, obteniendo así
acceso exclusivo a los legisladores y los candidatos. Los
comités anfitriones, a cambio, lanzan a la policía contra
el público, casi garantizando daños, arrestos irregulares
y costosas disputas legales durante los años venideros. Más
que un agujero legal que debe resolverse en el sistema de
financiación de campañas, es una desgracia nacional.
Durante la
semana de la convención, una de las 25 impresiones
originales de la Declaración de Independencia que aún se
conservan se exhibía en el ayuntamiento de St. Paul,
no muy lejos del lugar en el que la gente estaba
siendo atacada por la policía con spray de pimienta,
porras, gases lacrimógenos y granadas aturdidoras. Mientras
la humareda se despeja poco a poco, resulta instructivo
recordar las palabras de uno de los firmantes de la
Declaración, Benjamín Franklin:
“Quienes
son capaces de renunciar a libertades fundamentales para
obtener una seguridad temporaria, no merecen ni la libertad
ni la seguridad”.
(*)
Amy Goodman es la presentadora de “Democracy Now!”,
noticiero internacional diario emitido en más de 700
emisoras de radio y TV en Estados Unidos y el mundo.
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