La elección presidencial de EEUU: una
evaluación
Por Rodrigue Tremblay (*)
Boletín Entorno, 15/09/08
“Bombardear, bombardear, bombardear Irán.” - “El
tema de la economía no es algo que haya comprendido tan
bien como debiera... Yo sé mucho menos de economía que de
temas militares y de política exterior. Todavía necesito
que se me eduque.” - “Pienso que [ser rico] si sólo
habla de ingresos, ¿serán unos 5 millones de dólares?
(John McCain, candidato presidencial republicano para 2008)
“Nuestros dirigentes nacionales los están enviando [a
los soldados estadounidenses a Iraq] a una misión que es
divina... Es lo que tenemos que asegurar, que es por lo que
estamos orando, que existe un plan y que el plan es el plan
divino.” (Gobernadora de Alaska, Sarah Palin, junio de
2008)
“Ella no está preparada para ser gobernadora. ¿Cómo
puede estar preparada para ser vicepresidenta o presidente?
Mirad lo que ha hecho a este Estado. ¿Qué haría a la nación?”
[Sobre la gobernadora Sarah Palin, elegida por McCain como
compañera de lista] (Lyda Green, presidenta republicana
del Senado de Alaska)
“Si mis conjeturas se confirman, entonces provocan la
sospecha de que alguien en EE.UU. creó intencionalmente
este conflicto [el conflicto del 7 y 8 de agosto entre
Georgia y Rusia] con el objetivo de agravar la situación y
crear una ventaja... para uno de los candidatos en la
batalla por el puesto de presidente de EE.UU.”
(Vladimir Putin, primer ministro ruso y ex presidente, 28 de
agosto de 2008)
Tradicionalmente, las elecciones
presidenciales de EE.UU. alcanzan su máxima actividad después
del Día del Trabajo, una vez terminadas las convenciones
políticas, hechos los principales discursos y escogidos los
candidatos a vicepresidente. Por ello, es un buen momento
para hacer una evaluación general de donde se encuentra la
elección de este año, qué campo político tiene el ímpetu
(o lo está perdiendo) y qué decisiones buenas o malas han
sido hechas por cualquiera de los dos principales candidatos
a la presidencia.
1. Comencemos por los sondeos
Hace tres meses, a mediados de junio,
al final de la temporada de las primarias, la posición en
los sondeos de los dos – presuntos – principales
candidatos a la presidencia era: Los sondeos mostraban que
el candidato demócrata, senador Barack Obama, aventajaba a
su oponente republicano, senador John McCain por un margen
confortable. Fue después de la victoria de Obama en las
primarias sobre la senadora Hillary Clinton. Por ejemplo, el
sondeo USA Today/Gallup mostró generalmente que el senador
Obama superaba al senador McCain con algo como 50% contra
44%, entre los probables votantes.
A fines de agosto, según el mismo
Sondeo USA Today/Gallup Poll, el senador Obama todavía tenía
un margen de 48% contra 45% sobre su oponente entre los
probables votantes, pero unos pocos sondeos lo ubicaban detrás
de McCain. Un sondeo Gallup del sábado 6 de septiembre
mostró que Obama sobrepasaba a McCain sólo por 47% contra
45%, indicando que las dos candidaturas presidenciales
estaban muy cerca la una de la otra, según las estadísticas
después de las dos convenciones.
Habría que mencionar que 10 de 12
veces, la candidatura presidencial que sale ganando después
de las convenciones también gana en noviembre. Pero este año,
los datos de los sondeos deben ser analizados a la luz de un
“Efecto Bradley” probablemente negativo para la
candidatura Obama-Biden. (Vea a continuación).
Por ello, una conclusión es evidente:
Va a ser una elección presidencial estrecha, mucho más
estrecha de lo que se pudiera esperar después de ocho años
de gobierno republicano propenso a las crisis. ¿Por qué?
2. Los ataques contra la persona del
candidato demócrata
En general se reconoce que si los
estadounidenses eligen presidente al senador Barack Obama,
será considerado como una especie de milagro político. Es
porque el senador Obama no es el tipo usual de candidato
presidencial estadounidense. Joven senador de EE.UU. con
poca experiencia administrativa, ha tenido que enfrentar la
acusación de ser inexperto y no probado. Por ello, su
elección del candidato a vicepresidente era crucial. No podía
permitirse un fracaso en esa prueba. (Vea más abajo).
El senador Obama es también la primera
persona de ascendencia afro-estadounidense que se haya
presentado como candidato a presidente por uno de los dos
partidos políticos dominantes de EE.UU. En sí es un desafío
histórico ya que no corresponde totalmente a la imagen que
muchos estadounidenses se hacen de su presidente. Por
cierto, algunos observadores dijeron que ciertos segmentos
del público estadounidenses no se sienten enteramente cómodos
con el candidato Obama y su enrevesada historia personal.
Más importante, sin embargo, es que el
senador Obama es considerado progresista y a la izquierda
respecto a numerosos temas de política interior. Podría
ser un obstáculo menor para el votante promedio de EE.UU.,
que ha sufrido miserablemente bajo el gobierno de políticos
de extrema derecha, que para la nomenclatura neoconservadora
que controla las palancas de numerosas máquinas de
propaganda.
Como en el caso de anteriores
candidatos presidenciales demócratas del pasado reciente,
se podía esperar que el cartel político gobernante en
EE.UU., se mostrara menos que entusiasta de permitir que un
candidato relativamente desconocido, y por lo tanto algo más
arriesgado, llegara a la Casa Blanca. Es obvio que existe
una fuerte coalición de diversos intereses a los que no les
gusta la perspectiva de que el senador Obama se convierta en
el presidente Obama, y que están tomando los pasos
necesarios para tratar de impedir su victoria.
Para lograrlo, han adoptado la
estrategia republicana tradicional de “atacar y
destruir.” La maquinaria propagandística neoconservadora,
que controla un 90% de los medios corporativos de EE.UU., ya
ha realizado un efectivo trabajo de sabotaje de la campaña
de Obama. Por cierto, los presentadores de las redes
dominantes, los demagogos pagados del cable y otros artistas
de la calumnia se han ensañado ferozmente en su contra con
insinuaciones, verdades a medias y calumnias, a fin de
distanciarlo del votante promedio, cuyos intereses han sido
defendidos por el senador Obama.
Es obvio que esta poderosa maquinaria
de propaganda se propone elegir a un candidato
neoconservador y favorable al complejo militar-industrial,
no importa lo deficiente y poco adecuado que pueda ser ese
candidato, y hasta ahora han utilizado considerables
recursos para lograr sus objetivos, incluyendo los de
organizaciones sin fines de lucro 501(c)4 [organizaciones de
cabildeo, cuyas contribuciones no son deducibles de
impuestos. N. del T.]. El propio candidato deficiente,
senador John McCain, ha marcado nuevos niveles de bajeza en
campañas electorales sucias, en calumnias y en mentiras políticas,
llegando a acusar al senador Obama de ser responsable por
los altos precios de la gasolina, mientras exonera a
culpables como el gobierno saliente de Bush/Cheney, su
ineficaz política energética y sus guerras de agresión.
3. La débil reacción del campo de
Obama
Pero la estrategia de ataque “ad
hominen” de los republicanos era previsible, ya que la han
utilizado con éxito anteriormente, y el campo de Obama
debiera haber planificado como corresponde. Se dice que el
candidato Obama “concedió” el mes crucial de agosto a
sus adversarios. Es el mismo mes del que también se dice
que fue concedido a sus atacantes por los candidatos
presidenciales demócratas Michael Dukakis y John Kerry en
las campañas de 1988 y 2004. Por ello, el hecho de que el
senador Obama haya permanecido a la defensiva y no haya
contraatacado enérgicamente dice mucho para explicar su
actual falta de ímpetu político. Para ganar, los demócratas
no pueden dejar que la propaganda corrosiva en su contra
quede sin respuesta, con sólo refutaciones esporádicas y débiles,
mientras el historial y el carácter deficientes de su
oponente se quedan en general libres de polvo y paja.
Ya que fue un error cometido por el
campo de Dukakis en 1988 y el campo de Kerry en 2004, se
podría pensar que los demócratas hayan aprendido algo de
esos dos fiascos. Pero a juzgar por lo que sucedió en
agosto de este año, es obvio que no es así. Por lo tanto
hay que preguntarse: ¿Existe un continuo intento desde el
interior del Partido Demócrata de sabotear la campaña de
Obama? Cuando sucede algo extraño e inexplicado, hay que
preguntar si no habrá una razón más racional que lo
explique.
4. Los trucos sucios de los
republicanos
Esta elección ha sido caracterizada
hasta ahora por el uso intenso de trucos políticos sucios
por el campo de McCain para destruir al candidato
presidencial demócrata y desbaratar su campaña. ¿Cómo es
posible que la maquinaria de McCain haya sido tan
sorprendentemente exitosa en el control del debate,
especialmente al lograr que los temas de asuntos exteriores
y de seguridad dominen la campaña electoral presidencial,
en tiempos en los que millones de estadounidenses pierden
sus casas, cuando la economía pasa por una de las peores
crisis financieras y bancarias y está en medio de una
crisis económica?
En cuanto a la pregunta sobre el
predominio de los temas de seguridad nacional, ciertamente
se puede preguntar si el senador Barack Obama no ha sido ya
víctima de un astuto y malévolo ardid de “Wag the Dog”
[La película “La cortina de humo”]. Un ardid semejante
podría haber sido fabricado por la Casa Blanca Bush-Cheney
para colocar los asuntos de política exterior y de
seguridad al frente y al centro de días estratégicamente
importantes en la campaña presidencial de EE.UU., en el mes
de agosto, a fin de reforzar la campaña de McCain y ayudar
a que el candidato McCain capitalice por su ventaja
percibida en aspectos semejantes.
Por cierto, la curiosa crisis
internacional que el amigo personal de McCain, Mikhail
Saakashvili, presidente de Georgia, creó de punta a cabo a
comienzos de los Juegos Olímpicos de 2008, durante la noche
del 7 al 8 de agosto (un período en el que el senador Obama
estaba de vacaciones en Hawai) tiene todas las características
de una operación “Cortina de humo.”
Desde que los países occidentales
apoyaron la separación del territorio separatista Kosovo de
Serbia en febrero de 2008 y crearon un precedente para
aplicarlo en otros sitios, el presidente Saakashvili de
Georgia sabía perfectamente que Rusia estaba lista para
reaccionar contra cualquier provocación en Osetia del Sur.
¿Por qué entonces fue el exaltado Saakashvili y provocó a
Rusia bombardeando e invadiendo Osetia del Sur? Y con
“asesores” estadounidenses e israelíes en el terreno,
en Georgia, podemos estar seguros de que Saakashvili jamás
hubiera enviado tanques georgianos a Osetia del Sur sin
recibir algún tipo de luz verde de Washington. Un signo
ominoso fue la presencia de un alto asesor nacional de
seguridad del vicepresidente Dick Cheney en Georgia (Joseph
R. Wood), justo antes del ataque de ese país del 7-8 de
agosto contra Osetia del Sur. Por ello, podemos estar
seguros de que hubo un lazo directo entre el gobierno
georgiano y la Casa Blanca de Dick Cheney mientras George W.
Bush estaba en los Juegos Olímpicos de Beijing.
Muchos consideran que el peligroso plan
georgiano, respaldado por Washington de atacar a soldados
rusos en Osetia del Sur “va más allá de lo
comprensible”. ¿Pero fue así? ¿Tuvo la intención,
desde el punto de vista georgiano, de atraer a EE.UU. a un
recién creado conflicto de facto con Rusia, pensando
incluso que el ejército georgiano podría ocupar
exitosamente Osetia del Sur con soldados rusos allí
estacionados, como algunos observadores creyeron
inicialmente, o – fue también, y sería más lógico,
parte de un plan para fortalecer la campaña del senador
John McCain, cuando iba muy rezagado en los sondeos? Es
permisible, por cierto, que se sospeche que la oficina del
vicepresidente Cheney pueda haber estado interesada en
provocar una disputa con Rusia respecto a la OTAN, a fin de
alejar el debate político en EE.UU. de la economía y
conducirlo hacia el tema de la seguridad nacional y de los
asuntos internacionales.
El hecho de que las incursiones
militares georgianas en Osetia del Sur hayan sido seguidas
por declaraciones preparadas anteriormente por el candidato
McCain (“Somos todos georgianos”) en la secuela de esa
crisis provocada e injustificada apunta a un posible
escenario político más cínico. – Se dice que cuando
algo se parece a un pato, camina como un pato y hace “¡Cua-cua!”
como un pato, es muy posible que sea un pato. – Por lo
menos, es una hipótesis que merece ser investigada con
todos los indicios disponibles. También es una hipótesis
que ha recibido el apoyo del presidente ruso Vladimir Putin.
Y podéis estar seguros de que si la
Casa Blanca de Bush-Cheney lanzara un ataque innecesario
contra Irán en las próximas semanas, también lo haría
pensando en la actual elección presidencial. Por eso
siempre existe el temor de que un error de cálculo pueda
llevar a la Tercera Guerra Mundial.
5. Una evaluación del candidato
republicano
En comparación con el senador Barack
Obama, parece ser obvio que un presidente John McCain sería
una bomba de tiempo. El sujeto es un militarista al estilo
antiguo quien confesa que no sabe nada de economía
(“Tengo que ser educado”)
Son los peores atributos que uno
quisiera ver en un dirigente en estos días de tensión económica
y financiera, y con costosas guerras que persisten en los
lejanos Iraq y Afganistán, y drenan el presupuesto público.
Por cierto, si estudiamos sus declaraciones, todo indica que
el senador McCain sería un presidente de gatillo fácil
“que se la juega”. Sería un presidente
intervencionista, quien comenzaría jubilosamente nuevas
guerras, mientras su disposición a restablecer el servicio
militar obligatorio causaría estragos en miles de familias.
Ese mensaje no parece haber sido comunicado efectivamente al
electorado estadounidense. ¿Por qué?
6. La selección de los candidatos a
vicepresidente
El sábado 23 de agosto, el senador
Barack Obama anunció que había escogido como candidato a
vicepresidente a un veterano senador. Por cierto, el senador
Joe Biden (Demócrata de Delaware), su candidato a
vicepresidente demócrata, es un conocedor y maestro de políticas
en Washington, habiendo estado en el Senado de EE.UU.
durante unos 35 años. Abogado y especialista en asuntos
internacionales, el senador Biden es indudablemente tan
calificado para ser presidente como el mejor.
Pero, la selección tuvo el efecto de
negar en cierto modo la promesa central de Obama de un
cambio fundamental en el gobierno. Además, ya que el
senador Biden apoyó la “Resolución de la Guerra de
Iraq” de octubre de 2002, inspirada por los
neoconservadores, su selección eliminó, considerablemente,
la justificación para que los se oponen a la guerra de Iraq
trabajen especialmente duro a favor de la candidatura demócrata.
Recordemos que una de las acusaciones más
serias y efectivas de Obama contra la senadora Hillary
Clinton durante las primarias fue que, desde el comienzo, él
había mostrado “mejor juicio” que ella al oponerse a la
Guerra de Iraq. Se ha hecho mucho más difícil hacer esa
acusación contra el senador McCain, ahora que el senador
Biden está a su lado. También, en política exterior, el
senador Obama quiere reducir las tropas estadounidenses en
Iraq al mismo tiempo que propone una “oleada” militar en
Afganistán, enviando dos brigadas estadounidenses más a
ese devastado país, e incluso posiblemente a Pakistán.
Todo esto desdibuja el mensaje general del senador Obama y
su presunción de que representa la esperanza de un cambio
fundamental en la política exterior estadounidense.
Por ello, la selección de Biden para
la vicepresidencia, aunque no sea mala, fue ciertamente
conservadora. Podría reforzar la idea, en las mentes de
algunos votantes jóvenes, de que cuando se trata de la política
exterior de EE.UU., siempre existe realmente en Washington
un solo partido bipartidario y derechista favorable a la
guerra. Esta imagen contradice aquella proyectada
anteriormente por el senador Barack Obama cuando postulaba a
la candidatura demócrata.
Por cierto, a muchos de sus partidarios
les cuesta comprender cómo el senador Obama pudo
presentarse como un candidato contra el establishment y
contra la guerra y luego dar media vuelta y escoger a un
candidato a vicepresidente del establishment y favorable a
la guerra quien ha tenido una prolongada y estrecha asociación
con la organización AIPAC [Comité de Asuntos Públicos
Estados Unidos-Israel]. La justificación, por cierto, fue
que un senador informado como el senador Biden ayudaría a
un gobierno de Obama a tratar con el Congreso... una vez
elegido. Pero antes de gobernar, hay que ganar la elección.
Y en este sentido, es cuestionable si ese candidato a
vicepresidente fue la mejor decisión para unir a un partido
fuertemente dividido entre el campo de Obama y el de
Clinton.
Para cerrar la brecha e introducir
energía en el Partido Demócrata, el senador Obama podría
haber recurrido al ex vicepresidente Al Gore y haberlo
introducido a la campaña. Es comprensible que un joven
senador pueda haber temido que un candidato demócrata a
vicepresidente tan prominente podría dejar en la sombra a
su propia persona. Pero una decisión en esta decisión habría
sido electrizante en la Convención Demócrata y llegado muy
lejos en la tarea de unir al partido.
Claro está que la otra alternativa
obvia que podría haber unido al Partido Demócrata hubiera
sido que Obama se tragara su orgullo, superado su complejo
de inferioridad y elegido como candidata a vicepresidente a
la senadora Hillary Clinton (Demócrata por Nueva York), una
adversaria que recibió casi tanto apoyo (18 millones de
votos en las primarias) como él mismo dentro del partido.
Por cierto, la senadora Clinton podría haber ayudado a la
candidatura demócrata a ganar una fuerte mayoría en el
crucial voto femenino, especialmente el voto de mujeres
blancas mayores, ya que es ampliamente reconocido que el
senador Obama no va a ganar el voto blanco masculino.
En 1960, por ejemplo, el senador John
F. Kennedy estaba menos que personalmente enamorado del
senador. Lyndon B. Johnson de Texas, pero tenía que vencer
en ese Estado del sur para ganar la elección. Superó sus
sentimientos personales, y gracias a la victoria en Texas,
Kennedy ganó la elección y llegó a ser presidente. Por
ello, a fin de cuentas, se puede decir que el senador Obama
decidió no ser audaz, sino ir a lo seguro en su elección
de un candidato a vicepresidente.
Se puede decir lo contrario del senador
McCain. En una acción cínica y manifiestamente calculada,
John McCain anunció el viernes, 29 de agosto, que había
escogido a una mujer relativamente desconocida e inexperta,
Sarah Palin, de 44 años, ex finalista del concurso de
belleza Miss Alaska en 1984 y ex periodista deportiva.
Despertó recuerdos de George H. Bush quien, en 1988, escogió
a un oscuro senador llamado Dan Quayle, de 41 años, como
candidato a vicepresidente. En el caso de la señora Palin,
es ex alcaldesa de una pequeña ciudad y recientemente
elegida gobernadora de Alaska, y no tiene ni un gramo de
experiencia en asuntos mundiales. Es un buen ejemplo de como
la política estadounidense se vuelve estúpida, donde se
puede decir, hacer o vender cualquier cosa (“Ella tiene
experiencia en asuntos exteriores porque vive en un Estado
cercano a Rusia”) siempre que convenga.
Por ello, ya que según el propio
senador McCain él carece de competencia en economía o
finanzas, se podría haber esperado que escogiera a alguien
mejor preparado en esa área crucial. Un candidato que
correspondería a esos requerimientos podría haber sido el
ex gobernador de Massachusetts, Mitt Romney, quien posee
considerable experiencia empresarial y ejecutiva. En su
lugar, el senador McCain escogió a una mujer que no tiene
base en economía o finanzas. ¿Por qué? Esencialmente,
porque en EE.UU., la religión triunfa en todo momento por
sobre la economía. Y, ese es el problema.
7. Una candidatura republicana del
gusto de la extrema derecha religiosa
En los hechos, lo que atrajo al
candidato McCain a Sarah Palin fueron sus credenciales
religiosas de extrema derecha, por ser una ferviente
cristiana pentecostala, favorable a la pena de muerte
impuesta por el Estado, contraria a la educación sexual, a
los matrimonios del mismo sexo, al aborto (incluso para víctimas
de violación o incesto), pro-creacionismo, pro-censura,
pro-propiedad de armas de fuego, y pro-guerra. ¡Más a la
derecha que eso, y se cae al precipicio!
Para obtener el voto evangélico, había
que hacer la corte a los dirigentes evangélicos. Para los
dirigentes religiosos de extrema derecha, por cierto, como
James Dobson, presidente del movimiento Foco en la Familia,
el único tema que realmente importa es tomar el control
absoluto de la Corte Suprema de EE.UU. a fin de imponer su
agenda cultural interior de extrema derecha.
Particularmente, quieren que la Corte revoque la decisión
en 1973 de Roe contra Wade que dio a las mujeres
estadounidenses el control sobre su propio cuerpo. Cualquier
político que pueda ayudarles a lograr ese objetivo recibirá
su apoyo, sean cuales sean sus aptitudes.
Por eso Dobson declaró al saber que su
candidata favorita había sido seleccionada: “apretaría
esa palanca” [por John McCain – Sarah Palin],” después
de haber dicho anteriormente que “no puedo votar ni votaré
por el senador John McCain.”
En 2004, la maquinaria religiosa de
extrema derecha de Dobson puso su considerable poder mediático
(7 millones de radioescuchas estadounidenses) detrás de la
desastrosa candidatura Bush-Cheney para un segundo período.
Y ganó. En 2008, si la deficiente y controvertida
candidatura McCain-Palin fuera a ganar, sería debido en
gran medida al mismo apoyo religioso de extrema derecha.
Gente al exterior de EE.UU. debe saber cosas semejantes si
ha de comprender la política estadounidense.
¿Pero no habrá sido que el senador
McCain hizo una vez más una política chabacana y que ha
demostrado nuevamente su falta de discernimiento con una
selección tan sorprendente como compañera de lista? Por
cierto, si hubiera colocado en primer lugar el bien de su país
¿habría escogido a una persona tan inexperimentada para
estar a un paso de la presidencia, de ser comandante en
jefe, especialmente ya que él mismo ya tiene 72 años y
que, si es elegido, sería el presidente de más edad que
jamás haya asumido el cargo? [Nótese bien: El padre de
John McCain (de 70 años) y su abuelo (de 61) murieron ambos
repentinamente de ataques al corazón.]
La verdad es que la extrema derecha
religiosa de EE.UU. tenía sus dudas sobre el candidato
McCain y estaba a punto de abstenerse en la elección. Había
que improvisar algo para movilizar a la extrema derecha
religiosa. Y la señora Palin reunía las condiciones. Sus
credenciales de extrema derecha “activarían” a una
parte estratégica de la base republicana. Ese fue el cálculo.
Claro está que también existió la
esperanza de matar dos pájaros de un tiro al atraer a
algunas distraídas mujeres demócratas independientes
favorables a Hillary Clinton que podrían haberse sentido
desairadas por la elección del senador Joe Biden por Obama
como su candidato a vicepresidente. Pero considerando lo
lejos a la extrema derecha que está políticamente la señora
Palin, es dudoso que muchas mujeres de tendencia demócrata
o independiente vayan a caer en la trampa que el campo de
McCain les ha tendido.
Aunque es verdad que la campaña
conducida por la senadora Hillary Clinton legitimó la
posibilidad de que una mujer llegue a presidente, eso no se
aplica a cualquier mujer. No a una mujer sólo porque sea
mujer. Tiene que estar calificada para el puesto. De hecho,
la selección de la señora Sarah Palin como su candidata a
vicepresidente y su venta a la extrema derecha pueden haber
sido un importante error por parte del senador McCain,
porque una decisión tan precipitada e impulsiva pone en
duda su sentido común.
En general, la religión sigue siendo
el factor más divisivo desde el punto de vista político en
EE.UU. Gallup estableció, por ejemplo, que casi dos tercios
(65%) de los votantes blancos estadounidenses altamente
religiosos votarían por los republicanos, no importa cuáles
sean sus intereses en otros temas. Son votantes de un solo
tema y su conducta política explica en gran medida por qué
gente relativamente pobre y de la clase media en EE.UU.
sigue votando por políticas de extrema derecha que
benefician sobre todo a los ricos. Y ese único tema es un
deseo insalubre de imponer el dogma religioso a la ley del
país, no importa lo que diga la Constitución de EE.UU.
sobre la división entre la Iglesia y el Estado y el
requerimiento de que no haya una prueba religiosa
determinante para ningún puesto público [El Artículo 6,
cláusula 3 de la Constitución de EE.UU. dice:.. “nunca
se exigirá una declaración religiosa como condición para
ocupar ningún empleo o mandato público de los Estados
Unidos.”] La constitución dice una cosa, pero las
iglesias dicen otra. Eso explica por qué el candidato
McCain se sintió obligado a halagar al movimiento religioso
derechista de EE.UU.
Ya que los estudios económicos
muestran que cuando los demócratas estuvieron en la Casa
Blanca las familias estadounidenses tuvieron un aumento de
los ingresos ligeramente más rápido que las familias de
ingresos superiores, y que lo contrario ocurrió bajo
control republicano, se podría esperar que los demócratas
fueran los favoritos en este año de adversidad económica.
Eso, si la gente votara racionalmente por sus intereses económicos
en lugar de votar siguiendo líneas religiosas.
8. El “Efecto Bradley” no puede
ser subestimado
Por la naturaleza del candidato demócrata,
sería imprudente descartar la posibilidad de un fuerte
“efecto Bradley.” Al contrario, un sondeo del Pew
Research Center realizado a mediados de agosto podría
indicar que ese va a ser el caso. Por ejemplo, una mayoría
de los partidarios de McCain (un 53%) rechazó al candidato
Obama abrumadoramente y no encontró nada positivo en su
persona, mientras numerosos partidarios de Obama pudieron
decir algo positivo sobre el candidato McCain. Para mí, eso
huele a una cierta posición racista de parte de numerosos
votantes estadounidenses atraídos por el candidato McCain.
Simplemente no pueden aguantar la idea de tener a una
persona negra como su presidente.
Es un hecho político que tienen que
encarar los asesores de Obama. Al llegar noviembre, por
cierto, la candidatura Obama-Biden tendrá que tener entre 2
y 3 puntos de porcentaje más que la republicana para
contrarrestar el esperado “efecto Bradley” a fin de
ganar.
Por lo tanto, uno se puede preguntar si
su estrategia de colocar énfasis en una campaña “Obama:
la celebridad,” en lugar de una campaña “basada en
temas” sea realmente lo que requeriría la situación. En
otras palabras, ¿es una buena idea convertir la elección
de 2008 en un concurso de popularidad entre el senador Obama
y el senador McCain?
La realidad es que el senador Obama
también es un candidato que tiene una mujer prominente y
extrovertida que ciertamente no es la típica primera dama
estadounidense retraída (¡por lo menos antes de la elección!).
Eso podría reforzar excesivamente el tono de
“celebridad” de la campaña demócrata. En el mismo ámbito,
puede discutirse si la idea de que el candidato demócrata
haya aceptado la candidatura de su partido ante una multitud
impresionante de 75.000 en el estadio de fútbol Invesco
Field Stadium, de estilo Monte Olimpo-Partenón, fue la
mejor. Ayudó a reforzar el mensaje de “la celebridad”.
Es demasiado temprano para saber si fue el mensaje
equivocado en el momento equivocado. La respuesta se tendrá
el 4 de noviembre.
9. ¿Obama el bueno contra McCain el
malo?
Finalmente, hablando de caracteres,
tengo la impresión de que hay una cierta apariencia de
falta de fuerza moral de parte del candidato Obama. Hay
quien podría tener la impresión de que el senador Obama no
es suficientemente independiente. Que dice y hace lo que
otros le dicen que diga y haga y que esto podría explicar
sus bruscos cambios ocasionales. Esa imagen, incluso si
fuera injusta y falsa, puede ser peligrosa en la política
porque los votantes aprecian a veces el carácter por sobre
cualquier otra cosa en un candidato a un puesto público.
Por otra parte, a pesar de que los que
lo conocen se han referido a menudo a John McCain, desde sus
años en la universidad, como John “McNasty” [McMalo],
los demócratas parecen ser incapaces de comunicar al público
esa información sobre los defectos del carácter de McCain.
Si no lo hacen ellos mismos, ¡por cierto no pueden contar
conque los medios corporativos neoconservadores lo hagan por
ellos! Hasta ahora, los asesores de Obama se han andado con
miramientos. Repiten todo el tiempo que “Hay que tener
cuidado con atacar a McCain.” Bueno, el campo de McCain no
se muestra tan cohibido en sus ataques contra el senador
Obama. Hicieron exactamente lo mismo con el senador John
Kerry en 2004. En la política estadounidense, los tipos
buenos tienen la costumbre de llegar últimos.
10. Conclusión
La elección presidencial
estadounidense de 2008 es una elección extremadamente fuera
de serie e interesante, y será estudiada de modo intensivo
en los años por venir. Mi evaluación preliminar es que
sigue siendo una elección presidencial que puede ser
perdida por los demócratas, pero pueden perderla, por lo
menos al estratégico nivel presidencial.
Claro está, los demócratas todavía
no han perdido la elección presidencial de 2008, lejos de
eso, pero deben recuperar rápidamente el ritmo y tomar
control de la agenda política reorientando su estrategia y
táctica. Como dijo una vez el presidente John Kennedy:
“Un error no es una equivocación a menos que te niegues a
corregirlo.”
En cuanto a estrategia, por ejemplo,
sería atinado colocar menos énfasis en las personas del
senador Obama y de su mujer, y más en los temas. Tienen que
demostrar al electorado estadounidense que están mejor
preparados para encararlos, mientras que sus adversarios
probablemente empeorarán las cosas.
¿Les va mejor a los estadounidenses
hoy que hace ocho años? Según la mayoría de los puntos de
vista, no es así. No es sorprendente que los
estadounidenses estén ansiosos de que haya un cambio en la
dirigencia, especialmente en lo que se relaciona con su
preocupación número uno: la economía. Si votaran por
cuatro años más de lo mismo, sería sólo por omisión. ¿Cómo
podía ser de otra manera si el presidente republicano
saliente George W. Bush tiene la tasa más elevada de
desaprobación (69%) de cualquier presidente estadounidense?
Sorprendentemente, sin embargo, los demócratas
parecen tener un cierto problema para concentrarse en un
eslogan. Tal vez debieran adoptar una consigna como ser;
“Por un EE.UU. mejor y más próspero.” Puede que me
equivoque, pero pienso que es lo que quiere la mayoría de
los estadounidenses.
(*) Rodrigue Tremblay es
profesor emérito de economía en la Universidad de
Montreal. Es autor del libro: 'The New American Empire'
Fuente: Global Research.
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