McCain,
Obama, Wall Street
Por
Juan Gelman
Rodelu.net, 29/09/08
Mientras
W. Bush ejerce el muy socialista intervencionismo de Estado
para salvar a los gigantes de las finanzas estadounidenses,
no sólo Wall Street tiembla: quizá también el republicano
McCain y el demócrata Obama, candidatos a la presidencia de
EE.UU. ¿Quién y cómo les seguirá aportando fondos
precisamente ahora, a poco más de tres semanas de las
elecciones? No es una pregunta ociosa. Por ejemplo y entre
otras cosas: el responsable de la campaña presidencial del
republicano cobra 15.000 dólares por mes como presunto
asesor de la firma Freddie Mac, una de las que originaron el
caos.
Gran parte
de los bancos y los despachos de Wall Street al borde de la
quiebra, que el presidente estadounidense propone socorrer,
ha financiado con abundancia las precampañas de ambos. Una
investigación del Centro de Políticas Responsables (CFRP,
por sus siglas en inglés), prestigiosa institución
independiente que escudriña la influencia del dinero en las
elecciones y las políticas norteamericanas, revela que los
bancos comerciales y de inversión, las compañías de
seguros, las inmobiliarias, grandes firmas de abogados y círculos
financieros vienen sosteniendo tanto al republicano como al
demócrata con no pequeñas sumas. Esto no es nuevo en el país
del Norte: se estima que los dos partidos han recibido de
esas fuentes más de 1600 millones de dólares desde 1997.
Los
sectores inmobiliario y financiero, entre otros, le
arrimaron –hasta ahora– al menos 30 millones de dólares
a McCain. El CFRP no pudo determinar con exactitud el monto
de lo que Obama recibió porque el equipo de su campaña se
negó a responder las preguntas del Centro, pero éste pudo
determinar que le acercaron más de 13 millones, a los que
se sumaron 9,5 millones procedentes de la banca inversora,
despachos de abogados y otros (www.opensecrets.org,
19–9–08). Desinteresadamente, por supuesto.
Los dos
candidatos claman ahora contra Wall Street por la crisis
–que sacude a EE.UU. en medio de una guerra que dura ya 5
años y del constante aumento de los precios en el mercado
interno– y reclaman medidas regulatorias para ordenar las
maravillas del libre mercado. Cabe dudar de su sinceridad.
La banca inversora donó 9,9 millones de dólares a Obama y
6,9 millones a McCain; los bancos comerciales, 2,1 millones
y 1,9 millones respectivamente. Algo es algo. Lehman
Brothers, Goldman Sachs y otras compañías que contemplan
el abismo son las que más han contribuido a la campaña de
Obama. Merrill
Lynch, Goldman Sachs y Citigroup, a la de McCain
(phoenix.biz journals.com, 16–9–08).
Regular el
mercado parece una misión imposible. Las elites
empresariales estadounidenses –y no sólo– han logrado
que la desregulación impere y el capital especulativo
domine. Demócratas y republicanos comparten
responsabilidades políticas en la materia: en 1999, el
Congreso derogó la ley Glass–Steagall, de 1933, que
separaba la banca comercial de la banca de inversión y de
algún modo protegía a los depositantes de la especulación
y de las inversiones de riesgo. Fue el resultado de un
trabajo de cabildeo que duró dos décadas. La revocación
de esa ley fue aprobada de manera aplastante: 90 contra 8 en
el Senado, 343 contra 86 en la Cámara de Representantes. De
los 45 senadores demócratas, 38 votaron a favor; de los 207
representantes del mismo partido, sólo 69 en contra. Es
confusa la línea divisoria entre los unos y los otros. Si
realmente existe.
El Congreso
demócrata/republicano aprueba con pocas modificaciones, si
alguna, las continuas demandas presupuestarias de la Casa
Blanca, que insiste en su misión de “democratizar al
mundo” empezando por Irak y Afganistán. El Premio Nobel
de Economía, Joseph Stiglitz, y la catedrática Linda
Bilmes han calculado en febrero de este año que el costo
directo de esas guerras –sin tomar en cuenta la atención
de salud de los veteranos–– decuplican el de la primera
Guerra del Golfo, triplican casi el de la guerra de Vietnam
y duplican el de la Primera Guerra Mundial
(www.timesonline.co.uk, 23–2–08). El gasto por cada
efectivo en la Segunda Guerra Mundial fue inferior a 100.000
dólares de 2007. En Irak es superior a los 400.000 y la
factura total sería de 3000 millones de millones a fines de
este año. Es imposible imaginar los kilómetros de altura
que tendría esa cantidad apilada en billetes de 100 dólares.
El “sueño
americano” de convertir a EE.UU. en gendarme del mundo, so
capa de la llamada “guerra antiterrorista”, tiene pies
de barro. La pregunta es qué curso tomarán las cosas en
EE.UU. ¿La Casa Blanca insistirá con la estrategia de la
fuga hacia adelante y abrirá otros frentes de guerra, en Irán
tal vez? Irak y Afganistán no lo aconsejan. Claro que, decía
Alejandro Dumas, un consejo sólo sirve para no tomarlo en
cuenta.
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