Ejército
despliega unidad de combate dentro del país
por posibles disturbios
Por
Bill Van Auken
Wsws, 25/09/08
Tlaxcala, 10/10/08
Traducido por Germán Leyens
Por primera
vez en la historia, los militares de EE.UU. están
desplegando una unidad de combate del Ejército en servicio
activo regular para uso a tiempo completo dentro del país a
fin de encarar emergencias, incluidos potenciales disturbios
civiles.
Desde el 1º
de octubre, el Equipo de Combate de la Primera Brigada de la
Tercera División será colocado bajo el comando del Ejército
Norte de EE.UU., el componente del ejército del Comando
Norte (NorthCom) del Pentágono, que fue creado después de
los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 con la
misión declarada de defender la “patria” y ayudar a
autoridades federales, estatales y locales.
La unidad
– conocida como “Raiders” [asaltantes] – es una de
las de más “selectas” del Ejército. Ha pasado casi
tres de los últimos cinco años en Iraq, dirigiendo el
asalto contra Bagdad en 2003 y realizando combates casa por
casa en la represión de la resistencia en la ciudad de
Ramadi. Fue el primer equipo de combate de brigada enviado
tres veces a Iraq.
Aunque se
han utilizado previamente unidades en servicio activo en
tareas temporales, como ser las tropas con equipo de combate
desplegadas en Nueva Orleans, que fue colocada efectivamente
bajo la ley marcial después del huracán Katrina, esto
marca la primera vez en que una unidad de combate del Ejército
recibe tareas específicas en las que suelo estadounidense
constituye su “zona de combate.”
Los
pronunciamientos oficiales del Pentágono subrayaron el
papel de unidades especializadas en una reacción potencial
a un ataque terrorista dentro de EE.UU. El general George
Casey, jefe del Estado Mayor del Ejército, asistió la
semana pasada a un ejercicio de entrenamiento de unos 250
miembros de la unidad en Fort Stewart, Georgia. El centro
del ejercicio, según la oficina de asuntos públicos del Ejército,
fue como los soldados “podrían volar misiones de búsqueda
y rescate, extraer víctimas y descontaminar a gente después
de un catastrófico ataque nuclear en la región vital de la
nación.”
“Estamos
en guerra contra una red extremista global que no
desaparece,” dijo Casey a los soldados. “Espero que no
tengamos que usarla, pero necesitamos la capacidad de
hacerlo.”
Sin
embargo, la misión asignada a los casi 4.000 soldados del
Equipo de Combate de la Primera Brigada no es sólo rescatar
a víctimas de ataques terroristas. Un artículo que apareció
este mes en Army Times (“Brigade homeland tours start Oct.
1” [Recorridos de brigada por el interior comienzan el 1º
de octubre]), una publicación que es ampliamente leída por
los militares, pinta un cuadro diferente y mucho más
siniestro.
“Se podrá
recurrir a ellos para ayudar en casos de descontento social
y control de multitudes,” informa el periódico. Cita al
comandante de la unidad, coronel Robert Cloutier, diciendo
que los soldados están siendo entrenados en el uso del
“primer paquete no–letal que jamás haya presentado el
Ejército.” Las armas, informa la publicación, están
“destinadas a someter a individuos revoltosos o peligrosos
sin matarlos.” El equipo incluye “beanbag
bullets”[Cartuchos en los que tras la pólvora se inserta
un taco separador y una cantidad de perdigones esféricos
envueltos en un saquete de tela y con una falsa ojiva plástica
que les proporciona protección aerodinámica], escudos y
porras y equipos para erigir bloques de ruta.
Parece que
como parte del entrenamiento para su despliegue dentro de
EE.UU., se ha ordenado a los soldados que prueben parte de
este equipo no–letal los unos sobre los otros.
“Fui el
primero en la brigada al que le aplicaron el Taser [porra de
electrochoque]”, dijo Cloutier al Army Times. Describió
los efectos del arma como “el peor calambre muscular de tu
vida – multiplicado por 10 en todo tu cuerpo.”
La
observación del coronel sugiere que, en preparación para
sus deberes en el “frente interior”, soldados rasos
también son sometidos rutinariamente al Taser. El efecto y
el propósito embrutecedor de un ejercicio de entrenamiento
tan macabro es insensibilizar a los soldados contra la
conmiseración por el dolor y el sufrimiento que se les
puede pedir que inflijan a la población civil utilizando
esas mismas armas “no–letales.”
Según
funcionarios militares citados por el Army Times, el
despliegue de tropas regulares del Ejército en EE.UU.,
iniciado con el Primer Equipo de Combate de Brigada, se hará
permanente. Diferentes unidades serán rotadas en la tarea
sobre una base anual.
En una
entrevista en línea con periodistas durante este mes, se
preguntó a oficiales sobre las implicaciones del nuevo
despliegue para la Ley Posse Comitatus, el estatuto legal de
230 años de antigüedad que prohíbe el uso de fuerzas
militares de EE.UU. para propósitos de mantenimiento del
orden dentro del propio EE.UU.
El coronel
Lou Volger, jefe de operaciones futuras de NorthCom, trató
de minimizar cualquier rol de mantenimiento del orden, pero
agregó: “Nos integraremos con el mantenimiento del orden
para comprender la situación y asegurar que sepamos de
cualesquiera amenazas.”
Volger
reconoció lo obvio: que el Equipo de Combate de Brigada es
una fuerza militar, mientras intentaba descartar la
probabilidad de que tendría algún rol militar. “Incluye
fuerzas para seguridad,” dijo “pero eso es realmente –
lo llaman fuerzas de seguridad, pero eso es realmente sólo
para establecer nuestra propia marca y asegurar que podamos
operar y mantener nuestras propias bases.”
El teniente
coronel James Shores, otro oficial de NorthCom, se sumó a
la conversación: “Digamos que incluso si hubiera un
escenario que se desarrollara hacia un cierto disturbio
civil – incluso en ese momento se necesitaría una
directiva presidencial para incluso llegar cerca de algo
como lo que usted está sugiriendo.”
Sea lo que
sea que se requiera para provocar una tal intervención, es
obvio que el coronel Cloutier y sus soldados se están
preparando para ello con su entrenamiento práctico en el
uso de medios “no–letales” de represión.
A pesar de
la extrema susceptibilidad de los mandamases militares
respecto al tema, la realidad es que la intervención de
militares en asuntos interiores ha aumentado fuertemente
durante el período reciente bajo condiciones en las que su
participación en dos guerras de estilo colonial en el
exterior les ha dado un papel mucho más destacado en la
vida política estadounidense.
El gobierno
de Bush ha trabajado para derribar todas las barreras para
el uso de los militares en la represión interior. Por
consiguiente, incluyó en la ley de gastos del Pentágono
para 2007 una medida para enmendar la Ley Posse Comitatus a
fin de allanar el camino para el despliegue en el interior
de los militares en casos de desastres naturales, ataque
terrorista u “otras condiciones en las que el presidente
determine que ha ocurrido violencia interior hasta tal punto
que funcionarios estatales no puedan mantener el orden público.”
La cláusula
otorga al presidente amplios nuevos poderes para imponer la
ley marcial declarando una “emergencia pública” prácticamente
por cualquier motivo, permitiéndole desplegar tropas en
cualquier sitio de EE.UU. y tomar el control de unidades de
la Guardia Nacional basadas en los Estados sin el
consentimiento de los gobernadores estatales a fin de
“reprimir el desorden público.”
La
estipulación fue posteriormente revocada por el Congreso
como parte de la legislación de gastos militares para 2008,
pero la intención sigue existiendo. Considerando los
amplios poderes reivindicados por la Casa Blanca en nombre
del “comandante en jefe” en una guerra global contra el
terror – poderes para suspender el habeas corpus, realizar
un espionaje interior generalizado y torturas – no hay
motivos para creer que respetaría restricciones legales
contra el uso de la fuerza militar en el interior.
Es notable
que el despliegue de tropas de combate de EE.UU. “como una
fuerza federal disponible para emergencias y desastres
naturales o causados por humanos” – en la formulación
de Army Times – coincida con el estallido de la mayor
emergencia económica y desastre financiero desde la Gran
Depresión de los años treinta.
Justificado
como una reacción ante amenazas terroristas, la verdadera
fuente de los crecientes preparativos para el uso de fuerza
militar estadounidense dentro de las fronteras de EE.UU. no
proviene de los eventos del 11 de septiembre de 2001 o del
peligro de que se repitan. Más bien, la movilización
interior de las fuerzas armadas es una reacción del
establishment gobernante de EE.UU. a la creciente amenaza
para la estabilidad política.
Bajo
condiciones de una profundización de la crisis económica,
el abismo social sin precedentes que separa a la gente
trabajadora del país de la elite poseedora de una riqueza
obscena se hace insostenible dentro del marco político
existente.
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