Las
elecciones yanquis y la debacle económica mundial
¿A
qué viene Barack Obama?
Editorial
de Socialismo o Barbarie, periódico, 06/11/08
“Si
hay alguien ahí que todavía dude que Estados Unidos es un
lugar donde todo es posible; que todavía se pregunte si el
sueño de nuestros fundadores está vivo en nuestros
tiempos; que todavía cuestione el poder de nuestra
democracia, esta noche tiene una respuesta”
(Discurso de Barack Obama luego de su triunfo electoral)
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Obama, Latinoamérica y los esposos K
El impacto regional
Socialismo
o Barbarie, periódico, 06/11/08
Los desarrollos que venimos señalando, inevitablemente
tendrán impacto regional. Sin embargo, todavía no
está del todo claro cómo va a quedar la coyuntura
regional, coyuntura que venía marcada por un giro a la
derecha; con los gobiernos “progresistas” más o menos
desafiados desde oposiciones puras y duras neoliberales y
cierta reabsorción de los fervores populares.
Pero
ahora habrá que ver cómo se desarrollan las cosas: es que
la crisis abrió una suerte de “barajar y dar de
nuevo”. Es decir, habrá que ver cómo evoluciona el
impacto de la crisis en países latinoamericanos importantísimos
como Brasil y México; el primero, marcado por una casi
inevitable reducción de la producción automotriz y agro
exportadora amén de la crisis financiera en ciernes; el
segundo, por el impacto directo de la recesión yanqui. O en
una Centroamérica tan dependiente del comercio con los
mismos Estados Unidos. O, en el resto de Latinoamérica, cómo
impactará la crisis en la Venezuela Bolivariana, con la
abrupta caída del precio internacional del petróleo y los
resultados de las próximas elecciones a gobernadores y
municipales; o cual será la evolución en Bolivia.Todo esto
habrá que seguirlo.
Señalamos
lo anterior porque, a priori, las oposiciones de derecha más
puras y duras neoliberales, podrían quedar deslegitimadas;
aunque no hay que perder de vista que, masivamente, todos
los principales representantes de las clases dominantes
mostraron su simpatía por Obama y nadie sabe si habrá
un cambio y cual será en la política del imperialismo
yanqui para la región.[1]
¿Y por casa cómo
andamos?
¿Qué
tiene que ver esto con nuestro país? Tiene y mucho. Es
que ante la crisis mundial y la falta de coordenadas
definidas acerca del rumbo que adoptará el mundo, el
gobierno de Cristina K se ha venido comportando como un barquito
al garete en medio de la tormenta mundial.
Lo
que señalamos ha venido siendo evidente en el erratismo
político gubernamental. Es que a la salida del paro del
campo, el gobierno parecía desplegar sus banderas hacia las
aguas de la “ortodoxia” económica, se mostraba
dispuesto a pagar la deuda externa al Club de París e
incluso a los chupasangres de los “holds out”, es decir,
a aquellos que no entraron en el canje de deuda externa
instrumentado por Néstor K años atrás. Los famosos
“mercados” festejaron al unísono estas anunciadas
medidas de los K y parecían dispuestos a olvidarse de los
conflictos de los meses anteriores alrededor de las
retenciones a las exportaciones.
Pero
casi al mismo tiempo que se anunciaban estas medidas, la
situación internacional dio un vuelco de casi 180 grados.
La crisis económica mundial cambió tanto las perspectivas
políticas como económicas del orbe. Políticamente, se
abrió una nueva situación internacional de alcances todavía
impredecibles. Económicamente, se pasó del boom de
las commodities, la continuidad del crecimiento económico y
las presiones inflacionarias a una situación casi opuesta
por el vértice: caída a pique de las materias primas,
tendencias al crecimiento cero o a la recesión lisa y llana
y a la deflación en el orden mundial (aunque el tema
inflacionario en nuestro país tiene una desarrollo
distinto).
El gobierno K tuvo entonces que volver sobre sus pasos
anunciando la estatización del sistema de jubilaciones. El
mismo establishment, que estaba festejando que se había
anunciado el pago de la deuda, puso el grito en el cielo.
Ahora descubre que los K se estarían acercando al tipo de
orientación del gobierno de Chávez poniendo “en riesgo
los derechos de propiedad”...
Pero
estas marchas y contramarchas no revelan la naturaleza
“antisistema” de los K, sino más bien lo contrario.
Desde los primeros días del gobierno de Néstor siempre
estuvo claro de que ellos vinieron a rescatar de su aguda
crisis al capitalismo argentino. Esto fue así incluso
se vio obligado a determinadas “concesiones” a las masas
trabajadoras; la única de fondo, en verdad, fue el paso de
una porción de los trabajadores de la situación de
“excluidos-desocupados” a asalariados con trabajo
superexplotados...
El
paso que se acaba de dar con la estatización de las
jubilaciones no escapa a esto. Se trata de una medida
a “izquierda”, de clásica estatización burguesa,
pero que no por ello pone en riesgo la propiedad privada
como hipócritamente denuncian empresarios y la oposición
patronal. Se trata del pasaje en la administración de los
recursos a manos del Estado y no de los trabajadores.
Aunque, naturalmente, esto
provoca escozor entre los
sectores capitalistas directamente afectados.
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Barack
Obama ganó las elecciones en EEUU. ¿Qué significado tiene
este hecho? Lo primero que hay que decir es que se está
frente a una paradoja política: tanto explotadores
como explotados están festejando. Los más importantes
sectores de la clase dominante yanqui, porque lograron imponer
un recambio en la desgastada y desprestigiada conducción
del país. Pero al mismo tiempo, esto coincide con el estado
de ánimo de millones y millones de votantes (sobre todo jóvenes,
mujeres trabajadoras y afroamericanos) y que hartos de 8 años
de fallida administración conservadora de George W. Bush,
ven en el primer presidente negro de la historia de EEUU, la
encarnación del retorno de las esperanzas y las
posibilidades del “sueño americano”.
Hacia
un choque frontal entre las esperanzas y la penuria económica
A
lo anterior se le debe agregar otro elemento: la generalidad
de los presidentes de los demás países imperialistas, del
resto del mundo y entre el “progresismo” latinoamericano
de los Chávez, los Correa, los Kirchner,
etc., también está festejando el triunfo de Obama.
Confían en la perspectiva de que este represente un baño
de “confianza” para enfrentar el cataclismo económico
internacional, él más dramático desde los años ’30 del
siglo pasado. Aspiran a que se pare la crisis y se logre
relegitimar
algún tipo de capitalismo a escala mundial.
Pero
es ahí, precisamente, donde está la gran paradoja: ¿cómo
hacer para responder a expectativas e intereses tan contradictorios?
EEUU y la economía mundial como un todo, se encuentran
sumidos en la más grave crisis en décadas. Como si esto
fuera poco, su hegemonía mundial está seriamente mellada,
empantanamiento en Irak y Afganistán mediante. Además,
Obama no es un “mago”; sólo se trata de una ascendente
figura del “establishment” de la clase dominante yanqui
que buscará administrar (seguramente con una “simpatía”
y “carisma” particular) una durísima medicina mas
parecida al aceite de ricino que a un extracto de frutas
naturales...
“¿Cuál
es él desafío central que tiene Obama frente a sí? ¿Cuál
es la síntesis del problema que enfrenta su presidencia?
Tal vez podría resumirse así: los sueños y las esperanzas
de los norteamericanos, luego del huracán económico de
estos meses, están en fuerte aceleración, mientras que las
posibilidades de cumplirlas están en brusca desaceleración.
Esta es la tensión tremenda que vivirá el próximo
presidente de EEUU. Un presidente que ocupará el cargo en
un dramático contexto histórico que tiene la capacidad de deglutir
a cualquiera. Porque a la demanda de esperanza en el
corto plazo, solo podrá oponérsele una oferta de
penuria”.
Es
decir, Obama viene a intentar legitimar una
determinada receta para hacer frente al cataclismo económico
y al agudo deterioro de la autoridad de los yanquis en todo
el orbe. Receta que, a priori, se limitará sólo a intentar
imponer “regulaciones” al tipo de capitalismo
neoliberal existente, pero no a acabar con él. Y
mucho menos, claro está, a terminar con el capitalismo como
tal.
Pero que lo pueda hacer, dependerá inevitablemente del
grado de profundidad que alcance la crisis. Es que como
acabamos de citar, será dificilísimo –o, más bien,
imposible– satisfacer
al inmenso grado de ilusiones generadas en torno a su figura
(entre los estadounidenses y mundialmente) en el contexto de
la dramática penuria económica a la que está siendo
arrojada no sólo los EEUU, sino el mundo como un todo.
“Se está produciendo un cambio brutal
en todo el mundo, al cual la conciencia posiblemente llegue
tarde. Este retraso de la conciencia frente a los
cambios se da cuando estos aceleran bruscamente sin dar una
posibilidad de adecuación. Por ahora, la conciencia continúa
yendo en dirección de la esperanza, mientras los hechos se
mueven en dirección contraria. Estamos en una muy brutal
desaceleración planetaria, que entre otras cosas ha
sacado a los mercados financieros por el parabrisas”.
Es decir, en el contexto material del cataclismo económico
en curso, lo más probable es que pasadas las semanas y los
meses, una aguda ráfaga de desilusión que vaya abriendo
paso, dando lugar a un inevitable salto en las luchas
sociales en los mismísimos Estados Unidos. Es que de
ninguna manera se puede descartar que observemos (como hace
décadas no se ve) un ascenso de la poderosa pero aún
“dormida” clase trabajadora yanqui, esto luego de
los primeros meses de “luna de miel” con el nuevo
presidente.
El factor simbólico del primer presidente negro
“Mi
madre, antes de morir, me decía que no era posible; pero yo
siempre supe que este día iba a llegar porque camino
sobre los hombros del reverendo [Martín Luther] King, de
Jesse Jackson. Esto es sobrecogedor”.
Partimos
de respetar y considerar justo el sentimiento de millones de
afroamericanos en Estados Unidos y en el mundo, de verse
reivindicados en el hecho que pueda haber un presidente de
color al frente de la primera potencia mundial. Pero ese
solo hecho –digamos “simbólico”– no significa un
solo paso real en la lucha por acabar con la discriminación
y la explotación.
Precisamente
al servicio de contener y evitar la eventualidad de un
enorme salto en las luchas sociales en los EEUU, que se
da la elección del primer presidente negro en la
historia de los EEUU.
Porque
a decir verdad, este factor ha sido explotado y promovido
concientemente por la clase dominante yanqui a sabiendas de
que podía ser un factor de enorme legitimación no
solo a nivel del interior del país, sino
internacionalmente. Es como si los EEUU dejaran de ser el país
central en la explotación y opresión capitalista mundial
y, por tanto, el primer imperialismo a nivel internacional
sólo
por la mágica razón de que un “afroamerican” llegue a
la presidencia del mismo.
Todo
el mundo sabe que este país carga con el pesado lastre de
varios siglos de esclavitud y que, cuando la misma quedó
“abolida”, el segregacionismo (es decir, la
actitud racista y excluyente de la gente de color) siguió
campeando a todo lo largo y ancho del siglo XX. Pero Obama
se cuidó de hablar de este tema durante su campaña “políticamente
correcta”. Y de ninguna manera, mágicamente, porque haya
un presidente de color, se van a acabar con los odios, la
explotación y el racismo ancestral que imperan en el estado
yanqui desde su mismísima fundación. Y no solo a nivel
del Estado, incluso lamentablemente entre amplias
porciones de las masas norteamericanas. Sin embargo,
esto no quita que, como símbolo, efectivamente, no dejará
de ser un poderoso factor de mediación con el cual
la clase trabajadora deberá ir haciendo su experiencia.
Porque
en definitiva, Obama está llamado a rescatar al
capitalismo estadounidense y mundial de su aguda crisis
actual. Podría verse obligado a hacer, aquí y allá,
determinado tipo de concesiones; esto va a depender de la
presión de las luchas sociales. Pero hay que tener clara
una cosa: Obama no viene para dar satisfacción a las
esperanzas de progreso y emancipación de las grandes masas
explotadas y oprimidas, ¡llega para salvar al
capitalismo de una dramática crisis, eventualmente la más
grave desde 1929!
Obama y Roosevelt
Profundicemos en lo que venimos señalando para responder
al interrogante acerca de que hará de aquí en más Obama.
Este es un tema de enorme relevancia, no sólo
norteamericana sino mundial. En el juego de las
comparaciones, muchos se preguntan si
Obama se parecerá a Franklin Delano Roosevelt (presidente
yanqui durante la Gran Depresión de los años ’30). Como
es sabido, y para rescatar al capitalismo y los Estados
Unidos de esa dramática crisis, Roosevelt puso en marcha amplios
planes de relanzamiento de la economía desde el Estado
mediante obras publicas. Esto planes, de alguna manera,
acondicionaron la infraestructura del país para cuando la
acumulación capitalista fue relanzada: “Necesitamos un
‘New Deal’ en un mundo nuevo. Espero sinceramente que,
bajo la conducción del nuevo presidente, los Estados Unidos
unirán sus fuerzas a Europa para pilotear esa nueva
era”.
Sin
embargo, son menos los que recuerdan que, en realidad, no
fueron las medidas tomadas por Roosevelt las que resolvieron
la crisis, sino la emergencia de la segunda
gran carnicería ínterimperialista (1939-1945) la que
finalmente sacó a la economía capitalista de su crisis...
Pero
siguiendo con la comparación de Obama con Roosevelt, la
verdad es que no parece ser el caso. Es que, a pesar
de la crisis del ‘30, EEUU seguía su curso ascendente
como principal potencia económica mundial, posición que
fue ratificada en la Segunda Guerra Mundial. Hoy EEUU se
halla en una posición estructuralmente mucho más débil:
“El gigante del Norte tiene dos grandes déficit: fiscal y
de balanza comercial. El segundo llega a 840.000 millones de
dólares. El déficit fiscal de 2008 alcanza los 454 mil
millones, él más alto en doscientos años de historia de
EEUU sin contar con los 700.000 destinados al rescate de los
bancos. El monto total de la deuda externa pasó de 800.000
millones de dólares en 2003 a 12.250 billones en 2007,
acercándose al monto del PBI, lo que resulta la más grande
explosión de endeudamiento de la historia mundial. La FED
[banco central yanqui], mientras tanto, crea anualmente de
uno a dos billones de dólares de liquidez [lisa y
llanamente impresión de papel moneda] que no alcanzan para
satisfacer las necesidades de su economía”.
En estas condiciones, el proclamado “neokeynesianismo”
de la nueva administración, lo más probable es que se
parezca a un intento de “neoliberalismo regulado”.
Es
decir, lo que sí es seguro es que intentará diferenciarse
en las formas del gobierno de Bush. Y que introducirá,
eventualmente, ciertas reformas en el funcionamiento
económico actual. Pero a priori, su programa sólo parece
orientarse hacia la instrumentación de mecanismos de
regulación estatal (por ejemplo, en los mercados
financieros) tratando de mantener las duras condiciones
de explotación de la clase obrera impuestas
mundialmente en los últimos treinta años. Todo esto en la
perspectiva de abrir la mano lo menos posible en lo que hace
a la actual configuración del capitalismo mundial,
ordenamiento que ha venido beneficiando a los EEUU. Sólo
basta ver como Obama se esta rodeando del staff de
funcionarios neoliberales de la anterior administración de
Bill Clinton!
Claro que el curso que finalmente asuma el gobierno no podrá
depender de la sola voluntad de la nueva administración.
Por el contrario, y como venimos señalando, dependerá del
grado de profundidad de la crisis y de los nuevos y dramáticos
eventos que crucen la misma; de las relaciones de los EEUU
con el resto de los países imperialistas; y, sobre todo,
de la evolución de la lucha de clases en los propios
Estados Unidos.
En
definitiva, más temprano que tarde Obama deberá jugar
sus “fichas” y ver como impactan. Por ahora los
“mercados” lo recibieron en baja. Pero sobre todo deberá
evaluar el grado de respuesta de las masas cuando sus
esperanzas y expectativas se vean, inevitablemente, defraudadas.
El capitalismo no ha muerto pero se puede acabar con él
La crisis económica mundial no acabará con el
capitalismo. Puede terminar con una forma del mismo, pero no
con el sistema como tal. Precisamente, Barack Obama, viene
para rescatar al sistema de su crisis; y, junto con ello,
a restaurar el lugar hegemónico de los EEUU en el mundo.
Más allá de sus palabras y color, su medicina será muy
amarga: no podrá satisfacer las expectativas y
esperanzas populares que se han visto en estos días en las
mismísimas calles de Chicago, Nueva York, San Francisco o
Los Ángeles. Menos que menos, dar respuesta a las
necesidades que se expresan entre los sectores obreros
y populares del resto del mundo.
Mientras
tanto, en EEUU, Europa, Japón, Latinoamérica y la
Argentina la crisis ya le está adelantando los
“deberes” a los “estadistas” del mundo: una ola
de despidos esta barriendo el globo, particularmente en el
sector financiero, automotriz y en la construcción. Las
bolsas siguen cayendo y se anuncia el posible cierre de
gigantes inmensos como la General Motors. Porque sacar
competidores de la cancha y destruir puestos de trabajo
rebajando los salarios de los que permanecen en ellos,
siempre han sido uno de los mecanismos por excelencia del
sistema capitalista para salir de sus crisis haciendo que
los trabajadores paguemos la cuenta de la misma. ¡Esto
es así aquí y en la China!
En definitiva: Obama no es lo que parece; viene a
rescatar a sus hermanos de clase, los capitalistas. Por el
contrario, la clase obrera mundial, sea del color que sea, debe
“rescatarse a sí misma” saliendo a durísimas luchas
para enfrentar la ola de despidos que se abre paso
mundialmente. Esto levantando un programa de
reivindicaciones que ataque la ganancia y la propiedad de
los capitalistas. Este es el camino para que el sistema
no acabe con nosotros, sino para que nosotros empecemos a
acabar con él.
Nota:
1.-
La
mayoría de los analistas dicen que no hay que esperar
grandes cambios. Nuevamente, la cuestión puede estar más
en las formas que en el fondo, pero habrá que ver.
[1]
Por “sueño americano” se entiende aquella idea
legitimadora del capitalismo yanqui por la cual,
supuestamente, independientemente del origen de clase y
racial de cada uno, todo ciudadano tendría abierta la
puerta para ascender en la escala social.
[2]
Cristina K califico el triunfo de Obama como una
“epopeya” , poniendo énfasis en el simbolismo
racial del comicio...
[3]
Enrique Valiente Noailles, La Nación, 6-11-08. Se trata
de un autor conservador, pero sus observaciones son
agudas.
[4]
Enrique Valiente Noailles, idem.
[5]
Obama, La Nación, 6-11-08.
[6]
Como para darle legitimidad para enfrentar la crisis,
a Obama se lo busca comparar con Abraham Lincoln, J. F.
Kennedy, Martín Luther King, y otras figuras históricas
estadounidenses además de F. D. Roosevelt.
[7]
José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión
Europea, La Nación, 6-11-08.
[8]
El Wall Street Journal en su edición de hoy (6 de
noviembre) señala precisamente que la brutal alza en
curso en el déficit del estado limitará las
opciones de las que pueda disponer Obama.
[9]
Mario Rapoport, Pagina 12, 6-11-08.
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