La
cara perfecta del imperio
Por
Eva Golinger (*)
Boletín Entorno, Año 6 Nº 91, 06/11/08
Nadie puede
negar el momento histórico que viven los Estados Unidos de
Norteamérica. Una nación construida con la mano de obra de
los esclavos africanos acaba de elegir su primer presidente
afro–descendiente. Un país con una constitución que aún
mantiene su lenguaje original que define a los negros como
"tres quintos de un ser humano" acabó de elegir
un hombre negro con una abrumadora mayoría. El voto fue
otorgado a los afroestadounidenses en el año 1870, cinco años
después de la abolición de la esclavitud y casí 100 años
después de la ratificación de la constitución por 55
hombres blancos terratenientes.
Sin
embargo, la población afroestadounidense siguió recibiendo
un trato de segundo y el país vivió en segregación
durante la mayoría del Siglo XX. Las grandes luchas
revolucionarias por los derechos civiles de Martin Luther
King Jr., Malcolm X, las Panteras Negras, Angela Davis y
otros grandes líderes de la comunidad afro en Estados
Unidos durante los años sesenta y setenta lograron un
posicionamiento importante para la población negra dentro
del país. Sin embargo, el racismo y la segregación
continuaron como temas integrales de la sociedad
estadounidense. Hubo un Collin Powell por allí, una
Condoleezza Rice por allá, pero siempre y cuando se
subordinaban a la supremacía blanca y actuaban como los
token negros para dar la apariencia de un gran progreso de
la nación.
Barack
Hussein Obama no es ningún Condoleezza Rice ni un Collin
Powell, pero tampoco es un Martin Luther King Jr. y menos un
Malcolm X. El Presidente Electo Obama es un
afroestadounidense que ha aprovechado de un momento de
desesperación dentro del pueblo de Estados Unidos y que ha
jugado sus cartas casi a la perfección. De padre africano,
ausente de su vida, y madre blanca del corazon de Estados
Unidos, el Estado de Kansas, Obama utilizó su ambición
para lograr asistir a las mejores universidades del país
– Columbia en Nueva York y luego Harvard para su doctorado
en derecho. Optó por una candidatura al Senado por el
Estado Illinois y logró recaudar suficientes fondos para
ganar el puesto en 2004, convirtiéndose en uno de pocos
afroestadounidenses que ha sido eligido al Senado de Estados
Unidos.
Escribió
dos libros sobre sí mismo, enfocados en la ausencia de su
padre, en su vida y su lucha por subir la escalera del
"éxito" y "oportunidades" que
supuestamente ofrece Estados Unidos con sus calles de oro.
Se hizo multimillonario con sus bestsellers y otros trabajos
que le llegaron por su carisma y potencial como un próximo
líder del país. No fueron sino dos años en el Senado y
Obama decidió arrancar una campaña para la presidencia,
capitalizando el momento de descontento en el país debido
al fracaso de la época Bush–Cheney y el rechazo a nivel
nacional al posible regreso de los Clintons al poder.
Aunque no
era el candidato preferido a comienzos de las primarias del
partido demócrata, Obama eligió un equipo de campaña
joven y sabio, y conocedor de las nuevas herramientas
sociales: el Internet y los medios de comunicación. Entre
Hillary Clinton y Obama, las primarias demócratas se
convirtieron en un concurso de raza contra género. Ganó
raza, ya que Hillary representaba más de lo mismo para
muchos hartos de más de 20 años de las familias Bush y
Clinton en el poder. Obama ofrecía una cara fresca, joven y
morena, y un discurso poético, inteligente, reconciliador y
sensible a las necesidades de un pueblo abandonado por sus
gobernantes. No importaba que no tenía experiencia en la
política ni el gobierno, era el outsider que rápidamente
se convirtió en el insider con más potencial para ganar
las elecciones presidenciales.
Obama
recibió el apoyo de grandes multinacionales, celebridades
de peso, multimillonarios y del partido demócrata, además
de captar el voto afroestadounidense y un sector juvenil que
antes no había expresado un interés notable en la política
nacional. La campaña de Obama convirtió la palabra cambio
en una moda nueva. Fue creativa con el uso de internet y páginas
como Youtube.com, que fue el verdadero motor de la campaña
de Obama, sacando nuevas cuñas y micros a favor de su
elección casi todos los días.
Apoyar a
Obama se transformó en un nuevo estilo, algo chévere para
la juventud, la moda del momento, el candidato cool. Y
claro, pensar en la posibilidad de elegir un hombre negro
que no se identificaba con la comunidad afroestadounidense
de manera abierta y directa y no empleaba un discurso
antiracista que incomodaba a los blancos, pues era bastante
cómoda para la mayoría del país. Obama nunca habló de
Black Power, no responsabilizaba a los blancos por la opresión
de los negros y menos comentó sobre sus propias
experiencias como un hombre de raza mestiza en un país
donde frecuentemente golpeaban a los hombres negros que salían
mano en mano con mujeres blancas. No, Obama decía que la
nación era un sola, que no veía color ni sexo ni afiliación
política – era un solo gran país los Estados Unidos de
Norteamérica.
Con este
discurso, Obama logró recaudar más dinero que cualquier
otro candidato de la historia de Estados Unidos. En su
discurso de victoria a la media noche del 4 Noviembre 2008,
Obama admitió que su campaña había sido la mejor de la
historia del país – la campaña perfecta. Vendieron su
cara fresca y su color de piel al pueblo estadounidense,
envuelto en su discurso de cambio y su tono monótono, pero
suave y acariciador. Hasta vendieron su imagen al mundo –
Obama, el cambio para Estados Unidos, el contrario de
Bush–Cheney, un hombre moreno que entiende los dolores de
los pueblos y se identifica con ellos. Jamás alguien así
podría atacarlos o intentar dominarlos.
Pero no se
engañen. Obama siempre fue claro con su punto de vista
imperial y su reafirmación sobre la necesidad de recuperar
la posición de Estados Unidos como un super–poder y el país
más grande y dominante del mundo. Al aceptar su victoria,
Obama invocó los cliches de Estados Unidos, diciendo que al
llegar a la presidencia era una muestra de que su "América"
es un país donde todo es posible, donde las oportunidades
no tienen límites – el sueño americano en vivo. Se le
olvidó agregar que eso se hizo posible por los más de 3
mil millones de dólares invertidos en su campaña. Todo es
posible en Estados Unidos con unos cuantos millones de dólares
– nadie lo niega.
Obama es la
cara perfecta del imperio. ¿Quién mejor puede presentar
una imagen simpática de una Washington bien decaída y
destruida por los ocho años de Bush–Cheney y sus guerras
sin fin? ¿Será igual de fácil para Al Qaeda u otros grupos
anti–estadounidenses atacar a un jefe de estado moreno con
nombre árabe? ¿Podrán los pueblos en revolución apuntar
sus dedos a la Casa Blanca de Obama y reclamar sus acciones
agresivas, intervencionistas e imperiales? ¿Y qué pasará
con el pueblo estadounidense? ¿Bajará su guardia y
respirará con alivio pensando que ya la cosa esta en buenas
manos y no hay que protestar más ni criticar más ni
reclamar cambios reales?.
Si, el
imperio ha conseguido su representante perfecto, el que casi
brinda sus acciones con su poesía y color. Es cierto que la
elección de Obama se ha hecho historia y ha sido un paso
importante para curar los heridas profundas de la
esclavitud. Pero el imperio seguirá siendo el imperio, en
eso Obama fue muy claro en su discurso de victoria. "A
los que están fuera de Estados Unidos que nos quieren
destruir, sépanlo con claridad que nosotros los
derrotaremos," dijo con convicción. Que dios bendiga
América.
(*)
Dra. Eva Golinger Directora General Fundación Centro de
Estudios Estratégicos de Seguridad "CESE".
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