Un repaso de la crisis estadounidense y
lo que viene
Por Oscar Ugarteche (*)
Revista Pueblos, 09/12/08
La crisis financiera del 2008, la mayor
de todas las crisis financieras desde hace casi ocho décadas
tiene elementos de los que hay que sacar lecciones. En este
artículo indagamos en las razones que nos han llevado hasta
aquí y aventuramos sobre lo que podría pasar a partir de
ahora...
Para entender la palabra crisis
El Diccionario de la Real Academia de
la Lengua Española define a la crisis como: “Cambio
brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse,
ya para agravarse el paciente; Mutación importante en el
desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos
o espirituales; Situación de un asunto o proceso cuando está
en duda la continuación, modificación o cese; Momento
decisivo de un negocio grave y de consecuencias importantes;
Juicio que se hace de algo después de haberlo examinado
cuidadosamente; Escasez, carestía; Situación dificultosa o
complicada.”
Cuando la referencia es a crisis económicas
hay al menos tres vertientes: las que explican el cambio
brusco por el subconsumo; las que ven el momento decisivo
por la sobreproducción y las que ven la situación
dificultosa a partir de las teorías del ciclo, como un
elemento recurrente cada cierto tiempo. Hay ciclos cortos y
ciclos largos de diversas características. Para entender
esta crisis hay que mirar el ciclo largo de Kondratieff [1],
la sobre producción en Estados Unidos, el subconsumo en
Asia, y la variable cambio tecnológico. Esta crisis también
puede ser vista como una crisis de relevo para ponerlo en términos
de Carlota Pérez [2], donde la tecnología de la información
introducida en los años 70 recién va a masificarse.
En la etapa del despliegue tecnológico,
que va de los años 70 a los primeros años del siglo XXI,
la rentabilidad de los innovadores era muy baja o negativa y
buscaron las utilidades a partir de la financiarización de
los balances. Las empresas, en esta etapa, sacan sus
utilidades del modo como manejan sus saldos de dinero y no
de la tecnología que están introduciendo e innovando
porque la velocidad de las innovaciones se come su
rentabilidad, argumenta Ugarteche [3]. Concluye Pérez que
cuando la financiarización se convierte en maníaca, por
usar un término de Kindleberger [4], termina. O por
decirlo, en términos de Minsky [5], en la etapa del
despliegue los financistas están tranquilos y asumen
progresivamente más riesgo al tiempo que se requiere de más
capital para masificar las tecnologías recién innovadas.
Esta combinación de empresas que necesitan financiarizar
sus balances para compensar su falta de utilidades y la
actitud riesgosa de los financistas en algún momento
revienta. Lo hace cuando la producción y los precios
caminan por senderos inversos.
En la etapa más reciente, en los
Estados Unidos esto ocurrió primero en los años 2000 –
2003 cuando la producción de bienes tecnológicos crecía y
los precios de las acciones de bienes tecnológicos caían.
El segundo momento fue cuando el PBI de la construcción en
Estados Unidos se contrajo a partir de 2004 y los precios de
las viviendas se incrementaron de forma irracional. Los
empresarios de la construcción no sacaban sus utilidades de
la producción de viviendas sino de los precios exorbitantes
que el mercado estaba dispuesto a pagar aunque muchas casas
quedaran sin venderse. Esto, a su vez, fue el reflejo de
tasas de interés nulas o negativas para reactivar la economía
estadounidense a partir del 2001 y de la breve reactivación
que tuvo dicha economía como fruto de la invasión a Irak
en marzo del 2003. Los compradores tomaban hipotecas con
tasas de interés cercanas a cero y sin enganche, de forma
que el integro del riesgo lo asumía el banco hipotecario.
El banco hipotecario a su vez le vendía la hipoteca a un
banco de inversión que lo colocaba en un fondo de cobertura
para emitir bonos, y de este modo se fue potenciando el
mercado financiero.
Es notable la falta de crecimiento de
la economía de los Estados Unidos en la primera década del
siglo XXI cuando el déficit fiscal fue incrementado para
empujar una política bélica y de seguridad contra enemigos
varios. El gobierno de los Estados Unidos ha fomentando la
creación de una conciencia de que Occidente está asediado
por fuerzas del mal, esencialmente musulmanas, y mediante
eso ha transformado tanto la política exterior, como la
migratoria y, además su política económica. En la etapa
de la caída del crecimiento de la economía mayor –entre
el segundo trimestre del 2004 y el tercer trimestre del
2008– se produjo un auge en los precios de las materias
primas explicado en parte por la financiarización de dicho
mercado y en parte por el dinamismo del mercado asiático.
No es evidente aún cuánto aportó cada parte y éstas
dependerán de las explicaciones que se van a dar más
adelante.
Los acontecimientos se precipitaron en
septiembre del año 2008 cuando se hizo evidente que la
banca de inversión en Estados Unidos estaba quebrada y que
se podría llevar consigo a todos los fondos de pensiones
del mundo.
El rescate bancario
estadounidense
El viernes 19 de septiembre del 2008,
el secretario del Tesoro estadounidense, Hank Paulson,
conminó al Congreso de sus país a autorizarlo a usar
700,000 millones de dólares para la compra de activos
financieros en manos de la banca y con el poder discrecional
para hacerlo sin preguntas ni rendición de cuentas. A esas
alturas, la banca de inversión ya había desaparecido y se
habían transformado en holdings bancarios. Estos son los
casos de Morgan Stanley y de Goldman Sachs. El Plan Paulson
aparece luego de que nacionalizaran, en un 80%, Fannie Mae y
Freddie Mac, las dos instituciones de garantías
hipotecarias más grandes de Estados Unidos. Luego también
de la nacionalización de la compañía de seguros más
grande de ese país, AIG, y de la quiebra de Lehman Brothers.
En todos estos casos, el gobierno estadounidense ha tomado
posesión de la propiedad del ente que está rescatando o la
administración de los activos que hay que liquidar. La
propuesta de un fondo bancario para el rescate de activos
financieros (FOBAPROA por sus siglas en español), muy
parecida a la mejicana de 1995 y distinta de lo que hicieron
cuando nacionalizaron. En el nuevo esquema de Paulson, el
Estado compra los activos sin tomar control de los bancos
quebrados y más bien alivia la situación de estos al
inyectarle fondos mediante estas compras. De esta forma lo más
importante es el precio al cual el Estado compra los activos
y el precio al cual los vende. En particular si se los vende
de regreso a los mismos bancos (créditos) y a los mismos
inversionistas (acciones). Por ejemplo, si el Estado compra
a valor en libros un activo financiero que en el mercado
vale 5% del valor en libros, y luego se los regresa a los
mismos, traslada 95% del valor del activo, del Estado a los
banqueros. Por esto es que los rescates bancarios de esta
naturaleza son vistos con sospecha.
La oposición a este Plan ha surgido
desde la calle y desde el mundo académico. La calle dice
“porqué vamos a rescatar a los banqueros ricos” y los
académicos dicen “porqué vamos a rescatar a bancos antes
de haber hecho las tareas de ajustar la economía y de
contener el consumo”. También dicen “el mercado
funciona y hay que dejarlo que funcione o estaremos
trasladando un problema de hoy a la próxima generación y
frenando el crecimiento económico de los próximos años
con mayores impuestos” La crisis financiera estadounidense
y el Plan Paulson ha desatado pasiones hasta en las calles
en centenares de ciudades de dicho país con la ciudadanía
oponiéndose abiertamente. A la postre, la aprobación
permite la compra de acciones en los bancos, sin derecho a
voto, dice Bush, para permitir que el mercado funcione.
Estas intervenciones agregadas han dado lugar a que Alberto
Graña [6] en Lima y Nouriel Roubini en Nueva York hablen
del socialismo estadounidense promovido por Bush. Lo que
sabemos se hizo evidente, la teoría del mercado se fue por
el desagüe.
¿Quién es Paulson?
Con información de cuando Bush propuso
a Hank Paulson, sabemos que el actual secretario del Tesoro
es el ex presidente ejecutivo de Goldman Sachs, el banco de
inversión más grande de Wall Street y el que más
funcionarios de alto nivel ha dado a los gobiernos del país
del norte en los últimos años. El ex secretario del
Tesoro, Robert Rubin también venía de Goldman Sachs así
como el actual gobernador del estado de Nueva Jersey.
Paulson fue presentado por Bush como un hombre que durante
ocho años fue presidente ejecutivo de Goldman Sachs y que
fue funcionario allí toda su vida desde 1974. Es un
banquero de inversión puro y duro. Según Bloomberg,
Paulson ganó 38 millones de dólares en el año 2005 y
otros tantos en el 2006 antes de ser secretario del Tesoro.
Bloomberg dice que tiene 3.2 millones de acciones de Goldman
Sachs que valen más de 400 millones de dólares y otras
fuentes ponen su patrimonio total en 700 millones de dólares.
Hank Paulson fue nombrado por Bush
quien dijo entonces: “Paulson comparte mi filosofía que
la economía próspera cuando confiamos en los americanos
para ahorrar, gastar e invertir su dinero como ellos tienen
a bien… También entiende que el gobierno debería gastar
el dinero de los contribuyentes sabiamente o no hacerlo en
lo absoluto. Él trabajará estrechamente con el Congreso
para ayudar a refrenar el apetito de gastos del gobierno
federal y nos mantendrá sobre la pista para lograr nuestro
objetivo de cortar el déficit en la mitad hacia 2009.”
[7]
Finalmente dijo Bush “Como uno de los
ejecutivos más prominentes de los Estados Unidos de América,
ha sido una voz fuerte y constante para la responsabilidad
corporativa. Cuando los escándalos corporativos se
rompieron –Enron, World Com, Arthur Andersen–, Hank
mostró su mando y carácter por pedir las reformas que
reforzarían el modo en que las empresas son administradas y
mejorar sus contabilidades. Y como ministro de economía y
hacienda, traerá aquellas altas normas a uno de los puestos
más importantes en Washington”.
El impasse
La campaña hecha por Bush y Paulson
sobre la urgencia de pasar la ley que le permitiría al
Secretario del Tesoro manejar 700,000 millones de dólares
libremente sin explicaciones y con inmunidad, se asemeja a
la campaña para hacer la guerra contra Irak, porque, igual
que aquella, urgía y debía hacerse sin titubeos, según la
prensa estadounidense. Esta última, dice, además, que se
equivocaron entonces y que ahora no se pueden volver a
equivocar. Darle a un banquero de inversión, que es
accionista en un banco, dinero en efectivo para que invierta
sin explicaciones, es no solo alimentar el conflicto de
intereses y la corrupción de alto nivel sino además una
estafa a los contribuyentes. Que la banca quiebre y que los
mercados funcionen o que nacionalicen los bancos, pero de
ningún modo que permitan el desenlace de lo que es un
traslado de riqueza de los pobres a los ricos otra vez, como
se vio antes en América Latina en la última parte de los años
90, era la consigna. Ganaron Paulson y su plan.
Cuando se aprobó el rescate
financiero, las bolsas se desplomaron
El Plan Paulson de rescate financiero
de bancos fue aprobado tras muchas discusiones el viernes 3
de octubre del 2008. Como se recordará, el Plan fue visto
adversamente al inicio de la semana cuando se identificó al
secretario del Tesoro como juez y parte del rescate al ser
parte de la argolla de Wall Street de banqueros de inversión,
hoy quebrados y con sus carteras en proceso de rescate.
El gobierno de Bush puso como una
prioridad nacional la aprobación del plan de rescate de 700
mil millones de dólares, equivalente al 5% del PBI de los
Estados Unidos. Proporcionalmente, fue la cuarta parte del
rescate bancario mexicano de 1995 cuando el gobierno
mexicano compró cartera bancaria por 20% del PBI que sumaba
120,000 millones de dólares. La esperanza del plan de
rescate era que cambiara el ánimo en la bolsa de valores y
que se recuperaría la confianza en la economía para
retornar a un sendero de inversión más estable. Esto, sin
embargo, la tarde del viernes 3 de octubre no se vio. Al
contrario de la expectativa, las bolsas cayeron fuertemente
y la semana del 29 de septiembre al 3 de octubre del 2008
podría ser recordada como la peor semana de la bolsa de
valores desde el ataque del 11 de septiembre del 2001 y quizás
comparable a la de octubre de 1987. Solo fue rebasada por la
semana siguiente que es análoga a la semana de octubre de
1929.
Hay dos elementos nuevos en la reacción
del viernes 3 de octubre. El primero es que hay un
reconocimiento de parte de los analistas que la caída de la
bolsa está afectando a los jubilados quienes están
retirando su dinero de la bolsa en la medida en que lo
puedan hacer. Esto, lo que implica río abajo, es que puede
haber una retracción de la demanda de parte de la población
jubilada que en Estados Unidos es una parte sustantiva de la
población total.
El segundo elemento es que llegó a
casa la noticia de que el empleo está en la peor situación
desde 1982. Este dato es muy malo y vaticina un futuro muy
complicado porque hasta la fecha la información económica
había estado siendo manejada con cierto doble rasero y de
forma poco transparente al no querer reconocer la existencia
de una recesión en el año electoral. Inclusive los
anuncios de crecimiento económico trimestral han sido sobre
estimados todos los trimestres desde mediados del 2007 y
luego de dos trimestres recién se los reajusta a lo que es
la verdad –ojalá–. Lo mismo ocurrió con el índice de
precios que en una de sus versiones no incluye ni petróleo
ni alimentos que fue lo que más subió. Lentamente la
realidad económica está emergiendo y se va dibujando una
recesión de grandes proporciones. Hay que recordar, además,
que el dato de desempleo en los Estados Unidos dice
relativamente poco porque los trabajadores ilegales son una
gran parte de la población empleada y porque un desempleado
deja de serlo tras un año de buscar empleo sin éxito.
Cundo deja de buscar empleo, deja de ser desempleado y deja
de ser parte de la población económicamente activa, al
margen de la edad. Los inversionistas creen que el rescate
es insuficiente y los agentes económicos piensan que la
economía estadounidense está en una peor situación que la
que se quiere reconocer.
Tras el Plan Paulson, llegó
el pánico
Tras haberse jugado Bush su virilidad
en la aprobación de un paquete de rescate bancario de
700,000 millones de dólares que deja en las manos de Hank
Paulson secretario del Tesoro y ex presidente de Goldman
Sachs, el rescate de Goldman Sachs y Morgan Stanley, así
como de otros bancos en sus operaciones de derivados
crediticios, esencialmente seguros contra hipotecas impagas,
el mercado consideró que esto fue insuficiente. La reacción
al anuncio de la aprobación del paquete del Plan Paulson
fue un desplome en el mercado de Nueva York, en ese momento
todavía activo. Las noticias que siguieron el sábado 4 de
octubre de que el Hypo Bank (alemán) estaba por quebrar,
requirió de un rescate de 70 mil millones de dólares. Y la
reunión de la cumbre de jefes de Estado de Alemania,
Francia, Italia y Gran Bretaña, el domingo 5, donde
acordaron no tener un esquema análogo al Plan Paulson, llevó
a una caída brusca de las bolsas asiáticas de 4.5%, las
primeras en abrir en la semana, ya que lo hacen el domingo
en hora del hemisferio occidental. Esto fue seguido por un
derrumbe en las bolsas europeas que abrieron el lunes 6 de
octubre a la baja y siguieron derrumbándose otro 4.5% en
medio de noticias alarmantes sobre la caída de la demanda
de automóviles.
Octubre es el mes de las grandes crisis
financieras. La de 1827, la de 1872, la de 1929, la de 1987
y la del 2008 ocurrieron en octubre. Las pérdidas en las
bolsas alrededor del mundo de esa semana de octubre fueron
iguales a las pérdidas de todo el año anterior cuando
comenzó el declive. La razón de que sea octubre es que la
información sobre la economía estadounidense se actualiza
cada tres meses y la última información antes del cierre
del año sale a fines de septiembre, por eso son en octubre.
Este año la noticia fue que la suma de pérdida de empleos
del año es de 800,000 puestos de trabajo y que hay una caída
en la demanda automotriz de más de dos dígitos. La tasa de
crecimiento fue menor que la esperada y la de inflación
creciente. Por todo esto, más los problemas de los bancos
que han quebrado y cambiado de manos entre la última
quincena de septiembre e inicios de octubre, octubre del
2008 será recordado en los libros de la historia financiera
[8]. Y aún falta la noticia de ingresos y gastos de
personas que debía salir publicada el 29 de septiembre y no
ha sido hecha pública al momento de la redacción. (26 de
octubre de 2008)
Desde octubre del 2007, en que los índices
de bolsa comenzaron a caer, se supo que se entraba en una
situación financiera crítica. Cuán critica era la
pregunta que todos se hacían. La otra pregunta era si tendría
relación con el sector real o no. Primero fue que las
hipotecas no estaban siendo pagadas a tiempo, luego fue que
los derivados crediticios, diseñados para cubrir a los
poseedores de hipotecas en caso de incumplimiento, fallaron.
Los montos asegurados eran mucho mayores que lo que podía
cubrir realistamente porque en el diseño del instrumento no
estaba un cese de pagos masivo. A esto le siguió la quiebra
del banco IndyMac en California en julio del 2008. Siete
bancos colapsaron en el año 2007 y hasta la fecha, 12 en el
2008 en Estados Unidos, en Inglaterra se nacionalizaron dos,
en Islandia todos, y en Alemania ninguno. Desapareció la
venerable banca de inversión completa llevándose consigo a
Merrill Lynch, cuyo edificio es esencia de Wall Street,
Lehman Brothers, el más antiguo de todos, y las divisiones
de banca de inversión de Citibank y de UBS. Hay veinte
bancos expuestos a los riegos de los derivados crediticios
relacionados a hipotecas. Diez de estos han desparecido.
Faltan los otros diez que incluyen a UBS de Suiza, Deutsche
Bank de Alemania, Barclays de Inglaterra entre los más
vistos. Citibank y Bank of America junto con JP Morgan están
en esta lista y fueron parte de la idea de Paulson de
rescatar bancos.
Mientras la crisis se desarrolla, la
tasa de interés interbancaria de Londres, LIBOR, ha llegado
a un record histórico porque el crédito interbancario se
ha secado ante la incertidumbre sobre garantías, dejando el
funcionamiento del sistema atascado mientras que el manejo
de las tasas de interés por el FED estadounidense ha sido
de reducción. La tasa de interés real en Estados Unidos
está en –4% si consideramos 5.5% de inflación en el país
del norte. No obstante esto, los bancos no le prestan a
otros bancos y el LIBOR está en niveles record. Sin créditos
no hay ventas en el mundo moderno, y devolver créditos sin
renovarlos, descapitalizará las empresas. El comercio
internacional en este contexto se frena abruptamente al no
poder abrirse cartas de crédito. Las empresas que
sobrevivan serán más fuertes en el futuro y se regresará
a un orden económico más real. La etapa del auge maniaco
descrito por Kindleberger terminó y pasamos al pánico.
“Manías, pánicos y cracs: historia de las crisis
financieras” es lectura obligada hoy día. También lo es
el capítulo 24 del tercer tomo del Capital de Marx que ha
recuperado vigencia al analizar el proceso mediante el cual
ocurren estas crisis.
El contagio
Para terminar con la interrogante de cómo
se contagian las bolsas podemos auscultar varios aspectos.
Una primera evidencia es que donde hay bolsas de valores,
los agentes internacionales retiran sus inversiones al mismo
tiempo que lo hacen de las bolsas mayores. De esta forma
todas las bolsas caen en simultáneo. Esto es lo más sistémico
y más evidente de la crisis.
En segundo lugar, si los bancos
utilizan acciones como garantías para préstamos bancarios,
de pronto, éstos se encuentran sobreexpuestos en relación
al tamaño de las garantías. Entonces quiebran. Aquí
radica la importancia de tener regulaciones bancarias que
impidan el uso de acciones como garantías crediticias de
forma irrestricta.
En tercer lugar, si los bancos ingresan
al mercado de derivados crediticios por ser rentable, sin
duda, al ser un problema masivo el de las hipotecas, y los
derivados en cierta parte importante estar relacionados a
ellas, entonces éstos quiebran. En líneas generales los
bancos latinoamericanos, medio orientales y asiáticos no
entraron en derivados ni tampoco los africanos. En cambio,
hay empresas muy grandes en todo el mundo que entraron en
derivados y que se verán muy afectados. En México quebró
la Comercial Mexicana por esta razón, por ejemplo.
En cuarto lugar, cuando sube la tasa de
interés interbancaria en dólares, presiona a todos los
agentes bancarios que operan en esa moneda. En la medida en
que utilizan las líneas en euros o en otras monedas hay
mucha menos presión o no hay presión. Para los bancos que
utilizan líneas de crédito en dólares, la tasa de interés
puede subir, como pasó en 1998, llevando entonces a una
crisis bancaria en todo el mundo al quebrarse las cadenas de
pagos por el alto costo del dinero. Ahora la cadena de pagos
se ha roto en los Estados Unidos y esto no ha repercutido aún
masivamente en el resto del mundo. Lo que ha repercutido en
Europa sobre todo es la caída de las hipotecas y los
derivados vinculados a ellas. Esto se está llevando a
bancos ingleses, alemanes e islandeses y posiblemente suizos
que invirtieron en esos instrumentos. La crisis parece
global pero es de Estados Unidos.
En quinto lugar, río abajo, los
efectos inflacionarios de los aumentos desmesurados de
liquidez en la economía estadounidense llevarán a un alza
en las tasa de interés. Esto no lo puede hacer el FED en el
año 2008 porque precipitaría una crisis aún más profunda
pero lo tendrá que hacer en el 2009 en algún momento.
Cuando esa alza ocurra, llegará a ser positiva, es decir
por encima de la tasa de inflación, en dos o tres puntos y
eso va a afectar la tasa de crecimiento de todos en la
medida en que estemos enganchados al mercado crediticio en dólares.
En ese momento se producirá la desaceleración global, no
antes.
Para Ecuador, Panamá y El Salvador,
este puede ser un buen momento para desdolarizarse, porque
el dólar les puede traer más inflación y problemas
bancarios que operar en su propia moneda. Jorge Granda
(2008) hace ese análisis para Ecuador de forma convincente
[9]. En este marco de pánico lo que está claro es que la
mejor moneda es la propia en América del Sur, y que las
economías más insertas a los Estados Unidos van a sentir más
pesadamente el contagio de la crisis, es decir Canadá, México
y Centroamérica.
El efecto jazz y el tipo
de cambio
Finalmente, hay una carrera a favor del
dólar, que le ha llevado a revaluarse hasta 1.26 dólares
por euro desde su pico de 1.60. El argumento de los
analistas estadounidenses es que su economía está sólida
y es la moneda más sólida del mundo. En realidad lo que
está pasando es que los agentes desde Estados Unidos están
vendiendo sus posiciones en las bolsas alrededor del mundo y
poniendo ese dinero en dólares junto con posiblemente la
actuación del fondo de estabilización monetario
establecido en 1936 para estos casos. La economía de los
Estados Unidos puede entrar en una profunda recesión acompañada
de una inflación importante.
Usando las mismas categorías de análisis
que se han utilizado en el pasado para ver la propagación
de la crisis cambiaria mexicana, o argentina o la de la
bolsa y cambiaria tailandesa de 1997 ahora se puede bautizar
al efecto de contagio que emerge de la crisis de bolsa
estadounidense como el “efecto jazz”. Este fue el nombre
que le puso en octubre la jefa de Estado argentina en Nueva
York. A diferencia de las crisis anteriormente nombradas, la
estadounidense es, según la prensa de ese país, una crisis
global. No lo es. Es una crisis estadounidense que tiene un
contagio a instituciones que compraron derivados créditos
que aseguran contra el impago de hipotecas. Eso ha generado
un problema de quiebras de bancos de inversión que llevará
eventualmente a la eliminación de dichos instrumentos del
mercado, como ya han sido eliminados del mercado los bancos
de inversión como categoría.
El “lunes negro” del 2008, 6 de
octubre, comenzó el viernes 3 en la tarde en Nueva York
tras el anuncio del rescate bancario que todos identificaron
con la necesidad de rescatar a Goldman Sachs y Morgan
Stanley, bancos de inversión grandes donde el secretario
del Tesoro Paulson tiene intereses. Lo que ocurrió,
aparentemente, es que dada la sequía del mercado de papeles
comerciales, instrumentos de crédito de corto plazo
emitidos por empresas y vendidos en bolsa, los agentes que
están en el mercado consideraron que era muy poco y muy
tarde. El esquema no fue diseñado para comprar papeles
comerciales de empresas sino para rescatar a los bancos de
inversión de sus posiciones en derivados crediticios
vinculados a hipotecas.
Ese desencanto generó una estampida de
la bolsa de Nueva York que fue contagiado a las bolsas asiática
y europea, y regresó el lunes 6 a contagiar
generalizadamente a todas las bolsas del mundo. Junto con el
contagio del pánico estuvo el efecto sobre el tipo de
cambio. Al salir de las bolsas, los agentes pasan de moneda
nacional a dólares y eso produjo una devaluación de todas
las monedas del mundo ante el dólar estadounidense que trae
la imagen distorsionada de una moneda fuerte cuando es
evidente que no lo es. El mercado de Nueva York medido en el
índice Dow Jones, cayó 800 puntos, casi 8% en la sesión
del día 6 de octubre y tuvo una recuperación al final del
día cuando el mercado fue claramente intervenido. El equipo
de prevención de crisis formado por el Tesoro, el FED,
algunos bancos y la Casa Blanca hicieron intervenciones para
evitar caídas catastróficas. Era evidente que de no
intervenir cerrarían con 10% de pérdidas y el mercado
tendría que suspender operaciones, cosa que ocurrió en
Buenos Aires, San Pablo, Moscú y México, por nombrar
algunas.
Cómo, cuándo y dónde
comenzó esta parte de la crisis
Las bolsas de valores dieron la vuelta
y cambiaron su tendencia en octubre del año 2007 cuando fue
evidente que la burbuja de bienes raíces de los Estados
Unidos era insostenible y algunos bancos hipotecarios o
fondos de inversión que habían comprado hipotecas
reconocieron que tenían entre manos una cartera de créditos
de mala calidad. Con cuotas iniciales muy bajas y calificación
de riesgo crediticio muy laxo, se vendieron bienes raíces
entre los años 2004 y 2007 mientras el PBI de construcción
en los Estados Unidos se contraía a tasas de hasta 20%
anuales. Es decir que en un estancamiento de la actividad de
construcción, los agentes financieros vendían viviendas a
cualquiera sin cuota inicial y sin calificar su riesgo
crediticio. Eso alimentó la burbuja de precios de bienes raíces
pero era irreal. Cuando creció en exceso reventó la
burbuja en octubre del 2007 y todas las bolsas del mundo se
vieron contagiadas del cambio de ánimo. Esto no significa
que las actividades del sector real de Argentina, Brasil o
Rusia sean hoy menos rentables ni que los inversionistas de
Estados Unidos se retiraron de los mercados, primero
lentamente, y luego más rápidamente hasta que les dio pánico
y salieron fugados el lunes 7.
En los propios mercados llamados
emergentes los agentes nacionales siguieron la tendencia de
los internacionales y vendieron, llevando a una acentuación
de la tendencia neoyorkina. El efecto jazz ha sido entonces
sobre los mercados de valores y sobre los tipos de cambio al
salir de las monedas nacionales y pasarse a dólares sobre
todo los agentes extranjeros. Esto pudo haber sido una catástrofe
generada por las posturas de los inversionistas
institucionales estadounidenses en los mercados emergentes.
No lo fue, es decir cayeron las bolsas pero no se produjo
una corrida cambiaria, por la intervención de todos los
bancos centrales para evitarlo inyectando liquidez al
sistema.
Lo que estamos aprendiendo
en la crisis financiera del 2008
La crisis financiera del 2008, la mayor
de todas las crisis financieras desde hace casi ocho décadas
tiene elementos de los que hay que sacar lecciones. Cuando
se trató de la crisis de México en 1995 al contagio que
produjo se le llamó “Efecto Tequila”, y tenía sabor a
resaca. Cuando se trató de la crisis de Tailandia y de
Asia, de Rusia, de Brasil y de Argentina, se les llamó
contagios, aunque recordamos el “Efecto tango” y el
“Efecto samba”. Cuando se trató de la llamada crisis de
las dot.com o crisis de las tecnológicas, no hubo ninguna
mención de contagio. Estados Unidos no contagiaba, era la
idea. Los contagios eran de bolsas infectadas no de bolsas sólidas.
La moneda era esencial para el contagio vía las
devaluaciones bruscas. En la visión de los analistas
anglosajones el dólar no se puede devaluar porque el mundo
se relaciona con el dólar. Entonces lo que ocurría eran
apreciaciones frente al dólar.
En esta crisis hemos aprendido que para
los analistas anglosajones cuando se trata de una crisis
mayor de bolsa de Estados Unidos, aunada a problemas en la
economía, entonces no hay contagio sino que se le llama
“crisis global”. La quiebra de la banca de inversión
estadounidense y el arrastre de esto sobre las bolsas de
valores es “una crisis global”. No hay contagio sino
algo malo en general. Quizás lo que esté malo en general
es que todas las bolsas se abrieron para permitir
inversionistas del exterior y que cuando éstos se retiran
de la bolsa de Nueva York, se retiran de todas las bolsas al
mismo tiempo. Esto es acentuado por los actores nacionales
que siguen la tendencia.
Lo segundo que estamos aprendiendo es
el uso de la palabra “mundial”. Se habla de una crisis
bancaria mundial. Hay una crisis bancaria –de inversión,
arrastrada por inversiones en derivados crediticios
vinculados a hipotecas– en Estados Unidos, España,
Irlanda, Alemania, Gran Bretaña e Islandia. Esto es una
“crisis bancaria mundial” que requiere del rescate
inmediato para evitar el “colapso mundial”. Durante la
segunda guerra mundial, los europeos entraron en guerra
entre ellos y luego el mundo tomó posiciones. Ese fue un
sentido de “mundial”. En el béisbol, hay la “serie
mundial” que es básicamente Estados Unidos, México, el
Caribe y Japón. Cuando hoy se habla de crisis mundial la
referencia es a una crisis estadounidense que se ha
contagiado a aquellos países con bancos que han estado más
expuestos a derivados crediticios vinculados a las hipotecas
y cuyos sistemas bancarios han estado aún más desregulados
a la americana.
Tercero, cuando el pánico financiero
opera, los inversionistas salen de la bolsa de Nueva York,
madre de todas las bolsas del mundo y se retiran de todo el
resto de las bolsas presionando sobre los tipos de cambio de
todo el mundo. Si los bancos centrales no intervienen se
puede producir un alza brusca de los tipos de cambio y
generar pánico en el mercado de divisas. Si los bancos
centrales intervienen, deben estar dispuestos a perder una
porción significativa de las reservas con el objetivo que
el impacto inflacionario e una devaluación no llegue a la
economía nacional.
Cuarto, cuando los inversionistas
estadounidenses esencialmente se retiran de los mercados del
resto del mundo, venden moneda nacional en el resto del
mundo y compran dólares de Estados Unidos para regresar a
casa mientras piensan donde y cómo colocan ese dinero
mientras pasa la crisis. Eso da el espejismo de un dólar
fuerte por un periodo. Como es absurdo un dólar fuerte en
una crisis financiera que comienza en Estados Unidos, en el
siguiente momento, los agentes venderán el dólar y comprarán
monedas más sólidas como el yen, el yuan o eventualmente
algunas latinoamericanas y por supuesto, oro. El momento
cumbre del tsunami cambiario es cuando el dólar aparece
fuerte en medio de la crisis. Luego viene el temblor
cambiario real del dólar, moneda de la economía que tiene
el problema.
Quinto, cuando hay una crisis bancaria
en el mundo que no incluye al G7, son crisis menores. Como
efecto de la desregulación bancaria de 1990–92 América
Latina se sumió en una crisis bancaria descomunal cuando
ocurrió la crisis asiática y el crédito interbancario
sufrió un alza en la tasa de interés. El efecto fue la
quiebra masiva de bancos entre 1998 y 2002 en toda América
Latina menos México donde ya se había pasado por la
quiebra masiva en 1995. Fruto de esas quiebras las
regulaciones se fortalecieron y los requisitos de capital se
aumentaron.
Entonces aprendimos que los bancos
trasnacionales dejan de serlo cuando hay una crisis y que
cuando una sucursal quiebra, quien debe salvarlo es el
gobierno del país y no la casa matriz. Es decir un banco
trasnacional es la mejor inversión, ganas cuando ganas y
cuando pierdes en un país, ellos –el gobierno de ese país–
te rescata. Las ventajas para un país de tener banca
trasnacional entonces quedó matizado.
Sexto, cuando en medio de los vaivenes
de México en 1995 se discutió la necesidad de
autorregulación bancaria y de auto supervisión, y se
organizó lo que se conoce como Basilea 2, quedó puesto en
evidencia primero que el FMI no servía para nada y segundo
que los bancos podrían regularse de forma voluntaria,
levantar sus requerimientos de capital, moderar sus riesgos,
y sobre todo, tener carteras de inversión diversificadas
alrededor del mundo para tener estabilidad. Lo que la crisis
del 2008 ha mostrado es que bajo este paraguas, se terminó
de desregular la banca en los Estados Unidos permitiéndosele
unir a la banca de inversión con la banca comercial y a éstos
se les permitió actuar en todos los mercados del mundo con
un producto tóxico que son los derivados crediticios. Nadie
se refiere a los derivados crediticios hoy por su nombre
sino únicamente como “Toxic waste” (desecho toxico).
Quien más lo hace es el hombre que seguramente más promovió
dicho mercado, el ex presidente de Goldman Sachs y hoy
secretario del Tesoro encargado de rescatar a los bancos,
Hank Paulson.
Séptimo, el ingenioso concepto de que
todo tiene un mercado y por lo tanto, un crédito no es un
activo bancario sino un título valor que puede ser vendido,
llevó a que los bancos comerciales se dedicaran a prestar
dinero para hipotecas, entre otras cosas, y luego las
vendieran como títulos valor.
Las ganancias del banco están en las
comisiones por emitir la hipoteca, o la garantía en los
casos de otras operaciones colateralizadas. El banco
comercial no asume su riesgo crediticio. Muy ingenioso.
Luego el concepto de que un banco de inversión, que
administra fondos de pensiones, fondos de inversión, fondos
de cobertura diversos, los podría comprar fue aún más
sensacional. Estos no habían prestado sino que invertían
en un titulo valor en el mercado.
Aún más ingenioso fue crear un
mecanismo de seguro que podría cubrir la eventualidad de un
impago. Cobrando una prima ínfima por el seguro basada en
la probabilidad del impago, en operaciones que las casas de
calificación de riesgo han aprobado y tipificado como libre
de todo riesgo, era una operación que generaría a las
compañías de seguros que entraran a ese mercado, una lonja
de riqueza. La idea que ese seguro podría ser vendido como
un título valor que los bancos de inversión podrían
comprar o que los bancos hipotecarios podrían comprar como
parte de su cartera de inversiones fue aún más ingenioso.
Finalmente, el concepto que ese título
valor se podría prendar al igual que todos los demás títulos
valor para tomar préstamos para poder comprar más
derivados financieros, fue sencillamente la cúspide de la
genialidad financiera. Detrás de toda esa genialidad
probabilística modelada con modelos basados en la física
–porque los mercados funcionan como las ondas sonoras–
estuvo la automatización de los mercados. La mano del
hombre podría quebrar la perfección de todo este ingenio
moderno que servía para brindar ganancias a los
inversionistas –fondos de cobertura, fondos de pensiones,
fondos de inversión, etc. –. Y de pronto alguien tomó
consciencia que detrás de todo este mercado financiero muy
sofisticado, operado automáticamente, había una casa como
garantía hipotecaria y que si el precio de esa casa bajaba,
las garantías se quedaban sin respaldo y el sistema se caía.
Y se cayó con la ayuda de los sistemas automatizados.
La octava lección es que cuando todos
los mercados de valores están interconectados, todos los
mercados se caen juntos y los sistemas nacionales que
redujeron la irracionalidad del mercado mayor, se caen más
bruscamente que los otros. Aquellos que mantuvieron a sus
sistemas financieros más regulados y mejor capitalizados
resienten el efecto mucho menos. Aquellos donde no se
hicieron inversiones en derivados financieros, quedan
inmunes. Las compañías de seguros que compraron los
derivados, quebraron, en Estados Unidos, en Japón y en
Inglaterra.
La novena lección es que el retiro
simultáneo de las bolsas de valores de los inversionistas
institucionales estadounidenses, sobre todo, lleva a la
venta de moneda nacional y la compra de dólares, con lo que
se da la paradoja que el tipo de cambio del dólar, la
moneda del país que tiene el problema económico y que lo
ha contagiado, se fortalece. Ese es un espejismo mientras se
retorna a un punto de equilibrio cambiario para cerrar el déficit
externo estadounidense. Mientras tanto, otros agentes venden
monedas nacionales porque ven en la revaluación del dólar
una actividad más rentable. Hay un explicación absurda en
la literatura periodística analítica que afirma que es una
fuga a la calidad, que los inversionistas alrededor del
mundo compran bonos del tesoro de los Estados Unidos porque
es lo más seguro y por eso el tipo de cambio se fortalece
en dólares. Es absurdo porque comprar papeles de deuda de
una país sobre endeudado y estancado es siempre riesgoso.
Ya hay advertencias en esa dirección [10].
La décima lección es que los mercados
de valores no significan lo mismo para todas las economías
y lo que es devastador en la economía estadounidense por el
tamaño de su bolsa es mucho menor en economías donde la
profundización financiera no es significativa.
Hemos aprendido que donde hubo compras
de derivados crediticios como en Irlanda, Gran Bretaña,
Islandia y Alemania, hay crisis bancaria propiamente. Los
bancos hipotecarios fueron los que compraron los derivados
crediticios relacionados a las hipotecas. También los
bancos de inversión. Es momento de tener salvaguardas como
encajes a los depósitos de corto plazo para evitar el
impacto cambiario del efecto jazz. La caída del tipo de
cambio brasileño de 1.60 a 2.18 reales por dólar es efecto
de esto. Es donde más ha caído en América Latina.
Finalmente, aunque el pánico ya pasó, en los escombros de
la semana del 6 al 10 de octubre yacen fondos de pensiones,
AFPs, AFORES, y todos los sistemas de pensiones privados
basados en inversiones en bolsa. Donde más efecto monetario
tuvo fue en Estados Unidos donde la bolsa se ha caído en
total 30% desde octubre de 2007 pero también en América
Latina, Europa del Este, Asia y África. Esto tiene que
obligar a repensar los sistemas de pensiones antes que los
problemas sociales generados por ancianos de clase media
empobrecidos nos acompañen.
La lección final es que la ansiedad
por tener ganancias financieras alejadas de la producción y
la creencia que eso podría permanecer de forma estable
culmina cuando es evidente que todo tiene un precio en esta
vida y que no hay ganancias sin riesgos. En ese momento
regresa el Estado a salvar, rescatar y luego regular y
nacionalizar y se vuelve a teorías económicas más
vinculadas a la producción y la distribución y menos al
intercambio. Del libre cambismo de Marshall y Pigou pasamos
a Keynes y de Hayek, el Consenso de Washington y Mont
Pelerin pasaremos a bancos comerciales que asuman sus
riesgos, sistemas regulados globalmente, una legislación
financiera global, y sobre todo, un banco central global y
una supervisora de bancos global. El mercado perfecto, la
ley de un solo precio y el equilibrio general, como
conceptos para comprender la economía han muerto, y con
ella Basilea 2, la idea de las reguladoras de propiedad de
los regulados, las empresas auditoras que rinden cuentas a
sus auditados y que no son supervisados globalmente. El
Consenso de Washington yace en un campo afuera del
cementerio religioso, como los suicidas, aunque los
funcionarios que han salido del Banco Mundial hayan entrado
a trabajar al Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) y tengan como misión esas políticas para
ONEUN –UNAONU–, la política de Naciones Unidas para
homogenizar a sus instituciones.
A dónde vamos
Las bajadas dramáticas en las bolsas
en las grandes crisis –de relevo– duran alrededor de
cuatro años y culminan cuando la bolsa tiene un nivel
equivalente al anterior al inicio de la burbuja que lo llevó
a la cima frenética. En el caso actual, el índice Dow
Jones Industrial de la bolsa de Nueva York debería de
regresar a 4,000 puntos análogo al desinfle de la bolsa de
Tokio de 1990 a 1994, o de Nueva York mismo entre 1929 y
1932. Esto va a limpiar actividades financieras irrelevantes
y sobre todo va a obligar a una nueva regulación estatal de
las finanzas como las que existieron entre 1934 y 1999.
Mientras tanto obligará a adoptar políticas contra cíclicas
en todos los países incluidos los del G7 para intentar
paliar el impacto recesivo si no es abiertamente depresivo.
Si la reactivación de los mercados en
marzo de 2003 fue derivada de la invasión a Irak, la recesión
estadounidense va a impactar sobre todos los mercados que
regresaran a su conducta del periodo 2000–2003, con una
tendencia deflacionaria. Si la reactivación de los mercados
fue por un papel sustantivo del Asia en el mercado de
materias primas, como dijeron entonces los analistas
estadounidenses y británicos, entonces el golpe sobre el
resto del mundo debería de ser menor que el impacto sobre
el G7 y se buscará articulación regional de mercados para
sustituir los del G7.
Lo que está en cuestión es si los
Estados Unidos es el comprador de última instancia, es
decir si la locomotora existe. Lo que se aprecia en Asia es
que crece más cuando Estados Unidos crece menos. Eso es
también cierto para América Latina en la primera década
del siglo XXI y para África y Medio Oriente, Rusia y los
miembros del CEI. No es verdad para México y Centroamérica,
y es una verdad a medias para Europa occidental. De otro
lado, si el cierre del crédito de comercio exterior es
generalizado, todos estaremos envueltos en el problema.
De estas crisis mayores se sale con
nuevas instituciones, con teorías económicas, con tecnologías
consolidadas, y con patrones monetarios cambiados. Para los
que piensan que otro mundo es posible, ahora es cuando.
(*) Oscar Ugarteche es
economista peruano, trabaja en el Instituto de
Investigaciones Económicas de la UNAM, México, e integra
la Red Latinoamericana de Deuda, Desarrollo y Derechos (Latindadd).
Es presidente de ALAI e integrante del Observatorio Económico
de América Latina (OBELA): www.obela.org. Este artículo ha
sido publicado en el nº 437 de América Latina en
Movimiento, un monográfico sobre la crisis financiera.
Notas:
[1]
Nikolai Dmitrovich Kondrat’ev, The long waves in economic
life, New York, Foundation for the Study of Cycles, 1944.
[2]
Carlota Pérez, Technological revolutions and financial
capital : the dynamics of bubbles and golden ages,
Cheltenham, UK ; Northampton, MA, USA : E. Elgar Pub., c2002
[3] Oscar Ugarteche, El Falso dilema:
América latina en la economía global. Nueva Sociedad,
Caracas, 1997.
[4]
Charles P. Kindleberger. Manias, panics, and crashes : a
history of financial crises, New York : Basic Books, c1989.
[5]
Hyman P. Minsky. Can “it” happen again? : essays on
instability and finance, Armonk, N.Y.: M.E. Sharpe, c1982
[6] Alberto Graña, “¿Socialismo en
E.U.A?”, 10 de setiembre, 2008, OBELA, http://www.obela.org/
node/284
[7]
http://www.whitehouse.gov/news/releases/ 2006/05/20060530.html
[8]
http://www.bea.gov/newsreleases/national/ gdp/2008/gdp208f.htm,
http://www.bea.gov/newsreleases/ national/gdp/2008/gdp208f.htm,
[9] Jorge Granda, “Inflación bajo
dolarización, el caso ecuatoriano”, 22 de octubre, 2008,
OBELA, http:// www.obela.org/node/331
[10]
http://www.leap2020.eu/El-GEAB-N-28-estadisponible!-
Alerta-Crisis-Sistemica-Global-Veranode- 2009-Cesacion-de-pago-del-gobierno-estadounidense_
a2262.html
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