2009
puede convertirse en el año de las huelgas y conflictos
sociales en EEUU
Los
emergentes de la recesión
IAR
Noticias, 23/12/08
Un
escenario 2009 de huelgas y conflictos sociales en el
Imperio USA no está sacado de una novela de Julio Verne
sino (además de la crisis global) de una proyección lógica
y emergente de la desocupación desatada por la recesión
industrial y empresarial estadounidense, para la cual ni la
administración saliente de Bush ni la administración
entrante de Obama tienen soluciones concretas.
Los
30 días que le faltan a Barack Obama para asumir la
presidencia de la primera potencia imperial, y los que le
resten de los cuatro años de su periodo, estarán marcados
por una pesadilla: La quiebra de empresas y la desocupación
masiva, que han desplazado de la escena al colapso
financiero y a los derrumbes bursátiles.
La
crisis social (consecuencia de la caída del consumo y los
despidos laborales) ya se perfila como un potencial
emergente de la crisis recesiva– laboral que detonó
escalonadamente como consecuencia de la crisis financiera en
EEUU.
Lo
que suena como un panorama fantástico para el Imperio
norteamericano (las huelgas y los conflictos sociales) es un
escenario de corto plazo que ya están manejando entre líneas
analistas y medios norteamericanos a la luz de la crisis del
sector automotriz y de las quiebras empresariales que están
desatando una creciente ola de despidos en EEUU.
Cada
jornada de la economía norteamericana (de finales de
2008)se convirtió en un vértigo marcado por una dinámica
inevitable: Recesión industrial y comercial con baja del
consumo y desempleo masivo que se proyecta desde EEUU y los
países centrales al mundo periférico
"subdesarrollado" y/o emergente.
Por
estas horas, medios y analistas norteamericanos coinciden en
que la desocupación (como emergente de la recesión
industrial) se ha convertido en la prioridad absoluta de la
agenda de Obama y su equipo.
Presionado
por los "frentes de conflicto" (internos y
externos) que hereda de la administración Bush, el
presidente electo de EEUU, Barack Obama, tiene por estos días
una obsesión principal: Asumir la presidencia el 22 de
enero y cumplir su mandato sin huelgas ni conflictos
sociales en EEUU.
Las
cifras sobre la evolución del desempleo en EEUU son tan
negativas que el equipo de expertos formado por el
presidente electo, Barack Obama, para combatir la crisis se
vio forzado a ampliar los objetivos que se había marcado
hace sólo un mes.
Durante
la campaña, Obama se comprometió a "salvar o
crear" un millón de puestos de trabajo en un plazo
indeterminado. Tras ser elegido, en un discurso hace un mes
reconoció que las perspectivas económicas eran tan graves
que había propuesto salvar 2,5 millones de puestos en menos
de dos años.
Tras
una reunión de cuatro horas con su equipo económico, el
martes pasado en Chicago, el presidente electo amplió el
objetivo hasta los tres millones de puestos. Según la
proyección de los especialistas, la desocupación en EEUU
aumentará del 6,7% actual, que ya es el más alto de los últimos
15 años, hasta el 9% dentro de 12 meses.
En
este escenario, para los asesores de Obama, sería una
victoria mantener la tasa por debajo de esa cifra, afirma
The Wall Street Journal.
Mientras
la recesión se agrava, Obama se ve obligado a aumentar el
monto de su "plan de estímulo" de US$ 150.000
millones en la campaña a US$ 800.000 millones.
Según
el Journal, el equipo del presidente electo se enfrenta a un
primer dilema: aumentar los impuestos para recaudar más
dinero o aplazar algunas de las propuestas estrella de la
campaña, como la mejora del sistema de sanidad y la reducción
de emisiones que afectan al calentamiento global.
Lo
cierto, lo concreto, es que Obama, sin ningún tipo de
"experiencia administrativa" en la alta política
imperial, terminado el discurso de cotillón electoral
"progresista", se enfrenta a un complejo cuadro de
situación signado por conflictos económicos, geopolíticos
y militares –hoy en estado "latente". que
amenazan con entrar en erupción en cualquier momento.
Irán,
Afganistán, Irak, Medio Oriente, el Cáucaso, y la
"guerra fría" con Rusia sobresalen nítidamente
en la agenda de Obama, mientras que las mechas multiplicadas
de la crisis económica recesiva pueden tornar en pesadilla
su gestión de cuatro años en la Casa Blanca.
Desde
hace varias semanas, el protagonismo de la crisis
financiera–bursátil fue rebalsado y cedió paso a un
nuevos personajes: Las quiebras empresariales y los despidos
masivos.
El
sector bancario y el automotriz encabezan la lista de la
crisis que ya se extiende por toda la geografía de la
primera economía imperial.
A
los despidos en el sector bancario, en las automotrices y en
las grandes tiendas y centros de consumo, esta semana se
suman los despidos en el sector financiero, lo que marcan
una tendencia "masiva" del proceso.
De
esta manera, la desocupación (emergente de la desaceleración
económica) se ha convertido en una cuestión clave para el
equipo de Obama y el establishment de poder estadounidense
que temen que su propagación convierta a EEUU, la primera
potencia mundial, en un polvorín de huelgas y conflictos
sociales que terminen paralizando aún más a la economía.
Según
The Wall Street Journal, Obama y su entorno fueron
impactados con el rechazo en el Congreso del pedido de
"salvataje urgente" lanzado por los tres
principales pulpos de la industria automotriz estadounidense
con asiento en Detroit: Ford, General Motors y Chrysler.
Pero
los peligros que acechan a Obama antes de su asunción no se
limitan solamente al sector automotriz.
Según
The Wall Street Journal, los ejecutivos que dirigen empresas
que van desde cadenas de peluquerías hasta gigantes de los
servicios públicos están reforzando sus defensas al
recortar los gastos de capital, aplazar la construcción de
plantas, despedir empleados y limitar aumentos de sueldo.
Los
presidentes ejecutivos participaron de una reunión en The
Wall Street Journal CEO Council, para analizar los
principales desafíos que aguardan al gobierno del
presidente electo Barack Obama.
Temas
como salud, energía y medio ambiente ocuparon un lugar
destacado en la agenda, aunque ninguno de ellos superó al
de la quiebra de empresas como la "mayor preocupación"
de los ejecutivos, publica el Journal.
Las
señales son claras: La crisis financiera ya devino en
recesión y amenaza (por efecto de la desocupación) en
convertirse en una crisis social de difícil pronóstico en
EEUU.
La
economía estadounidense se está deteriorando a un ritmo
mucho más rápido de lo esperado hace tan sólo unas
semanas. Esto sugiere que la recesión será más profunda y
duradera de lo que se temía, señala el Journal.
Según
el Departamento de Comercio de EEUU las exportaciones, que
hasta mediados de año habían servido de salvavidas para la
economía, cayeron 2,2% en octubre a medida que la demanda
extranjera de bienes estadounidenses continuó cuesta abajo.
El
déficit comercial, por su parte, subió en octubre a US$57.200
millones, frente a los US$56.600 millones de septiembre, a
pesar del considerable abaratamiento del petróleo. El valor
total de las exportaciones e importaciones fue el más bajo
desde abril, en un reflejo más de la recesión que vive el
país, según el Departamento de Comercio.
En
todo 2007, el saldo negativo en la balanza comercial de
Estados Unidos fue de 700.258 millones de dólares y este año
ya es de 709.100 millones.
Por
su parte, el Departamento de Trabajo informó que la
desaceleración de la economía global trajo en noviembre
una caída sin precedentes del 6,7% en los precios de bienes
y servicios importados, y una, también sin antecedentes,
rebaja del 3,2% en el valor de las exportaciones de EEUU.
El
valor total del intercambio comercial –importaciones y
exportaciones– de EEUU. en octubre fue de 360.642 millones
de dólares, y ha estado disminuyendo mes a mes desde los
371.844 millones de dólares de abril. Entre enero y octubre
de este año, el déficit ha sido de 590.917 millones de dólares
comparado con uno de 582.808 millones de dólares en el período
similar del año pasado.
Los
economistas que participaron en una última encuesta de The
Wall Street Journal estiman en promedio que el declive del
PBI, que empezó en julio, seguirá durante los dos primeros
trimestres de 2009. Si tienen razón, sería la primera vez
en que la economía estadounidense se contrae durante cuatro
trimestres consecutivos desde después de la posguerra.
EEUU,
de esta manera, experimentaría una recesión de 18 meses,
el período más largo desde la Gran Depresión. Las
recesiones de 1973–75 y 1981–82 duraron 16 meses.
Por
si esto fuera poco –señala The Wall Street Journal– ,
el final de la recesión probablemente no marcará el final
del desempleo en EEUU. En otras recesiones, la contracción
del mercado laboral continuó durante muchos meses después
de la declaración oficial del fin de la recesión.
Los
billonarios paquetes de "rescate bancario" estatal
con dinero de los impuestos (pagado por toda la población)
no han servido de antídoto y han fracasado estrepitosamente
como medida para enfrentar la crisis mundial, que ha
devenido de financiera a recesiva a escala global.
La
Reserva Federal de EEUU y los poderosos bancos centrales de
EEUU y Europa (los patrones del capitalismo financiero
internacional) fracasaron y se muestran impotentes para
generar otra alternativa de salida que no sean los remanidos
"planes anticrisis" orientados exclusivamente a
"salvar a los bancos" (además de hacer negocios
financieros con la crisis) en desmedro de los sectores
productivos y sociales que sufren los efectos más letales
del descalabro del sistema económico globalizado.
Con
un agravante: La desatención y falta de medidas concretas
para "salvar" a los sectores productivos (sobre
todo con la reactivación del crédito) ha profundizado a
niveles inéditos la caída del consumo, y consecuentemente
ya impactó en un proceso de desenlace con despidos
laborales a escala masiva cuyas manifestaciones se extienden
desde los países centrales a los periféricos a escala
planetaria.
Al
terminar 2008 la economía estadounidense afronta desigual y
combinadamente tres procesos simultáneos que se
retroalimentan y complementan: la crisis financiera, la
crisis recesiva y la crisis laboral que empieza a
desarrollarse como consecuencia de los despidos y recortes
salariales.
Las
principales economías del mundo (según los números
oficiales) están "desaceleradas" o en recesión,
cae el consumo, cae el empleo, caen las exportaciones, caen
las importaciones, y los precios suben en forma
"moderada" (para compensar caídas en ventas).
La
desocupación es el elemento clave, el detonante estratégico,
que marca el principio del desarrollo de la crisis social.
A
medida que se acumulan los planes de rescate, los
economistas no consiguen explicar por qué hasta ahora nada
parece haber evitado una recesión profunda.
El
fracaso de los planes de "rescate" y la no solución
de la crisis económico–productiva tiene un costo: La
agudización de la recesión con desempleo a escala global.
Economistas
de J.P. Morgan calculan que la economía mundial se contraerá
a una tasa anual de 3,7% en este trimestre y a una de 2,3%
en los tres primeros meses del año siguiente. Esto
posiblemente constituirá los peores seis meses para la
economía global desde la Segunda Guerra Mundial.
En
este escenario, los despidos masivos de obreros y empleados
en EEUU son el barómetro y marcan el momento en que la
crisis comienza a salir de la "superestructura"
económico financiera y a meterse dentro de la sociedad
estadounidense.
La
desocupación, ya ocurra en el mundo subdesarrollado como en
el Imperio, es una instancia límite, donde la prioridad es
el riesgo de la supervivencia del individuo y su familia.
Ya
no se trata de una devaluación de su salario por aumento de
precios, sino de la desaparición del salario y de la
capacidad del consumo con la disgregación de la conducta
social que conlleva.
Un
desocupado (que ha perdido su universo de consumo y de
supervivencia, incluido el de su familia) no puede ser
contenido con "inyecciones financieras" ni con
"asistencialismo", requiere de una solución
estructural (la restitución del empleo y el salario).
En
este marco, un escenario de huelgas y conflictos sociales en
el 2009 en el Imperio USA no está sacado de una novela de
Julio Verne sino de una proyección lógica y emergente de
los números de la recesión industrial y empresarial
estadounidense para la cual ni la administración saliente
de Bush ni la administración entrante de Obama tienen
(salvo los fracasados planes de rescate) soluciones
concretas.
Y
explica porqué la desocupación se ha convertido en la peor
pesadilla de Obama.
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