Los
costes humanos de la crisis económica
Colapso
financiero y mental
Por
Nick Turse (*)
TomDispatch, 28/01/09
Rebelión, 31/01/09
Traducido del inglés para por Germán Leyens
Introducción
del editor de TomDispatch
Los
titulares lo dicen todo. Mi periódico local presentó las
noticias de un modo bastante suave como “Los despidos se
extienden a más sectores de la economía”; el Washington
Post eligió algo un poco más fuerte: “Los despidos
hieren en lo más vivo a la economía”, Los Angeles Times
eligió “Diluvio de despidos afectan la economía de
EE.UU.,”, el Indianapolis Star, “50.000 nuevas cartas de
despido se acumulan”; y el San Jose Mercury, “Lunes
sangriento: Firmas en EE.UU. reducen 50.000 empleos.” En
una conferencia de prensa, el nuevo presidente recitó rápidamente
nombres seleccionados de la fila de las mejores compañías
que estaban desechando cuerpos y terminando vidas:
“Durante los últimos días hemos sabido que Microsoft,
Intel, United Airlines, Home Depot, Sprint Nextel, y
Caterpillar están eliminando cada una miles de puestos de
trabajo. No son sólo números sobre una página. Como en el
caso de los millones de puestos de trabajo perdidos en 2008,
se trata de hombres y mujeres trabajadores cuyas familias
han sido desestabilizadas y cuyos sueños han sido
postergados.”
Mientras
tanto, el cálculo diario de la cantidad de despidos,
dependiendo de cómo se cuente y si uno habla del ámbito
global o nacional, afectó a todo el mundo – más de
40.000, 50.000, 55.000, más de 60.000, 71.400, 76.000. Véase
como se quiera, son cuentas asombrosas que, como escribió
Econowhiner en su blog, dio a la frase “Lunes
sangriento” un nuevo significado en nuestro mundo.
Súmese la
posibilidad de que el diluvio de embargos pueda llegar a ser
posiblemente mayor de lo imaginado y que, como indica Nick
Turse en su último artículo, que “bloody” ya no sea
una metáfora. [“bloody” significa “sangriento” pero
en lenguaje coloquial se usa como ‘maldito’, N. del T.].
Cada vez más los, “sangrientos” despidos y los
“sangrientos” embargos llevan a hechos “sangrientos”
en la vida de EE.UU. Es una historia crucial que Turse
comenzó a cubrir en octubre en un artículo: “Comienzan a
medir la catástrofe financiera en EE.UU. no sólo en dólares
y centavos, sino en sangre” que exploró informes locales
de prensa de todo el país sobre actos extremos de
estadounidenses angustiados y desesperados. Como su serie
“Fallen Legion” de la era de Bush – un historial
invaluable de los íntimos del gobierno que “cayeron”
mientras luchaban por mantener la línea contra el gobierno
lejos del infierno – es un tema al que TomDispatch tendrá
que volver regularmente. Después de todo, como deja
demasiado en claro el “Lunes sangriento”, el sangriento
recuento de actos extremos en EE.UU. probablemente aumentará
durante mucho, mucho tiempo. (Tom Engelhardt)
****
Colapso
financiero y mental
Los
costes humanos de la crisis económica
El recuento
del número de víctimas sigue aumentando. Durante meses y
meses, marcados por bancarrotas, embargos, desalojos, y
despidos, el colapso económico total ha cobrado un precio
alto a los estadounidenses. Como reacción, una serie de
actos extremos, incluyendo suicidios, heridas
auto–infligidas, e incendios intencionales han aparecido
en las noticias locales. En octubre de 2008, un análisis de
informes de prensa a escala nacional indicó que una
epidemia de tragedias provocadas por la crisis financiera ya
se había propagado de Pasadena, California, a Taunton,
Massachusetts, de Roseville, Minnesota, a Ocala, Florida.
[1]
En los tres
meses desde entonces, el sufrimiento ha esta migrando hacia
arriba. Un número creciente de los ricos del mundo han
llegado a los titulares por prominentes suicidios por
motivos financieros. Como el “millonario financista”
nacido en Nueva Zelanda quien saltó delante de un tren
expreso en Gran Bretaña o el “magnate alemán” quien
hizo lo mismo en su patria. Han aparecido, con creciente
regularidad, en las primeras planas en todo el mundo. Un
ejemplo sería el administrador financiero basado en Nueva
York,
René–Thierry
Magnon de la Villehuchet, quien se cortó las venas después
de “perder más de 1.000 millones de dólares de dinero de
clientes, incluyendo gran parte de, si no toda, la fortuna
de su propia familia.” A fin de cuentas, fue una víctima
más del timo Ponzi de 50.000 millones de dólares del
estafador financiero Bernard Madoff'.
Un número
desconocido pero creciente de trabajadores menos
acaudalados, pero claramente pudientes, del campo
financiero, también se han matado como resultado de la
crisis económica – con menos cobertura en la prensa.
Tomemos, por ejemplo a un ex analista en Bear Stearns, de 51
años. Al saber que lo despedirían después que JPMorgan
Chase adquirió a su fracasado empleador, se “tiró por la
ventana” de su apartamento en el piso 29 en Fort Lee,
Nueva Jersey. O consideremos al corredor de propiedades
comerciales de 52 años de Chicago suburbano quien “se
quitó la vida en una reserva natural” sólo “un mes
después que se preocupó en público por un mercado
retador,” o el “socio administrador en Leeward
Investments" de San Carlos, California, de 50 años,
quien fue aniquilado “en los mercados” y “se sofocó
hasta morir.”
La psicóloga
clínica de Beverly Hills, Leslie Seppinni, describió en
cierto modo nuestra situación cuando dijo a la revista
Forbes que era “la primera vez en sus 18 años de carrera
que hombres de negocios la llamaban con impulsos suicidas
por su condición financiera.” Sólo en los últimos tres
meses, “ha intervenido en por lo menos 14 casos de hombres
que consideraban seriamente en quitarse la vida.” Seppini
brindó la siguiente observación: “Se sienten culpables y
avergonzados porque piensan que debieran haber sabido lo que
se venía en el mercado o que debieran haberse salido más rápido.”
A pesar de
ello, es sobre todo en la Calle Mayor, no en Wall Street,
donde la gente se ve impulsada a extremos que en otros
tiempos hubieran sido inimaginables. Y aunque es siempre
imposible conocer la miríada de factores, incluyendo
algunos profundamente personales, que contribuyen a actos drásticos,
violentos u otros, muchos de los publicados recientemente
están indudablemente vinculados, o por lo menos en parte, a
la manera como se ha desbaratado la economía.
Como
resultado, siguen borboteando en la superficie los informes
sobre gente impulsada a cualquier cosa, desde robos armados
a suicidios con motivos financieros como reacción a las
nuevas realidades fiscales. Y ya que sólo un cierto
porcentaje de esos actos recibe cobertura mediática, el
repiqueteo de lo que aparece en las noticias tiene que ser
considerado alarmante.
Ganándose
la caja
En
septiembre de 2008, una mujer de 23 años de West Norriton,
Pennsylvania, asaltó un banco, informó la policía, para
pagar el arriendo. Según el detective de East Norriton
sargento Peter Mastrocola: “Ella dijo que el motivo por el
cual fue al PNC Bank y cometió el robo fue porque estaba
atrasada en dos meses con su alquiler y que iban a
desalojarla.” En los hechos, después de robar 1.410 dólares,
la joven dijo a la policía que “tomó el dinero del robo
y fue a otro banco donde compró un cheque bancario por
1.410 dólares pagadero a Westover Village Apartments…"
El
siguiente mes, en Northampton, Pennsylvania, informan que
una mujer de 49 años robó un banco y, sólo 18 minutos
después, “llegó a un negocio de cambio de cheques e hizo
varias órdenes de pago – en total por 1.090 dólares –
para pagar una parte del alquiler que debía a su
propietario.” Según papeles del tribunal, un
“informante confidencial” dijo a la policía que la
mujer le había confiado que “iba a robar el banco para
cumplir con unos 1.800 dólares en alquiler atrasado.” La
policía informó que “estaba a punto de ser
desalojada.”
No se
trata, sin embargo de un fenómeno peculiar de Pennsylvania.
Como informó hace poco Los Angeles Times: “Otra señal de
los malos tiempos económicos… robos de bancos, que habían
estado disminuyendo desde hace años, aumentaron en 2008 en
el sur de California… [en un] 22% en comparación con
2007.” En Orange
County, el aumento fue especialmente agudo, un salto de 41%
a 145 robos. De la misma manera, Inland
Empire News Radio informó que las autoridades atribuyeron
un aumento de un 13% de los robos de bancos en los distritos
Riverside y San Bernardino al “pobre estado de la economía.”
“Ciertamente
hemos visto un aumento en los robos de bancos en todo el país,
particularmente en nuestras áreas metropolitanas,” señaló
recientemente el Agente Especial del FBI Scott Wilson. “La
tasa de robos de bancos ha aumentado dramáticamente.”
El año
pasado, según el Departamento de Policía de la Ciudad de
Nueva York, los robos de bancos en esa ciudad aumentaron a más
de 430, un aumento de un 54% por sobre 2007. Sólo el 29 de
diciembre, señaló CNN, “ladrones atacaron cinco bancos
en la Gran Manzana, algunos atacando a plena luz del día y
cerca de hitos famosos.” Entrevistado por el New York
Times, un cliente de uno de los bancos robados describió lo
obvio: “Me hace pensar que la recesión hace que la gente
llegue a medidas extremas.” El profesor de economía de la
Universidad Wesleyan de Illinois, Mike Seeborg está de
acuerdo. Comentando un parecido aumento local de la
criminalidad, dijo a una estación de televisión de Central
Illinois: “Hay una relación obvia en todo el país:
cuando la economía está en mal estado, cuando el desempleo
comienza a aumentar, si la gente pierde sus puestos de
trabajo y la producción disminuye, los crímenes contra la
propiedad aumentan especialmente.”
Tendencias
suicidas
Por los
menos 33 personas decidieron cometer suicidio en parques
nacionales en 2008. Y parecía haber un componente económico
en por lo menos algunos de los casos. Por ejemplo, una
información de Associated Press señaló que un
“constructor de 49 años culpó a la economía en una nota
que dejó para su ex esposa y su abogado antes de matarse al
borde de un bosque en el Parque Nacional Battlefield de
Kennesaw Mountain en Georgia.” De la misma manera, en
octubre, Bruce J. Colburn, “ex ejecutivo empresarial, recién
desempleado” de Reading, Pennsylvania, viajó al escénico
Parque Nacional Glacier de Montana donde “se disparó en
el pecho con una pistola, según funcionarios del parque.”
Otros
se quedaron más cerca de casa
El 14 de
octubre de 2008, una mujer en Bogart, Georgia, “debía ir
al tribunal para una audiencia de desalojo.” En lugar de
hacerlo, llamó a la policía e informó que estaba pensando
en matarse. Poco después, se disparó en la cabeza. El 29
de octubre, un hombre de 47 años de Blount County,
Tennessee, “se mató cuando agentes del alguacil trataron
de desalojarlo de su casa alquilada.” El mes siguiente,
según Mike Witzky, director ejecutivo del Consejo de Salud
Mental y Recuperación en Union County, Ohio, dos hombres
del lugar se suicidaron por problemas financieros, mientras
otro falló en el intento.
El 5 de
diciembre de 2008, Ricky Guseman de West Palm Beach,
Florida, debía ser desalojado. En su lugar, funcionarios
locales dijeron al Sun–Sentinel de South Florida, se
“parapetó en un remolque… incendió el lugar y se
disparó en la cabeza con una escopeta.”
En
diciembre, investigadores del investigador de muertes
violentas en Kern County, California, revelaron que
“estaban presenciando una ola de gente que se suicida por
estrés financiero,” un aumento de entre 5 y 10% por sobre
2007.
Un análisis
de los “informes de muertes” en 2008 en Milwaukee County,
Wisconsin, de la afiliada local de ABC televisión WISN–TV,
estableció que “la presión financiera en una economía
difícil ha llevado a medidas desesperadas.” De 108
suicidios – un aumento de un 20% sobre cualquiera de los
últimos tres años – por lo menos un 25% de las víctimas
“tenían problemas financieros.” Por ejemplo, el
residente de Wauwatosa, Tom Brisch, padre de dos hijos,
enfrentó tiempos difíciles después que su esposa de 20 años,
Sherry, perdió su trabajo. Al mismo tiempo su trabajo como
vendedor de coches Ford sólo a comisión, fue víctima del
apático mercado automotor. Como Sherry resumió la situación
después de su suicidio: “El cuadro económico con un niño
que va a la universidad, otro que comienza la escuela
secundaria… era bastante triste y teníamos
dificultades.” Volvió un día a casa para descubrir que
su marido se había colgado. En el bolsillo de su camisa había
una nota en la que “pide perdón y escribe que no podía
arreglárselas para cubrir sus necesidades.”
WISN–TV
descubrió numerosas tragedias similares, incluyendo:
* Un hombre
de Milwaukee de 21 años quien se disparó en la cara
“después que se le acabó el [seguro de] desempleo.”
* Un hombre
de West Allis de 43 años que se colgó con una correa en el
sótano. “Los pagos de la hipoteca están atrasados,”
dijo su amiga a la policía. “Hay cuentas médicas astronómicas.”
* Una mujer
de Milwaukee de 40 años que tomó una sobredosis después
de tener “problemas financieros.”
* Un hombre
de Milwaukee de 24 años, “despedido de su trabajo tres
semanas antes,” quien se sofocó con film de Saran.
* Y un
hombre de Milwaukee quien se disparó en la cabeza. Había
perdido su trabajo seis semanas antes.
En enero, a
menos de una hora en coche al sur de Milwaukee, el coche de
Staci Paul de 37 años, fue sacado del Lago Michigan, pero
no pudieron encontrar el cuerpo de la mujer de Kenosha,
Wisconsin. Como señaló, sin embargo, un artículo en
Kenosha News, amigos “dijeron que las cosas no iban bien
para Paul. Como madre soltera, trabajaba duro para conseguir
trabajos y al empeorar la economía, especularon sus amigos,
Paul podría haber tenido algunos problemas financieros. Los
antecedentes del tribunal también muestran que Paul había
sido desalojada de su casa en octubre.”
Señales
de alarma
Al parecer
Paul pensó que tenía que arreglárselas sola. Otros, sin
embargo, han pedido ayuda. Según un informe del 9 de enero
en Pittsburgh Post–Gazette, la policía local recibió un
llamado telefónico respecto a un residente de Westview,
Pennsylvania, de 64 años, quien estaba “aparentemente
perturbado por perder su casa.” Cuando llegaron a la casa,
lo encontraron “sentado en una reposera en su entrada de
auto, con un rifle bajo su mentón.” Fue detenido y
enviado a una clínica psiquiátrica para “evaluación.”
Cada vez más
almas desesperadas también han llamado a la Línea de
Prevención Nacional del Suicidio, que registró un récord
de 568.437 llamados en 2008. (El año anterior hubo sólo
412.768 llamados semejantes.) Del mismo modo, una reciente
investigación de Marilyn Elias de USA Today estableció que
los teléfonos de emergencia para suicidios en Dallas,
Pittsburgh, San Francisco suburbano, Hyattsville (Maryland),
Georgia, Delaware, y Detroit han informado todos de
“aumentos en los llamados desde la caída de la economía.”
El informe agregó:
“En
Boston, más llamados de personas con problemas de salud
mental a los teléfonos de emergencia mencionan pérdidas de
puestos de trabajo, desalojos o temores de perder sus casas,
dice Roberta Hurtig, directora ejecutiva de Samaritans Inc.
[una organización de voluntarios sin fines de lucro
dedicada a reducir la incidencia de suicidios.]
En
Kalamazoo, Mich[igan], y otros locales, las personas que
llaman con enfermedades mentales como ser desorden bipolar
dicen que la pérdida del seguro y los recortes en los
programas de salud pública les impiden conseguir
medicamentos.
“En el
Centro de Crisis en Gary Ind [iana], aumentan los llamados
de personas con tendencias suicidas con preocupaciones económicas,
y su depresión es más severa, dice Willie Perry,
coordinador de programas de la línea de emergencia.”
En Franklin
County, Ohio, los voluntarios de la línea de emergencia están
“registrando más llamados de personas en dificultades
financieras, dice Mary Brennen–Hofmann, coordinador de
servicios de prevención de suicidios en North Central
Mental Health Services en Columbus." Siguió diciendo:
“Hemos visto muchos más llamados relacionados con
problemas financieros, desalojos, embargos y pérdidas de
puestos de trabajo.”
Análogamente,
la Hopeline of North Carolina Inc.en Raleigh experimentó un
salto de un 50% en la cantidad de llamados en octubre y
noviembre. “Recibimos llamados de personas con tendencias
suicidas porque el mercado bursátil ha bajado,” dijo la
directora ejecutiva Courtney Atwood. “Han perdido dinero y
no pueden mantener a su familia.”
En Los
Angeles, los llamados a “la línea de emergencia para
suicidas más activa” de la ciudad aumentaron en hasta un
60% el año pasado. “Hace un año, muchos de los llamados
que recibíamos eran de personas con enfermedades
mentales,” comentó Sandri Kramer, directora de programas
del centro que opera la línea de emergencia. “Ahora
muchos de los llamados son de gente que ha perdido su casa,
o su trabajo, o que todavía tiene trabajo pero que no puede
hacer frente al coste de la vida.”
Problemas
domésticos
No es
sorprendente que el colapso total de la economía haya
contribuido también a tensiones en los matrimonios y, según
expertos, a un aumento en la violencia doméstica. Retha
Fielding, portavoz de la Línea Nacional de Emergencia para
Violencia Doméstica, señala que los llamados aumentaron un
18% entre octubre de 2007 y octubre de 2008 y atribuye el
aumento a la mala situación de la economía. “Produce un
aumento del estrés y de la violencia en los hogares. La
violencia doméstica tiene que ver con control. Si se pierde
el trabajo, es control que no se tiene, así que se puede
desear tener más control en casa.”
Algunas
veces la violencia exacerbada económicamente puede volverse
letal. El 9 de diciembre, por ejemplo, Thomas Garrett, de 59
años, de Midwest City. Oklahoma, asesinó a su mujer. Según
el Jefe de la policía de Midwest City, Brandon Clabes,
"Garrett dijo a los policías que mató a su mujer
porque no sabía cómo explicar que habían sido desalojados
de su casa mientras ella estaba en el hospital.”
Aparentemente también tenía la intención de matarse, pero
se lo impidió la policía.
Eryn
Allegra, de treinta y un años, había perdido su casa, así
como su trabajo, y según informes de prensa, había estado
pensando en suicidarse durante semanas. Según las
informaciones, el día de Navidad, la residente de Port St.
Lucie, Florida, se registró en un hotel, dio a su hijo de 8
años medicinas sin receta para hacerlo dormir, y luego lo
sofocó. Después se cortó sus propias venas en un intento
de suicidio fracasado.
Al ver la
camioneta de reparto de un hombre en su entrada de auto a
una hora en la que normalmente se encontraba en el trabajo,
vecinos en un “vecindario exclusivo” en Manteca,
Georgia, entraron a su casa que un banco había aprobado
hace poco para una venta en descubierto. (Una venta en
descubierto tiene lugar frecuentemente cuando un comprador
atrasado en los pagos trata de evitar la ejecución
hipotecaria.) Según el Manteca Bulletin, lo encontraron
“yaciendo en el vestíbulo de la casa… muerto por una
herida de bala.” Al llegar a la escena poco después, la
policía descubrieron el cuerpo de su mujer cerca de allí”
y encontraron un arma de fuego cerca de los dos cuerpos.”
El 11 de
enero, la policía de Pinole, California, que respondía un
llamado sobre problemas domésticos encontró a Kimberly
Petretti de 43 años sentada en el borde de la acera frente
a su casa. La iban a desalojar esa mañana. Dentro de la
casa, que “no mostraba señales de preparativos para la
mudanza,” encontraron a la madre de la mujer, Claudia
Petretti, de 62 años, muerta – de tiros en la cabeza con
un rifle de asalto. Según el fiscal de distrito adjunto
Harold Jewett, una carta de dos páginas encontrada en la
escena indicó un plan de asesinato–suicidio relacionado
con las dificultades financieras de la familia. “Fue un
acontecimiento significativo en sus vidas lo que puede haber
precipitado este acto trágico y desesperado,” dijo.
En octubre
pasado, un hombre en Los Angeles, atormentado por problemas
financieros, mató a tiros a su mujer, su suegra, y a tres
hijos antes de usar el arma contra sí mismo. Una escena
misteriosamente similar se volvió a reproducir esta semana,
cuando otro residente de Los Angeles aparentemente mató a
su esposa y cinco hijos – una niña de 8 años, dos niñas
mellizas de 5, y dos niños mellizos de 2 – antes de
enviar por fax una carta una estación local de televisión
y de matarse. “Fue un problema financiero y relacionado
con su puesto de trabajo el que condujo a los asesinatos,”
dijo el jefe adjunto de policía, Kenneth Garner, http://latimesblogs.latimes.com/lanow/2009/01/4–children–moth.html.
“En estos
tiempos económicos difíciles, existen otras opciones. En
mis 32 años, nunca he visto algo semejante.”
Mientras
el mundo arde
El 15 de
diciembre, un hombre de Dubuque, Iowa, de 41 años “usó
pre–shave líquido para incendiar su apartamento porque
pensó que lo iban a desalojar.”
El 21 de
diciembre, una mujer de 31 años que había sido desalojada
de su apartamento en Orange Park, Florida, “inició un
incendió durante el fin de semana que causó lo que se
estima en 500.000 dólares en daños” al complejo
habitacional que era su antiguo hogar. El mismo día, una
mujer en St. Augustine, Florida, “fue acusada de incendio
premeditado… después de desocupar una casa de la que fue
desalojada y que posteriormente fue incendiada.”
El 5 de
enero de 2009, Bobby Crigler, gerente de la propiedad de
Holly Street Apartments en Fayetteville, Arkansas, dijo:
“Fui y tuve una confrontación con [arrendatarios por una
noticia de desalojamiento], y se pusieron beligerantes.”
Después de eso, envió al encargado de mantenimiento de la
propiedad, su hijo, Kent Crigler, de 49 años, a cambiar la
cerradura del apartamento de otro inquilino. Cuando amigos
del inquilino que enfrentaba el desalojamiento vieron a Kent,
supusieron, según Bobby, que había ido a desalojar a su
compinche. Cayeron sobre Kent, golpeando y pateando al padre
de cuatro hijos hasta matarlo, según un informe en
Northwest Arkansas Times.
Generalmente,
sin embargo, si uno no era un multimillonario resuelto a
suicidarse, lo que uno haya hecho a su casa, a su esposo, a
su mujer, su hijo, su banco, sus vecinos, su propietario, o
a uno mismo, siguió siendo una historia claramente local,
un momento pasajero en la gaceta del vecindario o un periódico
regional. Y para una serie de esos actos, a diferencia de
las estadísticas deportivas, no existen bases de datos
centralizadas que hagan sumas y estén al tanto de los
resultados. De vez en cuando, sin embargo, un acto
espectacular de desesperación extrema logra salir del
vecindario y llega a las noticias nacionales.
Uno de
ellos ocurrió en enero de este año, aunque los medios en
general lo presentaron como una historia de locos
sensacional, más que como otro acto extremo resultante de
la crisis económica. En diciembre, Marcus Schrenker,
administrador financiero y piloto acrobático ocasional,
escribió una carta que decía, en parte: “Tiene que
saberse que soy insolvente financieramente… Tengo la
intención de presentar la bancarrota en 2009 si mis
condiciones financieras se siguen deteriorando.” Lo
hicieron.
A medida
que el asesor de inversiones de Indiana se desesperaba más
por escapar sus crecientes dificultades financieras y
problemas financieros resultantes de acusaciones de fraude
de inversiones, supuestamente urdió un plan que fue
difundido por toda la televisión nacional a medida que se
realizaba. Según las noticias, escenificó un escape de su
vida en rápido deterioro al estilo de Hollywood, completo
con falsa llamada de socorro en el aire, salto en paracaídas
sobre Alabama, y una falsa muerte en un avión que había
colocado en autopiloto que se estrelló en un pantano cerca
de un área residencial en Florida Panhandle. Schrenker
entonces se escapó corriendo en una motocicleta
cuidadosamente guardada previamente, antes de ser
descubierto por alguaciles federales justo después de
haberse cortado las venas en un camping en Florida.
Recientemente se declaró inocente ante un tribunal federal
por acusaciones de haber destruido intencionalmente un avión
y hecho un falso llamado de socorro.
Llegando
a extremos
En todo
EE.UU., la gente ha estado reaccionando a circunstancias
calamitosas con actos extremos, incluyendo asesinatos,
suicidios e intentos de suicidio, heridas auto–infligidas,
robos de bancos, escapes de la ley, e incendios
premeditados, así como resistencia contra desalojos y
autodefensa armada. Y sin embargo, aunque se han introducido
e implementado varios planes de rescate para bancos y
corporaciones gigantescas, no se ha bosquejado, presentado
al debate público, para no hablar de implementado por
Washington, ningún plan significativo para tomar medidas enérgicas
a fin de combatir las circunstancias calamitosas que afectan
a los estadounidenses de a pie.
Casi no se
ha hablado de perdón de deudas o hipotecas, o de una versión
realzada y masivamente reforzada del plan de ingreso
garantizado de Nixon (que pagaría estipendios a los más
necesitados), o de comprar y entregar a los sin vivienda el
excedente de viviendas en el mercado, con adecuados fondos
de reacondicionamiento, o de algún gesto significativo
hacia incluso la más modesta redistribución de la riqueza.
Hasta entonces, para muchos, la esperanza no será más que
un eslogan, los recuentos de víctimas aumentarán, y los
estadounidenses indudablemente seguirán llegando a
extremos.
(*)
Nick Turse es editor asociado y director de investigación
de Tomdispatch.com. Ha escrito para Los Angeles Times, San
Francisco Chronicle, Adbusters, the Nation, y regularmente
para Tomdispatch.com. Una edición en rústica de su primer
libro: “The Complex: How the Military Invades Our Everyday
Lives,” una exploración del nuevo complejo
militar–corporativo en EE.UU., será publicada esta
primavera por Metropolitan Books. Su sitio en la red es:
Nick Turse.com
Nota:
1.–
Hay que presentar un saludo especial a los subvalorados periódicos
de las pequeñas localidades y estaciones locales de
televisión en todo el país que han hecho el trabajo básico
para cubrir los trágicos resultados de la crisis económica
global en sus propias comunidades. Siguen ofreciendo un
verdadero servicio al público al documentar cómo
individuos en ciudades y pueblos en EE.UU. están sufriendo
y lo que ese sufrimiento los lleva a hacer. Mediante un artículo
en Newsweek sobre "Killer Economy?" [¿Economía
asesina?] me di cuenta de un excelente recurso sobre algunas
de las consecuencias humanas de la crisis financiera, "Greenspan's
Body Count" [Recuento de víctimas de Greenspan] una
información continua en el W.C. Varones Blog. Desde inicios
de 2008, ha suministrado un historial invaluable de
“suicidios relacionados con hipotecas” y otras “víctimas
de Alan Greenspan (ex presidente de la Reserva Federal.)”
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