Tras
un enérgico inicio de su mandato, comienzan ya a
vislumbrarse las primeras turbulencias
La
luna de miel de Obama empieza a desvanecerse
Por
Alberto Armendariz
Desde Nueva York
La Nación, 02/02/09
Apenas 13 días
han pasado desde que George W. Bush se fue de la Casa Blanca
y un vendaval de cambios parece haber sacudido a Washington
con la asunción de Barack Obama, que decidió aprovechar su
enorme popularidad para lanzar una ofensiva de varios
frentes para restablecer la confianza en la presidencia y
encarar con fuerza su mayor desafío: la crisis económica.
Las órdenes
ejecutivas de Obama comenzaron a imprimirse sin pausa apenas
unas horas después de su asunción. Incluyeron el anuncio
del cierre de Guantánamo; la prohibición de la tortura; el
congelamiento de salarios para funcionarios de la
administración; un estricto control de los lobbistas; la
reanudación del financiamiento para programas
internacionales de planificación familiar; nuevas reglas
para la protección del medioambiente y una ley que
garantice la equidad de sueldos para personas que realicen
un mismo trabajo.
Además,
dio un impulso a los esfuerzos de paz en Medio Oriente con
el envío a la región de un nuevo representante especial, y
prometió renovar la relación con el mundo musulmán en su
primera entrevista... con una cadena de televisión árabe.
Y, como si fuera poco, acudió en persona al Capitolio para
convencer a los legisladores de la urgente necesidad de
aprobar su plan de estímulo por 825.000 millones de dólares,
que ya obtuvo media sanción en la Cámara de
Representantes.
"Muy
pocas veces hemos tenido un presidente tan enérgico al
iniciar su gobierno, y que no haya sufrido grandes
tropiezos. Sólo Ronald Reagan tuvo un comienzo similar y
con tanta suerte", señaló el analista Stephen Hess,
de la Brookings Institution. En este sentido, recordó los
problemas que enfrentaron en sus primeras semanas George W.
Bush (por su cuestionada victoria en 2000), Bill Clinton
(por el tema de los gays en las fuerzas armadas), George
Bush padre (por la designación de un polémico jefe del
Pentágono, y Jimmy Carter (por su conflictiva relación con
el Congreso).
Muchas de
las primeras medidas del primer presidente negro de Estados
Unidos estuvieron, de hecho, destinadas a honrar populares
promesas de campaña. Y aunque en su estrategia para
combatir la recesión logró la aprobación en la Cámara de
Representantes de su paquete de rescate, ninguno de los 177
miembros republicanos votó a favor. E incluso 11 demócratas
lo rechazaron.
"Fue
una victoria a medias, que pronostica turbulencias en el
horizonte", apuntó el politicólogo Paul Light,
profesor de la Universidad de Nueva York. "Obama estuvo
astuto al sacarse de encima al principio algunos temas que
podrían haberle dado problemas más adelante, con una
imagen pública más desgastada por la crisis económica. Ya
vimos que ni siquiera los mercados reaccionaron al plan de
estímulo, para el cual el gobierno buscó un apoyo
bipartidista que no se dio", destacó.
Todos los
observadores coinciden en que la "luna de miel" de
Obama será corta y que estaba obligado a aprovechar al máximo
su ventana de oportunidad para sacarse del camino de
inmediato algunos puntos esenciales de su agenda. Ahora,
aseguran, comenzará lo más arduo. Primero, con la discusión
del plan de estímulo en el Senado, donde ya enfrenta serias
dificultades. Después, con la espera de resultados
concretos.
"Lo
que vimos hasta ahora ha sido puro show, más simbolismo que
sustancia. El reto principal es reactivar la economía y,
por lo que hemos visto, no hay acuerdo entre la Casa Blanca
y el Congreso sobre cuál debería ser la solución",
afirmó a La Nación Michael Tanner, analista del Cato
Institute, un centro conservador.
Para Tanner,
el hecho de que el mandatario no obtuviera siquiera el
respaldo de los republicanos más moderados es un indicador
de que la oposición no se hará cargo del salvataje económico
del gobierno. Lo mostrarán ante la sociedad como una
iniciativa exclusiva de Obama y de algunos sectores demócratas.
"La
gran pregunta es cuánto tiempo estará dispuesto a esperar
el público para ver los frutos del programa de reactivación",
indicó Hess.
Según los
analistas, los republicanos ya han hecho sus cálculos y
creen que no se le dará mucho margen de error a la nueva
administración, en medio de la abrumadora ola de despidos y
otros indicadores negativos. Convencidos de que la
estrategia económica no es la adecuada y de que Obama
defraudará las inmensas expectativas depositadas en él,
están decididos a ofrecer mayor resistencia en otros
frentes, como el de la reforma del sistema de salud, de cara
a las elecciones legislativas del año próximo.
"Obama
hizo una apuesta riesgosa, pero ante la urgencia de la
situación no le quedaba otra salida. Puede ahora intentar
mejorar el plan de estímulo en el Senado, para ver si logra
obtener el respaldo bipartidista que tanto necesita. Las próximas
dos semanas serán cruciales para determinar su éxito",
subrayó Light.
|