La recesión pulveriza las economías - La crisis del
sistema ya es global
EEUU lidera el colapso
IAR Noticias, 11/02/09
Ya estamos en la profecía del "peor escenario":
La crisis del sistema capitalista es global. Toda la
arquitectura financiero–económica del sistema se
desploma. Depreciación y baja de las exportaciones e
importaciones, caídas del consumo interno y despidos
laborales en aumento progresivo tanto en países centrales
como periféricos, son las señales más claras y evidentes
de la "globalización" del desastre. Y asoma la
crisis social como emergente del proceso.
El efecto dominó
El colapso financiero recesivo con epicentro original en las economías imperiales USA–UE
ya se convirtió en derrumbe nivelado de la economía real a
escala mundial.
La desaceleración económica (por efecto de la contracción
del crédito) exportada originalmente de EEUU y la Unión
Europea se contagia aceleradamente a las
llamadas economías "emergentes" de Asia,
África y América Latina. China, Japón, los "tigres
asiáticos", Latinoamérica y Europa del Este.
La desaceleración económica mundial llegó para
quedarse, y avanza desde los países centrales hacia la
periferia emergente y subdesarrollada.
La recesión simultánea por la que atraviesan EEUU,
Europa y Japón amenaza con ser la peor desde la II Guerra
Mundial, según un informe del Banco Mundial, pone en
evidencia el entrelazamiento existente entre las economías
desarrolladas en crisis (EEUU–UE–Japón) con las
emergentes (China–India–Rusia–Brasil).
EEUU no solamente es el primer comprador de productos
chinos, sino que además China es el principal acreedor de
la primera potencia imperial.
El entrelazamiento financiero y comercial que existen en
ambas economías (la primera y la tercera en el orden
mundial capitalista) las convierten casi en hermanas simbióticas:
Si se cae China se cae EEUU, y viceversa.
Pero eso no es todo: La Unión Europea, la segunda economía
mundial y el otro gran comprador (en bloque) de manufacturas
chinas, y con su comercio exterior entrelazado con el de
EEUU, integra este trípode de supervivencia capitalista
interdependiente anudado por el cordón umbilical .
Y hay más: EEUU, la Unión Europea y China (a los que
debe agregarse India, Japón y Corea del Sur), además de
representar casi el 70% del PBI mundial, son los mayores
importadores mundiales de materias primas y energía (petróleo
y gas), por lo que se puede inferir que si se paralizan esas
economías capitalistas centrales se derrumbarían
inmediatamente por efecto dominó todas las economías
exportadoras del mundo emergente y periférico. Lo que ya
está empezando a ocurrir, según los informes oficiales.
Desde las finanzas, los servicios, las tecnológicas, la
publicidad, los medios de comunicación hasta la industria
automotriz, pasando por la informática, ningún sector
parece quedar a salvo del proceso recesivo que sobreviene
como consecuencia del colapso financiero.
No obstante las "inyecciones de liquidez"
prolongadas (iniciadas en septiembre de 2007),
los planes de salvataje bancario USA–UE, los
mercados financieros se siguen derrumbando, mientras los números
de la macroeconomía de EEUU y de los demás países continúan
en rojo creciente.
La crisis, que al principio era sólo financiera, se hace
sentir en todos los ámbitos de la sociedad mundial
globalizada y nivelada por un mismo "programa económico"
exportado desde las potencias centrales a la periferia.
Y la crisis se hace global por una razón principal: La
economía mundial está globalizada y es
"interdependiente", no solamente porque está
"dolarizada" (la moneda patrón del Imperio en
crisis), sino porque los comercios exteriores y los sistemas
económicos productivos están controlados por los mismos
bancos y empresas trasnacionales que se encuentran en crisis
tanto en EEUU como en Europa (el comando central del Imperio
global).
Se están quemando etapas: La crisis financiera ya devino
(por medio de la recesión) en crisis estructural, y rápidamente
se dirige hacia la crisis social (el emergente de los
despidos laborales) a escala planetaria.
Todo el planeta (globalizado y nivelado por el sistema
capitalista "único") está aquejado de los mismos
síntomas: Derrumbe de los precios del petróleo y de las
materias primas (deflación de los precios internacionales),
devaluación de las monedas y revaluación el dólar,
colapso financiero con quiebra de bancos, crisis crediticia
con achicamiento del consumo, suba de precios internos de
los alimentos y la energía y oleadas de despidos laborales
constantes en EEUU y las potencias centrales.
Los billonarios paquetes de "rescate bancario"
estatal con dinero de los impuestos (pagado por toda la
población de los países donde se han instrumentado) no han
servido de antídoto y han fracasado estrepitosamente como
medida para enfrentar la crisis mundial, que ha devenido de
financiera a recesiva a escala global.
Los bancos centrales y la Reserva Federal USA se muestran
impotentes para frenar el "pánico" en los
mercados financieros que operan como principal productor de
la crisis del crédito, que a su vez dispara la caída de
las ventas y los despidos masivos.
El derrumbe de la locomotora USA
En los primeros día del año 2009
(y como clara señal de que el planeta ya ingresó a
la "crisis estructural"), se reafirmó la ola de
de despidos laborales que certifica la presencia de una
recesión a escala planetaria, cuyo centro gravitante y
expansivo se encuentra en EEUU y Europa, potencias
directrices del sistema capitalista a nivel global.
Un escenario 2009 de huelgas y conflictos sociales en
Europa y el Imperio USA no está sacado de una novela de
Julio Verne sino (además de la crisis global) de una
proyección lógica y emergente
de la desocupación desatada por la recesión
industrial y empresarial que sacude a la economía
norteamericana y a las primeras potencias del euro.
Economistas de J.P. Morgan calculan que la economía
mundial se contraerá a una tasa anual 2,3% en los tres
primeros meses del año 2009. Esto posiblemente constituirá
los peores meses para la economía global desde la Segunda
Guerra Mundial.
En su informe de Tendencias Mundiales del Empleo para 2009
la Organización Internacional del Trabajo (OIT) , alertó a
fines de enero que se espera en 2009 un "aumento
espectacular" de los desempleados, trabajadores pobres
o con empleos vulnerables. El número de desocupados podría
aumentar hasta "51 millones si la situación continúa
deteriorándose".
Según el informe presentado en Ginebra, la desocupación
por la crisis global podría llegar al 7,1%, alcanzando un
total de 230 millones.
En América Latina, entre 1,5 y 2,4 millones de
trabajadores podrían perder sus puestos, según el informe
de la OIT para la región.
El número de trabajadores pobres –que no ganan lo
suficiente para mantenersse a sí mismos y a sus familias
por encima del umbral de la pobreza de 2 dólares al día–
podría alcanzar 1.400 millones, "casi el 45% de la
población activa mundial con empleo", según la OIT.
Además, 200 millones de personas, "la mayoría
ciudadanos de economías en desarrollo" podrían
sumarse a la lista de trabajadores "extremadamente
pobres".
"El mensaje de la OIT es realista, no alarmista. Nos
enfrentamos a una crisis del empleo de alcance mundial.
Muchos gobiernos son conscientes de la situación y están
tomando medidas, pero es necesario emprender acciones más
enérgicas y coordinadas para evitar una recesión social
mundial", advirtió el director general del organismo,
Juan Somavia, en Ginebra.
En este escenario, los despidos masivos de obreros y
empleados en EEUU son el barómetro y marcan el momento en
que la crisis comienza a salir
de la "superestructura" económico
financiera y a meterse dentro de la sociedad estadounidense.
En EEUU, con Obama en la Casa Blanca, en el segundo mes de
2009 ya se configuró el escenario "más temido":
La combinación de la "crisis financiera" con la
"crisis recesiva" (crisis estructural) está
produciendo como resultante un proceso de quiebras
empresariales generalizadas con despidos que se van tornando
en cada vez más masivos, mientras se agrava la caída del
consumo, aparecen los primeros signos claros de deflación
y las empresas comienzan a negociar bajas del salario
a cambio de no despedir personal.
En los últimos meses del 2008 y en lo que va del 2009, la
crisis financiera–recesiva en EEUU se agravó en grados
notables y –como afirma The Wall Street Journal– ya está
generando un pánico generalizado que abarca simultáneamente
a los "inversores", a los mercados y a las propias
autoridades del sistema que no encuentran ninguna solución
para el colapso expandido a todas las variables de la economía.
Mientras tanto, lo que aún suena como un panorama fantástico
para EEUU (las huelgas y los conflictos sociales en su
propio territorio), es un escenario de corto plazo que ya
manejan entre líneas analistas y medios norteamericanos a
la luz de la crisis del sector automotriz y de las quiebras
empresariales que están desatando una ola de despidos en
EEUU.
La crisis social (consecuencia de la caída del consumo y
los despidos laborales) comienza a perfilarse como potencial
emergente de la crisis recesiva– laboral que detonó
escalonadamente como consecuencia de la crisis financiera en
EEUU.
Cada jornada de la economía norteamericana (desde finales
de 2008) se ha convertido en un vértigo marcado por una dinámica
inevitable: Recesión industrial y comercial con baja del
consumo y desempleo masivo que se proyecta desde EEUU y los
países centrales al mundo periférico
"subdesarrollado" y/o emergente.
Por estas horas, medios y analistas norteamericanos
coinciden en que la desocupación (como emergente de la
recesión industrial) se ha convertido en la prioridad
absoluta de la agenda de Obama y su equipo.
El empleo en EEUU registró en enero su mayor descenso en
tres décadas, lo que llevó el número total de empleos
eliminados desde el inicio de la recesión, en diciembre del
2007, a 3,6 millones.
La mitad de esas pérdidas ocurrieron en los últimos tres
meses y el ritmo de despidos en los últimos meses sugiere
que el fin del debilitamiento económico aún no está a la
vista.
A los despidos en el sector bancario, en las automotrices
y en las grandes tiendas y centros de consumo, se suman los
despidos en el sector financiero, lo que marcan una
tendencia "masiva" del proceso.
El terremoto de los mercados financieros se propagó a una
de las columnas vertebrales de la economía imperial: El
sector automotriz. Ford y General Motors y Toyota encabezan
la lista de los pulpos automotrices "semiquebrados"
(por la caída de las ventas) que siguen requiriendo a viva
voz más "salvatajes" equivalente a los que los gobiernos imperiales le están dando a los bancos e
instituciones financieras.
De esta manera, la desocupación (emergente de la
desaceleración económica) se ha convertido en una cuestión
clave para el equipo de Obama y el establishment de poder
estadounidense que temen que su propagación convierta a
EEUU, la primera potencia mundial, en un polvorín de
huelgas y conflictos sociales que terminen paralizando aún
más a la economía.
La crisis en los emergentes
En tanto, los coletazos de la crisis económica están
golpeando a los mercados emergentes con una celeridad y
virulencia que pocos predijeron, señala este martes el
diario financiero The Wall Street Journal.
Como efecto del derrumbe de los precios del petróleo, los
llamados países "emergentes" y "periféricos
se están acoplando al tsunami financiero–recesivo,
mientras la baja del petróleo y las materias primas,
agregada a la suba imparable del dólar, preanuncia una
mayor agudización del proceso recesivo con baja del consumo
en las economías a escala planetaria.
El alto nivel de interdependencia (a través del dólar)
de la economía mundial globalizada impulsa el aceleramiento
y el contagio de la crisis que avanza como una metástasis
desde el centro a la periferia.
"Hasta hace poco –señala The Wall Street Journal–,
mmuchos inversionistas y economistas pensaban que las economías
emergentes podrían servir como un baluarte contra la
contracción de otros países. No obstante, los datos más
recientes sugieren que los países emergentes como conjunto
se contrajeron a fines del año pasado y el declive parece
persistir en lo que va de este año".
Según el Journal, en cuestión de meses, los indicadores
de crecimiento de comercio y producción industrial en
varios países emergentes y en desarrollo, pasaron de caídas
moderadas a abruptas, e incluso la demanda interna se ha
visto perjudicada.
Aunque desde Europa y los países emergentes se reclama un
"nuevo orden económico–financiero mundial", en
concreto, y más allá de las "advertencias" y los
lamentos, EEUU y las potencias imperiales carecen hasta
ahora de un plan y de una estrategia clara para rescatar al
sistema de la crisis y crear otro proceso expansivo del
capitalismo.
A pesar de que, con los "mega rescates"
financieros, EEUU y la UE se ponen como los garantes (con
dinero de los impuestos) de una nueva burbuja de negocios
financieros con los salvatajes, los créditos y las compras
de instituciones quebradas, los mismos no son suficientes
para calmar el temor generalizado a una recesión global con
epicentro en EEUU y Europa.
En este escenario, y con efecto más atenuado (aunque en
deterioro acelerado), Asia y América Latina (los motores
impulsores del comercio mundial de materias primas y
manufacturas) padecen los mismos síntomas recesivos que las
economías centrales.
Los gobiernos periféricos definen como culpables de esta
crisis a los países centrales y ubican a los emergentes (en
crecimiento acelerado) y a los periféricos en "vías
de desarrollo", como
víctimas "que han quedado sin crédito, con menos
oportunidades de exportar y fondos de inversión que sacan
apresurados su dinero para llevarlo a puertos presuntamente
más seguros como los bonos de largo plazo del Tesoro
norteamericano".
La amenaza de que la crisis financiera mundial socave los
cimientos de la economía real de los países
latinoamericanos llevó a los mandatarios que participaron
en la XVIII Cumbre Iberoamericana en El Salvador (entre el
29 y 31 de octubre de 2008) a exigir medidas y hacerse oír
en la creación de una nueva arquitectura financiera
internacional.
Advirtieron que "ahora viene algo grave: la recesión
en Estados Unidos y Europa, con caída de los precios de las
commodities, falta de crédito para los emergentes y
retroceso en las exportaciones".
Los países de América Latina, cuyas bolsas están siendo
golpeadas a niveles inéditos, están buscando
aceleradamente un paraguas contra el colapso
financiero–recesivo que comienza a proyectarse sobre sus
economías.
Los datos negativos han mantenido bajo presión a las
monedas en muchos mercados emergentes. En lo que va del año,
el rublo ruso y el florín húngaro se han debilitado
alrededor del 14% contra la moneda estadounidense. La semana
pasada, el peso mexicano llegó a un mínimo histórico
contra el dólar, lo que llevó al gobierno a intervenir en
el mercado de divisas.
Asoma la crisis social
Las primeras oleadas de despidos laborales que se
verifican a nivel mundial surgen de los planteles de
personal de empresas y bancos transnacionales, extendidas
tanto por los países centrales como en el mundo de la
periferia.
Según los expertos, a esta primera oleada de despidos de
las trasnacionales seguirá una segunda oleada de despidos
masivos en los países emergentes o periféricos donde
operan, a medida que se profundice la recesión estructural
con caída del consumo.
La crisis social (consecuencia de la caída del consumo y
los despidos laborales) se perfila como un potencial
emergente de la crisis recesiva– laboral que detonó
escalonadamente
La desocupación, ya ocurra en el mundo subdesarrollado
como en el Imperio, es
una instancia límite, donde la prioridad es el riesgo de la
supervivencia del individuo y su familia.
No se trata de una devaluación de su salario por aumento
de precios, sino de la desaparición del salario y de la
capacidad del consumo con la disgregación de la conducta
social que conlleva.
Un desocupado (que ha perdido su universo de consumo y de
supervivencia, incluido el de su familia) no puede ser
contenido con "inyecciones financieras" ni con
"asistencialismo", requiere de una solución
estructural (la restitución del empleo y el salario).
La desocupación es el elemento clave, el detonante estratégico,
que marca el principio del desarrollo de la crisis
estructural con pérdida de la gobernabilidad (económica,
política y social) de los Estados que integran desigual y
combinadamente la red "globalizada" del sistema
capitalista, cuyos resortes de decisión se encuentran en
EEUU y en Europa.
La desocupación es la matriz de la pérdida de
gobernabilidad por una razón esencial: Los despidos masivos
de obreros y empleados son el barómetro y marcan el momento
exacto en que la crisis se sale de la
"superestructura" económico financiera y se mete
dentro de la sociedad.
Esto explica porqué la desocupación se ha convertido en
la peor pesadilla tanto de los líderes de los países
centrales como de los conductores de los países emergentes
o periféricos del sistema.
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