Estados Unidos: el negocio del "rescate" en la
picota
Los banqueros en medio de la "furia popular"
IAR Noticias, 13/02/09
Actores centrales del colapso financiero que ya devino en
crisis recesiva con despidos laborales en masa en EEUU,
directivos del lobby sionista bancario estadounidense se
hicieron presentes el miércoles en el Capitolio para
"explicar" a los congresistas qué hicieron con la
danza billonaria de dólares que recibieron en concepto de
"salvataje" por parte del Estado USA, cuya
administración –ahora con Obama–
continúa utilizando dinero público para rescatar a
bancos e instituciones privadas quebradas por la crisis.
Durante una audiencia del Comité de Servicios Financieros
de la Cámara de Representantes, altos ejecutivos de ocho
principales conglomerados bancarios de Wall Street (la crema
de la crema del lobby sionista) –Bank of America, Bank of
New York Mellon, Citigroup, Goldman Sachs, JPMorgan Chase,
Morgan Stanley, State Street y Wells Fargo– insistieron en
que la situación "sería peor" sin el plan de
rescate de US$ 700.000 millones que el Congreso aprobó en
octubre pasado para adquirir los activos "tóxicos"
dejados por la crisis financiera.
El primer tramo del macro–negocio privado de los pulpos
bancarios con la crisis
financiera se inició en octubre pasado
con la aprobación por parte de la Cámara de
Representantes de EEUU del plan de crisis de Bush para
salvar a las entidades quebradas con dinero público. Una
operación inicial de US$ 700.000 millones que el Tesoro USA
(por medio de emisiones de deuda pública) entregó a los
bancos privados del Sistema de la Reserva Federal. (Ver: Quiénes
controlan el negocio del plan de rescate financiero: El
papel de Goldman Sach).
El martes, la administración Obama lanzó otro programa
de "rescate financiero" por medio del
secretario del Tesoro, Timothy Geithner (ex
presidente de la Reserva Federal de Nueva York),que
prevé movilizar hasta US$ 2 billones (1,5 billones
de euros), procedentes del Tesoro, de la Reserva Federal y
de inversores privados, bajo el argumento de que servirá
para evitar la catástrofe financiera.
Los mismos legisladores
demócratas y republicanos que votaron el plan de
rescate de Bush instaron
a los banqueros a reconocer la "ira" de los
contribuyentes ante la escasa "transparencia"
sobre el manejo de los fondos y la percepción de que el
dinero no se usó para cumplir con la meta de flexibilizar
el crédito a los consumidores y negocios ni tampoco sirvió
para detener el colapso financiero en EEUU.
"Reina un gran indignación en el país, y buena
parte se justifica", lanzó el representante demócrata
Barney Frank, líder del Comité.
Pero fue el
representante de Goldam Sach quien expresó el sentir
general: "Es muy claro que hemos quedado en el medio de
la furia popular. En mis 26 años en Goldman Sachs nunca vi
mayor distancia entre el ramo de servicios financieros y el
público" admitió el presidente de ese banco, Lloyd
Blankfein.
El ejecutivo de Morgan Stanley, John Mack, dijo que la
crisis de liquidez subraya la urgencia de "un cambio
profundo" en el sistema.
Mientras la economía norteamericana padece una feroz
crisis recesiva con quiebra generalizada de empresas del
sector industrial y comercial, con despidos laborales
masivos, los poderosos conglomerados bancarios que integran
el sistema de la Reserva Federal reciclan una burbuja
ganancial con el Estado USA como instrumento.
Este proceso (donde se aprovecha la crisis financiera para
generar un nuevo proceso de rentabilidad capitalista)
permite la consolidación de un puñado de conglomerados
financieros "ganadores" de la crisis que se
degluten a las instituciones quebradas mediante compras o
fusiones forzadas.
La utilización del Estado para salvar a los bancos
privados con fondos públicos
ya generó en la opinión pública norteamericana un
proceso de rechazo creciente, y aunque la prensa
norteamericana "oculta" sistemáticamente la
verdadera naturaleza de los rescates (el negocio de un puñado
de conglomerados del sistema bancario de la Reserva Federal)
los banqueros han pasado a ocupar la figura de mayor
rechazo entre el ciudadano común.
La indignación se acentuó cuando la prensa
norteamericana difundió comentarios irónicos y burlescos
sobre la crisis que habían formulado algunos miembros de
Kappa Beta Phi, una fraternidad exclusiva y reservada de los
pulpos bancarios de Wall Street, algunos de los cuales
estuvieron en el Capitolio el miércoles.
Fundada antes de la crisis del mercado bursátil de 1929,
Kappa Beta Phi se reúne sólo una vez por año y siempre en
el St. Regis, el tradicional hotel de más de 100 años de
antigüedad ubicado sobre la Quinta Avenida de Nueva York.
Una gran parte de los directivos que se benefician de los
planes de rescate financiero integran la cerrada
"hermandad" sionista.
Según el diario financiero The Wall Street Journal, los
asistentes a la cena de gala de la fraternidad
de este año ovacionaron de pie una interpretación
de American Pie de Don McLean, reescrita para que dijera Bye,
bye to my piece of the pie (algo así como "adiós a mi
pedazo del pastel").
"Me siento como el alcalde de Nueva Orleans después
del huracán Katrina", bromeó Alfred E. Smith IV, el líder
del grupo, citado por el Journal. "El FBI advirtió que
Al–Qaeda planeaba un ataque espectacular para paralizar la
economía estadounidense "¡Pero el Congreso de Estados
Unidos se les adelantó!", agregó.
El ex secretario del Tesoro de EE.UU., Henry Paulson,
a su vez ex presidente ejecutivo de Goldman Sachs y
artifice del salvataje bancario con Bush fue uno de los
personajes mencionados en una canción durante la cena anual
de la "fraternidad": "¿Dónde está el
dinero del rescate gubernamental, Hank? ¿Una parte se fue
por las grietas? Dejaste que Lehman quebrara pero no tu
amado Goldman Sachs".
Mientras la "fraternidad" financiera se divierte
e ironiza sobre la crisis, a la sombra del Estado, el
sistema bancario privado que controla la Reserva Federal de
EEUU concreta un negocio billonario con los impuestos públicos
(el dinero de los contribuyentes que abonará el
"mega–rescate") lo que hace que el costo de la
crisis financiera privada sea pagado por todo el pueblo
norteamericano. Esto carga y acentúa cada vez más el
rechazo popular hacia los banqueros.
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