Un mes de relevo en la Casa Blanca I
El cambio y la esperanza se difuminan
Por Txente Rekondo (*)
Gara, 21/02/09
Frente
a los que ingenuamente creían que la elección de Obama
suponía una seria transformación del sistema
estadounidense –obviando que la mayor parte de los apoyos
económicos a su campaña procedían de esas elites–, se
oyen con cada vez más fuerza voces críticas con los
primeros movimientos de la nueva Administración.
Sin embargo, otros no tienen duda en señalar este nuevo período con
calificativos más duros: «La Presidencia de los esteroides»,
es sólo un ejemplo.
Obama prometió una nueva formar de gobernar, un cambio de las reglas del
juego político. Avanzó que su intención era dotar de
transparencia a su mandato. Ha apostado por acuerdos con los
republicanos en materias clave, todo ello en aras a «unir
el país y volver a hacer de América un pueblo».
Las buenas intenciones pronto han quedado en entredicho. La reciente
aprobación de la ley «de estímulo económico» ha
supuesto un enorme éxito mediático para Obama, pero al
mismo tiempo le ha traído serios reveses en su declaración
anterior de buenas intenciones. Por un lado, la gran
sacrificada ha sido la transparencia y la voluntad de
alejarse de los intereses y las presiones de los lobbies.
Éstos han recibido copias del plan antes que los propios representantes políticos.
Además, sus más fervientes defensores han sido
precisamente esos lobbies bancarios, la Cámara de Comercio
de EEUU, e incluso importantes figuras del republicanismo,
aunque no lo han hecho público por evidentes razones políticas.
Al mismo tiempo, el rechazo de los representantes republicanos del Congreso
y del Senado ha hecho saltar por los aires las intenciones
de un pacto bipartidista, lo que unido a la renuncia de un
estrecho colaborador republicano (por motivos políticos) no
deja en buen lugar los cantos a la «unidad».
Las prisas, la urgencia y la falta de una profundización de las medidas están
condicionando sobremanera la política presidencial. Y a
ello cabría unir el abanico de escándalos y corruptelas
que está acechando al Partido Demócrata: el gobernador de
Illinois, Rod Blagojevich, está acusado de intentar vender
el escaño de Obama al mejor postor; Bill Richardson,
gobernador de Nuevo México, está siendo investigado por
una agencia federal por irregularidades en su gestión. Además,
varios alcaldes demócratas tienen problemas con la
Justicia: Sam Adams (Portland), inmerso en un escándalo
sexual; Eddie Perez (Hartford) está siendo enjuiciado; el
ex alcalde de Detroit Kwane Kilpatrick acaba de cumplir tres
meses de cárcel por obstrucción a la justicia; y Sheila
Dixon (Bellimore) tiene acusaciones por aceptar regalos
irregulares.
Los reveses de varios nombramientos, relacionados con problemas de corrupción
y diferencias ideológicas de peso han dejado seriamente
tocado al proyecto de Obama. Los nombramientos de
colaboradores de Bush, o de antiguos miembros de la
Administración Clinton y el equipo económico, que reflejan
los intereses de las clases dominantes económicas y
financieras, son otras pistas que ayudan a clarificar el
recorrido que le espera a EEUU bajo el nuevo presidente.
La política exterior de Obama también contiene importantes rastros de
continuidad. De cara a Irán, tras el transfondo de
declaraciones y pronunciamientos, subyace todavía una clave
que Obama no ha desmentido: La existencia de precondiciones
como el abandono del programa nuclear o el fin de la ayuda a
grupos libaneses o palestinos.
Algo parecido sucede con Rusia. Washington necesita su apoyo ruso para abrir
nuevas vías de suministro en Afganistán, pero Moscú no
está dispuesto a colaborar a cambio de nada. Washington
deberá acabar con su plan expansionista en Europa, sus
proyectos de defensa de misiles, y reconocer explícitamente
el final de sus maniobras en el antiguo espacio soviético.
Obama exige mayor colaboración militar en Afganistán y un apoyo a sus
planes de ampliar la OTAN hacia el este a sus aliados,
afectados por la crisis económica, dependientes del gas
ruso y con suficientes problemas internos. Algún analista
se ha atrevido a apuntar que la política exterior de Obama
«será muy parecida a la de su antecesor».
A medio o largo plazo las cosas pueden cambiar. El tsunami populista creado
en parte por el terremoto financiero y económico puede
volverse contra el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Y más
cuando la gente de Main Street (el americano de a pie) vea
que más que afrontar sus demandas y necesidades, Obama se
ha ocupado de proteger a la gente de Wall Street.
Las clases media y baja norteamericana demandan menos palabras y más
hechos. Y la nueva Administración deberá afrontar a corto
plazo tres importantes retos que no van a beneficiar a esa
mayoría. A finales de primavera, Obama puede buscar un
nuevo plan de estimulantes de que los datos de desempleo en
verano alcancen cifras mucho más elevadas. Al mismo tiempo
buscará acabar con la sangría de embargos inmobiliarios, y
finalmente pretenderá hacer funcionar el sistema bancario.
La capacidad o intención de poner en marcha el cambio no se está
materializando, y muchos denuncian ya que «éste no es el
cambio prometido». Incluso han lanzado una sentencia muy
dura contra el nuevo presidente, al afirmar que «Obama podría
haber sido ejecutivo de cualquier compañía automovilística,
un banquero, un brocker hipotecario y quién sabe qué otra
cosa antes de la crisis... pero lo que realmente perseguía
desde el inicio era ser presidente».
(*)
Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN).
Un mes de relevo en la Casa Blanca II
Claroscuros en el inicio de la era Obama
Gara, 21/02/09
Los
planes de rescate de la economía y, en menor medida, Guantánamo,
Afganistán y el seguro médico, entre otros temas, han
acaparado la agenda de Barack Obama en su primer mes como
presidente de Estados Unidos. En estos treinta días ha
recorrido parte del país, ofreciendo mitines como si
estuviera en campaña electoral. Sus primera decisiones no
han dejado indiferente a nadie.
Washington–. Obama cumplió ayer su primer mes al frente de la Casa
Blanca. Un mes marcado por la aprobación en el Senado del
plan de estímulo económico. Su primera decisión, sin
embargo, estuvo ligada a la base de Guantánamo. Horas después
de jurar su cargo, un frío 20 de enero, pidió la congelación
durante cuatro meses de los procesos judiciales contra las
personas detenidas en Guantánamo, que mantiene aún a unos
245 presos. La base militar figuraba en lugar primordial de
su agenda electoral.
Obama ha ratificado su promesa de cerrar en un año este símbolo mundial de
los abusos cometidos por EEUU en su "guerra al
terror", de clausurar las cárceles secretas de la CIA
y de prohibir la tortura. Esta primera orden ejecutiva, que
firmó en el Despacho Oval rodeado de generales y almirantes
retirados, acaparó los titulares mundiales y generó una
cascada de reacciones, la mayor parte positivas. Menor
entusiasmo han mostrado sus aliados, salvo algunas
excepciones, a la hora de acoger a ex prisioneros de Guantánamo.
Y es que deshacer el entramado judicial creado ad hoc por
George W. Bush no será una tarea fácil.
Pero muchos de los que le apoyaron, dentro y fuera de EEUU, le exigen que
vaya más allá y ordene investigar y, en su caso enjuiciar,
las violaciones de los derechos humanos cometidos por la
Administración de George W. Bush. "Es de destacar que
firmase el cierre de Guantánamo en su primer día como
presidente, pero un par de decretos ejecutivos no son
suficientes. Se necesita un plan global para acabar con el
paradigma de la guerra contra el terror", afirma Mary
Robinson, ex presidenta de Irlanda y ex alta comisionada de
Derechos Humanos de la ONU.
Duras
críticas de juristas
Robinson ha participado, junto a un grupo de reconocidos juristas, en la
elaboración de un informe que reclama "una revisión
total y profunda" de las tácticas, métodos y
menoscabo de las leyes llevadas a cabo en la era Bush.
"El mundo debe saber el daño que se ha hecho",
remarca el presidente del grupo, Arthur Chaskalson, que hace
un tiempo encabezó la Corte Constitucional de Sudáfrica.
El informe no se limita a EEUU y recuerda que "algunos
estados liberal–democráticos que antes defendían
principios de derechos humanos ahora están contribuyendo a
la erosión de las leyes internacionales violando ellos
mismo esos estándares". En esa línea, denuncia
"los superpoderes" de las agencias de inteligencia
y "el secretismo que rodea la detención y los
interrogatorios de "sospechosos de terrorismo, lo que
permite el uso de la tortura y el tratamiento inhumano y
degradante, y la impunidad para llevar a cabo estas
violaciones". Pero, los hechos muestran que, por el
momento al menos, Obama no tiene intención de remover el
pasado. Y eso que con la promesa de que bajo su Administración
no se torturará, reconoció tácitamente esa práctica.
Junto al olvido que pregona Obama se ha conocido alguna actuación que
arroja sombras sobre el alcance de su compromiso. A
principios de mes, el Tribunal Supremo británico concluyó
que el Departamento de Seguridad tuvo conocimiento del trato
"cruel y degradante" que sufrió el ciudadano británico
Binyam Mohamed en Guantánamo en 2004, pero retuvo la
información porque Washington amenazó con suspender el
intercambio de datos de inteligencia entre ambos países. La
BBC difundió un comunicado del actual Gobierno en el que
"agradece" a Londres que "mantenga su
compromiso de proteger información delicada para la
seguridad nacional".
"Las esperanzas se desvanecen. Esto supone una total vuelta atrás. La
nueva Administración no debe tener complicidad en el
ocultamiento de los abusos de sus predecesores",
considera Anthony D. Romero, director ejecutivo de la
Asociación Americana de Libertades Fundamentales, la
principal organización estadounidense de defensa de los
derechos civiles.
Ampliación
del seguro médico
Otra de las medidas estrella del presidente en sus primeros 30 días ha sido
la expansión del Programa de Seguro Infantil Estatal (SCHIP)
con el que busca atender a 3,5 millones de niños que
carecen de asistencia sanitaria. "En una sociedad
decente, hay ciertas obligaciones que no son objeto de
compensación o negociación. La asistencia sanitaria para
nuestros niños es una de esas obligaciones. El proyecto es
un pago inicial de mi responsabilidad para garantizar seguro
médico a cada americano", declaró Obama.
El SCHIP permitirá que 11 millones de niños de familias trabajadoras
puedan tener un seguro para sus hijos. Su ampliación –que
llegará a uno de cada dos niños sin seguro de salud en
EEUU– se financiará con el aumento de los impuestos
federales al tabaco. Durante la campaña, prometió que
expandiría el programa e invertiría unos 35,7 millones de
euros. Bush vetó dos propuestas similares alegando que
suponía un aumento de los impuestos.
Fundamentalismo
y petróleo
La nueva Administración ha anunciado, además, una serie de medidas que
superan bloqueos ligados al fundamentalismo religioso
asociado al Gobierno Bush o que frenan proyectos defendidos
por el lobby petrolero, tan cercano al ex presidente tejano.
Así la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA),
dependiente del Departamento de Sanidad y Servicios
Sociales, ha autorizado la realización de los primeros
ensayos clínicos con células madre embrionarias en
humanos.
En la misma línea, el nuevo Gobierno ha suspendido, aunque sólo
temporalmente, el plan para iniciar la explotación
petrolera marina, para satisfacción de los defensores del
medio ambiente y desolación del sector que se enriquece con
el oro negro.
Contra
los salarios de los ejecutivos
Otra medida popular supondrá que los máximos ejecutivos de las empresas
que se vean forzadas a recurrir a fondos públicos verán
limitadas sus retribuciones anuales a 500.000 dólares
(389.261 euros). "Creemos que el éxito debe ser
recompensado. Lo que irrita a los ciudadanos, y con todo el
derecho, es que los ejecutivos sean recompensados por
fracasar, especialmente cuando esas recompensas son
financiadas por los contribuyentes", destacó. Además,
establecerá restricciones para los blindajes de los
contratos de estos directivos, denominados "paracaídas
dorados". Para Obama, "atribuirse a sí mismo este
tipo de compensaciones en medio de esta crisis económica,
no sólo es de mal gusto, sino que es una mala
estrategia".
La
burbuja inmobiliaria
Ante la crisis inmobiliaria, Obama ha anunciado un plan dotado con 75.000
millones de dólares (unos 59.924 millones de euros) para
ayudar a nueve millones de propietarios de viviendas
amenazados. Obama justifica esta medida advirtiendo de que
la actual crisis "está destruyendo la propiedad de
viviendas, la clase media y el propio sueño
americano". Según la Asociación de Banca Hipotecaria
de EEUU, cerca de 10.000 viviendas ven ejecutada su hipoteca
diariamente. A finales de 2008, más del 9% de los préstamos
habían registrado algún retraso en sus pagos o se habían
ejecutado.
Reducción
del arsenal nuclear
Sobre las armas nucleares, asesores de Obama han señalado que su presidente
se toma "muy en serio" una nueva reducción del
arsenal nuclear dentro de las negociaciones con Rusia para
sustituir el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas,
que expira en setiembre. El diario británico "The
Times" informó recientemente de que Obama proyecta
convocar una reunión con Rusia destinada a lograr una
reducción del 80% de los respectivos arsenales. Dicho de
otro modo, piensa reducir de 5.000 a 1.000 el número de
ojivas atómicas de cada pontecia.
El proyectado escudo antimisiles en Polonia y la República Checa, verdadero
huesto para Rusia, es otro cantar. El tiempo dirá si las
recientes señales de la nueva Administración de que
mantiene el desafío a Moscú se confirman o si se trata de
una baza para futuras negociaciones.
Irak,
Afganistán e Irán
La promesa electoral que Obama sí ha cumplido es la de retirar del grueso
de las tropas de Irak y el envío de más efectivos a
Afganistán. De aquí al verano, Washington enviará 17.000
nuevos soldados y tratará de forzar a sus renuentes aliados
para que incrementen sus respectivos contingentes.
Su apuesta por incrementar los ataques sobre Afganistán y las provincias
pastunes fronterizas en Pakistán ha dejado este último mes
decenas y decenas de víctimas civiles. Obama sostuvo
durante toda la larga campaña hasta su victoria que
Afganistán sería el "primer frente de la batalla en
la guerra al terror".
Por lo que toca a Irán, el presidente ha lanzado mensajes que apuntan a un
acercamiento más diplomático y menos belicoso a la cuestión
del programa nuclear y de la histórica enemistad entre
Washington y Teherán. La reciente inclusión de la
organización armada kurda PJAK en la lista de
"organizaciones terroristas" de EEUU apunta a un
gesto con vistas a crear un nuevo ambiente en sus relaciones
con el hasta hace poco "país miembro del eje del
mal" de Bush.
En definitiva, los claroscuros marcan el primer mes de Presidencia de Obama.
Habrá que esperar a los 100 días de rigor para hacer
balance de una legislatura que ha generado tantas
expectativas como retos tiene por delante el ex senador por
Illinois.
Una
legislatura de altísimo riesgo
Obama ha tomado en estos treinta días una serie de decisiones arriesgadas
que podrían convertirlo en el salvador de la economía
estadounidense o precipitar su caída tras un mandato. Pese
a que mantiene el estado de gracia ante la opinión pública,
él lo sabe, ha reconocido que un segundo mandato depende de
que EEUU no repita lo ocurrido en Japón en los noventa. De
ahí los oídos sordos republicanos a sus peticiones de
consenso en materia económica. Tampoco le han faltado
disgustos, como los casos de corrupción en su entorno. En
el ámbito internacional, Obama se ha estrenado con las
amenazas de Corea del Norte de reanudar el lanzamiento de
misiles y con el resultado de los comicios israelíes.
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