Nacionalización parcial del Citigroup
Agencia EFE, 28/02/09
Nueva York.– Después de dos inyecciones multimillonarias para tratar de
estabilizar al Citigroup, uno de los mayores bancos de
Estados Unidos y de los más afectados por la crisis global,
el gobierno norteamericano salió ayer nuevamente al rescate
del gigante financiero al ampliar su participación en la
entidad hasta el 36%.
La medida, una de las más drásticas adoptadas hasta ahora por Washington
para evitar el colapso de otra institución financiera,
consiste en que el Citigroup ofrecerá a los titulares de
acciones preferentes hasta 27.500 millones de dólares en
nuevas acciones comunes, a 3,25 dólares cada una. Así, el
Departamento del Tesoro canjeará hasta 25.000 millones de dólares
de acciones preferentes del Estado por otras comunes (que
dan voz y voto en el banco), siempre y cuando inversionistas
privados aporten una suma idéntica.
De esta forma, el gobierno norteamericano elevará del 7,8% al 36% su
participación en el banco, que se convertirá en uno de los
más capitalizados del país en momentos en que casi todas
las entidades financieras acusan el fuerte golpe de la
crisis global, que dejó sus balances en rojo y congeló la
actividad crediticia.
Con esta operación, los contribuyentes, que de forma indirecta ya han
inyectado 45.000 millones de dólares en octubre y noviembre
últimos en la que era la entidad financiera más grande del
mundo, pasarán a ser los mayores accionistas del Citigroup
y reemplazarán así al príncipe saudita Al–Waleed bin
Talal. Además, como parte del acuerdo, el banco renovará
su Consejo de Administración para que esté formado en su
mayoría por consejeros independientes.
La decisión adoptada por la administración del presidente Barack Obama no
implica un desembolso de dinero adicional por parte de la
Casa Blanca, pero sí le dará un mayor derecho a voto e
influencia sobre las operaciones del banco, por lo que
varios analistas consideran la medida una especie de
"nacionalización".
"El gobierno es el nuevo jefe –señaló Mike Holland, fundador de la
administradora Holland & Co–. Cada gran decisión no
saldrá de Park Avenue (donde está la sede central del
Citigroup), sino de Washington."
Por su parte, el consejero delegado del banco, Vikram Pandit, consideró que
este anuncio "debería tranquilizar a quienes estaban
preocupados por una nacionalización" del grupo.
"Por supuesto que el gobierno tiene una cantidad
significativa de acciones comunes, pero mantenemos nuestro
compromiso con todos los accionistas de darles una
excepcional rentabilidad una vez que salgamos de este
ciclo", agregó.
La medida de la Casa Blanca no fue bien recibida por los mercados, ya que
las acciones del Citigroup se hundieron en la Bolsa un 30%.
Además, el banco anunció ayer nuevas amortizaciones de
fondos que alcanzan 9600 millones de dólares. Con ello, sus
pérdidas en el ejercicio 2008 ascendieron a 27.700 millones
de dólares, frente a los 9000 millones que había
pronosticado que perdería hace apenas seis semanas.
Luego de una apertura con fuertes bajas, el Dow Jones se recuperó y cerró
con una baja del 1,02%, mientras que el Nasdaq cayó sólo
un 0,26%. Las accciones estadounidenses se desplomaron a un
mínimo de 12 años.
Contracción
récord
Por otra parte, el Departamento de Comercio informó ayer que la economía
estadounidense sufrió su peor contracción desde principios
de 1982, ya que las exportaciones se desplomaron y los
consumidores recortaron sus gastos en su mayor nivel en más
de 28 años.
Según datos oficiales, el PBI de Estados Unidos se contrajo a una tasa
anual revisada del 6,2% en el último trimestre del año
pasado. Hace un mes, el descenso se había estimado en
apenas un 3,8%.
Este dato, sumado al anuncio de la ampliación del papel estatal en el
Citigroup, repercutió en los mercados mundiales, que
cerraron mayormente a la baja. En Europa, la Bolsa de
Londres cayó un 2,18%; la de Francfort, un 2,51%; la de Milán,
un 2,44%, la de París, 1,54% y la de Madrid, un 2,44%.
Un duro examen a los bancos estadounidenses
Si no lo pasan, tienen seis meses para levantar capital
o aceptar las
condiciones del gobierno
Por Deborah Solomon y Jon Hilsenrath
Wall
Street Journal, 26/02/09
Washington.– El gobierno de Barack Obama reveló los detalles de su
paquete de rescate financiero y presentó una serie de
escenarios económicos escalofriantes que espera que los
bancos puedan soportar. Se trata del punto de partida de lo
que podría transformarse en una significativa nueva infusión
de capital estatal en el sistema bancario estadounidense.
Para lograr que los bancos sigan prestando si la tasa de desempleo aumenta a
10,3%, por ejemplo, el gobierno le exigirá a las
instituciones que no aprueben estos exámenes que recauden
capital del sector privado o acepten una mayor inversión
por parte del gobierno.
El actual esfuerzo por apuntalar el sector bancario tardará semanas en
completarse. El primer paso será una serie de "pruebas
de resistencia" diseñadas para determinar si los
mayores bancos del país pueden sobrevivir una crisis tan
prolongada. No se espera que las pruebas concluyan antes de
abril. Los bancos tendrán entonces un plazo de hasta seis
meses para resolver cualquier deficiencia.
Al contrario de lo ocurrido con el plan del gobierno de Bush, que inyectó
US$250.000 millones en los bancos, el equipo de Obama no
comprometió un nivel determinado de dinero y dejó abierta
la puerta para solicitar fondos adicionales que superen los
del paquete de rescate de US$700.000 millones aprobado por
el Congreso a fines del año pasado.
El gobierno invertiría en acciones preferentes convertibles, que las
instituciones podrían convertir en acciones comunes en
cualquier momento. Los reguladores y los inversionistas han
prestado mayor atención a la cantidad de acciones comunes
de los bancos, ya que es su primera línea de defensa contra
las pérdidas.
Los mayores bancos del país serán sometidos a rigurosas pruebas para
cerciorarse de que estén bien capitalizados, incluyendo si
cuentan con el tipo correcto de capital. Funcionarios del
gobierno señalaron que esperan que los bancos conviertan
las acciones preferentes en capital común cuando lo estimen
necesario como una medida de precaución frente a mayores pérdidas.
El capital de un banco es su protección contra las pérdidas, lo que
asegura que los depositantes y otros acreedores recibirán
su dinero incluso si el banco tiene problemas.
Los economistas dijeron que lo más probable es que la mayoría de los
bancos más grandes estadounidenses tengan que recaudar
capital bajo los parámetros que los reguladores planean
utilizar. La prueba de resistencia asume que la tasa de
desempleo promediará 8,9% en 2009 y 10,3% en 2010. La
desocupación alcanzó 7,6% en enero.
En algunas circunstancias, el gobierno podría acabar con participaciones
mayoritarias en los bancos. "Creo que la mayoría de
las firmas necesitan más capital y que Bank of America y
Citigroup van a necesitar grandes cantidades de capital
fresco", dijo Douglas Elliott, del centro de estudios
Brookings Institution.
La inyección de fondos estatales tendrá un precio. Los bancos que la
obtengan deberán acatar estrictos límites a la remuneración
de sus ejecutivos. Las acciones preferentes pagarán un
dividendo de 9% –frente al 5% exigido en el programa de
Bush– y los bancos tendrán restricciones sobre el reparto
de dividendos y las recompras de acciones. Los valores se
convertirán automáticamente en acciones comunes después
de siete años.
Los bancos que ya hayan vendido acciones preferentes al gobierno como parte
del programa de US$250.000 millones también podrían
canjear su inversión por valores convertibles.
Los funcionarios del gobierno dijeron que el plan pretende evitar la
nacionalización de la banca asegurando que las
instituciones puedan extender préstamos.
Aunque los reguladores dijeron que la mayoría están bien capitalizados, la
incertidumbre respecto a las condiciones económicas está
minando su capacidad de extender crédito y captar capital
privado.
¿Nacionalización bancaria?
Por Marcelo Justo
BBC, 27/02/09
El gigante bancario estadounidense Citigroup anunció que llegó a un
acuerdo que abre el camino para que el gobierno incremente
sus intereses a cerca del 40%, fortaleciendo el capital del
banco pero sin utilizar más fondos públicos.
Washington ya había inyectado US$45.000 millones de capital en Citigroup
pero en lo que se conoce como acciones preferentes, que
tienen prioridad sobre las ordinarias y dan dividendos
garantizados.
Un comunicado del Tesoro señala que está dispuesto a convertir hasta US$25.000
millones en acciones ordinarias si los inversores privados
hacen lo mismo.
Esa es la estrategia para fortalecer al banco, proveyéndole un colchón
financiero más grande para absorber pérdidas, sin tener
que pagar más.
Sin
fin
La nueva intervención de Estados Unidos y el Reino Unido para salvar a
gigantes bancarios pueden convertir al Estado en un barril
sin fondo
Un día antes de que el gobierno de EE.UU. esta ayuda para el otrora primer
banco mundial, el gobierno británico se hizo al 84% del
paquete accionario del principal banco del Reino Unido, el
Royal Bank of Scotland, y va a asegurar por unos US$366.000
millones sus "activos tóxicos" (préstamos
incobrables).
El gobierno de Gordon Brown está negociando un acuerdo similar con el
Lloyds Bank que acaba de anunciar gigantescas pérdidas en
2008.
Nadie duda que es indispensable que los bancos vuelvan a prestar para salir
de la crisis económica mundial, pero no hay garantías de
que el actual plan termine con la crisis porque nadie sabe
cuál es la magnitud de esos "activos tóxicos"
que están paralizando la actividad financiera.
La crisis es tal que esta semana el brazo ejecutivo de la Unión Europea
indicó que no se oponía a la nacionalización del sistema
bancario como recurso de "última instancia" para
salvar el sistema financiero de cualquiera de los 27 países
que forman la Unión.
Y en Estados Unidos el mismo director de la Reserva Federal, Ben Bernanke,
tuvo que desmentir versiones de una nacionalización del
Citibank y el Bank of America, reafirmando su fe en las
virtudes del sistema privado.
¿Nacionalizar o no nacionalizar?
Ningún político en el poder se ha atrevido a hablar abiertamente de una
nacionalización del sistema financiero para salir de la
crisis, aunque todos han dado pasos en esta dirección.
El "FBR capital Markets", una inversora estadounidense, estimó a
fines del año pasado que el sistema financiero tenía
deudas pendientes por valor de US$37 millones de millones y
que una tercera parte de esta deuda se encontraba en virtual
cesación de pagos.
Este grado de vulnerabilidad no se limita a Estados Unidos y ha exigido
rescates estatales cada vez más masivos en distintas partes
del mundo.
En la Unión Europea, el Reino Unido ha liderado esta política
intervencionista.
Por su parte, Alemania acaba de acordar un proyecto de ley que permitirá
nacionalizar los bancos como "último recurso" y
tres instituciones multilaterales –el Banco Mundial, el
Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo y el Banco
Europeo de Inversión– anunciaron prestamos de mas de
US$30.000 millones a distintos bancos de Europa del Este
para evitar su caída.
No en
voz alta
Algunos analistas consideran que hablar abiertamente de nacionalización
provocaría el derrumbe de los valores bursátiles de los
bancos y podría provocar una retirada masiva de depósitos.
Sin embargo, un baluarte de la ortodoxia financiera, el "The Wall
Street Journal", se hizo eco esta semana de una
corriente de opinión diferente.
"Algunos economistas afirman que la nacionalización es la opción más
inteligente para arreglar el deteriorado sistema financiero
y que al gobierno de Estados Unidos le convendría actuar
ahora mismo".
Lo cierto es que la crisis financiera está quemando etapas muy rápidamente.
El mundo pasó de la ayuda fiscal estadounidense y paneuropea de 2007 a los
megarescates de 2008 y de la adquisición de significativas
participaciones accionarias por parte de los gobiernos a la
creación de una virtual aseguradora estatal de activos tóxicos
en un período vertiginosamente breve.
Si la crisis no se soluciona, parece casi inevitable que la próxima parada
sea la nacionalización del sistema financiero, algo que
hasta hace poco la ortodoxia económica y mediática
consideraban "impensable".
La Casa Blanca se quedó con el 36
% del Citibank
Por Ana Baron
Clarín, 28/02/09
Es una nacionalización parcial. El Estado se convierte en el socio con el más
grande paquete accionario. Y tendrá voz y voto en el
directorio.
El gobierno de Barack Obama sigue sin pronunciar la palabra nacionalización.
Pero el acuerdo que selló ayer para adquirir hasta 36% de
las acciones del Citibank a cambio de una importante
reestructuración en su dirección, es al menos evidente
nacionalización parcial. El Estado no será el accionista
mayoritario. Pero tendrá el paquete de acciones más grande
y por lo tanto estará en condiciones de influir en las
decisiones.
El mercado reaccionó con toda la furia. El papel del banco se hundió 39%
como indicador del rechazo a la presencia del Estado en la
estructura de la entidad. (Ver
Wall Street...).
La operación no implica la inyección de dinero fresco. El gobierno ya
invirtió en el Citi US$ 45.000 millones y a cambio obtuvo
acciones preferenciales, con dividendo de 8% anual. Según
lo anunciado ayer, el Citibank repaga 25.000 millones de esa
inversión transformando parte de las acciones
preferenciales que tienen en acciones ordinarias. Estas
acciones no aseguran un dividendo, pero el Estado tendrá
voto en el directorio.
En un comunicado, Citigroup dijo que por esta operación "aumentará
significativamente el capital tangible" del banco,
"de US$ 29 mil millones hasta un máximo de 81 mil
millones sin necesidad de nuevos aportes". Agregó que
"no se trata de una nacionalización" y que el
aporte del gobierno es un "respaldo extra sin que ello
implique que tenga mayoría de acciones de la compañía, la
que seguirá operando normalmente". Se refiere a que
con 36% no llegará al 51%. Como parte del acuerdo, el Citi
se comprometió a conseguir que inversores privados compren
otros 27.500 millones en acciones ordinarias. Así los
actuales accionistas pasarían a tener sólo 26% de las
acciones del banco. Y el presidente del Citigroup, Vikram
Pandit, impulsor del acuerdo.
Para los depositantes y para los acreedores del Citi, el acuerdo es una buen
noticia. Y para los accionistas esta opción es mejor que la
quiebra, una instancia en la que las acciones pierden todo
el poco valor que ya tienen.
El acuerdo con el Citi forma parte de la nueva estrategia del gobierno de
Obama para enfrentar la crisis del sistema bancario.
Todos los bancos serán sometido a un stress test, un análisis muy
exhaustivo de sus balances. Y si las autoridades deciden que
un banco se encuentra en situación insostenible todo indica
que intentarán aplicar la misma receta que se adoptó con
el Citi. Ahora está bajo la lupa Bank of America.
¿Es correcta esta estrategia? El derrumbe de las acciones del Citi ayer es
un buen indicador de que el mercado no está de acuerdo.
En lo teórico, existen dos grandes escuelas. Quienes están en contra
quieren que los bancos quiebren y renegocien sus deudas. Así
el gobierno no se hace cargo de sus deudas. Eso hicieron en
la Gran Depresión. Enfrente están los que argumentan que
si se caen los bancos, la economía deja de funcionar y será
mucho más difícil reactivarla. Argumentan que la Gran
Depresión duró más de una década porque el sistema
bancario no fue rescatado.
"El gobierno de Obama enfrenta este dilema" dijo a Clarín el
argentino Guillermo Calvo, ex economista jefe del BID hoy en
Colombia University de Nueva York. "Al tener esta
estrategia a medias, los bancos no venden sus activos tóxicos,
no prestan, sólo esperan que los vengan a rescatar. La
nacionalización va a ser inevitable", dijo.
Para Calvo, la solución vendrá por el crédito y no por el paquete fiscal.
"Eso es lo que hicimos en las crisis de América
Latina. Perdimos allí un promedio de 15% del PBI y todas
condujeron a una nacionalización o socialización de las
deudas. Sorprendería que acá, dada la magnitud del
problema, no lo hagan", señaló.
En el pueblo norteamericano hay un gran estigma contra las
nacionalizaciones; las consideran parte de una estrategia
socializante o incluso comunista. Sin duda, Obama debió
tener en cuenta el impacto político que hubiera tenido si
el primer presidente afroamericano llega a la Casa Blanca y
firma un decreto nacionalizando la banca. Pero con su
estrategia de semi–nacionalización, es como si estuviese
haciendo equilibrio sobre una cuerda floja.
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