Entrevista
a Paul Krugman, Nóbel de economía - El nuevo plan de Geithner de gastar un
billón de dólares en comprar “activos tóxicos” a los
bancos
“Ganaron las ideas-zombie... este
plan es
un muerto que siempre vuelve”
Por
Amy Goodman (*)
Democracy Now!, 23/03/09
Usted sostiene que “ganaron las ideas zombie”, ¿por
qué llama de esta forma al plan presentado por el
secretario del Tesoro, Timothy Geithner, el lunes?
–Una idea zombie es una que matas muchas veces, porque
es una mala idea, pero sigue apareciendo. Y eso es lo que es
este plan. Estamos con la misma idea para solucionar todos
nuestros problemas financieros desde que Henry Paulson (ex
secretario del Tesoro de Bush) presentó su plan hace seis
meses: nos dicen que el verdadero problema es que el mercado
está devaluando todos los activos tóxicos y que lo que
necesitamos hacer es que los contribuyentes entren y los
compren a un precio justo. El plan de Geithner es
complicado, una variante disfrazada de la misma idea. Es el
zombie que matas una y otra vez pero sigue volviendo.
–¿Llamado “dinero por basura”?
–Sí, ésa es la frase que estuvo rondando por ahí
hace seis meses y que yo retomé. Básicamente es eso. Es
como decir que no hay nada que esté fundamentalmente mal en
nuestro sistema bancario, está sólo esta crisis de
confianza y por eso nadie quiere comprar cosas que estén
respaldadas en última instancia por hipotecas. Si sólo
pudiéramos conseguir que la gente vea que éstos son
activos lo suficientemente decentes, entonces los bancos
estarían en buena forma. Ese es el problema. Algunos
sostienen que los activos están tal vez algo devaluados,
pero hacer de este argumento la pieza central de tu plan de
rescate me deja con un sentimiento de desesperación.
–Importantes asesores del gobierno de Obama salieron
a apoyar el plan “público-privado” para comprar hasta
un billón de activos tóxicos y le respondieron sus críticas
a los riesgos del proyecto, ¿qué tiene para decir?
–Lo importante no son los activos compartidos. Perdón,
pero es difícil no utilizar la jerga en este caso. De
acuerdo con los primeros datos, el 85 por ciento del dinero
va a ser un préstamo del gobierno, que va a ser respaldado
sólo por los activos que estos tipos compren. Esto
significa que si pierde más del 15 por ciento de su valor,
algo altamente probable dada la incertidumbre sobre el
precio de estas cosas, entonces los inversores privados
simplemente se van. Es exactamente lo que yo digo, es una
invitación a jugar cara y ceca: cara gano yo, ceca perdés
vos. Si el activo que compraste a 100 dólares sube hasta
los 150, te hiciste 50 dólares. Pero si lo compras a 100 y
cae hasta 50, sólo perdés 15, porque los otros 35 recaen
sobre los contribuyentes. Es lo mismo que antes. Es básicamente
lo que pasó con las entidades de Ahorro y Préstamos
(S&L) en los ochenta. Estaban desreguladas y los depósitos
estaban garantizados, pero los dueños de los bancos podían
hacer cualquier cosa que quisieran, entonces tomaron muchas
posiciones de riesgo y en su mayoría resultaron malas. Y
cuando esto sucedió era problema de los contribuyentes, no
de los propietarios de las entidades. Lo mismo pasa ahora.
Están preparándolo deliberadamente, básicamente la parte
de arriba pertenece a los inversores privados, pero la mayor
porción de abajo nos pertenece a nosotros.
–Entonces se socializan las deudas y se privatizan
las ganancias, ¿por qué?
–Sí, es eso. Los que pierden son los contribuyentes y
ganan los inversores privados.
–¿Por qué el gobierno no compra todos los activos
tóxicos entonces, como hace la Corporación Federal de
Seguros de Depósitos (FDIC)?
–Bueno, la verdad es que la FDIC no está haciendo eso.
Lo que hace es garantizar la deuda de los bancos para que
los depósitos estén seguros. Así, si un banco está en
quiebra la FDIC interviene, agarra los activos y vende las
cosas tóxicas al mejor precio que se pueda. Eso es lo que
yo apoyo, eso es lo que deberíamos estar haciendo. Yo creo
que están intimidados por la escala de esto. Normalmente,
la FDIC hace eso con 2 o 3 bancos por semana pero son pequeños.
Acá estamos hablando muy posiblemente del Citigroup, que
equivale a dos billones de activos. Esto es algo muy grande.
Yo pienso que la razón por la cual ideas zombies no se
quedan muertas es la atracción de una solución fácil,
piensan que se puede tener una varita mágica y el problema
desaparece. Todavía están buscando la magia.
–¿Cree que el secretario del Tesoro, Timothy
Gaithner, debería dar un paso al costado?
–Sabés, no tengo una visión firme sobre eso. Se está
convirtiendo en un problema y tiene que pulir sus acciones
si se quiere quedar ahí. Pero básicamente éste no es
Geithner. Últimamente, la responsabilidad recae en el Salón
Oval (oficina presidencial). La pregunta es por qué el
presidente está yendo por el lado débil en este tema. De
todos modos, no tengo un fuerte compromiso con Geithner.
–¿Por qué no existen regulaciones estrictas sobre
cómo usar el dinero de los rescates? ¿Por qué no hay
controles para el pago de bonus?
–Bueno, si fuera a tomar la posición del gobierno diría
que es difícil escribir esas regulaciones de forma tal que
no tengan consecuencias inesperadas. Hubo una época en la
que se intentó limitar el pago de los ejecutivos más altos
(CEO), que terminó llevando a una explosión en el mercado
de acciones, algo que no es bueno. Pero para mí se reduce a
que perdura la visión dominante, aun con este gobierno, de
que no hay nada fundamentalmente malo con el sistema. Hubo
algunos errores y algo de mala suerte, pero no queremos
sacudir mucho al sistema. No queremos reconstruirlo. No
queremos romper las relaciones con esas personas que
pensamos que eran tan inteligentes y ahora parecen tan
tontos, queremos que se queden en su trabajo. Es un
problema. En cierto sentido el gobierno de Obama está de
fiesta como si todavía estuviéramos en 2006.
–¿Cómo sería un nuevo sistema? ¿Cuáles son sus
propuestas?
–Al final, vamos a tener que volver a un sistema
parecido al que emergió del New Deal, con ajustadas
regulaciones para las instituciones financieras y bancos, límites
en la toma de riesgos, altos impuestos para aquellos que
ganan mucho. Tasas más bajas crean incentivos, pero son
incentivos para arriesgar el dinero de otras personas en
juegos peligrosos. Hay que actualizar muchas cosas para este
siglo, pero básicamente nuestros abuelos lo habían hecho
bien. Ellos entendieron que las finanzas sirven, pero que
son peligrosas y que deben estar cercadas y ajustadas con
regulaciones.
–Usted escribió que el gobierno de Obama considera
que habrá un fuerte enojo si anuncia un plan para comprar
los activos en problemas. Y por eso disfrazó con bombos y
platillos el hecho de que terminemos pagando más por
activos basura.
–Sí. Una vez que se dejan de lado las complejidades, sólo
una forma rebuscada de hacer que el gobierno pague, que vos
y yo paguemos, por comprar esos activos a un precio mayor al
que cualquier inversor privado está dispuesto a hacerlo.
–¿Por qué cree que este es un momento crítico?
–Pienso que esto es una especie de juicio político. Es
discutible. Pero me parece que Obama no tiene muchas
oportunidades en esto, tal vez una sola. Ya existe una ira pública
que no distingue entre las cosas que tenemos que hacer y las
que han sido un error. Para Obama, elaborar este plan
poniendo tanta plata de los contribuyentes y que no
funcione, que es lo que estoy casi seguro que va a pasar, le
va a hacer muy difícil volver al Congreso para impulsar un
plan que pueda ser exitoso. Hay que hacer esto bien rápidamente
porque el clima político se está poniendo feo, por una
buena razón, y no hay mucha paciencia para los intentos
fallidos, especialmente para aquellos en los que el gobierno
parece estar tan cerca de Wall Street.
–La aseguradora AIG recibió miles de millones de dólares
del gobierno que luego transfirió a sus “contrapartes”,
se lo pasó a entidades como Goldman Sachs y a UBS, que tuvo
que pagar una multa significativa al gobierno. Es como si le
estuviéramos pagando su multa por violar nuestra ley.
–Para entender a las contrapartes hay que pensar al
sistema financiero como una red de conexiones. La razón por
la que estamos interviniendo para salvar a estas empresas en
primer lugar es que tenemos miedo de que si se rompe la red
en un punto, se expanda a un rango más grande. Eso no es sólo
una teoría. Cuando se permitió que Lehman Brothers
quebrara, se abrió un agujero gigante en el sistema
financiero. Por eso los estamos rescatando. Ahora lo único
que se puede decir es que si vamos a hacer esto, entonces
tenemos que mirar a quiénes más estamos rescatando.
Debemos decirles: “Miren, muchachos, ustedes tienen que
hacer algunos sacrificios”. Lo que estamos viendo ahora es
que les estamos entregando la plata de los contribuyentes
sin quid pro quo. Y eso llega al centro de la disputa sobre
cuál es nuestra política hoy.
–¿Lo ha llevado esta crisis a revisar su apoyo al
Nafta (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) y
toda la presión para una globalización desregulada?
–La respuesta es no. Que continúe el comercio de
mercancías, de bienes físicos, es terriblemente importante
para los países más pobres. Cuando me preguntan por qué
estoy más o menos a favor del libre comercio, mi respuesta
es que estoy pensando en países como Bangladesh que
sobreviven por su capacidad para vender cosas intensivas en
mano de obra gracias a sus bajos salarios. Nunca fui un fan
del movimiento desregulado de capitales. Cuando a finales de
los noventa algunos dijimos que había que limitar esa
situación, otros decían “no, tienen que confiar en los
mercados”. El asunto acá es el dinero caliente, no son
las autopartes mexicanas. Es el dinero caliente de todo el
mundo el que está en crisis ahora.
–¿Qué opina sobre la recomendación que hará un
panel de ONU al mundo para que abandone al dólar como su
moneda de reserva en favor de una canasta de monedas?
–Han existido muchos planes en ese sentido. Esa no es
una decisión que pueda tomar un organismo internacional. El
dólar es la moneda de reserva porque la gente cree que es
el lugar más seguro para poner su dinero. El euro es su
competidor natural, con la salvedad de que los europeos
tienen tanto o más conflictos en sus políticas que Estados
Unidos. Pero la forma de tratar el tema no es que un
organismo decida que vamos a hacer algo diferente, sino que
los competidores naturales al dólar se vuelvan lo
suficientemente valiosos como para pelearle el lugar.
(*) Amy Goodman es presentadora
de "Democracy Now!", un noticiero internacional
diario de una hora de duración que se emite en más de 550
emisoras de radio y televisión en inglés y en 200 emisoras
en español. En 2008 fue distinguida con el "Right
Livelihood Award", también conocido como el
"Premio Nobel Alternativo", otorgado en el
Parlamento Sueco en diciembre.
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