Evolución
de la correlación internacional de fuerzas
La
nueva administración de Obama
Entrevista
con Thierry Meyssan (*)
desde Beirut
Red
Voltaire, 17/04/09
En
entrevista concedida a la asociación Igualdad y
Reconciliación, Thierry Meyssan describe los
componentes y proyectos de la nueva administración
estadounidense. En su opinión, luego del paréntesis Bush-Cheney
de la guerra en Irak, Washington trata de volver hoy al
consenso post-11 de septiembre y a sus contradicciones de
los años 2001-2002. Pero el desgaste militar en Irak y la
crisis financiera de Wall Street obligan al Imperio a
reconsiderar estrategias y plazos para continuar la
globalización.
I&R:
Thierry Meyssan, ya no se le ve a usted en Francia. ¿Qué
está haciendo?
Thierry
Meyssan: Estoy viviendo en el Líbano. Después de la
llegada de Sarkozy al poder, recibí amenazas directas de
altos funcionarios franceses. Amigos del ministerio de
Defensa me informaron que Estados Unidos me considera un
peligro para su seguridad nacional. En el marco de la OTAN,
[Estados Unidos] solicitó a los servicios aliados que me
neutralizaran y ciertos franceses querían hacer méritos.
Así que decidí irme, no sólo de Francia sino de la zona
de la OTAN. Después de pasar algún tiempo en Caracas y
Damasco, pasando por Moscú, me instalé en Beirut, donde me
puse al servicio de la Resistencia.
I&R:
¿En qué está trabajando en este momento?
Thierry
Meyssan: Estoy trabajando en un libro de análisis sobre la
administración Obama, sus orígenes, su composición, sus
proyectos, etc. El mes que viene saldrá una primera edición,
limitada a unos pocos ejemplares y dirigida a algunos líderes.
Más tarde, durante el otoño, saldrá otra edición en
varios idiomas para el público en general. Estoy viviendo
exclusivamente de lo que escribo y colaboro con periódicos
y revistas en el sector de la política internacional, en el
Medio Oriente y en Rusia.
I&R:
¿Cómo analiza usted la evolución de la política
estadounidense?
Thierry
Meyssan: Actualmente existe un relativo consenso sobre el
comprobado fracaso de la política de Bush, el exagerado
despliegue militar, las nefastas consecuencias del
unilateralismo para las relaciones con los aliados y la pérdida
de liderazgo. Desde 2006, James Baker y Lee Hamilton,
quienes presidían una comisión creada por el Congreso para
evaluar la estrategia en Irak, han venido reclamando un
regreso a una posición más inteligente. Aconsejaron una
retirada de Irak y un prudente acercamiento a los países
vecinos (Siria, Irán), indispensable para evitar que la
partida de los soldados estadounidenses se convierta en una
debacle, como en Vietnam. Lograron la eliminación de Donald
Rumsfeld e impusieron como sucesor de éste último a un
miembro de su propia comisión, Robert Gates. Pero
congelaron la política de «remodelamiento del Gran Medio
Oriente», no lograron que George Bush y Dick Cheney
renunciaran a ella. Por eso tuvieron que organizar una
ruptura utilizando a Barack Obama.
En
realidad, Barack Obama ya había sido lanzado a la carrera
por [un puesto en] el Senado federal y por la presidencia
desde el aňo 2004. Entró en escena durante la convención
demócrata de investidura de John Kerry.
En
aquel entonces no era más que oscuro parlamentario de la
Asamblea de Illinois, pero ya estaba siendo dirigido y
entrenado por Abner Mikva y sus hombres (Jews for Obama -judíos
por Obama-), y tenía el apoyo de la finanza anglosajona (Goldman
Sachs, JP Morgan, Excelon…). Las multinacionales inquietas
por la pérdida de mercados por causa del aumento del
antiimperalismo (Business for Diplomatic Action), los
partidarios de la Comisión Baker-Hamilton, los generales en
desacuerdo con las erráticas aventuras de los
neoconservadores, y otros sectores fueron uniéndose a él.
Los
franceses a menudo creen que el presidente de Estados sale
de una elección de segundo grado en la que participan
grandes electores. Eso es falso. Lo elige un colegio cuyos
miembros son designados por un grupo de notables. En 2002 la
Corte Suprema recordó que el voto ciudadano era puramente
consultivo y que el gobernador de la Florida podía nombrar
a los delegados [representantes] de su Estado al colegio
electoral sin siquiera esperar el conteo del escrutinio
general.
En
ese sistema oligárquico, lo que existe es un partido único
con dos corrientes: los republicanos y los demócratas. Jurídicamente
no constituyen dos entidades separadas. Son los Estados
quienes organizan las elecciones primarias, no los
seudopartidos. Así que no es nada sorprendente que Joe
Biden y Barack Obama sean ambos viejos amigos de John McCain.
John McCain preside el Instituto Republicano Internacional,
órgano del Departamento de Estado encargado de corromper a
los partidos de derecha a través del mundo; mientras que
Obama trabaja en el seno del Instituto Demócrata Nacional,
presidido por Madeleine Albright y encargado de corromper a
los partidos de izquierda. Obama, McCain y Albright
participaron juntos en la desestabilización Kenya, durante
una operación de la CIA, para imponer como primer ministro
a un primo de Obama.
Digo
todo esto para que se entienda que Obama no apareció por
arte de magia. Es un especialista de la acción secreta y de
la subversión. Ha sido reclutado para hacer una labor muy
específica.
Los
objetivos de la heteróclita coalición que lo apoya son
globalmente los mismos, pero no existe entre sus componentes
un consenso en cuanto a los detalles. Ello explica la increíble
batalla provocada por las nominaciones y el lado
constantemente ambiguo de los discursos de Obama. Cuatro
polos están actualmente en pugna:
•
El polo
Defensa, alrededor de Brent Scowcroft, de los generales
contrarios a Rumsfeld y, por supuesto, de Robert Gates, hoy
por hoy el verdadero amo de Washington. Aconsejan poner fin
a la privatización de los ejércitos, una salida «honorable»
de Irak, pero también aconsejan proseguir el esfuerzo
estadounidense en Afganistán para no dar la impresión de
una desbandada, y, para terminar, un acuerdo con los iraníes
y los sirios. Para ellos, Rusia y China siguen siendo
rivales a los que hay que aislar y paralizar. Ven la crisis
financiera como una guerra que va a costar la pérdida de
programas de armamentos y que obligará a reducir el formato
de los ejércitos, aunque estos deben mantener una
superioridad relativa. No les importa perder algo de poderío,
si siguen siendo los más fuertes.
•
Los departamentos del Tesoro y del Comercio, alrededor de
Tim Geithner y Paul Volcker, los dos protegidos de la
familia Rockefeller. Ambos provienen de la Pilgrim’s
Society y cuentan con el apoyo del Grupo de los Treinta, del
Peterson Institute y de la Comisión Trilateral. Los apoyan
la reina Isabel II [de Gran Bretaña] y quieren salvar
simultáneamente Wall Street y la City. Para ellos la crisis
es un duro golpe ya que los ingresos de la oligarquía
financiera están en caída libre, pero es sobre todo una
oportunidad ideal para concentrar el capital y aplastar toda
resistencia contra la globalización. De momento, se verán
obligados a reducir su nivel de vida para no dar lugar a
revoluciones sociales, pero al mismo tiempo pueden
enriquecerse comprando lo mejor de la industria a cambio de
algunas migajas. A lo largo plazo, proyectan instaurar no un
impuesto mundial por el derecho a respirar –sería
demasiado burdo– pero sí un gravamen global sobre el CO2
y una Bolsa de derechos de emisión –que es casi lo mismo,
pero con la apariencia de algo ecologista. Contrariamente a
lo que piensa el Pentágono, este grupo aconseja una alianza
con China, sobre todo teniendo en cuenta que ese país posee
el 40% de los bonos del Tesoro estadounidense, pero también
como forma de impedir la aparición de un bloque asiático
cuyo eje sería China y que absorbería parte de las
materias primas africanas.
•
El polo del Departamento de Estado, alrededor de Hillary
Clinton, cristiana fundamentalista, miembro de una secta muy
secreta, la Fellowship Foundation (conocida como «La»
Familia). Es el refugio de los sionistas, el último espacio
protegido de los neoconservadores, hoy en vías de
desaparición. Aconsejan un apoyo incondicional a Israel,
con una pizca de realismo porque saben que el entorno ha
cambiado. Ya no será posible bombardear el Líbano como en
2006, porque el Hezbollah dispone ahora de eficaces armas
antiaéreas. Ya no será posible penetrar en Gaza como en
2008 porque el Hamas adquirió cohetes antitanques Kornet. Y
si Estados Unidos tiene problemas para pagar las cuentas de
Tel Aviv, es poco probable que los sauditas puedan tomar su
lugar por mucho tiempo. Así que hay que ganar tiempo,
haciendo algunas concesiones de ser necesario, y encontrarle
a Israel alguna utilidad estratégica. La principal misión
de la señora Clinton consiste en mejorar la imagen de
Estados Unidos, no mediante las relaciones públicas (o sea,
justificando la política de Washington) sino a través de
la publicidad (o sea, vendiendo las cualidades reales o
imaginarias del modelo estadounidense).
En
ese contexto, los sionistas tendrían que respaldar el
proyecto Korbel-Albright-Rice de transformación de la ONU
en un amplio foro impotente y de creación de una organización
que competiría [con las Naciones Unidas], la Comunidad de
las Democracias, que se apoyaría en su brazo armado: la
OTAN. Por el momento, están ocupados saboteando la
conferencia de Durban II que, en lugar de celebrar la «única
democracia del Medio Oriente», está denunciando el régimen
que ocupa el poder en Tel Aviv. Con el secretario de Estado
adjunto, James Steinberg, ellos ven la crisis financiera
como una Blitzkrieg. Habrá muchas pérdidas, pero es hora
de acabar con los rivales y de tomar el control por
sorpresa. Su problema no es acumular riquezas mediante
compras y fusiones sino poner a su gente en los ministerios
de Finanzas de todo el mundo y a la cabeza de las
instituciones bancarias.
•
Y, finalmente, está el Consejo de Seguridad Nacional, bajo
la influencia de Zbignew Brzezinski, quien fue profesor de
Obama en Columbia. Este órgano abandonaría su tradicional
papel de coordinador para convertirse en un verdadero puesto
de mando. Lo dirige el general Jones, quien fue comandante
supremo de la OTAN y uno de los fundadores del Africa
Command. Para ellos, la crisis financiera es una crisis de
la estrategia imperial. Es el enorme endeudamiento, contraído
para poder financiar la guerra en Irak, lo que precipitó el
derrumbe económico de Estados Unidos. Contrariamente a lo
sucedido en 1929, la guerra no será la solución sino el
problema. Por consiguiente, hay que trabajar simultáneamente
en tres direcciones: forzar el regreso de los capitales a
Estados Unidos acabando con los paraísos fiscales
competidores y desestabilizando las economías de los países
desarrollados (como en la experiencia desarrollada en
Grecia); mantener la ilusión del poderío militar
estadounidense mediante la continuación de la ocupación en
Afganistán; y ahogar la nacientes alianzas Siria-Irán-Rusia,
sobre todo entre Rusia y China (la Organización de
Cooperación de Shangai). El Consejo va a priorizar todas
las formas de acción clandestina para que el Pentágono
disponga del tiempo que necesita para reorganizarse.
Obama
está tratando de contentar a todo el mundo, lo cual da
lugar a la confusión reinante.
I&R:
¿Cómo ve usted la evolución de la situación en el Medio
Oriente, a la luz de la nueva administración?
Thierry
Meyssan: Existe consenso sobre una cuestión: Washington
tiene que lograr reducir la tensión en esa región, sin
abandonar por ella a Israel. Hay dos opciones sobre el
tapete, pero la aplicación de cualquiera de las dos exigirá
el apoyo de las corrientes más radicales. Es por eso que
Washington promovió un gobierno Netanyahu-Lieberman en
Israel y va a permitir que el Hamas y el Hezbollah ganen las
próximas elecciones en los territorios palestinos y en Líbano.
El
primer escenario, trazado por Zbignew Brzezinski, prevé
simultáneamente el reconocimiento de un Estado palestino y
la naturalización de los refugiados palestinos en los países
en que se encuentren. Todo esto iría acompañado de dinero
para indemnizar a los Estados que absorban a los refugiados
y para desarrollar Gaza y Cisjordania. Además, una fuerza
de interposición de la OTAN garantizaría el mantenimiento
de esa paz, por mandato de la ONU. Nicolas Sarkozy apoya ese
plan.
El
segundo enfoque es más duro para los dos protagonistas.
Establece que hay que obligar a los israelíes a abandonar
sus exigencias más extravagantes, mientras que obligaría a
los palestinos a considerar Jordania como su patria natural.
Sería una paz más económica para Washington y realizable
a largo plazo, aunque difícil de aceptar para ambas partes,
y que implicaría de paso el fin de la monarquía hachemita.
Uno de los promotores de esa fórmula es el embajador
Charles Freeman, a quien el lobby sionista acaba de obligar
a renunciar a la presidencia del Consejo Nacional de
Inteligencia, pero que dispone de sólido apoyo en el
aparato estatal.
I&R:
A su entender, ¿qué formula va a imponerse?
Thierry
Meyssan: Ninguna porque la crisis económica es tan grande
que desembocará en una dislocación de Estados Unidos y en
el fin del Estado de Israel.
Washington
tendrá que moderar de nuevo sus ambiciones. Tendrá
probablemente que replegarse hacia el mantenimiento del
statu quo. Su acción se limitará a impedir que nuevos
actores vengan a ocupar su lugar.
I&R:
¿Qué aconseja usted, a título personal?
Thierry
Meyssan: Los 5 millones de judíos, los 9 millones de
palestinos y el resto de la población de Palestina deben
reunirse en el seno de un Estado único basado en el
principio de «un hombre, un voto». Esa es por demás, en
mi opinión, la única solución que evite a largo plazo la
expulsión de los judíos. Hay que recordar el caso del
apartheid en Sudáfrica, donde muchos anunciaban que su fin
provocaría la expulsión o el exterminio de los blancos. Y
ya se sabe lo pasó. La muerte de Arafat no representa un
obstáculo porque hay otros Mandela en Palestina. El
verdadero problema está en encontrar un De Clerk en el
bando israelí. El Hamas apoyaría sin dudas esa solución,
ya que tendría la aprobación del pueblo.
Mientras
más se retrasen los plazos, más difícil será llegar a
una solución pacífica. La CIA está estudiando, además,
el escenario más catastrófico, con una sublevación
sangrienta que expulsaría a 2 millones de judíos hacia
Estados Unidos.
I&R:
¿Y qué pasaría, a su entender, con Siria e Irán? ¿Cree
usted que sea posible la guerra?
Thierry
Meyssan: No creo que se violen los acuerdos secretos entre
los militares estadounidenses, Siria a Irán. Estados Unidos
no tiene los medios necesarios, ni tampoco el deseo.
En
primer lugar, [Estados Unidos] sabe que la amenaza nuclear
iraní es una mentira fabricada por ellos mismos, como mismo
inventaron las armas iraquies de destrucción masiva. Lo
cierto es que el imam Khomeiny había condenado como
inmorales la fabricación y el uso de la bomba atómica y no
se ven en Irán grupos capaces de ignorar esa premisa. En
segundo lugar, la política de George Bush empujó a Teherán
y a Damasco hacia los brazos de Moscú, que está preparando
además una conferencia internacional de paz para el Medio
Oriente. En lo adelante, es para Washington una prioridad el
lograr desmantelar esa naciente alianza y tratar de atraer
nuevamente a Irán y Siria. Por supuesto, es probable que
estos últimos aumenten sus exigencias y que se cuiden de
caer en uno de los dos bandos.
Finalmente,
Estados Unidos siente que está en situación de urgencia.
Su economía se está derrumbando y es posible que no tenga
ya por mucho tiempo la posibilidad de seguir defendiendo a
Israel a tan alto costo. Sobre todo si se tiene en cuenta
que Tsahal [el ejército israelí] ya no es el de antes. El
ejército israelí ya no es invencible. Ha ido acumulando
fracasos en el Líbano, en Gaza y también, no podemos
olvidarlo, en Georgia.
I&R:
Ya nos dijo usted que está viviendo en el Líbano. ¿Cuál
es la situación allá?
Thierry
Meyssan: La Alianza Nacional reunida alrededor de la
Corriente Patriótica Lire de Michel Aoun y del Hezbollah de
Hasan Nasrallah va a ganar las próximas elecciones, sin
lugar a dudas, si las elecciones logran desarrollarse
libremente. La familia Hariri podrá sobrevivir solamente
mientras las grandes potencias cuenten con ella para cobrar
impuestos y para obligar al pueblo a pagar la deuda externa
del Líbano, sin tener en cuenta que la mitad de esa deuda
proviene del enriquecimiento ilícito de la propia familia
Hariri. El criminal de guerra Walid Joumblatt –nada más y
nada menos que vicepresidente de la Internacional
Socialista– e incluso los neofascistas, como el asesino
patológico Samir Geagea, se verán abandonados por quienes
los financian. Esos sicarios han perdido su eficacia y ya no
resultan presentables.
El
Tribunal Especial para el Líbano, encargado de instruir el
caso Hariri y diferentes asesinatos políticos, se dejará
caer en el olvido o dará lugar a una gran sorpresa. Fue
concebido como una máquina de guerra para acusar a Siria,
poner a ese país al margen de la comunidad internacional y
convertirlo en blanco de una agresión militar. Supe que
recibió nuevos elementos durante las últimas. Estos
refutan la supuesta culpabilidad de Siria y ponen a Arabia
Saudita en el banquillo de los acusados. Es sobre esa base
que hay que analizar la recuperación del control de Arabia
Saudita por parte del rey Abadía y la eliminación de los
ministros que financiaron la lucha contra el Hezbollah y el
Hamas. Volviendo a las elecciones legislativas libanesas de
junio, la cuestión es saber si la victoria de la
Resistencia ascenderá a un 55 o a un 70%.
Eso
dependerá esencialmente de que surja o no una nueva fuerza
cristiana que siembre la división o que organice una acción
de diversión alrededor del presidente Sleimane. En
definitiva, los colaboradores de Estados Unidos y de Israel
negociarán quizás un compromiso, mientras estén en
situación de hacerlo. El país estaría abocado entonces a
la designación de un millonario como primer ministro (Saad
Hariri o algún otro), pero éste se vería a la cabeza de
un gobierno enteramente controlado por la Resistencia
nacional. Sería una fórmula muy oriental: los honores y el
primer plano para los perdedores mientras que el verdadero
poder se mantendría en la sombra. La ventaja de esa solución
reside en eliminar toda justificación para una intervención
militar contra el Líbano.
I&R:
Es usted muy conocido ahora en Rusia, donde logró una
audiencia de cerca de 30 millones de telespectadores durante
un programa sobre el 11 de septiembre. ¿Cómo ve usted la
situación en Rusia?
Thierry
Meyssan: Paradójicamente, a pesar de la victoria militar y
diplomática en Georgia, Rusia atraviesa un momento difícil.
Después de la guerra del Cáucaso, los bancos anglosajones
animaron a los oligarcas a que castigaran a Moscú llevándose
sus capitales hacia Occidente. Posteriormente, los
anglosajones empujaron a los dirigentes ucranianos a
traicionar sus propios intereses nacionales y a cerrar los
gasoductos durante las negociaciones sobre los precios.
El
Kremlin, creía tener el control de la situación y tener la
iniciativa en cuanto a esas interrupciones, pero cayó en
una trampa. La pérdida de los ingresos correspondientes a
dos meses devoró las reservas monetarias. Todo esto provocó
una impresionante caída del rublo en momentos en que la
crisis mundial está haciendo bajar los precios de las
materias primas y, por consiguiente, los ingresos de Rusia.
Medvedev
y Putin han evaluado con mucha sangre fría esta situación
de debilidad. Conocen las cartas que tienen a su favor,
sobre todo la superioridad tecnológica de su industria de
armamento sobre la de Estados Unidos. Están convencidos de
que Estados Unidos no se levantará de la crisis sino que se
dislocará a mediano plazo, como el Pacto de Varsovia y la
URSS en los años 89-91. Así que esperan invertir los
papeles. A pesar del periodo de vas flacas, están equipando
sus ejércitos con el material nuevo y esperan sin inmutarse
el derrumbe de Occidente.
Públicamente
o por debajo de la mesa, según el caso, están equipando a
todos los adversarios de Estados Unidos con el último
armamento disponible, desde el Medio Oriente, que mencioné
hace un momento, hasta Venezuela. Económicamente, han
decidido construir vías comerciales hacia China, al igual
que hacia Europa Occidental, cuyo obstinado sometimiento a
los anglosajones vienen observando con tristeza.
Esa
situación puede tener importantes consecuencias en el plano
interno, donde se enfrentan la vieja generación y la nueva.
Los viejos muestran un fuerte tropismo americano, mientras
que los jóvenes hacen gala de un patriotismo libre de
complejos. Paradójicamente las élites provenientes de San
Petersburgo son históricamente favorables a un acercamiento
de Rusia hacia Europa, al contrario de los moscovitas cuya
visión es más euroasiática. Sin embargo, Putin y
Medvedev, a pesar de ser los dos de San Petersburgo,
comparten esa visión euroasiática.
Sueñan
con una Rusia protectora del Islam y la han hecho entrar,
como observadora, en la Organización de la Conferencia Islámica.
Aunque han valorizado el Patriarcado ortodoxo, han puesto
musulmanes en muchos puestos de alta responsabilidad –es
flagrante el contraste con Francia. Aunque el trauma del
desatelamiento de Yugoslavia y de las dos guerras de
Chechenia sigue siendo fuerte y a pesar de que la
consiguiente ola de racismo no está controlada todavía,
Rusia ha escogido la civilización y ha emprendido el camino
de la síntesis entre Europa y Asia.
Si
Rusia logra atravesar los próximos años de graves
turbulencias internacionales sin verse demasiado afectada,
alcanzará una posición de árbitro en un mundo multipolar.
I&R:
Continuemos esta interesante vuelta al mundo de la geopolítica
hablando de China…
Thierry
Meyssan: Yo tengo mis interrogantes sobre su estrategia. ¿Cuál
es el por qué de esas compras masivas de bonos del Tesoro
estadounidense? Pekín tomó la iniciativa de un
acercamiento con Moscú a través de la Organización de
Cooperación de Shangai. Se resolvieron muchos contenciosos.
Los rusos aceptaron venderle energía a los chinos a un
precio preferencial y pidieron a cambio un control más
estricto de la emigración china hacia Siberia.
Por
lógica, los dos grandes debieran fortalecerse mutuamente
rechazando el dólar como moneda internacional. Pero Pekín
no quiere ponerse del lado de una de las partes y no desea
provocar la incomodidad de Washington. Los chinos están
aplicando una estrategia discreta de fortalecimiento de sus
alianzas en todas direcciones. Eso me parece un poco extraño
porque puede costarles caro. Estados Unidos pudiera
arrastrarlos en su propio y previsible derrumbe.
Permítame
expresarle de paso mi incomodidad ante la estúpida denuncia
de violaciones de derechos humanos en China. No cabe duda
alguna de que Pekín los respeta más que Washington –lo
cual, aunque no constituye una excusa para que no haya mejoría
en ese aspecto, debe conllevar relativizar esas acusaciones.
Y hay que parar de decir que China se anexó el Tibet en
1956, cuando los comunistas chinos le quitaron esa región a
los chinos de Chiang Kai-Chek.
I&R:
¿Tiene algo que decir sobre Sudamérica, antes de volver a
hablar de Francia?
Thierry
Meyssan: Más allá de la tendencia a la unificación, se
establecido estrategias ante el imperialismo. Pero el
debilitamiento, en espera de algo más, de Estados Unidos
crea una nueva situación y puede incitar a algunos a
redistribuir sus cartas. La protección de las economías
nacionales vuelve a ser una preocupación de primer plano.
Paradójicamente, los Estados que son víctimas de sanciones
están mejor preparados para enfrentar la crisis. En ese
caso se encuentran Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador
–como sucede con Siria e Irán, en el Medio Oriente. Es de
esperar que se desarrollen nuevas instituciones nacionales,
paralelamente al Banco del Sur. Es la revancha de la
Historia.
I&R:
Para terminar, hablemos de Francia, más exactamente, de la
Francia de Sarkozy…
Thierry
Meyssan: Francia es una vieja nación que no se puede
manejar en cualquier sentido. Tiene un glorioso pasado y se
identifica con un ideal, del cual se aparta a menudo pero al
que siempre acaba por volver. Esta pasando hoy por un
periodo malo porque está siendo gobernada por el «partido
del extranjero».
Sus
dirigentes están tomando la decisión incorrecta, en el
peor momento. Han decidido poner sus fuerzas armadas bajo
las órdenes de la OTAN, concretamente bajo el mando del
general Banz Craddock, el criminal que creó el centro de
tortura en Guantánamo. Y están cometiendo esa traición
precisamente en el momento en que Estados Unidos se hunde en
la crisis. Están amarrando Francia a un barco que se está
hundiendo y que puede arrastrarla al naufragio.
Su
servilismo los lleva no sólo a someter a sus propias
fuerzas armadas a las órdenes de otros, sino también a
transformar profundamente la sociedad francesa para clonarla
conforme al «modelo» americano. Lo están haciendo en el
plano económico, con la reducción de los servicios públicos,
así como en los sectores de la justicia y la educación, de
la discriminación positiva y otros que no viene al caso
mencionar. Sarkozy no es de derecha ni de izquierda, lo que
hace es imitar a los yanquis.
Como
expliqué detalladamente en un amplio trabajado publicado en
la revista rusa Profile [1], Sarkozy satisface a tres
fuerzas: los anglosajones, la mafia y el banco Rothschild.
Hace años que toda esa gente está consciente del desgaste
de Estados Unidos y quiere garantizar el poder de la
oligarquía financiera global reequilibrando el Imperio.
Habría
dos pilares –uno estadounidense y otro europeo– mientras
que el Reino Unido serviría de vínculo. Nicolas Sarkozy
está al servicio de ese proyecto desde que fue electo. Ese
proyecto lo llevó a romper el dúo franco-alemán y a
acercarse a los ingleses, y después lo llevó a proponer
diferentes reorganizaciones de la Unión Europea, específicamente
la creación de un gobierno económico. La consecuencia será
hacernos más vulnerables a las convulsiones
estadounidenses.
Sin
embargo, hay quien sigue esperando por Francia, y no sólo
en el mundo francófono. Somos el país que fuera de lo común
que proclamó la soberanía popular. En Francia se subestima
totalmente el nivel de ridículo que caracteriza a Nicolas
Sarkozy y su pandilla a los ojos del resto del mundo. La
imagen de Sarkozy es la de un fanfarrón sobreexcitado, la
de un individuo inestable lleno de manías que mete la
cuchareta en la mayor cantidad posible de conflictos
internacionales y que hace el papel de pez-piloto a los
bandazos de Washington.
Desgraciadamente,
la reconstrucción de una alternativa exigirá tiempo, pero
eso no es razón para renunciar a hacerlo.
(*)
Periodista y escritor, presidente de la Red Voltaire con
sede en París, Francia. Es el autor de “La gran
impostura” y del “Pentagate”.
Nota:
1.-
«Операция
Саркози»,
por Thierry Meyssan, Profile, 16 de junio de 2008. Título
de la versión española : « Operación Sarkozy: Cómo la
CIA puso uno de sus agentes en la presidencia de la República
Francesa » , Réseau Voltaire, 10 de julio de 2008.
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