Los
100 primeros días de Obama
Por John Pilger (*)
The New Statesman,
30/04/09
Rebelión,
06/05/09
Traducido
por Andrés Prado
El
culebrón norteamericano de la BBC “Mad men” nos ofrece
un raro destello del poder de la publicidad corporativa. La
promoción del tabaco que hace medio siglo hizo la gente
“lista” de Madison Avenue, conocedora de la verdad,
condujo a infinidad de muertes. La publicidad, y su gemela
las relaciones públicas, se convirtió en una forma de engañar
inventada por aquellos que habían leído a Freud y
aplicaban la psicología de masas a lo que fuera, desde
cigarrillos a políticos. De la misma manera que el hombre
de Marlboro significaba la virilidad en sí mismo, los políticos
podían tener marca y ser empaquetados y vendidos.
Hace
ya más de cien días desde que Barak Obama fue elegido
presidente de los EEUU. La “marca Obama” ha sido
denominada “anunciante 2008 de la Era de la Publicidad”,
batiendo fácilmente a Apple computers. David Fenton de
MoveOn.org describe la campaña electoral de Obama como
“una comunidad organizativa y tecnológica,
institucionalizada y automatizada a nivel de masas que nunca
antes había existido y que tiene una fuerza muy
poderosa”. Tomando posiciones estratégicas con internet y
un eslogan plagiado del coordinador del sindicato Latino, César
Chávez,– “Sí, se puede” o “Yes, we can”– la
comunidad tecnológica automatizada a nivel de masas
comercializó su marca para ganar en un país desesperado
por librarse de George W. Bush.
Nadie
sabía a qué hacía referencia la nueva marca. Tan lograda
fue la publicidad (se llegó a gastar, tan sólo en anuncios
de televisión, la cifra record de 75 millones de dólares)
que muchos estadounidenses creyeron en realidad que Obama
compartía su oposición a las guerras de Bush. De hecho,
apoyó repetidas veces el acicate belicista de Bush y su
financiación por el Congreso. Muchos estadounidenses
creyeron también que era el heredero del legado de
anticolonialismo de Martin Luther King. Y aunque Obama
tuviera siquiera un significado, aparte del vacuo “Cambio
en el que puedes creer”, sería el de la renovación de
EEUU como un abusón dominante y avaricioso. “Seremos los
más fuertes”, ha declarado a menudo.
Quizá
la publicidad más efectiva de la marca Obama la hayan
llevado a cabo, de manera gratuita, aquellos periodistas
que, cual cortesanos de un sistema voraz, promocionan
caballeros andantes. Ellos le han despolitizado al
interpretar sus discursos manidos como “hábiles
creaciones literarias, ricas, como aquellas columnas dóricas,
con alusiones...” (Charlotte
Higgins en The Guardian). El
columnista del San Franciso Chronicle, Mark Morford escribió:
”Mucha gente espiritualmente iniciada que conozco...
identifica a Obama como un iluminado, esa rara clase de
persona sintonizada que... puede en verdad ayudar a
introducir una nueva manera de estar en el planeta”.
En
sus cien primeros días Obama ha disculpado la tortura, se
ha opuesto al habeas corpus y ha exigido más gobierno
secreto. Ha mantenido el “gulag” de Bush casi intacto y
al menos 17.000 prisioneros fuera del alcance de la
justicia. El 24 de abril sus abogados ganaron un recurso que
dictaminaba que los presos de Guantánamo no eran
“personas” y por tanto no tenían derecho a no ser
torturados. Su director nacional de inteligencia, el
almirante Dennis Blair, dice que cree que la tortura es
efectiva. Uno de sus altos cargos de inteligencia en América
Latina está acusado de encubrir la tortura de una monja
americana en Guatemala en 1989; otro es un defensor acérrimo
de Pinochet. Como Daniel Ellsberg ha señalado, los EEUU
tuvieron la experiencia de un golpe militar bajo el mandato
de Bush, cuyo secretario de “defensa”, Robert Gates,
junto con esos mismos oficiales pro–guerra, ha sido
mantenido en el puesto por Obama.
En
todo el mundo se ha intensificado el violento asalto
americano a gente inocente, directamente o mediante sus
agentes. Durante la reciente masacre en Gaza, informa
Seymour Hersh, “el equipo de Obama hizo saber que no pondría
objeciones al nuevo suministro planificado de “bombas
inteligentes” y otras armas de alta tecnología, que ya
estaban fluyendo hacia Israel” para ser usadas en la
matanza de niños y mujeres en su mayoría. En Pakistán, el
número de civiles muertos por misiles estadounidenses
lanzados por aviones teledirigidos, drones , se ha más que
duplicado desde que Obama llegó a la oficina.
En
Afganistán, Obama ha ampliado la “estrategia” de matar
gente de las tribus Pastún (los “talibán”) para darle
tiempo al Pentágono de construir una serie de bases
permanentes a lo largo del devastado país donde, dice el
Secretario Gates, los militares estadounidenses permanecerán
indefinidamente. La política de Obama, una que no ha
cambiado desde la guerra fría, es intimidar a Rusia y ahora
también a China, otro rival imperial. Está llevando a cabo
la provocación de Bush de situar misiles en la frontera
occidental de Rusia con la justificación de contrarrestar a
Irán, a la cual acusa, absurdamente, de suponer “una
amenaza real” para Europa y los EEUU. El 5 de abril
pronunció en Praga un discurso calificado de
“anti–nuclear” por la prensa. No fue nada de eso. Bajo
el programa de Reemplazamiento Seguro de Cabezas Nucleares
del Pentágono, los EEUU están construyendo nuevas armas
nucleares “tácticas”, diseñadas para oscurecer la
distinción entre guerra nuclear y guerra convencional.
Quizá
la mayor mentira– equivalente a decir que fumar es
beneficioso– sea el anuncio de Obama de que los EEUU se
van de Irak, el país al que han reducido a un río de
sangre. Según la opinión positiva de planificadores del ejército
estadounidense, hasta 70.000 efectivos permanecerán durante
“los próximos 15 a 20 años”. El 25 de abril su
Secretaria de Estado, Hillary Clinton, hizo alusión a ello.
No es una sorpresa que las encuestas estén mostrando que un
número creciente de americanos creen que les han tomado el
pelo– especialmente cuando la economía del país ha sido
confiada a los mismos estafadores que la destrozaron.
Lawrence Summers, el principal consejero económico de Obama,
está soltando 3 trillones de dólares (3.000.000.000.000) a
los mismos bancos que el año pasado le pagaron más de 8
millones de dólares, incluidos 135.000 dólares por un sólo
discurso. El cambio en el que puedes creer.
Mucha
gente de la élite estadounidense detestaba a Bush y Cheney
por poner en evidencia y amenazar la marcha hacia delante
del “gran diseño” de América, como lo denomina Henry
Kissinger, criminal de guerra y ahora consejero de Obama. En
términos publicitarios, Bush supuso un “colapso de
marca” mientras que Obama, con su sonrisa de anuncio de
pasta de dientes y sus clichés moralmente correctos, es un
regalo de Dios. A primera vista, ha percibido el descontento
con la guerra en su país y hace brotar las lágrimas en los
ojos desde Washington hasta Whitehall.[1] Es el hombre de la
BBC y el hombre de la CNN y el hombre de Murdoch y el hombre
de Wall Street y el hombre de la CIA. Los Hombres Locos lo
han hecho bien.
(*)
John Pilger es un famoso periodista australiano que
actualmente reside en Londres. Distinguido dos veces como
Periodista del Año en Inglaterra, recibió el Premio de la
Paz a los Medios de la Asociación de la ONU. Fue
corresponsal de guerra en Vietnam, Camboya, Egipto, India,
Bangladesh y Biafra. Escribe para diversas publicaciones de
Europa y Estados Unidos.
Nota
de Traductor:
1–
Whitehall es una calle de la ciudad de Westminster en
Londres , la capital del Reino Unido . Es la principal
arteria que va hacia el norte desde la Plaza del Parlamento
hasta el extremo sur de Trafalgar Square . A lo largo de
esta vía, decorada con la estatua de Carlos I , se pueden
encontrar muchos ministerios gubernamentales. Debido a esto,
el nombre "Whitehall" es frecuentemente usado como
un metónimo para gobierno administrativo, aunque también
es un nombre geográfico para un distrito cercano.
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