Las
Fuerzas Armadas de Obama espían a
grupos pacifistas
estadounidenses
Por
Amy Goodman (*)
Democracy
Now!, 29/07/09
Activistas
contra la guerra de Olympia, Washington, denunciaron tareas
de espionaje e inflitración llevadas a cabo por el Ejército
en sus grupos, además de recabación de información por
parte de la Fuerza Aérea, la Policía federal del Capitolio
y la Guardia Costera.
La
inflitración parece violar directamente la Ley Posse
Comitatus que impide el despliegue de las fuerzas armadas
estadounideses para tareas de seguridad interior y podría
reforzar los pedidos del Congreso de una amplia investigación
de las actividades de inteligencia de Estados Unidos, como
las audiencias del Comité Church en la década del 70.
Brendan
Maslauskas Dunn le solicitó a la ciudad de Olympia
documentos y correos electrónicos acerca de las
comunicaciones entre la policía de Olympia y las fuerzas
armadas con relación a anarquistas, Estudiantes por una
Sociedad Democrática (SDS, por sus siglas en inglés) y
Trabajadores Industriales del Mundo (el sindicato de Dunn).
Dunn recibió cientos de documentos. Un correo electrónico
contenía una referencia a “John J. Towery Segundo”, que
los activistas descubrieron que era la misma persona que su
compañero activista “John Jacob”.
Dunn
me dijo: “John Jacob era de hecho un amigo cercano, por lo
que esta semana ha sido bastante difícil para mí. Dijo que
era anarquista. Lo conocí hace más de dos años a través
de la organización comunitaria y la organización en contra
de la guerra en la que yo estaba involucrado en Tacoma y
Olympia con otros anarquistas y otros activistas. El estaba
realmente interesado en Estudiantes por una Sociedad Democrática.
Participó en los grupos Resistencia a la Militarización
del Puerto (PMR, por sus siglas en inglés) y Veteranos
Contra la Guerra. Conocía a mucha gente involucrada con esa
organización. Pero era mi amigo. Andábamos juntos, dábamos
talleres juntos sobre democracia directa de base y sobre
lucha anarquista. A mucha gente le caía muy bien. Era una
persona amable. Era una persona generosa. Entonces fue
realmente una sorpresa para mí”.
“John
Jacob” les dijo a los activistas que era un empleado civil
de la Base del Ejército en Fort Lewis y que compartiría
información sobre las actividades de la base que podrían
ayudar a Resistencia a la Militarización del Puerto a
organizar manifestaciones y protestas contra la utilización
de los puertos públicos para el envío de soldados y vehículos
militares Stryker a Irak y Afganistán. Desde 2006,
activistas de PMR han realizado en varias oportunidades
acciones de desobediencia civil, al impedir el acceso al
puerto.
Larry
Hildes, un abogado que representa a activistas de
Washington, dice que el fiscal federal que está a cargo de
llevar adelante los casos en contra de ellos, Brian Kipnis,
ordenó específicamente al Ejército que no entregara
ninguna información sobre sus actividades de recolección
de información, a pesar de una orden judicial que lo
obligaba a hacerlo.
Es
por eso que el pedido de Dunn a Olympia y los documentos que
obtuvo son tan importantes.
Se
supone que las fuerzas armadas tienen prohibido desplegarse
en suelo estadounidense, al igual que espiar a ciudadanos.
Christopher Pyle, actualmente profesor de política de Mount
Holyoke College, fue jefe de inteligencia de las fuerzas
armadas. Reveló actividades de espionaje militar a civiles
en la década del 70. Pyle recordó:
“En
la década del 60, la inteligencia del Ejército tenía
1.500 agentes de civil [y algunos para vigilancia] listos
para actuar en cada manifestación de 20 o más personas.
Tenían un depósito enorme en Baltimore repleto de
información sobre actividades legales de ciudadanos
estadounidenses que cumplían con la ley, principalmente que
realizaban manifestaciones políticas. Me enteré de esto
cuando estaba en el Ejército, justo antes de que fuera
relevado de mi cargo, escribí sobre esto luego de que fui
relevado, y luego lo invstigué para dos comités del
Congreso. Como resultado de esas investigaciones, todo el
Comando de Inteligencia del Ejército de Estados Unidos fue
eliminado, y todos sus archivos fueron quemados. Luego, el
Comité de Inteligencia del Senado redactó la Ley de
Vigilancia de Inteligencia Extranjera de 1978 para poner fin
a la vigilancia de comunicaciones electrónicas sin órdenes
judiciales”.
Los
congresistas Barbara Lee, demócrata de California, y Rush
Holt, demócrata de Nueva Jersey, y otros están presionando
para que se lleve a cabo una nueva investigación de todas
las actividades de inteligencia de Estados Unidos, de la
magnitud de las audiencias del Comité Church, que denunció
el espionaje generalizado, la desarticulación de grupos
legales a nivel nacional e intentos de asesinato de jefes de
estado extranjeros, entre otras cosas.
Crecen
los pedidos de información y de rendición de cuentas
oficial sobre el presunto escuadrón secreto de asesinatos
del ex Vicepresidente Dick Cheney, el programa de escuchas
telefónicas sin órdenes judiciales del ex Presidente
George W. Bush, y el presunto engaño de la CIA al Congreso.
Pero el espionaje en Olympia ocurrió ya en el gobierno de
Obama (y podría continuar en la actualidad). El Presidente
Barack Obama apoya la inmunidad retroactiva de las empresas
de telecomunicaciones implicadas en las escuchas telefónicas
y ha mantenido vigente la utilización del “privilegio de
los secretos de Estado”, de la era Bush. Lee y Holt deberían
llevar al Congreso la información descubierta por Brendan
Dunn y los activistas de Olympia para que las
investigaciones comiencen ya.
(*)
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de
esta columna.
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