La
recesión no ha terminado, ni por asomo
Vuelta
a la realidad
Por
Dave Lindorff (*)
CounterPunch,
04/08/09
Kaos en la Red, 07/08/09
Traducido por Germán Leyens
La campaña
de “cháchara alegre” en los medios de EE.UU. y
proveniente de la Casa Blanca, no es más que eso: Cháchara
alegre. Para obtener una idea real de lo que sucede en esta
economía, hay que considerar algunas cosas.
Sí, la
tasa de caída en la actividad económica ha bajado. Pero es
lo que se podía esperar. Cuando una economía iba a todo
vapor, como lo hacía la economía de EE.UU. a principios de
2007, una ralentización de algún significado produce
cifras inmensas, en términos de baja de la producción,
baja de la utilización de fábricas, baja de las ventas de
coches o, esta vez, baja de los precios de las casas.
Pero una
vez que se llega al mismo período en 2008, ya se está en
una profunda recesión, y realmente ya no queda mucho
terreno para caer. Si, por ejemplo, los fabricantes de coche
han cerrado básicamente en el otoño de 2008, y sólo están
liquidando inmensos inventarios, no habrá muchos cierres de
fábricas y más reducciones en la producción. (¿Cómo se
baja la producción por debajo de cero?).
Se puede
decir lo mismo sobre el desempleo, aunque en ello haya uno o
dos aspectos más. Sí, los inmensos despidos que hicieron
que la cantidad de nuevos desocupados aumentara entre
600.000 y 700.000 por mes a principios de este año, parecen
haber pasado, y ahora el nuevo desempleo aumenta “sólo”
en 500.000 por mes o algo así, pero eso es porque todos los
principales empleadores ya han cerrado o han eliminado
turnos enteros. Ya no queda tanta gente que despedir, por lo
menos en grandes grupos. Esto se presenta como “el ritmo
de despidos disminuye,” como si fuera una buena noticia,
pero es todo lo contrario.
Pero también
hay más trucos y desinformación respecto a las estadísticas
de desempleo. Uno tiene que ver con la frecuente afirmación
de que la cantidad de personas que cobran prestaciones de
desempleo está disminuyendo – especialmente los
desempleados a largo plazo. Pero la razón para esto no
significa que la gente finalmente esté encontrando puestos
de trabajo. Es que se terminan las prestaciones de
desempleo. El límite superior para cobrar prestaciones de
desempleo en EE.UU. es de 79 semanas, y es sólo en algunos
Estados donde el desempleo es particularmente elevado. En
otros Estados es de sólo 72 semanas o incluso de hasta 59
semanas.
También se
pierden las prestaciones de desempleo, que según se dice
promedian 300 dólares por semana, pero que pueden ser mucho
menos según dónde una persona en particular ha trabajado y
en qué Estado él o ella vive, si una persona hace trabajo
a tiempo parcial, y ya que nadie puede mantener una familia
con 300 dólares por semana, muchas familias con
prestaciones de desempleo terminan consiguiendo trabajos a
tiempo parcial y pierden sus prestaciones de desempleo.
Tampoco es una buena señal.
Finalmente,
las prestaciones de desempleo cubren sólo a aproximadamente
la mitad de los trabajadores estadounidenses. El resto,
porque ya han logrado encontrar sólo empleos a tiempo
parcial, o porque han estado trabajando “sin ser
contabilizados”, o porque son así llamados
“contratistas independientes” – gente como jardineros,
escritores independientes, abogados, consultores,
fontaneros, etc. – no están cubiertos por el seguro de
desempleo. Cuando son despedidos, siguen por cuenta propia.
Y cada vez más, los despidos y las pérdidas de puesto de
empleo recaen en gente en esta categoría. Los primeros
despidos fueron hechos por las administraciones de grandes
compañías que miraron hacia el futuro, vieron la depresión,
e implementaron medidas de “reducción de costes”, que
significaban reducir la producción y despedir trabajadores.
Los trabajadores independientes y los pequeños negocios,
cuyos propietarios son afectados personalmente cuando tienen
que cerrar la producción o sus operaciones, se han
esforzado por permanecer en el negocio lo más posible, pero
ahora se suman a las nóminas de desocupados a un ritmo
acelerado.
Pero, y es
un punto crucial, muchos de ellos simplemente no son
registrados como desempleados por los estadísticos del
gobierno. Cualquiera que trabaje aunque sea sólo unas pocas
horas por semana en algún puesto de trabajo, o gratis en un
negocio familiar, no es contado. Cualquiera que no ve
perspectivas de trabajo y simplemente abandona, no es
contado. Cualquiera que encuentre un trabajo a media
jornada, pero necesita un trabajo a tiempo completo, es
contado como empleado. No solía ser así. En tiempos más
honestos, hace más de tres décadas, esa gente era contada
como desempleada, pero los políticos presionaron para
excluirlos a fin de que las cifras oficiales de desempleo
parecieran más bajas. Si toda esa gente fuera agregada a
las tasas de desempleo, tendríamos un desempleo de más de
18% en EE.UU. y posiblemente más cercano a un 20%. Eso es
uno de cada cinco estadounidenses sin trabajo.
Y hay que
recordar, a pesar de que ahora estamos en una economía que
funciona a un nivel deprimido, todavía sigue bajando, y
esas cifras de desempleo aumentan, no se estabilizan.
Hay que
agregar eso al hecho de que los estadounidenses han perdido
colectivamente 14 billones de dólares en riqueza. Han
perdido ahorros invertidos, que han disminuido casi un 20%
de donde estaban hace un año, y no parece probable que se
vayan a recuperar en un futuro cercano. (Hay que recordar
que, incluso si el mercado bursátil cae un 40% y luego sube
un 40%, seguirá siendo bajo.
Considere:
si ha invertido 1.000 dólares en un índice amplio como el
S&P, y bajó un 40% como pasó en el otoño pasado,
usted perdió 400 dólares, y le quedan sólo 600 dólares.
Si entonces el mercado se hubiera recuperado en un 40%, sin
embargo, lo que no ha hecho ni por mucho menos, sólo ganaría
un 40% de 600 dólares, o sea 240 dólares, de modo que su
inversión sigue siendo sólo 840 dólares.)
Esos 14
billones de dólares también incluyen el valor perdido de
las casas de la gente, que hasta 2008 era utilizado para
mejorar los niveles de vida ya que la gente pedía prestado
sobre la base del valor creciente de su propiedad. Ahora,
cuando los valores de las casas en gran parte del país han
bajado algo como entre un 20% y un 80%, muchas casas valen
ahora menos que el monto de dinero que todavía se debe por
las hipotecas de la gente. No pueden vender, y a menudo, no
pueden pagar la cuenta de la hipoteca.
¿De dónde
se supone que provengan los gastos de consumo que solían
representar un impresionante 70% de la actividad económica
en un EE.UU. que hace tiempo que dejó de fabricar cosas? La
respuesta es: de ninguna parte. La cantidad de riqueza
perdida convierte en un chiste el celebrado plan de estímulo
de Obama, que fue menos de 1 billón de dólares, y que se
extiende durante dos años.
Simplemente
no existe el dinero para reanimar la orgía de gastos de
consumo que mantuvo a flote la economía de EE.UU. durante
tanto tiempo.
La gente ni
siquiera puede pedir prestado si lo desea. Los bancos no
prestan, porque saben que la cháchara alegre no tiene
sentido, y no quieren prestar dinero a gente y negocios que
probablemente irán a la bancarrota a medida que la recesión
continúa. Por eso las compañías de tarjetas como American
Express y muchos proveedores de Visa y Mastercard, en lugar
de cobrar una multa por factura atrasada cuando los
poseedores de tarjetas no pagan un mes dentro del plazo,
como lo hacían en el pasado, sino aumentan la tasa de interés
que cobran – en el caso de American Express ¡a un 28% o
sea más de un 2% por mes!
No es la
acción de un banco que espera que un cliente valioso le
pague – es la acción extorsionadora de un usurero que
quiere extraer todo el dinero que sea posible de un
prestatario del que espera que vaya a la quiebra. Los bancos
también están anulando líneas de crédito personales y
empresariales a diestra y siniestra, convirtiendo en un
chiste la afirmación del gobierno de Obama de que ha
rescatado a los bancos para que puedan “comenzar a prestar
de nuevo.”
Incluso la
cháchara alegre de que están mejorando las ventas de casas
es engañosa. El motivo de que suceda es que tantas casas
han sido embargadas que la venta de casas embargadas por los
bancos forma ahora parte importante del mercado
inmobiliario.
Una y otra
vez, gran parte de la “cháchara alegre” que escuchamos,
si es analizada de cerca, resulta ser malas noticias que son
malinterpretadas, a menudo deliberadamente.
Finalmente,
habría que agregar que debido al masivo desempleo, que se
acerca a niveles no vistos desde la Gran Depresión, y
debido a la masiva pérdida de riqueza personal, no es
probable que esta recesión actúe como alguna de las otras
recesiones de la era posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Todas han sido asuntos en forma de “U” o de “V”, en
los cuales la economía bajaba y luego, después de estar
poco tiempo a bajo nivel, se recuperaba rápidamente, como
en una “V”.
Esta vez,
es más probable que veamos una recesión en forma de
“L”, en la cual la economía llega al fondo en algún
momento, y luego opera durante años a un nivel mucho más
bajo. La parte baja de esa “L” podrá subir lentamente,
pero no mucho. En ese caso, seguiríamos viendo continuos
niveles elevados de desempleo, salarios bajos, y ninguna
recuperación de la riqueza personal.
De modo que
si queremos tomar decisiones políticas correctas, para no
hablar de las decisiones políticas y las decisiones
financieras y vitales básicas correctas, dejemos de lado la
cháchara alegre, y comencemos a ver la realidad.
(*)
Dave Lindorff es un periodista y columnista basado en
Filadelfia. Su último libro es: “The Case for Impeachment”
(St. Martin’s Press, 2006, que ahora apareció en edición
rústica). Para contactos, escriba
a:dlindorff@mindspring.com
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