Crisis
de la educación en EEUU
Peter
Mclaren, “el pedagogo marxista”
“Hay
que abolir el capital”
Por
Facundo García
Página
12, 05/09/09
Es
canadiense y enseña en la Universidad de California. De
visita en la Argentina, donde brindó una charla organizada
para resistir las amenazas de desalojo en la fábrica
recuperada IMPA, formuló duras críticas a la educación pública
estadounidense. “Está en ruinas”, dijo.
“Peter
McLaren, el pedagogo marxista.” Suena gracioso, pero los
que frecuentan universidades y grupos de militancia saben
que tras la estampa del profesor rockero está uno de los
referentes de la disidencia norteamericana; un impulsor de
la “educación para la revolución” y un intelectual que
aplica sin asco tanto la crítica como la autocrítica.
Amigo de Henry Giroux –otro célebre impugnador del
Imperio–, el rubio nacido en Canadá es un viajero
apasionado por descubrir los cauces donde fluye la
resistencia. Llega, observa y participa. Y lo que vio esta
semana en las instalaciones de IMPA lo movió a compartir
ideas durante una charla organizada para resistir las
amenazas de desalojo que pesan sobre una de las fábricas
recuperadas más emblemáticas del país.
“No
puedo imaginar una situación que me conmueva tanto como
estar esta noche con ustedes”, comentó el docente de la
Universidad de California (UCLA) a poco de comenzar el
encuentro. Aunque hace siete años que se dedica a visitar
diferentes iniciativas junto a su compañera Nathalia
Jaramillo, el especialista confesó que el contacto con la
cooperativa de Almagro le resultaba particularmente
movilizante. “Acá se está produciendo lo que según los
compañeros es una ‘pedagogía de la ocupación’. Eso es
muy impresionante y representa un ejemplo para nosotros”,
destacó.
A la
hora de establecer contrastes, McLaren ahuyentó el aura idílica
con que suele revestirse el estereotipo de la vida
estadounidense. “Verdaderamente, la educación pública de
allá está en ruinas –criticó–. Y si analizamos la
actualidad de la pedagogía, comprobamos que está
domesticada. Para Navidad hay catedráticos que pegan
afiches de Paulo Freire con un sombrero de Papá Noel.” El
pelilargo no se cansó de enumerar vicios que se han vuelto
moneda corriente en las casas de estudio norteamericanas.
“Es un desastre. Desde los años de Bush, el FBI monitorea
qué libros sacan los estudiantes de las bibliotecas. E
incluso yo mismo fui víctima de la persecución, cuando les
ofrecieron a algunos de mis alumnos cien dólares por grabar
secretamente mis clases, de modo que pudieran reunir pruebas
para acusarme de ‘antipatriota’ y despedirme”, acusó.
Puesto
a analizar la crisis global, el académico subrayó que las
tensiones que produce esta fase de la economía ofrecen la
oportunidad de retornar al “marxismo de Marx”: “Se
trata de un viraje necesario, porque en este momento muchos
colegas creen que el hecho de que el gobierno de Estados
Unidos haya tenido que hacerse cargo de buena parte del
mercado inmobiliario, varias empresas y bancos de primera línea
significa una concesión implícita al socialismo. Nada podría
estar más lejos de la realidad. La intervención estatal en
la economía –si bien puede ser un alivio– no es una
modificación de fondo, y ésa es una de las lecciones trágicas
que nos dejó el siglo XX”.
Volver
a Marx implicaría retomar una pregunta que pulula por la
obra del pensador alemán: ¿cómo se hace para trascender
el modelo de producción de valor en vigencia? “Ese es el
nudo del asunto, porque si uno vuelve a los textos
originales se da cuenta de que él no ambicionaba poner el
capital bajo la tutela del Estado. Eso no es socialismo. No,
el socialismo empieza con abolir el capital.” En
consecuencia, si se quiere pensar en opciones para salir del
capitalismo habría que tener en cuenta tres claves. “Lo
primero –insistió McLaren– es no confundir socialismo
con nacionalización de la propiedad.” El segundo punto
sería comprender que por su naturaleza “el capital no
puede ser regulado”.
“Mientras
el trabajo sea un commoditie, un mecanismo de
extracción de plusvalía y un arma de alienación, el
sistema y sus miserias sobrevivirán. Es urgente dar con una
‘teoría de la subjetividad de las fuerzas de liberación’,
que contribuya a dar por tierra con esas ataduras”,
advirtió el orador. El tercer eslabón consistiría en
“asumir que nuestra visión debe estar filosófica, teórica
y pedagógicamente enraizada en la abolición del capital,
en la superación del trabajo alienado que lo alimenta y las
relaciones sociales que lo sostienen”.
El
diagnóstico se enlaza con la tarea educativa en la medida
en que una educación liberadora requeriría –según el
invitado– una concepción “no ya dialéctica sino trialéctica”.
Esta
“tríada del conocimiento” estaría conformada por un
“entramado entre la relevancia de lo que se enseña, su
visión crítica y sus posibilidades de producir
modificaciones sociales concretas”. También lo dijo en
criollo: “Yo vi profesores que enseñan matemática
mediante el análisis de las estadísticas con las que
miente la tele. He presenciado clases de historia que se
convirtieron en un salvataje de la identidad de un barrio.
La meta, en definitiva, es recapturar la pedagogía crítica
como parte de un movimiento social amplio”.
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