Al mantener Obama al republicano Robert
Gates como secretario de Defensa puso a los jefes militares
de la administración Bush en posiciones clave del Pentágono.
Durante los últimos dos años de Bush, Gates fue el
ejecutor dominante de la última oleada de la guerra en
Iraq, después que reemplazó a Donald Rumsfeld, quien se
mostró opuesto a la nueva escalada.
Los nombramientos de Obama en Defensa e
inteligencia beneficiaron a muchos de los peores elementos
de la política de seguridad nacional de las últimas tres décadas.
También contradijeron sus principales argumentos de campaña
respecto una “inteligencia politizada” y “falta de
transparencia”. El curriculum de “décadas de
experiencia” que cargan estos jefes está lleno de faltas
éticas, mentiras al Congreso y “conflictos de
intereses” en la puerta giratoria que une al gobierno y el
complejo militar–industrial. Aunque Obama prometió
mantener a los cabilderos fuera de los altos cargos del
gobierno, muchos nombramientos beneficiaron a ex lobbystas o
ex consejeros de corporaciones que hacen negocios
directamente con el Pentágono. Y el nuevo comisionado de
Defensa William Lynn todavía no explica cómo
desaparecieron 3,4 millones de millones de dólares
(billones españoles o trillones sajones) cuando fue
interventor del Pentágono.
La carrera de Robert Gates refleja la
puesta en marcha de posiciones neoconservadoras y también
le resta credibilidad al plan de Obama para un retiro
organizado de las tropas de EEUU. Su historial como oficial
de inteligencia de carrera comenzó bajo Nixon. Pero, como
indica la crónica de Robert Parry (en ConsortiumNews.com),
cuando ocupó altos cargos en la CIA en los años 80, bajo
Reagan, tiró por la borda el concepto de inteligencia
objetiva de la división analítica de la agencia de
espionaje.
En el libro reciente “Failure of
Intelligence: The Decline and Fall of the CIA” (Fracaso de
la inteligencia: Declinación y caída de la CIA), el ex
analista CIA Melvin A. Goodman describe a Gates como “el
oficial jefe de acción que condujo la adaptación de la
inteligencia para cumplir los deseos políticos de la Casa
Blanca durante la administración Reagan”. Como principal
analista reportando directamente al director de la CIA
William Casey, Gates “dirigió la primera cocina teórica
institucionalizada de la CIA en los años 80, con un énfasis
particular en zurcir la inteligencia sobre la Unión Soviética,
América Central y el suroeste de Asia”, aseguró Goodman,
a fin de justificar el creciente gasto militar y la
colaboración de EEUU en guerras sangrientas que fueron
elementos centrales de la política exterior de Reagan.
La audiencia en el Congreso de
confirmación de Gates como director de CIA de George H.W.
Bush en 1991 escuchó a un flujo extraordinario de oficiales
CIA de carrera que contaron historias internas acerca de cómo
este personaje había corrompido la producción de
inteligencia. También hubo preocupación por el papel de
Gates en los engaños al Congreso respecto a las operaciones
secretas Irán–Contras a mediados de los años ochenta, un
obstáculo que obstruyó a Gates el más alto cargo en la
CIA cuando murió Casey en 1987. Gates condujo la ayuda a
Saddam Hussein durante la guerra de Iraq–Irán, abasteciéndolo
secretamente de armas químicas, armamento y equipo.
Gates se desempeñó en la junta
directiva de Science Applications International Corporation
(SAIC), que declaró ganancias de 7,5 mil millones de dólares
en 2005. SAIC estuvo involucrada en toda la recolección de
inteligencia para la reconstrucción de Iraq por cuenta del
Pentágono.
El 21 de enero de 2009, Obama firmó y
puso en vigor un decreto que fijó reglas éticas más
rigurosas, al prohibir el ingreso a cargos de las
reparticiones del gobierno a los cabilderos que habían
hecho lobby durante los dos años anteriores.
Corrupción en el Pentágono
Apenas dos días después, el 23 de
enero, la Casa Blanca anunció que sus nuevas reglas éticas
duras no se aplicarían al candidato a comisionado de la
secretaria de Defensa William Lynn, quien fue vicepresidente
“senior” para operaciones y estrategias de defensa
gubernamentales de la gigante industria de defensa Raytheon
y estuvo registrado como lobbysta de esa misma corporación
hasta julio de 2008.
Raytheon, la quinta compañía de
defensa más grande de EEUU, vendió radares de misiles,
sensores, municiones, sistemas espaciales y otras tecnologías
al Ejército y a otras agencias gubernamentales por el valor
de 18 mil millones de dólares anuales (1). El senador
republicano por Iowa Charles Grassley se opuso fuertemente
al nombramiento de Lynn aduciendo “prácticas consideradas
muy cuestionables que obviamente no favorecían al interés
público” mientras se desempeñó como contralor del Pentágono
durante la administración Clinton.
En el ejercicio fiscal 1999, el
departamento de Defensa reportó la desaparición de 2,3
billones (millones de millones) y en el año fiscal 2000 el
mismo ministerio divulgó la ausencia de otros 1,1 billones.
En total se “perdieron” 3,4 millones de millones de dólares
del contribuyente, todo esto bajo el ojo vigilante del mismo
William Lynn que ahora pasó a través de la puerta
giratoria que une al departamento de Defensa y el complejo
militar industrial.
Como Director Financiero del
departamento de Defensa, Lynn fue responsable de toda la
administración e información presupuestaria. También fue
responsable de la publicación “revisada” de los estados
financieros que no pudo hacer durante el ejercicio del cargo
y que desde entonces no se han publicado.
Robert Hale también ha sido nuevamente
designado como subsecretario de Defensa (contralor), después
de servir como secretario auxiliar de la Fuerza Aérea en el
papel del interventor financiero entre 1994 y 2001. También
fue responsable, junto con Lynn, de la gestión de los
fondos del ministerio de Defensa. Hale también es un
“Gerente Financiero Certificado de Defensa”
especializado en adquisiciones y ésta es una conexión
particular con el complejo militar–industrial.
El escritor Andrew Hughes señaló que
“entre estos dos nuevamente designados han perdido
bastante dinero del contribuyente como para financiar cuatro
veces el programa de estímulo a la economía de Obama y
ahora están, de nuevo, como responsables de supervisar cómo
maneja sus apropiaciones el departamento de Defensa”.
Engaños al Congreso
El almirante Dennis Blair, seleccionado
por Obama para dirigir la Dirección de Inteligencia
Nacional, que supervisa a las 16 agencias de inteligencia
(incluida la CIA), fue comandante de las fuerzas militares
en el Pacífico durante Clinton. En ese desempeño tuvo un
papel bochornoso durante la ocupación del Timor Oriental
por parte de Indonesia en 1998, después de la caída del
dictador Suharto, quien fue apoyado por EEUU.
En 1999, cuando los militares
indonesios aterrorizaron a la población para frustrar las
reformas democráticas, el departamento de Estado de EEUU y
Clinton enviaron a Blair a exigir que pusieran fin a las
masacres del general indonesio Wiranto.
En vez de eso, el almirante Blair
informó falsamente al general que tenía el apoyo constante
de EEUU. El gobierno extendió su respaldo a las
atrocidades. Blair entonces le mintió al Congreso,
informando que en la violencia solamente estuvo involucrada
una pequeña unidad, cuando en los hechos los grados
superiores de los militares indonesios realizaban
secuestros, masacres y torturas. Blair esencialmente estuvo
al lado del general Wiranto en la matanza de civiles
indonesios, contra el conocimiento y los pedidos del
Congreso de EEUU.
Blair es uno de los miembros de la
Comisión Trilateral (véase el tema Nº 22). Estuvo en el
directorio de Earl Dodge Osborne (EDO) Corporation, que es
un subcontratista para el programa F–22 Raptor. También
prestó servicios en la directiva de Tyco International, que
fabrica pequeños componentes electrónicos usados por los
subcontratistas del F–22 y otras piezas para los
militares, y de Tridium, compañía de satélites. En 2006
Blair tuvo que dimitir como presidente del Instituto para el
Análisis de la Defensa (IDA, por su sigla en inglés)
debido a “conflictos de interés”. El IDA evaluaba para
el Pentágono el programa del F–22.
El ex general de cuatro estrellas James
L. Jones fue designado como cabeza de la Agencia de
Seguridad Nacional, para servir debajo de Blair. Jones no sólo
fue comandante de la OTAN y comandante del Cuerpo de
Marines: también es miembro de la Comisión Trilateral.
Prestó servicios en las juntas directivas de Chevron,
Boeing e Invacare Corp (que produce equipamiento médico
para el Pentágono) hasta diciembre de 2008. Hasta enero de
2009 fue consultor de Cross Match Technologies, compañía
de biométrica que trabaja para el Pentágono y el FBI.
También se desempeñó en la junta directiva de MIC
Industries, que desarrolló la Ultimate Building Machine, un
dispositivo móvil de construcción utilizado exclusivamente
en Iraq y Afganistán para desplegar rápidamente
estructuras de acero de instalaciones militares.
Recientemente, emplearon a Jones como presidente del
“Instituto de Energía para el Siglo XXI”, de la Cámara
de Comercio de EEUU.
Actualización de Robert Parry (de
ConsortiumNews.com)
En cuanto a la significación de “El
peligro de conservar a Robert Gates”, esa temprana decisión
del presidente electo Obama fue la primera indicación clara
de que no divergiría dramáticamente de las políticas de
seguridad nacional del presidente Bush. También reveló que
Obama no tenía ninguna intención de desafiar la falsa
narrativa de Washington, dominada por los republicanos
durante las décadas precedentes, desde que Gates fue una
figura clave en muchos de esos escándalos, incluyendo el Irán–Contras
y la politización de la inteligencia de la CIA, ambos
precursores importantes de las desastrosas decisiones de
Bush en esta década. En
su lugar, con la retención de Gates, Obama dejó en claro
que evitaría la clase de conflictos que pudieron haber
puesto a Estados Unidos en un curso dramáticamente
distinto. En efecto, se inclinó por preservar el estatus
quo.
Desde la publicación del artículo,
las intenciones de Obama solamente se han puesto más de
manifiesto. Mientras retóricamente se distancia del estilo
belicoso de Bush, mantiene mucho de su sustancia, con Gates
y otros funcionarios retenidos que son contrarios al retiro
de EEUU de Iraq y partidarios de fortalecer las fuerzas en
Afganistán. Obama también se ha opuesto a encarar
cualquier responsabilidad contra los antiguos jefes de Gates,
así como el presidente Clinton barrió debajo de la
alfombra los escándalos anteriores que involucraron a Gates
y a las administraciones de Reagan–Bush (padre).
Gates personifica el mal permanente
radicado en Washington, por lo menos respecto a sí mismo,
al punto que los medios de noticias de Washington exhiben
con cierta naturalidad su escaso interés en sacar a la luz
cualquier evidencia sobre las fechorías pasadas o presentes
de este personaje. Gates fue un favorito oficial de
Washington durante los días de Reagan–Bush, y ahora
permanece.
Cuando Gates fue nombrado secretario de
Defensa por G.W. Bush en noviembre de 2006, los grandes
medios malinterpretaron totalmente su significación. La
visión convencional fue que el nombramiento de Gates
indicaba que Bush torcería el plan del Grupo de Estudio de
Iraq para desactivar la guerra. En realidad, Gates era lejos
más halcón que Donald Rumsfeld.
Pero los periodistas de renombre nunca
corrigieron su error. Seguían viendo al recién designado
Gates a través de los mismos vidrios color de rosa. Cuando
el programa “60 minutos”, de CBS, hizo un perfil
reciente de Gates con elogios exagerados sobre su profunda
preocupación personal por las tropas, aunque su trabajo
anterior en el gobierno fijó las etapas para las guerras de
G.W. Bush (especialmente la corrupción de la división analítica
de la CIA) y su incalificable apoyo al envío a la muerte de
miles de soldados más de EEUU.
La información crítica sobre Gates
continúa llegando, sobre todo de ex funcionarios de la CIA
que trabajaron con él en años anteriores y le conocen como
un escalador consumado. Por ejemplo, el ex analista de la
CIA Melvin A. Goodman dedica una parte importante de su
libro “Fracaso de la inteligencia: Declinación y caída
de la CIA” al rol de Gates en el fin de la tradición de
la CIA de procurar información dura que sustituyó por la
fabricación de inteligencia al gusto de los responsables
políticos de EEUU. Durante el dominio de Gates sobre la
división analítica, en los años 80, desapareció esa
tradición y la inteligencia fue apenas pulida a la manera
deseada por los ideólogos de la era de Reagan.
Actualización de Andrew Hughes (de
Global Research)
Desde que se publicó el artículo
original, en febrero de 2009, no se ha escrito una sola línea
en los grandes medios para escarbar este hurto gigante del
dinero público. En realidad esto fue eclipsado por el hurto
igualmente grave del dinero público que se disfrazó como
“solvencia de la crisis del crédito”. La figura del último
timo supera casi 5 veces los 3,4 billones robados por el
departamento de Defensa.
Los dos nuevos designados, William Lynn
y Robert Hale, revelaron el 7 de mayo que el presupuesto de
Defensa propuesto para 2010 aumentará los gastos en 4%,
para llegar a 663,8 mil millones de dólares. Esto ocurre en
una época en que la población está siendo empobrecida por
el desempleo creciente, mientras se encogen los programas
sociales federales y de los 50 estados, y se transfiere la
riqueza de los hogares estadounidenses al cártel
financiero–bancario de Wall Street.
El tema más destacado en el artículo
original no era sólo la desaparición de 3,4 billones de dólares
del departamento de Defensa, sino que estos negocio son una
costumbre fuera del control del gobierno que, incluso con el
cambio de inquilino en la Casa Blanca, continúan robando
sin interrupción a sus propios ciudadanos.
Cuando escuchábamos los discursos de
la campaña de Obama el año pasado, donde él acentuó la
importancia de Afganistán como nuevo frente de “guerra
antiterrorista”, guerra evasiva, interminable y
no–ganable, era obvio que detrás de todo el concepto de
sus discursos y la deificación de los grandes medios estaba
a la vista la agenda de Zbigniew Brezinski y del Proyecto
por un Nuevo Siglo Americano (la plataforma ideológica de
GW Bush), pero hicieron un nuevo paquete con un personaje
que representó el slogan “Podemos y creemos en el
cambio”.
Los acontecimientos –desde que
originalmente fue publicada mi historia– sólo han
acentuado la falta de compromiso con cualquier contabilidad
sólida de las cajas públicas. No se ha encargado ninguna
investigación sobre los billones que faltan; ni se han
hecho preguntas respecto a ese crimen a Donald Rumsfeld,
William Lynn y Robert Hale; el departamento de Defensa
aumentó sul gasto; se extendió la guerra en Afganistán;
los poderes de EEUU en la región están desestabilizando a
Paquistán; Obama es responsable del asesinato de centenares
de civiles paquistaníes por los Abejones Depredadores
(Predator Drones), aviones sin piloto teleguiados por
operarios de la CIA; y las promesas de terminar la guerra en
Iraq se han ignorado, ofuscado y reciclado dentro del doble
discurso político.
Todos estos discursos apuntan al hecho
de que el Organismo Gubernamental–Industrial–Militar es
una unión simbiótica de sus propios intereses, de la
avaricia y lujuria por el poder en un nivel nunca visto
antes en la historia de la Humanidad. Es importante adoptar
un punto de vista sobre la corrupción que se ha destacado
en este artículo para considerar su verdadera naturaleza y
cómo teje la tela que mantiene unido al sistema. Este
sistema ha estado creciendo constantemente, durante décadas,
y se ha asegurado contra cualquier investigación o
consecuencia real, cooptando a los grandes medios con
adquisiciones corporativas de las compañías de noticias
por parte de contratistas del ministerio de Defensa y la
colocación de empleados del Pentágono y personal de la CIA
en estas mismas compañías propietarias de grandes medios
noticiosos.
Pero la quinta esencia del logro de
este sistema es el hecho de que Donald Rumsfeld puede
anunciar en una rueda de prensa pública el 10 de septiembre
de 2001, sin ningún miedo al procesamiento o al contragolpe
del público, que faltan los billones de dólares, que no
habrá investigación y que no detendrán a nadie
responsable. Hemos visto exactamente la misma arrogancia
respecto al escándalo de la tortura, al escándalo del
apoyo urgente a los banqueros, al escándalo de la guerra de
Iraq y al avance de la rejilla del estado policial
establecido por el departamento de Seguridad de la Patria
para etiquetar como “terrorista” a cualquier persona que
discrepe con la política del gobierno o que crea en la
Constitución de EEUU.
Se necesita iniciar con urgencia una
investigación sobre los billones que faltan en el
departamento de Defensa como precursora de posteriores
investigaciones sobre la corrupción gruesa perpetrada por
el gobierno de EEUU. Será alcanzada solamente con despertar
a la realidad, refutando las mentiras de los grandes medios
y comprendiendo la profundidad de la corrupción y cómo
destruirá lo que sobrevive de la Constitución, de la
confianza pública y de la libertad real.
Nota:
1)
William Matthews, “Lynn gets waiver from Obama lobbyist
rules”, Federal Times, January 26, 2009,
http://www.federaltimes.com/index.php?S=3918762
*)
Fuentes:
ConsortiumNews.com,
13 de noviembre de 2008, “The Danger of Keeping Robert
Gates”, por Robert Parry; Global Research, 13 de febrero
de 2009, “Obama’s Defense Department Appointees- The 3.4
Trillion Dollar Question”, por Andrew Hughes; Democracy
Now! 7 de enero de 2009, “Obama Nominee Admiral Dennis
Blair Aided perpetrators of 1999 church Killings in East
Timor”, por Allan Nairn (entrevistado); The Hill, 24 de
noviembre de 2008, “Ties to Chevron, Boeing Raise Concern
on Possible NSA Pick”, por Roxana Tiron.
Estudiante investigador: Chris
McManus.
Evaluador académico: Diana Grant,
Ph.D., Sonoma State University.