¿Qué
sucede cuando una brutal recesión golpea a una nación que
se ha dedicado a destruir su red de seguridad socio–económica
durante un cuarto de siglo? El resultado es un costo enorme
en sufrimiento y privación humanos. Es lo que está
sucediendo actualmente en Estados Unidos.
Por
supuesto, como el capitalismo es un sistema global, la
crisis económica está golpeando a todas las naciones del
planeta. Pero los demás países avanzados tienen una red de
seguridad más fuerte que acolchona los golpes provenientes
de la economía. Tres décadas de guerra de clase contra los
pobres y la clase media han dejado un colchón muy delgado
en Estados Unidos. Aquí,
el resultado de la Gran Recesión ha hecho que aumente en
flecha la pobreza, las bancarrotas, las ejecuciones de
hipotecas, los sin casa y un sentimiento general de ansiedad
e inseguridad.
Pero
como deja claro un informe publicado por el Departamento de
Agricultura de EE.UU. (USDA), la crisis económica ha
provocado una consecuencia aún más nefasta: un súbito
aumento del hambre en Estados Unidos.
Es
una vergüenza que exista hambre generalizada en un país
tan rico, aún en buenos tiempos.
Este no es un buen tiempo; las cifras del hambre lo
reflejan con saña. El
año pasado la tasa de hambre aumentó más rápidamente que
en cualquier otra época desde 1995, cuando el USDA comenzó
a compilar datos. Casi 50 millones de personas en este país sufrieron por
carencia de alimentos durante parte o todo el año 2008.
En 2007, el 11,1 por ciento de los hogares
norteamericanos experimentaron inseguridad alimentaria, es
decir, dificultad para obtener suficientes alimentos.
En 2008, el porcentaje se disparó a 14,6 por ciento.
Esto significa que en un solo años el acceso
inadecuado a los alimentos se incrementó en casi un tercio.
A
los más vulnerables les fue peor que a la población en su
conjunto. Entre
los hogares con niños, el 22,5 por ciento sufrió hambre.
El número de niños que vive en hogares con
inseguridad alimentaria aumentó de 13 a 17 millones solo
entre 2007 y 2008.
Los
estados con la más alta prevalencia de inseguridad
alimentaria son Mississippi (17,4 por ciento), Texas (16,3 por ciento), y
Arkansas (15,9 por ciento). Las tasas más bajas fueron
registradas en Dakota del Norte (6,9 por ciento),
Massachusetts (8,3 por ciento), y Nueva Hampshire (8,3 por
ciento).
Tom
Vilsack, Secretario de Agricultura, atribuyó el problema al
desempleo. Como los datos para este informe cubren 2008 y el
desempleo ha aumentado vertiginosamente en 2009, las cifras
del próximo informe probablemente sean más atroces.
Es
indispensable que Estados Unidos, un importante exportador
de alimentos, haga de la eliminación del hambre una
importante prioridad. Esto
requeriría no solo una manera más eficaz de entregar ayuda
alimentaria por medio de la expansión del programa de
sellos de alimentos, sino de esfuerzos especialmente
vigorosos para estimular la economía y la creación directa
de empleos por medio de programas de obras públicas.
Cuando
se acerca la temporada de las fiestas, es una vergüenza que
en esta nación de abundancia exista un Tercer Mundo de 50
millones de personas que luchan por tener lo suficiente que
comer. Esta administración, que a diferencia de la anterior
es consciente del problema y del papel que el gobierno puede
desempeñar para combatirla, puede aliviar mucho la vergüenza
del hambre en este país dedicándole solo una pequeña
fracción del dinero que gastó en rescatar a Wall Street y
a Detroit, para no mencionar los billones de dólares que
sumarán el costo final de realizar dos guerras.