Nueva
York.– Desde temprano, el Senado norteamericano tiene
programado empezar hoy la votación de la amplia reforma del
sistema de salud, la cual promete brindar cobertura a casi
30 millones de norteamericanos que no cuentan con seguro médico
logrando concretar algo que fue eludido por los presidentes
norteamericanos por más de una generación.
Lo
que Barack Obama pudo imaginar que sería un momento de júbilo
para su propio partido, aún resentido por el colapso de su
mayor esfuerzo bajo la gestión de Bill Clinton hace 15 años,
viene con el amargo sabor de compromisos, realización de
acuerdos puertas adentro y la persistente sensación de que
la Casa Blanca fracasó en insistir por más medidas
radicales prometidas por el presidente durante su campaña
electoral de alto vuelo el año pasado.
Con
la salud pública, así como también en sus planes de
enfrentar la temática del calentamiento global, el
presidente Obama esperó que se pudiera generar un
movimiento popular que limpiara el camino de las políticas
de Washington. No obstante, con ello se enfrentó a parálisis
y desvanecimiento.
Howard
Dean, antiguo presidente del Comité Nacional Demócrata,
sugirió que el proyecto de ley debe ser roto en pedazos en
su totalidad y rehecho, reiterando sus críticas en los talk
shows del domingo. “Este proyecto contiene grandes lagunas
jurídicas”, dijo al programa Meet the press, de la NBC,
haciendo referencia a que el sistema de salud seguirá
teniendo altos costos para los consumidores. “El lobby de
los seguros de salud escribió gran parte de este proyecto
de ley. No pensamos que hubo una gran pelea desde la Casa
Blanca.”
Después
de varios meses de regateo y enfrentando una férrea oposición
del Partido Republicano, los líderes demócratas primero
rechazaron el plan de la Casa Blanca conocido como “opción
pública”, el cual crearía un esquema de seguros
dependiente del gobierno para competir contra el sector
privado y luego desestimaron la idea de la expansión del
esquema federal de atención médica. El plan alternativo
alcanzado de una solución dada por el sector privado que
crea “intercambios de seguro nacionales” donde un
ciudadano sin seguro puede comprar planes de salud
subsidiados, viene con una serie de restricciones a las
compañías aseguradoras, incluyendo una promesa de que éstas
no pueden negarse a darle cobertura a un enfermo crónico. A
pesar de ello, existe cierta preocupación en que los
cambios no sean suficientes para asegurar el objetivo de una
cobertura barata y universal.
El
voto número 60 en el Senado, requerido para asegurar el
proyecto de ley, llegó el sábado de manos de un senador
del estado de Nebraska. A cambio de su apoyo, se le
ofrecieron subsidios federales para su estado y la exclusión
del aborto del nuevo esquema nacional de seguros.
La
forma última de la reforma no se conocerá hasta dentro de
varias semanas ya que el proyecto del Senado debe pasar a la
comisión bilateral junto al proyecto de la Cámara baja,
que incluye la “opción pública”.
“Las
reglas de tiempo del Congreso han sido frustrantes”, afirmó
ayer David Axelrod, jefe de estrategia de la Casa Blanca. No
obstante, insistió en que el proyecto de ley logró
postular una reforma real. “Ninguna legislación
importante ha pasado en este país sin incluir compromiso.
Ese es el proceso legislativo.” argumentó.
Vicky
Kennedy, viuda del senador Ted Kennedy, usó el peso de su
dinastía política para respaldar el compromiso. En un artículo
de The Washington Post dijo que su marido solía argumentar
que “una rebanada de pan es mejor que ningún pan. Ted sabía
que lograr la reforma sería difícil. Si fuera fácil, me
decía, se hubiera hecho hace largo tiempo”.