La
promesa del presidente de los EE UU de reformar la sanidad,
en el único país industrializado del mundo sin cobertura
universal, se desvanece. El “Yes, we can” retrocede ante
el poder de las aseguradoras médicas.
La reforma del sistema sanitario estadounidense fue un punto central en la
campaña electoral de Barack Obama. En noviembre de 2009, la
Cámara de Representantes aprobó una versión del
anteproyecto de ley para una reforma, que fue seguida por la
aprobación de la versión del Senado el pasado 24 de
diciembre, en esta cámara los demócratas acaban de perder
la mayoría absoluta. Si bien no se conocerá el proyecto
definitivo hasta que finalice la negociación entre ambas cámaras
(que ahora deberán armonizar ambos textos en uno sólo o
ponerse de acuerdo en aprobar una de las dos versiones), la
posibilidad de un plan público de salud para el pueblo
estadounidense ya ha quedado descartada, lo que podría
explicar parcialmente la decepción de buena parte de las
bases y votantes del partido demócrata. La sanidad
universal, promesa electoral de Obama muy aclamada por buena
parte de los medios de comunicación, se convertirá
finalmente en una obligación jurídica de comprar un
producto privado: la ciudadanía deberá adquirir uno de los
seguros médicos que ofrecen muchas de las compañías
aseguradoras que operan en el país. Todo ello a pesar de
que Obama y el vicepresidente Biden se expresaron en contra
de esta medida hace un año. A partir de ahora, quien no
obtenga una póliza médica recibirá una multa.
El Gobierno de EE UU ha renunciado también, como explica el catedrático de
Ciencias Políticas y Políticas Públicas Vincenç Navarro,
a la medida muy popular de financiar la reforma con los
impuestos sobre los grupos más pudientes. Gana terreno, por
el contrario, la propuesta republicana de que la expansión
de la cobertura a las personas sin prestaciones médicas se
realice a base de aumentar los impuestos de los trabajadores
que tenían un aseguramiento colectivo, lo que penaliza a
los colectivos de trabajadores mejor organizados.
Enemigos
de lo público
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Las posibilidades de tener cobertura sanitaria en EEUU
Si eres “pobre”: Si puedes
demostrar, según los requisitos del Estado, muy bajos
ingresos los planes públicos principales son Medicare y
Medicaid: para personas mayores de 65 años (con suficiente
historial laboral), personas con alguna discapacidad, indígenas
y nativos de Alaska, en algunos casos.
Como obrero o empleado:
Seguro privado costeado (total o parcialmente) por el empleador: para
personas empleadas por cuenta ajena, según la antigüedad
en el puesto y el tipo de contrato. No todos los empleadores
lo ofrecen. Suele tratarse de una cobertura general (con
‘agujeros’ según las necesidades de cada persona) y se
cancela al perder el empleo.
Como “autónomo”:
Seguro privado abonado de forma individual: para trabajadores autónomos y
personas que no entren en las categorías anteriores. La póliza
aseguradora debe antes valorar y aprobar si el posible
cliente es aceptable, según su edad, sexo e historial clínico,
entre otros requisitos.
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En el único país industrializado del mundo que sigue sin contar con una
asistencia sanitaria universal, los conservadores y las
aseguradoras, que con la reforma verán ampliado su mercado,
se han opuesto de manera ferviente a la opción pública,
que temen pueda servir de ‘caballo de Troya’ para
sustituir el modelo actual de pagadores múltiples por un
modelo de pagador único (single-payer), un seguro
social universal. Este último, que viene siendo
reivindicado desde hace tiempo por diferentes asociaciones
de profesionales médicos y colectivos de los movimientos
sociales, ha pasado a ser un tema del que los políticos han
evitado hablar durante los meses que ha durado el debate de
la reforma sanitaria. En mayo de 2009, ocho activistas
fueron detenidos durante una vista que celebraba la Comisión
Financiera del Senado sobre la reforma sanitaria. Esta vista
incluía un panel de invitados de 41 expertos, entre los
cuales no se encontraba ningún representante de las
asociaciones médicas que defienden el sistema de pagador único,
a pesar de que habían solicitado una invitación de forma
insistente. El suceso ha pasado a ser conocido como el caso
de Baucus 8.
La OMS, en su Informe sobre la salud en el mundo 2000 - Mejorar el desempeño
de los sistemas de salud, dice que los objetivos de los
sistemas sanitarios deben ser la buena salud, la
receptividad ante las expectativas de la población y una
contribución financiera justa. Sin embargo, en EE UU cada año
mueren 100.000 personas por no poder sufragar los gastos de
los servicios sanitarios, según un estudio de la
Universidad de Harvard. Unos 47 millones de estadounidenses
carecen de cobertura médica por ser rechazada por las compañías
aseguradoras, por no poder pagar una póliza privada o por
no cumplir con suficientes requisitos para entrar en uno de
los programas médicos que ofrece el Estado a determinados
grupos. Un dato más: la bancarrota por el alto precio de
las facturas médicas conforma la primera causa de quiebra
personal.
A la hora de intentar explicar el motivo de estos datos en el país que es
considerado primera potencia económica, la mayoría de
expertos no dudan en señalar hacia el poder de las compañías
de seguros privados, que mueven un negocio de 400.000
millones de dólares al año. Las mismas compañías que
controlan el sistema sanitario invierten también grandes
sumas de dinero para financiar las campañas electorales de
los candidatos (seis millones de dólares en el caso de la
campaña de Barack Obama). Hace unos días aparecía en los
titulares de varios medios de comunicación la decisión del
Tribunal Supremo de eliminar restricciones en la financiación
privada de las elecciones, por lo que no resulta difícil
interpretar que la influencia de este sector seguirá
creciendo, no sólo en la financiación de las carreras políticas
sino además ejerciendo presión como potentes lobbies.
Más de
17.000 profesionales de la salud defienden desde 1989 en Médicos
para un Programa Nacional de Salud un seguro social
universal y público.
Claudia Chaufan es médica, socióloga y vicepresidenta de la Alianza de Médicos
de California, la división californiana del grupo Médicos
por un Programa Nacional de Salud (Physicians for a National
Health Program), una organización de 17.000 médicos,
estudiantes y profesionales de la salud que desde 1989
defienden un seguro de salud universal, público y sin fines
de lucro.
Diagonal: ¿Cómo se
explica que el gasto en sanidad de EE UU duplique el de
otros países industrializados y, sin embargo, esté a la
cola de estos en la media de esperanza de vida y cuente con
los índices más altos en mortalidad infantil?
Claudia Chaufan: El sistema
actual es un modelo de pagadores múltiples con fines de
lucro: es decir, se dan servicios médicos a través de las
compañías aseguradoras. El motivo principal por el que hay
un gasto en salud tan elevado son los gastos administrativos
excesivos y la burocracia. Cada paciente tiene un tipo de
seguro distinto. Cada seguro conforma un grupo de papeles
diferentes y cada médico debe negociar con cada aseguradora
para poder justificar lo que recomendó a cada paciente.
Todo este papeleo es lo que llamamos gasto administrativo.
El sistema estadounidense gasta de 30 a 40 centavos por dólar
moviendo papel. Otro motivo es que aquí se pagan los
precios más altos del mundo por unos servicios que en otras
partes cuestan mucho menos. Los médicos y hospitales se han
convertido en empresarios. Algunas personas tienen un seguro
privado a través de sus empleadores. Otras compran un
seguro de forma individual. El 62% de la gente que se
declara en bancarrota lo hace por culpa de los servicios médicos.
Lo más interesante es que de ese 62% que se declara en
quiebra, el 78% tiene un seguro de salud. El problema es que
el seguro no cubre suficientes necesidades porque está
lleno de agujeros.
D.: ¿Qué es lo que
impide que se pueda implantar el modelo de asistencia
sanitaria universal, de un pagador único y público,
conocido como sistema single-payer?
C.CH.: Hay que seguir el
trayecto que recorre el dinero y ver dónde va a parar el de
las aseguradoras y las compañías farmacéuticas: a los
bolsillos de los legisladores, de los senadores y del
presidente. Obama era un activista comunitario que defendía
el modelo de pagador único. Cuando consiguió el Senado, la
Cámara de Representantes y la Casa Blanca, cambió de idea.
Entre otros motivos, porque las corporaciones
multinacionales le han dado dinero, a él y a los
legisladores de su partido. Y los políticos clave en todo
este debate de reforma sanitaria, nombrados por el
presidente para, por ejemplo, presidir los comités donde se
decide el destino de millones de personas, como el senador
Max Baucus, han recibido sumas millonarias del lobby medico-
farmacológico. Y en este país todo esto es legal.
Los
proyectos beneficiarán más a las aseguradoras que a la
población
D.: ¿Se puede entonces
decir que los anteproyectos de ley que se han aprobado hasta
ahora beneficiarán más a las compañías aseguradoras que
a la población?
C.CH.: Totalmente. Esto no es
un derecho a la salud. Esto es venderse a las compañías
aseguradoras porque les garantizan millones de clientes.
Quien no quiera o pueda comprar una póliza tendrá que
pagar una multa. Dicen que darán subsidios a quien no pueda
comprar un seguro, pero esos subsidios vendrán de los
impuestos. Lo van a sacar de un bolsillo para dártelo en el
otro. Además, habrá que probar que se es suficientemente
pobre para no poder pagarlo. Habrá que ir a un tribunal,
con un abogado, para demostrar que no se puede pagar. ¿Pero
si no tienes dinero para pagar un seguro, cómo vas a pagar
a un abogado? Es maquiavélico. Te pone entre la espada y la
pared.
Lo interesante es que los políticos en este país han convencido a muchos,
aunque no tantos como la prensa oficial quiere hacerte
creer, de que los problemas sociales se resuelven yendo de
compras, como si lo que faltase fuese competitividad. Además,
las personas empleadas por cuenta ajena no podrán elegir su
seguro sino que tendrán que conformarse con el seguro que
escoja el empleador, con las características de la
cobertura que elija éste, que es la situación que ya se
estaba dando. Y si pierden el empleo, se quedarán sin ese
seguro médico y tendrán que salir de compras.
La propuesta de los demócratas ha sido mantener el sistema cuya base es el
seguro de salud con fines de lucro para cubrir necesidades básicas.
Obama dice que al final lo han dejado así para que te
puedas quedar con tu plan si te gusta. Lo que no dijo es que
si no te gusta, tendrás que quedártelo igual. No hay
elección. Esa explicación no me convence. Se trata de un
paso atrás en el derecho a la salud: las aseguradoras
tienen un poder económico, ergo, un poder político,
extraordinario en este país.
“El
aborto ha quedado fuera de los cambios”
D.: ¿Cómo afecta que
no se lleve a cabo esta reforma del sistema sanitario a la
salud y los derechos de las mujeres?
C.CH.: Dentro de las reformas
y cambios que se están introduciendo, el aborto ha quedado
explícitamente fuera de ellas. Las mujeres, durante la época
reproductiva, tenemos más gastos que los hombres. Ahora,
por ley, las aseguradoras no podrán cobrar más por ser
mujer. Pero los gastos que no entren en el paquete básico
se los tendrán que costear las mujeres de todos modos. El
hecho de que una necesidad no entre en el paquete no
significa que no vaya a existir esa necesidad.
Las mujeres siempre salen mal paradas con estas cosas, sobre todo las
mujeres pobres, porque las mujeres de una cierta condición
económica nunca dejaron de practicar una interrupción
voluntaria del embarazo o atender sus necesidades, sean las
que fueren. Este país tiene un índice de embarazos no
deseados mucho más elevado que el europeo porque prohíbe
que el dinero público se destine a programas de educación
sexual, a menos que sólo hablen de abstinencia.