California.–
Justo fue el martes pasado, es decir, el 23 de marzo de
2010, que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama
firmó el documento correspondiente a la reforma del sistema
de salud norteamericano, reforma conocida en este país como
health care bill.
Mucho se ha comenzado a decir y escribir sobre el suceso,
desde celebrarlo con bombos y platillos en el sector demócrata
del interior de USA y sus simpatizantes internacionales,
hasta declarle la guerra santa cristina, conservadora,
blanca y republicana.
Los
Estados Unidos, como toda entidad político – social diseñada
en el capitalismo contiene contradicciones genéticas,
fundantes. Una de las contradicciones históricas
fundamentales de USA ha sido precisamente el tema del
sistema de salud, esto significa, que a pesar del volumen
económico del país y su peso determinante en la geopolítica
global de los últimos 70 años, existe una población de
alrededor de 50 a 60 millones de personas sin ningún tipo
de cobertura médica. Esto significa un porcentaje de
alrededor del 20% de la población. Claro está, que los números
oficiales no contabilizan inmigrantes ilegales. Se calcula
además un número de 45 000 personas quiénes mueren
anualmente por no tener ningún tipo de cobertura médica,
esto según un estudio de Harvard University (http://www.pnhp.org)
Finalmente, The
American Journal of Medicine (http://www.pnhp.org)
calcula que el 62.1 del total de declaraciones de bancarrota
están relacionadas con costos médicos.
Precisamente,
el tema de la reforma al sistema de salud fue uno de los
pilares de la campaña que finalmente colocó a Barack Obama
en la presidencia de USA, promesa hecha por otros varios
presidentes demócratas, pero que ninguno pudo consolidar,
fundamentalmente por el lobby
combinado de las aseguradoras, farmacéuticas y clínicas
privadas. Esto es verdaderamente significativo, en la medida
en que en los Estados Unidos el sistema de salud está en
las manos de la empresa privada, quiénes manejan el tema de
la salud como una mercancía más, sin importar los millones
de vidas en juego y las muertes producto de falta de atención
médica. De la misma forma, esto es relevante si tomamos en
cuenta que la gran mayoría de la centralidad capitalista
cuenta con sistemas de salud públicos, de la misma manera,
que una parte importante de la periferia, claro está, con
todos los problemas del caso.
Una
forma de graficar el status
quo del sistema de salud norteamericano es observar las
estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMC)
al respecto de la evaluación de este rubro entre sus países
miembros. El top five
está ocupado por Omán, Malta, Italia, Francia y San
Marino. Dentro del rango del 10 al 20 se ubica Grecia,
Arabia Saudita y Marruecos. Dentro del rango del 20 al 30 se
ubica Chile, Costa Rica, Venezuela. Cuba ocupa el puesto número
36. La pregunta es pues, ¿Y los Estados Unidos? Pues el
centro del imperialismo global se ubica en el puesto 72
precedido por Sri Lanka, Armenia y Honduras por citar
algunos ejemplos.
Ahora
bien, ¿cuáles son los puntos centrales de esta reforma?
Los siguientes (Agencia AP):
1.–
Cubriría a 32 millones de personas que no tienen seguro médico,
sin embargo, la expansión de la cobertura comenzaría en el
2014. Se espera como resultado una cobertura mayor al 90%.
2.– A partir
de 2010, las aseguradoras no podrán fijar límites
monetarios a los seguros de vida, ni negar cobertura a niños
con enfermedades preexistentes, ni cancelar pólizas porque
alguien se enferma, como sucede ahora. Las familias podrán
mantener a sus hijos en su plan de seguros hasta los 26 años.
3.–
Expande el programa estatal Medicaid dirigido a personas
quienes viven por debajo de los rubros federales para
considerar la pobreza.
4.–
Afecta a individuos que ganan más de $200.000 al año y a
parejas casadas que ganan más de $250.000 al año. El
impuesto sobre los ingresos por inversiones será de 3,8%.
Existen,
al menos, dos formas de hacer un lectura crítica de esta
reforma, indefectiblemente, una por la derecha, ya comenzada
por los conservadores y republicanos, y otra por la
izquierda.
Al
respecto de la derecha dura
de los Estados Unidos, ésta ha hecho ostentación de los
peores recursos, desde el racismo hasta el fin del mundo.
Incluso algunas oficinas demócratas han sido blanco de
ladrillos, piedras y otros objetos contundentes portadores
de mensajes violentos en contra de los funcionarios demócratas
y de la nueva legislación en salud.
El
único argumento que merece la pena del lado republicano es
el relativo a la continuación del endeudamiento público en
el país, puesto que la health
care bill tiene el desorbitante precio de $940.000
millones. Claro que Obama ha defendido su propuesta con el
contraargumento de que más que inflar el déficit interno,
la reforma lo aliviará una vez que sus efectos sean
sensibles en el circuito económico. Ahora bien, creer esto
es como creer en lo cuentos de hadas, puesto que no deja de
ser una proyección económica de resultados inesperables y
con poca, o ninguna, referencialidad a la materialidad
sociopolítica.
Carácter
superlimitado de la reforma
Una
crítica por la izquierda debe de comenzar por señalar el
carácter súper limitado de la reforma de Obama. Es decir,
no es que las masas norteamericanas van a tener por primera
vez en la historia un servicio de salud público y
universal, sino más bien, la estructura como tal del actual
sistema privado de salud se mantiene intocable, y la
reforma, que prácticamente no alcanza la categoría de tal
debido a su superficialidad, se limita a introducir ciertos
controles mínimos en el mercado manejado por las
aseguradoras privadas. Incluso, estas mismas aseguradoras se
comienzan a restregar las manos frente a la posibilidad de
una nueva ola de ganancias debido a la obligatoriedad del
seguro médico.
Por
otro lado, la mayoría de los elementos que componen la
reforma no son susceptibles de ser aplicados en un plazo
menor a los cuatro años y continúa dejando por fuera de la
atención médica a número de alrededor de 10 millones de
personas y un número, siempre incierto, pero millonario de
migrantes ilegales. Es importante anotar como el proyecto
que Obama finalmente decidió enviar a ambas cámaras dista
muchísimo de lo que fue su promesa de campaña,
precisamente un sistema de salud público con cobertura
universal.
¿Cuál
es en estos momentos el escenario? Obama, frente a lo que
comenzaba ser un sistemático descenso en sus niveles de
aprobación fundamentalmente debido a la desilusión por la
distancia entre sus promesas de campaña y la realidad de su
mandato, ha decidido dar un paso adelante con resultados
positivos para su gobierno. Esto momentáneamente parece
haber hecho pasar el péndulo de su lado y por ahora
contrarrestar un creciente movimiento de la derecha que
amenazaba y amenaza con aglutinar a sectores de la pequeño
burguesía afectados de manera radical por la crisis que
optan por una salida proto fascista, fundamentalmente el fenómeno
de los tea parties,
los cuales de momento no parecen movimiento de masas, pero
que podrían crecer en una eventual profundización de las
contradicciones.
Al
otro lado del espectro, la clase trabajadora aún continúa
su inmovilidad a pesar de la crisis, la miseria y
restricciones generalizadas que ésta ha provocado. Parece
ser que la fe de la clase sigue puesta, con tensiones, en el
gobierno de Obama y que esta “victoria” del presidente
al menos da un poco de oxígeno a las contradicciones del
capitalismo norteamericano.